viernes, 20 de febrero de 2015

Beata Victoria Díez y Bustos de Molina

En 1903 nace en Sevilla Victoria Díez Bustos de Molina, hija única de José Díez Moreno (de Cádiz) de profesión escribiente y apoderado de una casa comercial de Sevilla y de Victoria Bustos de Molina, ama de casa.

Desde muy joven destaca en ella su entrega a los demás y una profunda manifestación de fe. Sus notables cualidades artísticas hacen que curse seis años en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla. Pero su vocación principal es la de maestra, realizando sus estudios de Magisterio entre 1919 y 1923.

En 1925 se establece la Institución Teresiana en Sevilla con una Academia internado para estudiantes de Magisterio denominada "Santa Teresa". El 25 de abril de 1926 Victoria y unas amigas acuden a una conferencia que da la directora de este centro Mª Josefa Grosso. Victoria llamará a ese momento: La tarde el encuentro. El objetivo de la Academia era formar a los maestros y maestras que accedían a la enseñanza pública y estimular la innovación pedagógica en aquellos que ya ejercían esta profesión.

La propuesta de Pedro Poveda, basada en la fuerza transformadora del creyente a través de su profesión, juntando "fe y vida", encaja con todas sus aspiraciones.

Después de su incorporación a la Institución Teresiana, Victoria se quedó de 1926 a 1927 en Sevilla preparando oposiciones y dando clase en la Academia-Internado y como Presidenta de la "Juventud Teresiana Misionera".

Tras ganar las oposiciones en 1927 es destinada a Cheles (Badajoz) en el que estará tan sólo un curso. Allí mejora la escuela local, organizó la Biblioteca, luchó contra el absentismo escolar trabajando con grupos de niñas y las jóvenes del pueblo llevando sus métodos pedagógicos renovados: excursiones al campo, cantos, actividades con las alumnas y labores. Mantiene correspondencia con Josefa Segovia en la que le cuenta sus vicisitudes.

En 13 de junio de 1928 recibe su nombramiento para Hornachuelos (Córdoba) con 25 años y con clara conciencia de haber recibido una importante misión: le habían confiado un pueblo y se sintió responsable de él.

Durante los 8 años que vivió en Hornachuelos (1927-1936) desarrolla una intensa actividad al servicio de la Iglesia y de la sociedad civil. Además de sus tareas como maestra, crea la catequésis infantil e impulsa la Acción Católica (tras la prohibición de impartir religión en los colegios públicos por el Gobierno de la República, continuará con ayuda de su madre y de las jóvenes de AC en los centros que había organizado); colabora en la reedificación de la escuela; continúa con su novedoso sistema pedagógico: tenía en sus clases gimnasia rítmica, daba clases al aire libre, realizaba excursiones a Córdoba y Sevilla, aprendían cantos y pintura; organiza cursos nocturnos para mujeres trabajadoras y una biblioteca para antiguas alumnas, ayuda a las familias necesitadas del pueblo y es nombrada Presidenta del Consejo Local del Pueblo.

Durante los difíciles años de 1932 a 1934 por las diferencias ideológicas de los españoles, nunca mostró una inclinación política y colaboró tanto con el Ayuntamiento de derechas como el posterior de izquierdas llegando a ser Secretaria de la Junta de Enseñanza. Era querida y respetada por todos los del pueblo. Y es que Victoria Díez había hecho realidad las palabras de San Pedro Poveda: Dadme una vocación y yo os devolveré una escuela, un método y una pedagogía.

En los prolegómenos de la Guerra Civil, la iglesia de Hornachuelos fue incendiada. Tras intensos meses de trabajo, y con la infatigable colaboración de Victoria con el párroco, se consiguió abrir de nuevo. La iglesia de Hornachuelos se volvería a saquear en los primeros días de la Guerra Civil.

El día 20 de julio de 1936, recién estallada la guerra civil española, arrestaron al párroco de Hornachuelos Don Antonio Molina.

El 11 de agosto dos hombres armados pidieron a Victoria que acudiera con ellos al Comité a prestar declaración. Ya no la dejaron volver a su casa. La dejaron prisionera en una de las casas en la plaza del pueblo (actualmente esa casa es un alojamiento de turismo rural). A pesar de las gestiones de diferentes personas para que fuese liberada, no se logra el objetivo.

En la madrugada del día 12 de agosto, Victoria fue conducida junto con 17 hombres más a las afueras del pueblo para emprender una marcha de 12 kilómetros sin vuelta posible, en la que Victoria alienta a los hombres:"Animo, adelante, Cristo nos espera". Llegados a un caserón de la finca, fueron sometidos a un "juicio" en el que todos fueron condenados a muerte.

Victoria, la única mujer, presenció la ejecución de sus compañeros. Los hombres fueron fusilados uno a uno ante la boca de uno de los pozos mineros de la Mina del Rincón,(hoy se encuentra tapado marcado con tan sólo una cruz, en un cortijo, y para cuya visita es preciso pedir permiso). Quizás el objetivo fuera amedrentarla para que abjurase de su fe, pero no lo lograron.

"Animo, adelante". En alguna ocasión ella había escrito: "si es preciso dar la vida para identificarse con Cristo, desde hoy dejo de existir...".

Victoria sabía que "creer bien y enmudecer no es posible", y ella creyó hasta el límite de dar la vida y la entregó aquella madrugada del 12 de agosto.

En noviembre fue sacado su cuerpo y enterrado en el cementerio de Hornachuelos, dónde permaneció enterrada durante casi 30 años, para ser trasladado sus huesos a la cripta que existe actualmente (visitable previo permiso y disponibilidad en portería) que la Institución Teresiana tiene en Córdoba en la Plaza de la Concha, cercana a la Mezquita, cripta realizada por el arquitecto cordobés Rafael de la Hoz.

También se encuentran algunos huesos bajo el altar del convento cisterciense de Santa María de las Escalonias, en el término municipal de Hornachuelos, cercano a Palma del Río.

El día 10 de octubre, el papa Juan Pablo II la nombró beata, junto a Pedro Poveda (canonizado en Madrid el 4 de mayo de 2003)

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