viernes, 1 de enero de 2016

Beata Juana María Condesa Lluch

Nació el 30 de marzo de 1862, en el seno de una familia acomodada en Valencia. En su etapa de adolescencia y juventud nutrió su vida espiritual con las devociones propias del momento histórico en el que vivió: Jesús Sacramentado, la Inmaculada Concepción, san José y santa Teresa de Jesús, a la vez que la llevó de forma progresia a una mayor sensibilidad y compromiso con los necesitados. A los 15 años ingresó en la Tercera Orden del Carmen, y a los 18 años, en la Archicofradía Teresiana, de la que posteriormente sería nombrada secretaria general. 
Muy pronto descubrió el amor de Dios, la oración y vivió la alegría, la humildad, la constancia, el dominio de sí, la paz, la bondad, la entrega.... Por ellos quienes la conocieron nos la presentan como una mujer que "Logró vivir lo ordinario de forma extraordinaria”. La situación de la mujer que abandona el campo para ir a trabajar a las fábricas sufriendo toda clase de vejaciones le hacen concebir la fundación de un hogar de acogida para estas jóvenes obreras. Tenía 18 años cuando se lo propuso al arzobispo de Valencia, quien no la hizo caso a causa de su edad. 
Convencida de que su obra era fruto del Espíritu y con el deseo de que fuese una realidad eclesial, continúa insistiendo a fin de poder organizarse como Congregación Religiosa, pues seguir a Cristo, dando la vida por él en el servicio a las obreras le pedía exclusividad, de ahí su opción por vivir en castidad, en obediencia y en pobreza de forma radical. Acrisolada en la prueba, pero manteniendo un espíritu sereno, firme y confiado: "Señor, manténme firme junto a tu Cruz", haciendo de la fe su luz, de la esperanza su fuerza y del amor su alma, consigue la Aprobación Diocesana del Instituto en 1892, el cual crecía en miembros y se iba extendiendo por distintas zonas industriales. En 1895 emite la Profesión Temporal junto con las primeras hermanas y en 1911 la Profesión Perpetua. Nació así la Congregación de Esclavas de María Inmaculada e Hijas de Santa Teresa protectora de obreras, dedicadas a la formación de la juventud obrera, aprobada por Pío XII en 1947, cuando ella había muerto. Había dicho: "Yo y todo lo mío para las obreras".
Durante todos estos años, su vida a ejemplo de la Virgen Inmaculada, fue una entrega incondicional a la voluntad de Dios, haciendo suyas las palabras de María ante el anuncio del Ángel: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mi, según tu palabra" palabras que se convirtieron en clave de espiritualidad y en estilo de vida, hasta el punto de definirse como "esclava de la Esclava del Señor" y de dar nombre y significatividad a la Congregación fundada por ella. Murió el 16 de enero de 1916, en Valencia diciendo a sus hermanas: "Sed santas en el cielo, sin levantar polvo en la tierra". SS Juan Pablo II la beatificó el 23 de marzo de 2003.

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