jueves, 30 de abril de 2015

Santoral Franciscano Mayo

Santoral Franciscano Mayo

Beata María Catalina Troiani (1813-1887) Religiosa y fundadora italiana. Quedó huérfana de madre a los 6 años y fue encomendada para su educación a las hermanas del convento de Santa Clara de Ferentino, donde se hizo religiosa en 1829. Marchó a Egipto en 1859 con otras cinco monjas para encargarse de la educación de niñas. Allí surgió la congregación de las Franciscanas Misioneras. Abrieron en El Cairo diversas obras para niñas desamparadas. Madre María Catalina se entregó con todo el amor y mucho sacrificio a aliviar tanta necesidad y sufrimiento. Fue beatificada en 1985. Su fiesta se celebra el 06 de mayo.


Beata María del Carmen del Niño Jesús (1834 - 1899)  Religiosa y fundadora española. Desde niña fue estimada por su bondad y simpatía, su inteligencia y viveza de su carácter, su habilidad para las tareas de la casa. En su vida de piedad destacaban su devoción a la Virgen y a la Eucaristía y su amor a los pobres. A los 22 años, contra el parecer de su padre, contrajo matrimonio con un hombre que la hizo sufrir mucho, hasta que, con su bondad paciente, consiguió que cambiara su estilo de vida. Viuda a los 47 años y sin hijos, buscó servir a Dios en el cuidado y educación de los niños pobres. Abrió en su casa una escuela, y con algunas jóvenes que colaboraban con ella inició lo que a partir de 1884 es el instituto religioso de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, dedicado primero a la enseñanza y luego también a la atención de ancianos y enfermos y a otras obras sociales.  Fue beatificada en el 2007. Su fiesta se celebra el 08 de mayo.


San Leopoldo Mandic (1866 - 1942) Sacerdote  y religioso croata. A los 16 años ingresa a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, con el propósito de trabajar por la unidad de los cristianos. Sin embargo sus superiores le encargaron el ministerio de la Confesión. Durante cuarenta años, y hasta la víspera de su muerte, estuvo siempre dispuesto a acoger, escuchar, consolar y reconciliar a innumerables penitentes en una pequeña habitación anexa al convento de los Capuchinos en Padua. Fue canonizado 1983. Su fiesta se celebra el 12 de mayo.






Santa Margarita de Cortona (1247-1297), terciaria franciscana italiana. Después de vivir muchos años alejada de Dios, y consciente de que no era feliz. Ingresa a la Tercera Orden Franciscana entregándose  a una vida de oración, penitencia, y al servicio de los más pobres para quienes fundó un hospital.  Fue canonizada  en 1728. Su fiesta se celebra el 16 de mayo.






San Pascual Baylón, (1540 - 1592) Religioso franciscano español. Durante su infancia y juventud se dedicó al pastoreo de ovejas. Ingresó a la Orden Franciscana y se dedicó a los oficios más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Su fiesta se celebra el 17 de mayo.





San Félix de Cantalicio, (1513 – 1587) religioso italiano. Hijo de unos humildes campesinos, durante su infancia y juventud se dedicó al pastoreo de animales. Ingreso a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, donde durante 40 años se dedicó al oficio de limosnero, para ayudar a los más pobres. Era muy devoto de la Pasión de Cristo y de la Santísima Virgen María. Fue canonizado en 1712. Su fiesta se celebra el 18 de mayo.






San Bernardino de Siena (1380-1444) Hijo de la familia noble de Albizeschi en Massa Marittima (Toscana). Su padre fue el gobernador de esta ciudad sienesa. estudió después Derecho civil y canónico. Durante este tiempo, con la aparición de la peste hacía 1400, trabajó en el hospital de Santa María della Scala, y animó a otros hombres de hacer lo mismo. 
Ingresó a la Orden Franciscana, durante 30 años fue predicador y misionero por Italia. Propagó la devoción a la Eucaristía y al Santo Nombre de Jesús. Su fiesta se celebra el 20 de mayo.





San Crispín de Viterbo (1688 - 1750) Hijo de padres obreros italianos. Su madre, en su juventud, le inspira una gran devoción a la Virgen María. Durante su juventud ejerció el oficio de zapatero. Ingresó a los Frailes Menores Capuchinos, donde se destacó por su buen humor y generosidad con los más pobres. Durante más de 40 años se dedicó al oficio de limosnero para el convento de Ovierto. Su fiesta se celebra el 23 de mayo.






Beata María Celina de la Presentación (1878 - 1897) Religiosa clarisa francesa, Desde pequeña destacó por su bondad, servicialidad, piedad y devoción a la Eucaristía. en 1896 ingresó en las clarisas de Burdeos como postulante, empezó el noviciado y a mitad del mismo tuvo que hacer la profesión religiosa ante la inminencia de la muerte a causa de la tuberculosis.  Pocos días antes de su muerte, escribió en su diario: «No te complacen los holocaustos ni las víctimas. ¡Heme aquí! He venido para tomar mi cruz. Me ofrezco como víctima, como Jesús... Hasta ahora he sacrificado todo: afectos, pensamientos... ¿Deberé ser ahora menos generosa? No. ¡Heme aquí! Corta, quema, amputa, haz de mí lo que quieras, con tal de que mi amor a ti aumente siempre más y más. Sólo pido esto». Fue beatificada en 2007. Su fiesta se celebra el 30 de mayo.


lunes, 27 de abril de 2015

Santa María Soledad Torres Acosta

Nació una mañana fría del 2 de diciembre de 1826, en un Madrid que estaba aún muy lejos de ser la bulliciosa y gran ciudad que ahora conocemos. En la calle de la Flor Baja, cerca de la actual Plaza de España, dentro de un hogar sencillo bajo la mirada de sus buenos padres Antonia y Manuel, pasaría sus primeros años la que habría de ser la fundadora de las Siervas de María, Bibiana Antonia Manuela Torres Acosta. Pequeña de cuerpo pero de alma grande. De inteligencia despierta y muy piadosa, que ya desde bien pequeña jugaba a ser monja.

A sus veinticinco años oye hablar de una idea alimentada por un sacerdote de la parroquia de Chamberí, don Miguel Martínez. Este quiere reunir a unas cuantas mujeres para que cuiden y atiendan a los enfermos desamparados en sus propios domicilios y les dispongan a bien morir allí donde la enfermedad les ha postrado. Mas aun cuando la delicada salud de la muchacha parecía desaconsejar tal empresa, al fin ante sus insistencias fue admitida, junto con otras seis compañeras, y tomó el hábito del nuevo Instituto el 15 de agosto de 1851, cambiando su nombre de pila por el de María Soledad. Ese bendito día nació el Instituto de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos. 

Su prudencia y tesón la colocan pronto al frente de la comunidad que precisa de semejantes cualidades para subsistir en vista de los problemas que la rodean de fuera y aun de dentro del propio Instituto, cuya dureza de vida va saturando a casi todas las compañeras de fundación hasta quedar sólo ella entre las que comenzaron. La maledicencia se cebará contra la Madre Soledad hasta ser depuesta de su cargo e incluso obligada a apartarse de la casa madre de la fundación, tras haber soportado no pocas incorrecciones y rebeldías entre sus mismas hijas religiosas. Sin embargo, estas pruebas no hicieron sino acrisolar más aún su espíritu y Dios la volvió a poner al frente de la obra, que había llegado casi al borde de la disolución.

Los conflictos, como la revolución del 68 que la sorprende en Valencia, no la frenan, sino que la empujan, el instituto se extiende por España y América, y un siglo después de su muerte la recordamos como una gran figura de la caridad que presta por amor de Dios un callado servicio mientras el mundo grita.


En esta nueva etapa las Siervas de María ven pronto incrementada su familia con cuarenta nuevas fundaciones, casi todas debidas a las gestiones de la Madre Soledad, que alterna estas tareas con las labores más humildes de la vida doméstica. Muere, por fin, en Madrid, tras breve pero penosa enfermedad, el 11 de Octubre de 1887. Su paso por este mundo se redujo a 61 años cargados de sencillez, de amor y de valentía frente al dolor, abandonada siempre en las manos de su Dios. Fue Beatificada por Pío XII el 5 de Febrero de 1950 Pablo VI la proclamó Santa el 25 de Enero de 1970.

domingo, 26 de abril de 2015

San Juan Calabria

«La Providencia existe, Dios es Padre y piensa en nosotros, siempre que nosotros pensemos en él y le correspondamos buscando en primer lugar el Santo Reino de Dios y su justicia». Fue la honda convicción de Juan que había experimentado claramente la providencia en su vida y en ella sustentó el carisma de sus fundaciones. Era el séptimo hijo de una humilde y cristiana familia que rayaba en la pobreza y que le acogió gozosa en su seno cuando nació en Verona el 8 de octubre de 1873. Su padre era zapatero y su madre se ganaba la vida como empleada doméstica. La muerte de aquél cuando Juan era un adolescente truncó su primera andadura académica ya que tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a sostener el hogar, aunque le despedían de los trabajos por incompetencia. Esta situación afectó a su rendimiento escolar.



El padre Scarpini, rector de San Lorenzo, constató que el muchacho mostraba unos rasgos de virtud que le hacían apto para iniciar los estudios eclesiásticos, y no escatimó ningún esfuerzo para que pudiera ingresar en el seminario. La situación económica familiar solo le permitía estudiar como alumno externo, y así permaneció tres años hasta que tuvo que cumplir el servicio militar. Tenía madera de santo y en el cuartel tuvieron ocasión de constatarlo. Cuando salió de allí, muchos, instados por él, habían abierto sus brazos a Dios.

Algunas de las circunstancias que concurrieron en su vida, especialmente la experiencia de precariedad en la que había discurrido su corta existencia, y el gesto generoso y atento del P. Scarpini, unido a sus entrañas de misericordia, se trenzaron en fecundo anillo una gélida noche de 1897 cuando, tras realizar la visita a los enfermos, halló un niño fugitivo que yacía en el umbral de su casa aterido de frío. Tenía 6 años y todo indicaba que había sido adiestrado para mendigar y posiblemente secuestrado en la región de Liguria. Por eso, aunque hizo las gestiones legales oportunas, aconsejado por Scarpini, nadie se preocupó de buscar al pequeño.

La pobreza, la soledad, la enfermedad, el abandono…, serían para siempre dramáticas realidades que jamás dejarían al santo impasible. Por el contrario, a ellas dedicó todo su quehacer buscando siempre el modo de paliarlas implicando a seminaristas, sacerdotes y laicos. Por de pronto, aquella inolvidable noche en la que descubrió la naturaleza de su verdadera vocación, cobijó al pequeño en su propia casa sin que su madre mostrara reparo alguno por ello. Y a los pocos meses ya había puesto en marcha la «Pía Unión para la asistencia de los enfermos pobres».

Desde 1901, año en el que fue ordenado sacerdote, junto a la labor pastoral que realizó en la parroquia de San Esteban y en la rectoría de San Benito del Monte, los enfermos, los ancianos, los pobres y cualquier persona necesitada, recibieron de él gestos de caridad ofrecida a manos llenas. Las fundaciones se iban multiplicando mientras la providencia seguía acompañándole en su incansable labor. Recogía a los niños abandonados; mientras trataba de hallar un centro de acogida digno para ellos, sin hallarlo. En 1906 su madre se ocupaba de atenderlos con tanta intensidad que enfermó gravemente. Juan acudió al conde Francesco Perez. El aristócrata le miró. Nadie más que él podía ocuparse de los pequeños. Con su madre enferma, no veía cómo podía llevar a cabo su labor. Acudió a Dios. Si era su voluntad que se ocupase de los niños, el signo sería la curación de su madre al menos durante un año. Ella sanó repentinamente.

En noviembre de 1907 puso en marcha el Instituto «Casa Buoni Fanciulli», y a esta obra siguió la fundación de la «Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia», formada con un grupo personas que secundaron su acción apostólica compartiendo su vocación, y la rama femenina «Pobres Siervas de la Divina Providencia». Creó la «Cittadella della caritá», la «Familia de los Hermanos Externos» para los laicos, y fue impulsor de casas de acogida y hospitales.

Pensando en los «Parias» en 1934 extendió la fundación a Vijayavada (India). Además, promovió las vocaciones, el diálogo interreligioso dejando abierta una fecunda vía ecuménica con protestantes, ortodoxos y hebreos, fue un extraordinario confesor, y no dudó en exponer su vida salvando la de personas en peligro, como la de una doctora hebrea amenazada de muerte en la persecución nazi y a la que rescató manteniéndola oculta entre las religiosas fundadas por él. Algunos de los agraciados por tan bondadoso corazón, como hizo esta mujer, enviaron cartas a Roma a la postulación pidiendo que fuese elevado a los altares.

Juan se ofreció a sí mismo por la santificación de la Iglesia y la unidad de los cristianos, y alentó a todos a la vivencia del rigor evangélico. Junto con su proverbial caridad, asentada en su oración, pervivió la gratuidad en todo lo que hizo. De hecho, quería que sus hijos realizaran su misión en «donde nada hay, humanamente, para recibir». Solo les pedía«humildad, escondimiento total, abandono por entero y totalmente en la divina Providencia; no pedir nada, rezar mucho; que nadie pague; prohibido todo tipo de publicidad; no conferencias, no reuniones de beneficencia, no agradecimientos públicos, porque Dios no necesita estas cosas y Él se ocupa de esta Obra que es totalmente suya. Nosotros busquemos almas, solamente almas».

Enfermo de gravedad y sabedor de que Pío XII se hallaba agonizante, puso a los pies del Padre su vida por él. Dios le escuchó. Murió el 4 de diciembre de 1954, mientras el pontífice salía adelante y le sobrevivía cuatro años más. Al conocer el postrer gesto de caridad que había tenido, Pío XII lo calificó como «campeón de evangélica caridad». Por su parte, el cardenal Schuster ordenó cincelar este epitafio sobre la tumba de Juan que sintetiza su grandeza y el impacto de su admirable virtud y quehacer apostólico: «Resplandeció como un faro luminoso en la Iglesia de Dios». Juan Pablo II lo beatificó el 17 de abril de 1988, y él mismo lo canonizó el 18 de abril de 1999.

http://www.zenit.org/es/articles/san-juan-calabria--2

miércoles, 8 de abril de 2015

Segunda Aparición de Nuestra Señora de la Misericordia





El cuarto sábado, 08 de abril de 1536, Antonio Botta regresó al mismo lugar de la aparición.


Un esplendor más grande que el de la primera vez, lo deslumbró, la Santísima Virgen le dice que Dios estaba muy contento por los sacrificios y penitencias que realizaron.












Antes de desaparecer, la Virgen, alzando los ojos al cielo, exclamó tres veces: 

“Misericordia, Hijo mío  y no justicia”. 

El mensaje de la Santísima Virgen, era sin duda de un profundo amor por todos.









Los habitantes de Savona, conmovidos por esta revelación del amor misericordioso de Dios construyeron a María un Santuario en el que se la invoca como “Nuestra Señora de la Misericordia”.

Además los gestos de amor se manifestaron aun más, con la construcción de un hogar para acoger a los pobres y enfermos.

sábado, 4 de abril de 2015

Domingo de Pascua


Ha resucitado, 
  no está aquí

El domingo muy de mañana, casi apenas salía el sol, María Magdalena, Salomé, y otras mujeres fueron a la tumba de Jesús para limpiar su cuerpo, perfumarlo y envolverlo, ya que el viernes no alcanzaron a realizarlo. Mientras caminaban pensaban a quién le pedirían ayuda para mover la gran piedra que tapaba la entrada al sepulcro. 

Cuando ya estaban próximas a la tumba quedaron sorprendidas porque la piedra había sido movida. Se devolvieron corriendo a buscar a Pedro y a otros discípulos, y al llegar nuevamente a la tumba con ellos, descubrieron que Jesús no estaba en ella, solo estaba el manto en que fue envuelto. Los discípulos regresaron y María Magdalena se quedó ahí, y en esos momentos se le apareció Jesús, pero ella no lo reconoció, pensó que era un jardinero y le pidió que si él había sacado el cuerpo que por favor lo devolviera. Entonces Jesús le dijo “¡María!”. Ella reconoció la voz del Señor y le dijo “Maestro”. Magdalena luego salió corriendo y fue a contarles a los discípulos lo que había sucedido. 

La resurrección de Jesús es la mejor noticia que nos pueden haber dado, y la mejor noticia que nosotros podemos compartir con nuestros amigos y familiares.

Pensamientos de Santa Teresa de Los Andes




"A la sombra de la cruz todas las amarguras desaparecen. Nadie sufrió tanto como Jesús y desde ella nos enseña a soportar los dolores en silencio y con resignación"




"Vivamos en la cruz. La cruz es la abnegación de nuestra voluntad. En la cruz está el cielo, porque allí está Jesús".






"Lo mejor es amar la voluntad de Dios. Allí encontramos la cruz mejor que en ninguna parte. Allí crece este árbol bendito rectamente, sin impedimento, pues es sin la elección nuestra, sin satisfacción alguna. ¿Sientes en tu alma ese amor por la divina voluntad?"



«Dios se hizo Criatura. Padeció y murió por nosotros. Dios se hizo Alimento de sus criaturas. ¿ Has profundizado alguna vez esta Locura Infinita de Amor ? Créeme que siento mi alma deshecha de gratitud y Amor»




"Ruega a la Madre de los Dolores para que no me deje jamás bajar la cima del Calvario, donde he de ser en cada momento de mi vida crucificada".



"Jesús mío, he visto que sólo una cosa es necesaria: amarte y servirte con fidelidad; parecerme y asemejarme en todo a Ti. En eso consistirá toda mi ambición".

"Jesús me pide que sea santa. Que haga con perfección mi deber. Que el deber es la cruz. ¿Encontrará el Padre la figura de Cristo en mí? ¡Cuánto me falta para parecerme a Él!"

viernes, 3 de abril de 2015

Estaba la Madre Dolorosa (Stabat Mater)


Estaba la Madre dolorosa
llorando junto a la cruz
de la que pendía su hijo. 

Su alma quejumbrosa, 
apesadumbrada y gimiente, 
atravesada por una espada.

¡Qué triste y afligida
estaba la bendita Madre
del hijo unigénito! 

Se lamentaba y afligía
y temblaba viendo sufrir 
a su divino hijo. 

¿Qué hombre no lloraría
viendo a la Madre de Cristo
en tan gran suplicio? 



¿Quién no se entristecería
al contemplar a la querida Madre 
sufriendo con su hijo? 

Por los pecados de su pueblo
vio a Jesús en el tormento
y sometido a azotes. 

Ella vio a su dulce hijo
entregar el espirítu
y morir desamparado. 

¡Madre, fuente de amor, 
hazme sentir todo tu dolor
para que llore contigo! 




Haz que arda mi corazón
en el amor a Cristo Señor, 
para que así le complazca. 

¡Santa María, hazlo así! 
Graba las heridas del Crucificado
profundamente en mi corazón. 

Comparte conmigo las penas
de tu hijo herido, que se ha dignado
a sufrir la pasión por mi. 

Haz que llore contigo, 
que sufra con el Crucificado
mientras viva. 

Deseo permanecer contigo, 
cerca de la cruz, 
y compartir tu dolor. 

Virgen excelsa entre las virgenes, 
no seas amarga conmigo, 
haz que contigo me lamente. 

Haz que soporte la muerte de Cristo, 
haz que comparta su pasión
y contemple sus heridas. 

Haz que sus heridas me hieran, 
embriagado por esta cruz 
y por el amor de tu hijo. 

Inflamado y ardiendo, 
que sea por ti defendido, oh Virgen, 
el día del Juicio. 

Haz que sea protegido por la cruz, 
fortificado por la muerte de Cristo, 
fortalecido por la gracia. 

Cuando muera mi cuerpo
haz que se conceda a mi alma
la gloria del paraíso. 

Amén. 

Stabat Mater ("Estaba la Madre", en latín) es una secuencia (himno o tropo del Aleluyagregoriano) atribuida al papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi. Se la data en elsiglo XIII.

jueves, 2 de abril de 2015

Viernes Santo




Luego de la cena celebrada con sus amigos Jesús se va a rezar nuevamente el monte de los Olivos, allí es detenido, sus amigos huyeron y le dejaron solo.


Luego Jesús es enjuiciado y condenando a muerte por reconocer que Él era el Mesías, el Hijo de Dios.


Luego de ser azotado, recorrer un largo camino con la cruz en sus hombros, y ser clavado en la cruz, a eso del mediodía Jesús dijo sus últimas palabras: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, luego murió. El sol se ocultó, todo el país quedó en tinieblas, y se produjo un fuerte temblor. 

Jesús entregó su vida por todos nosotros, perdonando nuestros pecados para que podamos al momento de nuestra muerte vivir con Él en el paraíso junto al Padre Dios. De ese modo se cumplió la voluntad de Dios.

miércoles, 1 de abril de 2015

Jueves Santo







Llegamos al jueves Santo, y como este día era de fiesta, Jesús se reunió con sus amigos para celebrar la Pascua Judía. 


Sus discípulos pensaron que sería una celebración muy similar a la de los años anteriores, pero sucedieron dos cosas que transformaron la comida en una cena de despedida muy especial. 




Antes de comenzar a cenar, Jesús tomó un lavatorio y una toalla y se puso a lavar los pies de sus discípulos, algunos no quisieron, pero Él les dijo que si no lo hacían no serían sus amigos. Cuando terminó les dijo que ellos tenían que ser servidores de todos, así las personas iban a creer en Jesús. 



Luego cuando estaban cenando les pidió que pusieran mucha atención, entonces tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y lo compartió con todos, y les dijo “éste es mi cuerpo que se entrega por ustedes”; cuando estaban terminando de comer, tomo una copa con vino, y les dijo “ésta es la copa de la nueva alianza que se sella con mi sangre, que será derramada por ustedes”. 
Todos comieron y bebieron de un mismo pan y de un mismo vino, y Jesús les dijo “hagan esto en memoria mía”. 

Jesús nos enseña que tenemos que estar al servicio de las personas, y además que Él quiso quedarse para siempre con nosotros a través del pan y del vino, cada vez que celebramos la misa.

http://www.iglesia.cl/especiales/semana_santa_2015/ninos/sigueelcamino.pdf