viernes, 21 de julio de 2017

Beata Mercedes Prat

La Madre Mercedes nació en Barcelona (España) el 6 de marzo de 1880. Su padre, Don Juan Prat, murió el 26 de mayo de 1895, y su madre Doña Teresa Prat entregó su alma al Señor, un año después, el 16 de mayo de 1896.

En el Colegio de la Compañía de Santa Teresa de Jesús hizo su primera Comunión el 30 de junio de 1890. Una de las enseñanzas de las Teresianas que asimiló bien pronto fue la oración, especialmente en la práctica del famoso “Cuarto de Hora de Oración” que tanto inculcó el Padre Enrique de Ossó a las jóvenes de la Archicofradía, a la que ella pertenecía.

Mercedes dio pronto razón de su entusiasmo por la Compañía de Santa Teresa y su apostolado fundamental: “Para la Gloria de Dios y para Bien de la Religión, no hay nada mejor que los Institutos dedicados al apostolado de la enseñanza. Son sumamente necesarios”. El Noviciado le abrió sus puertas el día 27 de agosto de 1904. Entonces la Superiora General era la Fundadora María Teresa Blanch, y Maestra de Novicias la Madre Francisca Pla.

Una de las Hermanas con las que convivió definió a Mercedes Prat como “Una teresiana según el Corazón de Dios". El día 1 de marzo de 1905 vistió el hábito de la Compañía, y el día 10 de marzo de 1907 hizo los votos temporales y empezó su nueva vida de profesa en el lugar donde la obediencia la destinó.

El carácter natural de Mercedes se define por estas tres características más señaladas:
1ro. Simpatía natural en el trato y firmeza de carácter.
2do. Ecuanimidad y equilibrio en las reacciones.
3ro. Prudencia y verdad en su hablar y actuar.

La Madre Mercedes era considerada como una religiosa ejemplar por todas las Hermanas de la Comunidad, entre ellas así lo manifestó la Hna. María Teresa Fernández, quien también convivió con ella.

Una de las junioras que la conoció a través del trato que con ella tenían en el recreo, dijo: “Recuerdo que todas la apreciábamos por su afabilidad y virtud”. La Hna. Joaquina Miguel, su compañera en la detención y en el suplicio, asegura con sencillez encantadora que “era muy buena y muy santa”.

Su hermana Teresa Prat, asegura, que desde su niñez fue un alma entregada a Dios… como hermana mayor, nos hablaba del cielo y de los deseos de su posesión, excitándonos a los demás hermanos a la elevación de nuestra alma hacia Dios. Pero fue Cristo - atraída especialmente por su Corazón - el gran amor de su vida.

Dijo la Hna. Pilar Suárez Inclán, que manifestaba con sencillez su amor a la Persona de Cristo en sus misterios, especialmente en su Sagrado Corazón. Repetía con frecuencia cuando hablaba de los peligros de la revolución que se desarrollaba en España:”suceda lo que suceda, el Corazón de Jesús triunfará”.

La situación venía siendo crítica desde los últimos años de la República, se veía venir el desenlace. Silenciosamente pero sopesando los hechos, ella sabía que estaban en peligro, pero fue entonces cuando se le vio prolongar sus ratos de oración ante el Sagrario. De allí, sin duda, le vendría aquella confianza ilimitada y más adelante, aquella fortaleza ejemplar.

Corría el mes de julio de 1936 cuando tuvo oportunidad de dar testimonio de su obediencia y entrega. Al preguntarle unos milicianos quién era, respondió que una religiosa de enseñanza, y al preguntarles si sabían que por eso podían ser fusiladas, Mercedes y la Hermana que le acompañaba no lo ignoraban. “Nos van a matar”, dijo al salir de Ganduxer, “pero vamos allá, obedeceré porque el Señor lo quiere”. Fueron horas de angustia para las dos hermanas: interrogatorios, amenazas, simulacro de fusilamiento…Fue un día largo el 23 de julio. 

Al fin, la madrugada del 24, en la carretera de la Rabasada, el pelotón de fusilamiento encontró a Mercedes con la oración en los labios. Se oyeron unos disparos. Herida de muerte repitió entre gemidos: “Jesús, José y María” y sus últimas palabras fueron las del Padrenuestro “Perdónanos como Perdonamos…”

Cuando su compañera le cerró los ojos la vio como “el angel del dolor”.- 

El día 21 de mayo de 1955 los restos mortales de la M. Mercedes Prat fueron depositados en el cementerio de Las Corts en una urna que se colocó en nicho propio de la Compañía. Allí espera su cuerpo la resurrección. 

El 29 de abril de 1990 fue Beatificada por el Papa Juan Pablo II.

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