miércoles, 30 de diciembre de 2015

Beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento

Quinta de ocho hijos, nació en Ixtlán del Río (Nayarit, México) el 7 de julio de 1904 y fue bautizada dos días después con el nombre de María Manuela de Jesús.

El Congreso eucarístico nacional, celebrado en México en 1924, señaló un cambió en la vida de Manuelita, que a ella le gustaba llamar su «conversión». En 1926, mientras en México se intensificaba la persecución religiosa, el día de Cristo Rey se ofreció al Amor misericordioso como víctima de holocausto para la salvación de las almas.

En 1929 pudo ingresar en el monasterio de Clarisas Sacramentarias en Los Ángeles, California (USA), donde tomó el nombre de María Inés Teresa del Santísimo Sacramento. El 12 de diciembre de 1930 emitió su primera profesión ante una imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe.

Desde su «conversión», en medio de la austeridad y pobreza del claustro ella, como santa Teresita, ya era misionera secreta por la oración y el sacrificio para salvar almas, irradiando alegría y entusiasmo en su derredor. Transcurrido un tiempo, por mediación de María Santísima, Dios la llama también al apostolado directo, a una misión sin fronteras.

En 1931 la comunidad de Clarisas Sacramentarias regresó a México, cuando aún no desaparecían los efectos de la persecución religiosa. Y, el 14 de diciembre de 1933, la Madre Inés emitió los votos perpetuos.

Durante los dieciséis años que estuvo en el claustro vivió fielmente el estilo propio de la vida monástica; pero sentía al mismo tiempo en su corazón el deseo de ser misionera en el sentido propio de la palabra. Deseaba ir por el mundo a proclamar el Evangelio.

En diciembre de 1944, va a Cuernavaca y expone al señor obispo los fines de la proyectada fundación de un convento de Clarisas Sacramentarias, con el único fin de transformarse en instituto misionero.

El proceso de aprobación duró seis años. En 1951 la Santa Sede concede la transformación de Clarisas de clausura en congregación misionera con el nombre de «Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento». La madre Inés fue nombrada primera superiora general y en este cargo permaneció hasta el fin de su vida.

Su vocación a la oración, su amor a las almas y a la cruz, se fundieron en ella en una adhesión plena y total a la voluntad de Dios. La Eucaristía y María fueron el centro de su vida. Ante el tabernáculo y en intimidad filial con María, entregaba sus sufrimientos al servicio de los intereses de Jesús: «Tú cuidarás de mis intereses y yo de los tuyos».

Animada del celo misionero, recorrió varios continentes y fundó diversas misiones. Después de México, la primera fue Japón. A esta misión siguieron las fundaciones en los Estados Unidos de América, Costa Rica, Indonesia, Sierra Leona, Italia, España, Irlanda y Nigeria. Y después de su muerte: Corea, Alemania, India, Rusia y Argentina. Otros frutos preciosos de su incansable empeño misionero fueron las «Vanguardias Clarisas» (misioneros laicos); el Instituto clerical de «Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal»; las Misioneras Inesianas Consagradas; el grupo sacerdotal «Madre Inés» que desean vivir su misma espiritualidad. Últimamente se ha unido la Familia Eucarística como parte integrante de la Familia Inesiana.

Su camino de santidad se centraba en la constante búsqueda de la unión con Cristo y en su entrega por la salvación de las almas. Se distinguía por una serena alegría, bondad, entereza y espíritu de oración. Cultivó una ardiente devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la bienaventurada Virgen María. La práctica de las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad la sostuvieron en toda situación; y le permitieron superar no pocas dificultades y algunas fuertes crisis que se dieron en la Congregación.

Falleció en Roma el 22 de julio de 1981. La beatificó Benedicto XVI en 2012.

1 comentario:

  1. Me encanta tu página, me gustaría le pusieras un buscar, para encontrar más facilmente a los santos por su nombre. Muchas gracias, Dios siga bendiciendo tu talento y tu entrega

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