domingo, 26 de enero de 2020

Letanías a la Virgen del Carmen

Señor ten piedad, Señor ten piedad
Cristo ten piedad, Cristo ten piedad
Señor ten piedad, Señor ten piedad
Cristo óyenos, Cristo óyenos
Cristo escúchanos, Cristo escúchanos

Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros
Dios Hijo Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros
Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros
Trinidad Santa, un solo Dios, Ten piedad de nosotros
Santa María, Madre de Dios, Ten piedad de nosotros

Madre del que busca a Dios, Ruega por nosotros
Madre del que rema para Dios, Ruega por nosotros
Madre del que mira al cielo, Ruega por nosotros
Madre del que busca la tierra, Ruega por nosotros
Virgen del horizonte abierto, Ruega por nosotros
Virgen que camina sobre las aguas, Ruega por nosotros
Virgen con el timón de la fe, Ruega por nosotros
Virgen con la vela de la esperanza, Ruega por nosotros
Virgen con la vela del amor, Ruega por nosotros
Virgen con la vela de la gracia, Ruega por nosotros
Virgen con el ancla del temor de Dios, Ruega por nosotros
Vencedora de toda tormenta, Ruega por nosotros
Vencedora de todo miedo, Ruega por nosotros
Vencedora en todo peligro, Ruega por nosotros
Reina de los océanos, Ruega por nosotros
Reina de los marineros, Ruega por nosotros
Reina de los que confían en Dios, Ruega por nosotros
Reina de los que se dejan empujar por Dios, Ruega por nosotros
Reina de los pescadores, Ruega por nosotros
Estrella de los mares, Ruega por nosotros
Estrella del anochecer, Ruega por nosotros
Estrella que da paso al amanecer, Ruega por nosotros
Estrella que guía a buen puerto, Ruega por nosotros
Estrella que ilumina la noche, Ruega por nosotros
Mano que calma la desorientación, Ruega por nosotros
Mano que cura las heridas, Ruega por nosotros
Mano que conduce hacia el destino, Ruega por nosotros
Mano que eleva el espíritu, Ruega por nosotros
Mano que levanta al abatido, Ruega por nosotros
Mano que socorre al perdido, Ruega por nosotros
Mano que empuja la barca de nuestra fe, Ruega por nosotros
Santa María, Virgen del Carmelo, Ruega por nosotros

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
Ten misericordia de nosotros pecadores.

ORACIÓN FINAL
Señor; Tú, desde el estandarte de la cruz,
nos dejaste como compañera y Madre a Santa María Virgen
Al celebrar su memoria, bajo la advocación del “Carmelo”
te pedimos que bendigas los surcos de nuestra vida.
Son constantes los tropiezos a nuestra fe
y los contrastes y contradicciones
de nuestra vida cristiana.
Por ello mismo, te pedimos Señor, que la Virgen del Carmen salga a nuestro encuentro en toda circunstancia, para que siendo testigo de nuestro intento de seguirte y crecer en nuestra fidelidad al evangelio, pueda presentar ante Ti, Señor, nuestra súplica y nuestros deseos de alcanzar lo que más nos hace falta para llegar a ese fin.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


PETICIONES
1. En nuestro navegar con la Iglesia. Ayúdanos Virgen del Carmen
2. En nuestro miedo a profundizar las verdades de la fe. Ayúdanos Virgen del Carmen
3. En nuestra cobardía para hacer frente a las tormentas de cada día. Ayúdanos Virgen del Carmen
4. En nuestro intento de quedarnos en firme tierra sin surcar mares para Dios. Ayúdanos Virgen del Carmen
5. En la tentación de dejar los remos de la fe, de la iglesia o la Eucaristía. Ayúdanos Virgen del Carmen
6. En la salud y en la enfermedad, en la muerte de nuestros seres queridos, en la riqueza y en la pobreza, en la juventud y en la vejez. Ayúdanos Virgen del Carmen

Letanías a San José

Señor, ten misericordia de nosotros
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros.
Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.
Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.
José, justísimo, ruega por nosotros.
José, castísimo, ruega por nosotros.
José, prudentísimo, ruega por nosotros.
José, valentísimo, ruega por nosotros.
José, fidelísimo, ruega por nosotros.
Espejo de paciencia, ruega por nosotros.
Amante de la pobreza, ruega por nosotros.
Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.
Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros.
Sostén de las familias, ruega por nosotros.
Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.
Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.
Terror de los demonios, ruega por nosotros.
Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.
V.- Le estableció señor de su casa.
R.- Y jefe de toda su hacienda.

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Madre María de San Agustín Fernández

Josefa ("Pepita") Fernández Concha nació el 15 de Marzo de 1835 en Santiago de Chile.

Sus padres fueron Pedro Fernández Recio y Rosa de Santiago Concha. Recibió una esmerada educación.

Pepita se desempeñó como secretaria de su padre, abogado, y como secretaria misionera de su madre, en los sectores indigentes de Santiago.

De sus hermanos: Rafael, fue sacerdote y obispo, (escritor de teología espiritual); su hermana menor, Rosa, tomó en el Buen Pastor, el nombre de María de la Inmaculada Concepción; su hermana Rosario, fundó el colegio Rosa de Santiago Concha y pronunció los votos en el Buen Pastor antes de morir.

Don Pedro, su padre, una vez que enviudó, fue ordenado sacerdote. Su familia es digna de recordarse: ella, sus hermanos y hermanas dieron su vida y fortunas al Buen Pastor de Chile.

Josefa tiene 27 años y está en lucha interna. Tiene novio pero percibe dentro de sí, una fuerte llamada a servir a Dios en la vida religiosa: juntos hacen un profundo discernimiento sobre el rumbo que han de tomar, y después de un retiro espiritual deciden: ella, ser religiosa del Buen Pastor y él, ser sacerdote. -

Josefa ingresa al noviciado de Santiago en 1862, y en 1863 pronuncia sus Votos Perpetuos y recibe el nombre de "María de San Agustín". Ese mismo año, es nombrada superiora interina de la Comunidad.


Cuando la Madre General María de Santa Eufrasia Pelletier, la manda llamar a Angers, quiere conocerla personalmente y también a su hermana novicia Rosa.

De este encuentro surgió una amistad profunda. La Madre pidió a la joven superiora que todo el tiempo que permaneciera en Angers, fuera a conversar con ella, junto a su lecho de enferma. Ambas se conocieron a fondo, se identificaron en los mismos anhelos: vivir en Dios y para Dios.

- Una vez muerta la madre María de Santa Eufrasia Pelletier, la Hermana María de San Agustín, junto con la Hermana Teresa Letocart, se encargó de introducir su proceso de beatificación.

También tradujo del francés al español de La Vida de la Venerable Madre Pelletier, de Carlos Portais. Fue ayudada por su hermana Inmaculada Concepción, con quien aprovechaba los largos viajes para hacer traducciones.


En Chile se produce un gran auge en las vocaciones, como también peticiones, para fundar nuevas Casas del Buen Pastor, en Chile, Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay. En todas partes la Hermana María de San Agustín dejaba la impronta de su iniciativa, de su seguimiento de Jesús Buen Pastor y de su infatigable búsqueda de recursos y capacidad de entrega.- La Hermana María de San Agustín tiene a su haber 35 fundaciones, todas ellas plenas de heroísmo, e iniciadas muchas veces sin más capital que la Providencia Divina y la implacable pobreza del barrio que las esperaba. Se instalaba personalmente en sus comunidades y compartía las carencias y múltiples incomodidades de los principios.

Entre la Hermana María de San Agustín y el Niño Dios hubo una linda intimidad. ¿Qué significó este precioso Niño en su vida? Se dice que la pequeña figura del Niño Dios le hablaba. Para comprender el verdadero significado es preciso subir más alto y penetrar el sentido de la frase grabada en la lápida sobre su tumba: "Fue favorecida con el trato familiar con el Niño Divino". En un delicado y pequeño maletín, la sonriente imagencita sobrellevaba, alegre y festiva, todos los viajes. En todo estaba el Niño Divino: participando, orientando. Paulatinamente fue internándose en esa intimidad coloquial con su Dios, que ella concretizaba para los demás, en la pequeña y delicada imagen, que llevaba siempre consigo. Lo que la gente admiraba con verdadero suspenso, era su disponibilidad, su irrestricta y solícita entrega de servicio.

Todas las personas que conocían a la Hermana María de San Agustín, quedaban subyugadas por su admirable personalidad, su carácter firme, su celo misionero, y su gran fortaleza. Sacerdotes, laicos y laicas de diversas situaciones sociales, desde los más pobres hasta Presidentes de Chile, el Emperador de Brasil, ministros, obispos, sintieron su cercanía y la presencia de Dios en ella. La veían como una gran mujer y una gran santa. Fue Provincial y Visitadora de las casas del cono Sur de Latinoamérica. La obra misional y social impulsada por Hermana  María de San Agustín Fernández Concha en cárceles de mujeres, en hogares para niñas, sordomudas, jóvenes, adolescentes y adultas y escuelas para niñas de barrios, fue inmensa.

Madre María de San Agustín, llegó lúcida hasta el final de sus días. Murió el 13 de enero de 1928. Se despidió con una palabra: ¡Perdón! Actualmente, se encuentra a nivel Diocesano en proceso de beatificación.

San Mateo, Ápostol y Evangelista

San Mateo, hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaún, en el lago de Galilea. Es llamado Leví por los evangelistas San Marcos y San Lucas. Fue un publicano, es decir, un colector de impuestos para los romanos. Cuando Jesús lo ve sentado a la mesa de recaudación de impuestos lo llama para que sea uno de los Doce (Mt 9,9ss). El mismo episodio lo narran también los otros Evangelios sinópticos (Mc 2, 14ss, Lc 5, 27ss). San Mateo es el octavo en la enumeración de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 13) y en la del mismo Mateo (Mt 10,3), que cuando se nombra a sí mismo se llama "Mateo, el publicano", y el séptimo en la lista de San Marcos y San Lucas (Mc. 3, 13; Lc 6, 12). Debido a su profesión provienen los atributos con los cuales se le representan: una bolsa de dinero o un tablero de contar.

Después de la ascensión del Señor, San Mateo predicó varios años en Judea y en los países cercanos hasta la dispersión de los apóstoles. Poco antes de esta dispersión escribe su Evangelio, siendo el primero de los cuatro, tal como lo atestigua Papías, obispo de Hierápolis, el cual es citado en la Historia Eclesiástica por Eusebio: "Mateo ordenó (compuso) las palabras (logia) del Señor en lengua hebrea, y cada uno las interpretó (tradujo) luego como pudo". Su Evangelio fue escrito en arameo y dirigido sobre todo a los judíos. El Apóstol San Bartolomé llevó una copia a la India y la dejó ahí.

Según varias fuentes apócrifas, que no siempre coinciden en todos los detalles, luego de predicar en Judea, fue a predicar entre los partos y los persas, pero sobre todo en Etiopía, donde venció a dos magos que se hacían adorar como dioses y a los dragones que los acompañaban. Después resucitó a la hija del rey Egipo (o Hegesipo). Fue martirizado por oponerse al matrimonio del rey Hirciaco con su sobrina Ifigenia, la cual se había convertido al cristianismo por la predicación del Apóstol. Fue muerto a filo de espada cuando estaba orando al pie del altar después de misa, lo cual le vale otro de los atributos de su iconografía: la espada, que a veces se cambia por alabarda o hacha.

San Mateo, en cuanto evangelista, es representado con un libro o rollo de modo genérico. Pero cada uno de los cuatro evangelistas tiene un símbolo especial, inspirado en la visión de los "Cuatro Vivientes" que nos trae el profeta Ezequiel (Ez. 1, 5ss) y que recoge el Apocalipsis (Ap. 4, 6-11) en el Nuevo Testamento. Por comenzar a narrar la genealogía humana de Jesús, a Mateo le corresponde el "rostro humano" del tercer Viviente (Ap. 4, 7), por ello un hombre alado es el símbolo de su Evangelio. Este simbolismo fue fijado por San Jerónimo.

La Liturgia aplica a San Mateo las siguientes palabras del libro de Esdras: "Este maestro, muy instruido en la Ley dada a Moisés por Yavé, Dios de Israel (...) sobre él estaba la bondadosa mano de su Dios. (...) se había dedicado con todo su corazón a poner por obra la Ley de Yavé y a enseñar a Israel sus mandamientos y preceptos." (cfr. Esd. 7, 6-10).

El hecho de haber tenido como invitado al Señor a su mesa, y el trabajo al que se dedicaba cuando fue llamado por el Señor se aluden en la liturgia de su fiesta. En la oración colecta se señala que Dios, "inexpresable misericordia", se dignó "elegir a san Mateo para convertirlo de recaudador de impuestos en un apóstol". En la oración postcomunión se hace referencia al "gozo salvífico que experimentó san Mateo cuando recibió en su casa como comensal al Salvador". Y en el himno de Laudes, "Præclara Qua", rezamos: "Oh Mateo, ¡qué riquezas tan grandes te prepara el Señor, que te llamó cuando estabas (...) apegado a las monedas! / A impulsos de tu amor ardiente te apresuras a recibir al Maestro (...)".

San Mateo es patrono de los banqueros, y su fiesta se celebra el 21 de septiembre.

San Marcos Evangelista

Era primo de San Bernabé y acompañó a este y a San Pablo en el primer viaje misionero que hicieron estos dos apóstoles. Pero al llegar a regiones donde había muchos guerrilleros y atracadores, donde según palabras de San Pablo: "había peligro de ladrones, peligro de asaltos en los caminos, peligro de asaltos en la soledad" (2 Cor.), Marcos se atemorizó y se apartó de los dos misioneros y se volvió otra vez a su patria.

En el segundo viaje Bernabé quiso llevar consigo otra vez a su primo Marcos, pero San Pablo se opuso, diciendo que no ofrecía garantías de perseverancia para resistir los peligros y las dificultades del viaje. Esto hizo que los dos apóstoles se separaran y se fueran cada uno por su lado a misionar. Después volverá a ser otra vez muy amigo de San Pablo.

San Marcos llegó a ser el secretario y hombre de confianza de San Pedro. Como le escuchaba siempre sus sermones que no eran sino el recordar los hechos y las palabras de Jesús, Marcos fue aprendiéndolos muy bien. Y dicen que a pedido de los cristianos de Roma escribió lo que acerca de Jesucristo había oído predicar al apóstol. Esto es lo que se llama "Evangelio según San Marcos".

El evangelio de San Marcos es como una repetición de lo que el Apóstol Pedro predicaba. Es el más corto de los 4 evangelios. El de San Lucas tiene 1,140 frases. El de Mateo 1,068. El de San Juan 879 y el de San Marcos solamente tiene 746 frases. Son 16 capítulos llenos de narraciones muy vivas, gráficas, salpicadas de detalles interesantes. Se propone no dejar de narrar lo que contribuya a hacer más llamativa la narración. Allí parece estar hablando un testigo ocular que se ha fijado en todo y lo repite con agrado. Es el reflejo de lo que San Pedro presenció y que se le ha quedado grabado en su memoria. Se fija más en los hechos de Jesús que en sus discursos. Sus narraciones son agradables por lo frescas y espontáneas. Parece un reportero gráfico narrando lo que sus ojos vieron y sus oídos escucharon. Presenta atractivos cuadros: gestos, miradas, sentimientos de Jesús. Dicen los especialistas que el evangelio de San Marcos mientras más se le estudia, más se convence uno de que el que lo escribió era un verdadero artista de la narración y que con este escrito contribuyó a que muchos millones de lectores se entusiasmen por la persona de nuestro amable Salvador. Un sabio afirmó que "el evangelio de San Marcos es el libro más importante que se ha escrito", pues parece que fue el primer evangelio que se escribió y que de él sacaron mucho material los otros tres evangelistas.

San Marcos tiene 105 paisajes y de ellos aparecen 93 en Mateo y 85 en Lucas. De las 746 frases de Marcos, San Mateo reproduce 606 y copia el 51% de las palabras que emplea Marcos. San Lucas reproduce en su evangelio 320 de las 746 frases de San Marcos. Solamente hay 24 frases de San Marcos que no se encuentran ni en Mateo ni en Lucas. Por eso es que el Evangelio de San Marcos es un libro verdaderamente importante.

San Pedro llama a Marcos en sus cartas: "Hijo mío". Y San Pablo cuando escribe a Timoteo desde su prisión en Roma le dice: "Tráigame a Marcos, porque necesito de su colaboración". Dicen los antiguos historiadores que fue un compañero muy apreciado por los dos apóstoles.

Dicen que San Marcos fue nombrado obispo de Alejandría en Egipto, y que allá en esa ciudad fue martirizado por los enemigos de la religión un 25 de abril.

La ciudad de Venecia (Italia) lo eligió como patrono y construyó en su honor la bellísima Catedral de San Marcos.

Santa Juana de Lestonnac

Nació en Burdeos, Francia, en 1556.Fue modelo de mujer en los diversos estados de vida: niña, dio pruebas de la firmeza de su fe profunda, que su madre combatía; joven, vivió su edad creciendo en las virtudes cristianas; esposa y madre, tuvo todas las cualidades de la "mujer fuerte"; viuda, supo brindarse generosa e inteligentemente al bien; religiosa y fundadora, enarboló la bandera de Cristo al amparo de María, atrayendo a las almas a una entrega generosa. El Instituto quedó fundado el 1º de mayo de 1607. Se extendió primero por Francia. A la muerte de la Fundadora contaba con treinta casas. Fue canonizada por S.S. Pío XII el 15 de mayo de 1949. Actualmente la Orden está trabajando en la evangelización en África, América, Asia y Europa. Ella supo mantener la llama y tender la mano como María.


DIJO SANTA JUANA DE LESTONNAC

"Llenémonos de las luces 
de la divina sabiduría,
para enseñar a los otros
las verdades de la fe
y los medios de salvación,
nunca se hace demasiado por Dios"

"María es el verdadero modelo 
que debemos tener delante de los ojos
en todas nuestras acciones"

Beata Laurita Vicuña

Señor Jesús: Tú que concediste a Laurita Vicuña la gracia de ofrecer su vida por la salvación del alma de su propia madre, concédenos también a todos nosotros la gracia de obtener buenas obras, la conversión y salvación de muchos pecadores. Amén

Laurita Vicuña ha hecho muchos milagros a los que le piden que intercedan por ellos ante Nuestro Señor Jesucristo. El Papa Juan Pablo II la declaró Beata en 1988.


ORACIÓN

¡Oh Beata Laurita Vicuña!
Tú que seguiste heroicamente
el camino de Cristo,
acoge nuestra confiada plegaria.
Alcánzanos de Dios las gracias
Que necesitamos...
Y ayúdanos a cumplir
con corazón puro y dócil
la voluntad del Padre.
Otorga a nuestras familias
La paz y la felicidad.
Haz que también en nuestra vida
como en la tuya
resplandezca una fe firme,
una pureza intrépida, y
la caridad atenta y solícita
para el bien de los hermanos
Amén.

Beata Ana María Janer

Nace en Cervera (Lleida – España), el 18 de diciembre de 1800. El 29 de junio de 1859 funda en La Seu d’Urgell (Lleida) el Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, comprometido con la educación de niños y jóvenes, la formación y promoción de la mujer, la atención a ancianos desamparados,
enfermos y heridos, el consuelo de los que tienen que huir de su país y con toda
fragilidad que pueda padecer el ser humano. La fuerza que la impulsa es la caridad que se hace servicio y misericordia, gesto maternal y fraterno sin medida, porque Ana María reconoce en cada hombre y en cada mujer a Jesucristo y acepta continuar la misión del Maestro de rehacer a la persona humana por el amor. Jesús es el ideal supremo de su vida y la razón de su entrega generosa. Muere en Talarn (Lleida) el 11 de enero de 1885. Es declarada Beata por Benedicto XVI el 8 de octubre de 2011. Su fiesta litúrgica se celebra el 11 de enero.

Oración
"Señor, Dios nuestro, tú que concediste a la beata Ana María, virgen, que tu Hijo Jesucristo fuera el ideal supremo de su vida y la razón de su entrega a los demás, concédenos, por su intercesión y por su ejemplo, el don de amarte y servirte en los más necesitados. Por Cristo nuestro Señor. Amén".

San Hermenegildo

Primogénito del rey visigodo Leovigildo, profesa la religión de sus padres —el arrianismo— hasta que, bajo la influencia de su esposa y de San Leandro, Obispo de Sevilla, se convierte al catolicismo. Ante la persecución desencadenada por su padre contra los católicos, le declara la guerra en el año 582. Vencido y hecho prisionero por Leovigildo, muere mártir de su fe en 585. — Fiesta: 13 de abril.

El reino visigodo alcanza su apogeo con Leovigildo, que asocia al gobierno a sus dos hijos, Hermenegildo y Recaredo, con el fin de asegurar la continuidad de la monarquía en su propia familia. Quizá ello fue causa de muchas conjuraciones surgidas durante su reinado, en el seno de la nobleza, las cuales fueron reprimidas con mano firme. Recuérdese que la monarquía visigoda era electiva teóricamente, siguiendo un principio germánico.

Leovigildo era un guerrero afortunado y un hábil político, y no cejó en su empeño.

La aspiración fundamental del gran rey visigodo era la unidad política, y creía que la sola base sólida de ésta estaba en la unidad religiosa.

No andaba equivocado en tal visión; pero sí lo anduvo en el enfoque de la unidad religiosa a base del arrianismo.

Los visigodos vinieron a España arrianos. Ésta fue la gran tragedia de su monarquía y la gran tragedia de España.

La diferencia de religión ahondó y exacerbó la que había entre dominadores y dominados, desde el punto de vista étnico. Los primeros, germánicos; los segundos, hispano-romanos en su inmensa mayoría.

La diferencia de religión impidió la fusión espiritual de los dos pueblos, y aun su simple soldadura.

De haber venido los invasores católicos o paganos, el hermanamiento perfecto se hubiese realizado pronto y fácilmente. Recuérdese la conversión masiva de los franceses en los tempranos días de Clodoveo...

La tragedia se proyectó ampliamente sobre nuestra Historia, la cual hubiese sido muy otra con la unidad católica del reino visigodo, realizada a tiempo, y no con una tardanza y una premiosidad que no permitieron solidificarla y convertirla en muro infranqueable a la invasión musulmana, fruto directo de la fragilidad de la política y de las rencillas intestinas de los godos.

Repitámoslo: Leovigildo —que había dado unos pasos hacia la unidad política sometiendo a los vascones y a los suevos, y estructurando una admirable obra legislativa— se equivocó al querer unificar a la nación en el arrianismo... Perdió miserablemente un tiempo precioso.

En la misma Casa real había una católica: Ingunda, hermana del rey de Austrasia, Childeberto II, que en el año 579 se había casado con Hermenegildo.

En cambio, su abuela Godsuinta, casada en segundas nupcias con Leovigildo, intentó por todos los medios que abrazara el arrianismo, sin éxito alguno.

Para terminar con aquel malestar doméstico, Leovigildo decide que el matrimonio Hermenegildo-Ingunda se traslade a Sevilla, donde el monarca necesita un representante de toda confianza.

Allí los dos vivirán en paz, y quizá ella ceda algún día.

Lo que sucedió fue que Hermenegildo, en la paz familiar y rodeado de una corte adicta, fue penetrando en la auténtica doctrina cristiana.

Su corazón de esposo amante acepta las insinuaciones de Ingunda, que le llevan a tratar frecuentemente con el entonces Obispo de Sevilla, San Leandro. A través de este trato llega al conocimiento de la falsedad del arrianismo, que niega dogmas tan fundamentales como la divinidad de Jesucristo, y la naturaleza de la Santísima Trinidad, viendo cómo la verdad está en toda su plenitud en el catolicismo.

Es entonces cuando abjura el arrianismo para abrazar la fe católica, tomando en su bautismo el nombre de Juan. Mientras tanto, Leovigildo había intensificado sus esfuerzos para conseguir a toda costa la unidad religiosa en el arrianismo. Para ello reúne un Concilio de obispos arrianos en Toledo, que facilita —con el reconocimiento de la validez del bautismo católico— la apostasía, exigiendo sólo la confesión de una fórmula trinitaria herética. Mas como esto no basta para atraer a los católicos, una tenaz persecución se desencadena contra ellos.

En este estado de cosas, la noticia de la conversión de Hermenegildo llega a Toledo, consiguiendo exasperar a su padre que, instigado por Godsuinta, intensifica sus iras para contrarrestar el movimiento hacia el catolicismo que podía seguirse de aquel hecho. Mas todo fue inútil. En la provincia Bética todos los ciudadanos, compactamente, se agrupan en torno a Hermenegildo, en quien ven al defensor de sus ideales religiosos y políticos.

La postura de aquellos católicos se hace belicosa, imponente. El príncipe —aunque seguramente no sin tortura interior— se lanza a la guerra contra su padre. Es la libertad de los católicos en la profesión de sus creencias la que está en juego, muchas ciudades y castillos se han declarado en favor de Hermenegildo, a la vez que sus embajadores buscan la ayuda de los suevos, de los francos y bizantinos, todos ellos pueblos católicos.

Pero Leovigildo no está dispuesto a tolerar la rebelión de su hijo, e inicia una afortunada campaña, conquistando Cáceres y Mérida; y cortando el paso a los suevos y sobornando al general bizantino, deja a Hermenegildo sin una preciosa ayuda, del todo necesaria para sus planes bélicos.

El príncipe se prepara para la defensa; pone a salvo a su mujer y a su hijo en territorio bizantino, y al frente de los suyos resiste heroicamente en Sevilla hasta que, caída la ciudad, escapa a Córdoba, donde se acoge al asilo de un templo.

Parece que aquí es donde interviene su hermano Recaredo, que le ofrece, en nombre de su padre, la conservación de la vida, si se entrega.

Acepta Hermenegildo quien, convertido en prisionero, va a parar a Tarragona, en cuya cárcel es coaccionado para que abrace nuevamente el arrianismo. No cede la firmeza del príncipe, que se mantiene fiel a su fe, muriendo asesinado, en el mismo calabozo, al negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano.

Sucedía esto en el año 585, y no se hizo esperar el fruto de aquella sangre vertida en defensa de la fe católica. Antes de un año, en el 586, fallecía Leovigildo recomendando a su hijo Recaredo que se convirtiese al catolicismo, cosa que hizo inmediatamente.

Y a los cuatro años del martirio de Hermenegildo, todo el pueblo visigodo abjuraba solemnemente el arrianismo, con lo que se conseguía aquella unidad que Leovigildo tanto deseara. Fue canonizado por el Papa Sixto V, en 1585.

Santo Dominguito de Val

Dominguito nació en la ciudad de Zaragoza, capital del Reino de Aragón, en el año 1243. Fue hijo de los infanzones Sancho del Val, notario de la ciudad, e Isabel Sancho, su mujer. Desde pequeño, Dominguito fue infante del coro y monaguillo de la Seo de Zaragoza, a donde iba cada día a ayudar en la liturgia, aprender cantos y rezar. Entre los demás niños y compañeros de la catedral, Dominguito tenía fama de gran devoción y piedad personal.

Durante la edad media, la península ibérica estaba aún en proceso de reconquista, y dentro de sus fronteras vivían personas de distintas razas y religiones. En esa mezcla de culturas, era común encontrar grandes supersticiones y creencias alejadas de la Verdad y la Fe. Hasta la creación del Tribunal de la Inquisición, no había un órgano formal que guiara a los fieles en el discernimiento de la Verdad, y aún así, lo que pertenecía a las demás religiones quedaba fuera de la jurisdicción de la Inquisición, y éstas también estaban invadidas y deformadas por supersticiones y creencias fuera del ámbito estricto de sus creencias.
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Las palabras del rey Alfonso X el Sabio

Entre estas supersticiones se recoge una surgida dentro de la comunidad judía acerca de la necesidad del derramamiento de sangre de cristianos para acabar con la “opresión” a la que se sentían sujetos. Surgieron entonces, numerosos crímenes a lo ancho de la cristiandad que le fueron atribuidos a rituales perpetuados por judíos. Algunas de las víctimas de estos crímenes fueron reconocidas como mártires por la Iglesia, siendo canonizados en distintos siglos, alcanzando una gran devoción en distintos países. Hoy en día, numerosos escritores sionistas atribuyen estas crónicas medievales al antisemitismo, sin embargo, la extensión de estos casos por toda la edad media cristiana, hace improbable ese argumento.

En el caso de Dominguito del Val, el crimen al que fue sujeto causó una gran indignación en su comunidad, y la naturaleza de estas prácticas era ya muy común. El mismo rey Alfonso X el Sabio escribió en las Siete partidas: «Y porque oímos decir que, en algunos lugares, los judíos hicieron y hacen el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, hurtando los niños y poniéndolos en la cruz, o haciendo imágenes de cera y crucificándolas cuando no pueden conseguir niños.»
La desaparición de Dominguito

El 31 de agosto de 1250, Dominguito desapareció a los siete años de edad, causando un gran revuelo en su familia y en toda la ciudad. A los siete meses de aquel hecho, unos hombres dijeron ver un fuego fatuo en la orilla del Ebro, que es una lumbre que sale repentinamente debido a los gases desprendidos de materias descompuestas. Los hombres avisaron a las autoridades, quienes excavaron y encontraron el cuerpo de un niño, de la edad y complexión de Dominguito. El cuerpo se encontró con agujeros provocados por clavos en las palmas de las manos y en los pies, el costado abierto, y decapitado. Inmediatamente se relacionó este hecho a crímenes cometidos de manera similar, vinculado a rituales de superstición judía medieval.

Dominguito fue canonizado como mártir y su devoción se extendió por toda España. Años más tarde, otros casos parecidos surgieron en la península, como aquél del Santo Niño de la Guardia. En Zaragoza, Santo Dominguito del Val sigue siendo muy venerado, siendo considerado patrono de los monaguillos y de los infantes de la escolanía de la ciudad.

Altar en la Iglesia de San Felipe Neri

En la Iglesia de San Felipe Neri, de Sevilla, se construyó un altar en devoción a Santo Dominguito, que hasta el día de hoy lleva la siguiente inscripción: «Fue martirizado por los judíos en el año 1250 en Zaragoza, su patria, a la edad de 7 años. Sus reliquias encontradas milagrosamente se veneran en el templo del Salvador de dicha ciudad, y su culto se extendió, por rescripto de N.S.P. el Papa Pío VII de 9 de julio de 1808. Este altar erigido por sus parientes en el año 1815, trasladado a esta iglesia por un individuo de su familia en diciembre de 1863, es hoy propiedad del Exmo. Sr. Dn. Rafael Merry y del Val, pariente de dicho santo.»

martes, 21 de enero de 2020

Beata Piedad de la Cruz Ortíz Real

Piedad de la Cruz Ortiz Real, hija de José y de Tomasa, nació en Bocairente, (Valencia) España, el 12 de noviembre de 1842, siendo bautizada al día siguiente con el nombre de Tomasa. Ocupaba el quinto lugar entre ocho hermanos.

En la escuela se distinguió por la piedad, la constancia y el talento en la música, en el bordado y en la recitación.

A los diez años hizo su primera Comunión. Con mirada retrospectiva ella misma narra así sus sentimientos: «Cuando recibí por primera vez la Sagrada Comunión, quedé como anonadada y experimenté que Jesús me llamaba a la Vida Religiosa». Este encuentro con Cristo en la Eucaristía la marcó para siempre. Tomasa querrá ser del Señor y vivir para Él.

Completó su formación humana y espiritual en el Colegio de Loreto que las Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos tenían en Valencia. Cuando pidió ingresar en el noviciado de ese Instituto, su padre, considerando la situación política de la época y la juventud de Tomasa, la obligó a volver a casa.

Tres aspectos caracterizaron esta etapa de su vida en Bocairente: el espíritu de piedad y oración, su dedicación a hacer el bien a los niños pobres, los ancianos y enfermos y el tesón en dar una respuesta a aquello que sintió en su interior el día de la primera Comunión.

Por fin, Tomasa, parece que podría realizar el sueño de su vida: Consagrarse al Señor en un convento de Carmelitas de clausura en Valencia, pero una enfermedad, la obligó a abandonar el noviciado y volver a la casa paterna. Una vez recuperada, hizo un nuevo intento de ingresar en un convento de clausura y otra vez ocurrió lo mismo.

A través de estos acontecimientos, Tomasa descubrió que Dios no la quería por ese camino. Ella le pedía ver claro cuál era su voluntad, y su oración era ésta: «Tuya, Jesús mío, tuya quiero ser, pero díme dónde».

Con la certeza de sentirse llamada a una vida de especial Consagración, pero con la duda de dónde la quería Dios, Tomasa se dirigió a Barcelona. Allí, después de muchas dificultades, el Señor respondió a la búsqueda vocacional de Tomasa haciéndola vivir una profunda experiencia mística, en la que el Corazón de Jesús, mostrándole su hombro izquierdo ensangrentado, le dijo: «Mira cómo me han puesto los hombres con sus ingratitudes, ¿quieres tú ayudarme a llevar esta cruz?». A lo que Tomasa respondió: «Señor, si necesitas una víctima y me quieres a mí, aquí estoy, Señor». Entonces, el Redentor le dijo: «Funda, hija mía, que de ti y de tu Congregación siempre tendré misericordia».

Esta Experiencia fue crucial para Tomasa, le dio tal certeza, que jamás se borraría de su mente y de su corazón. Desde ese momento, comprendió que Dios le pedía dar vida a un nuevo Instituto.

El interrogante ahora era dónde fundar, dónde dar respuesta positiva a la invitación de Cristo a llevar la cruz de los más pobres, de los que menos cuentan para este mundo. El Obispo D. Jaime Catalá fue quien le indicó que le abriera el corazón a su confesor y que hiciera lo que él le indicaba. Con este gesto, Tomasa, se sometió en fe a la Jerarquía de la Iglesia para hacer la voluntad de Dios.

Las inundaciones del río Segura que en 1884 habían destrozado la huerta murciana y la escasez de Congregaciones religiosas en esta zona, hizo que la orientara hacia esos lugares de mayor necesidad.

En el mes de marzo, Tomasa, acompañada de tres postulantes, salió de Barcelona camino de Puebla de Soto, a 1 km. de Alcantarilla, para fundar allí, con la autorización del Obispo de Cartagena-Murcia, la primera Comunidad de Terciarias de la Virgen del Carmen.

Los habitantes de la huerta murciana aún no se habían repuesto de la tragedia de las inundaciones de 1884, cuando apareció el cólera. Tomasa, —que por entonces había tomado el nombre de Piedad de la Cruz— y sus Hijas se multiplicaban en el cuidado a los enfermos y a las niñas huérfanas en un hospitalillo que ella llamó de «La Providencia».

Iban llegando otras jóvenes, atraídas por el modo de vivir de aquellas primeras Terciarias Carmelitas. La Casa se quedó pequeña, hubo que comprar la de Alcantarilla. También se estableció una nueva Comunidad en Caudete... Todo hacía pensar que al fin, Tomasa había encontrado el lugar donde llevar a cabo su vocación.

Sin embargo... de nuevo la cruz. Era el signo que ella había pedido para saber que todo aquello era de Dios: «Fundar en tribulación» y el Corazón de Jesús se lo concedió con creces.

Aunque la Virgen María ocupó un lugar muy importante en el corazón y en la vida de Tomasa, su Carisma estaba centrado en el Corazón de Cristo. Y... ¡designios de Dios! Aparecieron algunas tensiones entre las Comunidades de Alcantarilla y Caudete, ya que la Congregación no tenía aún la aprobación diocesana.

En el mes de agosto, las Hermanas de Caudete se dirigeron a Alcantarilla y se llevaron las novicias, dejando a Madre Piedad sola con Sor Alfonsa. Fueron días de mucho dolor. La Fundadora, como siempre, se refugió en la oración, se postró ante el Cristo del Consuelo y allí permaneció horas y horas clavada a sus pies. Sufre, pero no se rompe, porque la barquilla de su vida estaba bien anclada en el Señor.

Una vez más acudió a la Jerarquía eclesiástica en busca de orientación y de luz. Será el Obispo Bryan y Livermore quien envíe a Tomasa y a su fiel compañera, Sor Alfonsa, al Convento de la Visitación de las Salesas Reales en Orihuela para hacer un mes de ejercicios espirituales y para proyectar una nueva Fundación, tomando como protector a un Santo Obispo. Es aquí, donde el Espíritu Santo iluminó vivamente a M. Piedad, al tiempo que la llenaba de fuerza profética, le mostraba su verdadero Carisma, y el título de su Congregación, que estaría bajo el patrocinio de S. Francisco de Sales.

Y... llegó la hora de Dios. Era el 8 de septiembre de 1890. Nacía en la Iglesia, después de muchas dificultades y tribulaciones, la Congregación de Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, una Congregación donde el Corazón de Cristo quiere ser amado, servido y desagraviado de las ofensas que recibe de los hombres. Y al amar, servir y desagraviar, ver el rostro del Señor en las niñas huérfanas, en las jóvenes obreras, en los enfermos, en los ancianos abandonados... y ayudarles a llevar la cruz.

Nos legó su propio Carisma: Hacer sensible ante los hombres, especialmente pobres, el amor del Padre Providente, manifestado en el Corazón misericordioso de Jesús abierto en brazos de la Cruz.

Aunque toda la vida de Madre Piedad fue una renuncia al mundo, no por eso había «huido» del mundo, sino que seguía en él haciendo el bien y luchando contra el mal. Testigos de ello fueron tantos matrimonios rotos o a punto de romperse, tantas jóvenes a las que iba a buscar a las fábricas para formarlas en la escuela dominical, niñas sin hogar a las que amó entrañablemente, ancianos solos, enfermos ...

Vivió pobre y murió pobre, sentada en un sillón, porque «Aquel decía señalando el Crucifijo murió en la cruz y yo no debo morir en la cama, sino en el suelo». Expiró con el crucifijo en los labios y en la santa paz de Dios. Era el sábado, 26 de febrero de 1916.

La gente sencilla exclamaba con profundo sentimiento: ¡Ha muerto una santa! ¡Ha muerto nuestra madre!

El día 6 de febrero de 1982 tuvo lugar en la Diócesis de Cartagena-Murcia la apertura del Proceso de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios.

El día 7 de mayo de 1983 fue clausurado dicho Proceso, pasando a Roma, que aprueba la validez del mismo el 3 de febrero de 1984.

Después de un estudio exhaustivo sobre las virtudes practicadas por Madre Piedad, el 1 de julio de 2000, en el Vaticano, en presencia de S.S. Juan Pablo II, se dio lectura al Decreto de reconocimiento de Virtudes Heroicas, y el 12 de abril de 2003 al Decreto sobre el milagro, dando paso así a la Beatificación en Roma el 21 de marzo de 2004.

Beato Francisco Javier Seelos

Francisco Javier Seelos nació el 11 de enero de 1819 en Füssen (Baviera, Alemania). Este mismo día fue bautizado en la iglesia parroquial de San Magno. Ya desde niño manifestó el deseo de ser sacerdote; entró al seminario diocesano en 1842, después de los estudios de filosofía. Luego de conocer a los misioneros de la Congregación del Santísimo Redentor fundada para la evangelización de los más abandonados, decidió formar parte de ella y dedicarse al ministerio de los inmigrantes de lengua alemana presentes en Estados Unidos. Fue aceptado en la Congregación el 22 de noviembre de 1842; el año siguiente se embarcó en Le Havre (Francia) para Nueva York, a donde llegó el 20 de abril de 1843. Completado el noviciado y concluidos los estudios de teología, fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1844 en la iglesia redentorista de Santiago en Baltimore (Maryland).

Después de la ordenación trabajó durante nueve años en la parroquia de Santa Filomena (Pittsburgh, Pennsylvania), colaborando primero como vicepárroco de San Juan Neumann, superior de la comunidad, y luego como superior y párroco durante los últimos tres años. Durante este tiempo se desempeñó como maestro de los novicios redentoristas. Con Neumann también se dedicó a la predicación misionera. Aludiendo a la relación que se estableció entre los dos, Francisco Javier afirmaba: "Me introdujo en la vida activa" y "me dirigió como director espiritual y confesor".

Su disponibilidad y su afabilidad natural para acoger y captar las necesidades de las personas comunes, lo hicieron conocer inmediatamente como experto confesor y guía espiritual, tanto que le llegaban personas aun de los lugares vecinos. Los feligreses lo describían como el misionero de la sonrisa permanente en los labios y de corazón generoso, en particular con los necesitados y marginados.

Fiel al carisma redentorista, se expresaba siempre con un estilo de vida y un lenguaje sencillos. Los temas de su predicación, ricos en contenidos bíblicos, eran escuchados y comprendidos hasta por las personas más ignorantes. Una característica permanente de su apostolado era la catequesis a los niños; actividad que consideraba prioritaria y fundamental para el crecimiento cristiano de la comunidad parroquial.

En 1854, fue trasladado de Pittsburgh a Baltimore, después a Cumberland y a Annapolis, dedicado siempre al ministerio parroquial y ejerciendo al mismo tiempo el cargo de formador como prefecto de los estudiantes redentoristas. También en este oficio brillaron las excelentes cualidades de pastor amable y alegre, siempre cuidadoso de la formación doctrinal de los jóvenes. Se preocupaba, sobre todo, de infundir en los futuros misioneros redentoristas entusiasmo, espíritu de sacrificio y celo apostólico por el bien espiritual y temporal de la gente.

En 1860 fue candidato a obispo de Pittsburgh. Habiendo obtenido del Papa Pío IX la exención de tal responsabilidad, se dedicó de tiempo completo a la misión itinerante de 1863 a 1866, predicando en inglés y en alemán en los Estados de Connecticut, Illinois, Michigan, Missouri, Nueva Jersey, Nueva York, Ohio, Pennsylvania, Rhode Island y Wisconsin.

Después de un breve tiempo de actividad parroquial en Detroit (Michigan), fue destinado en 1866 a la comunidad de Nueva Orleans (Louisiana). También aquí, como párroco de la iglesia de Santa María de la Asunción, se le vio siempre como pastor alegre y disponible, dedicado de modo especial a los más pobres y abandonados. Pero en los planes de Dios su ministerio en Nueva Orleans tenía que ser breve. En septiembre, agotado por las visitas a los enfermos de fiebre amarilla, contrajo también esta enfermedad. Después de sobrellevarla paciente y alegremente durante varias semanas, pasó a la eternidad el 4 de octubre de 1867, a la edad de 48 años y nueve meses.

El 9 de abril del 2000, durante el solemne jubileo, Su Santidad Juan Pablo II lo proclamó Beato en la plaza San Pedro.

Santa Rosa Venerini


Rosa nació en Viterbo, Italia en el año 1656 de una familia muy religiosa y recibió de sus padres una buena formación cristiana y una buena instrucción.

Desde niña hizo el voto de hacerse monja, pero durante su juventud le impresionó mucho la pobreza y la ignorancia de las muchachas del pueblo y comenzó a pensar que tal vez sería mejor hacer algo por ellas en lugar de estar en un convento.



Había invitado a su casa a las jóvenes y a las mujeres de su barrio para rezar juntas el rosario y se dio cuenta que ninguna de ellas sabía rezar.


Comenzó a hacer algunas preguntas de catecismo y todas se quedaron mudas por la sorpresa. Rosa comprendió que la mujer de su tiempo era esclava de la ignorancia y de la pobreza, destinada a los trabajos más pesados y que nadie se preocupaba por su bienestar. Entonces, rezó mucho para comprender la voluntad de Dios y, con dos amigas, decidió abrir una escuela para las niñas pobres. 

Era el mes de agosto de 1685. Cada día, por las callecitas de Viterbo pasaba una niña tocando una campana y llamando a todas las muchachas y niñas de la ciudad. Las lecciones comenzaban con la oración, seguía la catequesis, los trabajos manuales femeninos y aprender a leer y escribir bien. En poco tiempo la escuela de Rosa cambió fisonomía y recibió peticiones para fundar otras escuelas de parte de Obispos y Cardenales. Las Maestras no eran religiosas pero vivían como tales y fueron llamadas Maestras Pías, incluso en Roma las llamaron Maestras Santas.

En el año 1713 Rosa abrió una escuela en Roma y el Papa Clemente XI le hizo el honor de una visita. El Papa se quedó toda la mañana en la escuela, junto con ocho cardenales, escuchó la lección de catecismo e interrogó a las alumnas. Al final llamó a Rosa y a sus compañeras, les agradeció por su precioso trabajo, les dio una medalla de plata y les dijo: “Deseo que estas escuelas se difundan en todas nuestras ciudades”. En poco tempo se abrieron escuelas por todas partes.

Rosa sabía que la mujer es portadora de un proyecto de amor, pero si su corazón es esclavo del miedo, de la ignorancia, del pecado este proyecto no será nunca visible. Es por ello que su carisma hoy en día viene enunciado así: educar para liberar .

El 15 de Octubre de 2006 Su Santidad Benedicto XVI la proclamó Santa. El milagro que la llevó a los altares tuvo lugar en Ebolowa, Camerún: Serge, un niño de la leprosería de ‘Ngalan fue curado milagrosamente por intercesión de Santa Rosa, la Santa que siempre ha amado a los pequeños, que ha dedicado a ellos su vida y que sigue protegiéndolos.

San Juan Nepomuceno Neumann

Juan Nepomuceno Neumann nació en 1811 en Prachatitz, entonces parte del Imperio Austro-Húngaro, hoy población checa. Juan fue el tercero de una familia de seis hijos. Durante los estudios de filosofía, realizados con los cistercienses, su afición eran las ciencias naturales tanto que pensó en estudiar medicina, pero, motivado por su madre, ingresó al seminario.

En el año 1831, mientras estudiaba teología en el seminario de Budweis se interesó vivamente por las misiones y decidió dedicarse a la evangelización en América.

Habiéndole llegado la hora de la ordenación sacerdotal, su obispo la defirió por tiempo indefinido. En esas circunstancias decidió partir para Estados Unidos, invitado por el obispo de Filadelfia. Desde Budweis escribió a sus padres: “Mi inalterable resolución, hace ya tres años acariciada y ahora próxima a cumplirse, de ir en auxilio de las almas abandonadas, me persuade de que es Dios el que me exige este sacrificio... Yo os ruego, queridos padres, que llevéis con paciencia esta cruz que Dios ha puesto sobre vuestros hombros y los míos.”

Llegó a Nueva York en 1836, siendo ordenado sacerdote ese mismo año en la catedral de San Patricio. Inmediatamente se le destinó a la región de las cataratas del Niágara. Movido por un deseo de mayor entrega a Dios e impresionado por la eficacia del apostolado realizado por los misioneros redentoristas, quienes intentaban establecerse en aquellas tierras, pidió ser admitido en la congregación. Como redentorista ejerció el ministerio sagrado en Baltimore. Fue nombrado sucesivamente vicario del provincial, consejero, y finalmente superior de comunidad, en Filadelfia.

Estando esta ciudad, fue nombrado obispo de Filadelfia. En su labor pastoral, ideó un plan llamado sistema de escuelas parroquiales para dotar a cada parroquia con una escuela católica; en sus ocho años de episcopado se abrieron setenta escuelas. En el centenario de su muerte, celebrado en Pennsylvania en el año 1960, fue reconocido por el Senado como hombre insigne, pionero y promotor del sistema escolar católico de Estados Unidos.

Entre 1854 y 1855 se ausentó de su diócesis para ir a Roma en visita “ad límina”. El 8 de diciembre recibió la gracia de estar presente en la basílica de San Pedro cuando el papa Pío IX proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción. A él correspondió sostener el libro en el que el Papa leyó las palabras de la proclamación del dogma.

De regreso a su diócesis llevó a cabo un permiso recibido del papa Pío IX: recibió los votos religiosos de tres mujeres que pertenecían a la tercera orden de San Francisco y convirtió su asociación en congregación religiosa: las Hermanas Terciarias Franciscanas, para quienes redactó unas constituciones. Murió en 1860. Fue beatificado en 1963 y canonizado en 1977 por el papa Pablo VI.

Beatas Hermanas Mártires Fidela, Josefa y Facunda

Las Hermanas Fidela Oller, Josefa Monrabal y Facunda Margenat, que desarrollaron su labor con el Instituto de Religiosas de San José de Gerona, fueron beatificadas el día 5 de septiembre el marco de una multitudinaria ceremonia en la Catedral de Girona presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. 

Fidela Oller

Natural de Banyoles (Girona). Nació el 11 de septiembre de 1869. Sintió la llamada del Señor a los 17 años e ingresó en el Instituto de Religiosas de San José de Gerona.

En 1892, emitió los votos. Ofreció su servicio en varios hospitales cuidando a los enfermos con mucho amor y dedicación. Fue superiora en diversas comunidades.

En 1927, con un grupo de Hermanas, fundó la comunidad de Gandía. Destacó por su don de consejo y cercanía, y por su vida de piedad, prudencia y sencillez, siendo un ejemplo para todos.

Perseguida como religiosa y superiora, fue arrestada y martirizada por los milicianos en el camino de Xeresa (Valencia) el 30 de agosto de 1936. Su vida fue una preparación continua, y, ante la llamada apremiante del Señor, madre Fidela respondió con heroísmo a los 67 años de edad.

Josefa Monrabal

Nació en Gandía (Valencia) el 3 de julio de 1901. Fue una joven piadosa y caritativa con sus compañeras y con los pobres. Desde pequeña sintió el deseo de consagrarse al Señor pero circunstancias familiares se lo impidieron.

En 1928, ingresó en el Instituto de Religiosas de San José de Gerona. Profesó en 1931, y en 1934, hizo la profesión perpetua. Fue destinada a la comunidad de Villarreal (Castellón de la Plana) para el cuidado de los enfermos a los que servía con mucho amor y dedicación.

Para la hermana Josefa todo tenía gran valor, vivía entregada al Señor y decía: “Me gustaría ser mártir y ofrecer mi vida por la conversión de los pecadores si esa es la voluntad de Dios”.

Expulsada con violencia de la comunidad en 1936, buscó refugio en la casa de su hermano en Gandía. Allí, fue arrestada y llevada al martirio junto con la madre Fidela. El Señor la invitó a ofrecer el supremo sacrificio de amor a los 35 años de edad.

Facunda Margenat

Nació en Girona el 6 de septiembre de 1876. En 1894, ingresó en el Instituto de Religiosas de San José de Gerona donde profesó en 1896, a los 20 años de edad. Pasó por varias comunidades siempre al servicio de los enfermos. Fue una Hermana ejemplar, llena de amor y compasión hacia los enfermos, a cuyo servicio dedicó su vida hasta el heroísmo.

Durante la persecución religiosa (1936) vivió en Barcelona. Visto el desorden que reinaba decía a las Hermanas: “Deseo dar la vida por la conversión de estos que persiguen a Dios y a la Iglesia”.

Al ser expulsada la comunidad del lugar donde residía, la hermana Facunda permaneció refugiada con la familia del enfermo al que asistía. Fue denunciada por la portera del edificio y allí, la fueron a buscar para conducirla al martirio la noche del 26 al 27 de agosto.
El Señor la halló preparada para el encuentro definitivo con Él mientras le servía en el enfermo. Tenía 60 años de edad.

Venerable Nelson Santana

Nelson Santana nació en la Hacienda Ronca, en la ciudad de Ibitinga, estado de San Paolo en Brasil, el 31 de julio del 1955. Era el tercer hijo de João Joaquim Santana u Ocrécia Aparecida Santana. Fue bautizado el 1º de octubre del 1955 en Ibitinga. La familia estaba compuesta por ocho hermanos, la infancia la vivió lejos de la ciudad y recibió la primera instrucción religiosa en familia. Frecuentó la escuela por algunos años en la misma Hacienda Ronca, donde residía.

En el 1964 fue internado al hospital pediátrico de la Santa Casa de Araqua (Estado de San Paolo) a causa de fuertes dolores al brazo. Durante su estancia al hospital, conquistó la simpatía y el amor de los médicos, enfermeros y otros niños también internados. Particularmente importante para él fue Sor Genarina Gecchele, de la Congregación de los Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, que notó la pureza del niño y durante todo el periodo de estadía en el hospital se ocupó por transmitirle una buena catequesis cristiana. Nelson a quien todos llamaban Nelsinho, respondió con entusiasmo y gran interés a las enseñanzas cristianas. Hizo su Primera Comunión el 15 de julio de 1964 en la capilla del hospital donde se encontraba.

El Siervo de Dios tuvo la extraordinaria capacidad de entender el significado del sufrimiento de Nuestro Señor Jesucristo, comprendió así a fondo este mensaje que durante su permanencia en al hospital no si lamentaba, es más, consolaba a los demás, dijo un día a la madre: “promete a Jesús que no te lamentarás delante al sufrimiento y al dolor”. De hecho los dolores de Nelsinho al brazo aumentaban, le diagnosticaron un osteosarcoma al brazo, la solución que se presentaba era la amputación. Sor Genarina comunicó el delicado momento al niño, pero él comprendió muy bien y con seguridad respondió: “Ha dicho que el dolor es muy importante para aumentar el verdadero amor y mantener valerosamente el amor ya conquistado”.

Otros niños que estaban internados junto con el Siervo de Dios comprendían el sufrimiento de Nelsinho y continuamente le hacían compañía.

El Siervo de Dios cada día manifestaba el deseo de participar a la Comunión Eucarística. Al mismo modo afrontó serenamente el momento de la Unción de los enfermos y respondió con extraordinaria devoción a las oraciones del ritual. Murió santamente la Vigilia de Navidad del 1964 a causa del tumor. Fue sepulto en el cementerio de San Benedetto, en la ciudad de Araraquara, donde todavía reposa. Son tantísimos los devotos que cada día piden gracias y favores al pequeño Nelsinho y se acercan a orar en su tumba que está siempre cubierta de flores y velas.
Fue declarado Venerable, por el Papa Francisco en abril de 2019.

Beata Alejandrina María Da Costa

Alejandrina nació en Balasar, provincia de Oporto y Arquidiócesis de Braga (Portugal) el 30 de marzo de 1904, y fue bautizada el 2 de abril siguiente, Sábado Santo. Fue educada cristianamente por su madre, junto con su hermana Deolinda. Alejandrina permaneció en familia hasta los siete años, después fue enviada a Póvoa do Varzim donde se alojó con la familia de un carpintero, para poder asistir a la escuela primaria que no había en Balasar. Allí hizo la primera comunión en 1911, y el año siguiente recibió el sacramento de la Confirmación que le administró el Obispo de Oporto.

Después de dieciocho meses volvió a Balasar y fue a vivir con su mamá y hermana en la localidad de “Calvario”, donde permanecerá hasta su muerte.

Comenzó a trabajar en el campo, teniendo una constitución robusta: tenía a raya a los hombres y ganaba lo mismo que ellos. Su una adolescencia fue muy vivaz: dotada de un temperamento feliz y comunicativo, era muy amada por las compañeras. Sin embargo a los doce años se enfermó: una grave infección (quizá una tifoidea) la llevó a un paso de la muerte. Superó el peligro, pero después de esto su físico quedará marcado para siempre.

Cuando tenía catorce años sucedió un hecho decisivo para su vida. Era el Sábado Santo del 1918. Ese día ella, su hermana Deolinda y una muchacha aprendiz realizaban su trabajo de costura, cuando se dieron cuenta de que tres hombres trataban de entrar en su habitación. A pesar de que las puertas estuviesen cerradas, los tres lograron forzarlas y entraron. Alejandrina, para salvar su pureza amenazada, no dudó en tirarse por la ventana desde una altura de cuatro metros. Las consecuencias fueron terribles, aunque no inmediatas. En efecto las diversas visitas médicas a las que se sometió sucesivamente diagnosticaron siempre con mayor claridad un hecho irreversible.

Hasta los diecinueve años pudo aún arrastrarse hasta la iglesia, donde, totalmente contrahecha, permanecía gustosa, con gran maravilla de la gente. Después la parálisis fue progresando cada vez más, hasta que los dolores se volvieron horribles, las articulaciones perdieron sus movimientos y ella quedó completamente paralítica. Era el 14 de abril de 1925, cuando Alejandrina se puso en el lecho para no levantarse más por los restantes treinta años de su vida.

Hasta el año 1928 ella no dejó de pedirle al Señor, por intercesión de la Virgen, la gracia de la curación, prometiendo que, si se curaba, se haría misionera. Pero, en cuanto comprendió que el sufrimiento era su vocación, la abrazó con prontitud. Decía: “Nuestra Señora me ha concedido una gracia aún mayor. Primero la resignación, después la conformidad completa a la voluntad de Dios, y en fin el deseo de sufrir”.

Se remontan a este período los primeros fenómenos místicos, cuando Alejandrina inició una vida de grande unión con Jesús en los Sagrarios, por medio de María Santísima. Un día que estaba sola, le vino improvisamente este pensamiento: “Jesús, tú estás prisionero en el Sagrario y yo en mi lecho por tu voluntad. Nos haremos compañía”. Desde entonces comenzó su primera misión: ser como la lámpara del Sagrario. Pasaba sus noches como peregrinando de Sagrario en Sagrario. En cada Misa se ofrecía al Eterno Padre como víctima por los pecadores, junto con Jesús y según Sus intenciones.

Crecía en ella siempre más el amor al sufrimiento, conforme su vocación de víctima se hacía sentir de manera más clara. Hizo el voto de hacer siempre lo que fuera más perfecto.

Del viernes 3 de octubre de 1938 al 24 de marzo de 1942, o sea por 182 veces, vivió cada viernes los sufrimientos de la Pasión. Alejandrina, superando su estado habitual de parálisis, bajaba del lecho y con movimientos y gestos acompañados de angustiosos dolores, reproducía los diversos momentos del Vía Crucis, por tres horas y media.

“Amar, sufrir, reparar” fue el programa que le indicó el Señor. Desde 1934 –por mandato del padre jesuita Mariano Pinho, que la dirigió espiritualmente, hasta 1941– Alejandrina ponía por escrito todo lo que cada vez le decía Jesús.

En 1936, por orden de Jesús, ella le pidió al Santo Padre, por medios del padre Pinho, la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. Esta súplica fue varias veces renovada hasta 1941, por lo que la Santa Sede interrogó por tres veces al Arzobispo de Braga sobre Alejandrina. El 31 de octubre de 1942 Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María con un mensaje transmitido a Fátima en lengua portuguesa. Este acto lo renovó en Roma en la Basílica de San Pedro el 8 de diciembre del mismo año.

Desde el 27 de marzo de 1942 en adelante Alejandrina dejó de alimentarse, viviendo sólo de Eucaristía. En 1943 por cuarenta días y cuarenta noches fueron estrictamente controlados por excelentes médicos su ayuno absoluto y su anuria, en el hospital de la Foz do Douro cerca de Oporto.

En 1944 su nuevo director espiritual, el salesiano padre Humberto Pasquale, animó a Alejandrina, para que siguiera dictando su diario, después que constató la altura espiritual a la que había llegado; lo que ella hizo con espíritu de obediencia hasta la muerte. En el mismo año 1944 Alejandrina se inscribió a la Unión de los Cooperadores Salesianos. Quiso colocar su diploma de Cooperadora “en donde pudiera tenerlo siempre a la vista”, para colaborar con su dolor y con sus oraciones a la salvación de las almas, sobre todo juveniles. Rezó y sufrió por la santificación de los Cooperadores de todo el mundo.

A pesar de sus sufrimientos, ella seguía además interesándose e ingeniándose en favor de los pobres, del bien espiritual de los parroquianos y de otras muchas personas que recurrían a ella. Promovió triduos, cuarenta horas y ejercicios cuaresmales en su parroquia.

Especialmente en los últimos años de vida, muchas personas acudían a ella aún de lejos, atraídas por su fama de santidad; y bastantes atribuían a sus consejos su conversión.

En 1950 Alejandrina festeja el XXV aniversario de su inmovilidad. El 7 de enero de 1955 se le anuncia que éste será el año de su muerte. El 12 de octubre quiso recibir la unción de los enfermos. El 13 de octubre, aniversario de la última aparición de la Virgen de Fátima, se la oyó exclamar: “Soy feliz, porque voy al cielo”. A las 19,30 expiró.

En 1978 sus restos fueron trasladados del cementerio a la iglesia parroquial de Balasar, donde hoy – en una capilla lateral – reposa el cuerpo de Alejandrina. Sobre su tumba se leen estas palabras que ella quiso: “Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo pueden ser útiles para salvaros, acercaos, pasad sobre ellas, pisadlas hasta que desaparezcan. Pero ya no pequéis; no ofendáis más a nuestro Jesús!”. Es la síntesis de su vida gastada exclusivamente para salvar las almas.

En Oporto en la tarde del día 15 de octubre las florerías se vieron privadas de rosas blancas: todas fueron vendidas. Un homenaje floral a Alejandrina, que había sido la rosa blanca de Jesús.

Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.

Santo Hermano Jaime Hilario Barbal

Manuel Barbal Cosan nació el 2 de enero de 1898 en Enviny, pueblecito al pie de los Pirineos, en el norte de España. Conocido por su carácter serio, no tiene más que 12 años cuando, con la bendición de sus padres, trabajadores valientes y piadosos, entra en el seminario de la diócesis de Urgel. Pero pronto mostró problemas de oído y se le aconsejó volver a su familia.

Convencido que Dios lo llama, se siente feliz al saber, en el 1917, que el Instituto de los Hermanos lo acepta en el noviciado de Irún, cercano a la frontera con Francia. Después de dieciséis años de desempeñar diversas tareas, sus crecientes problemas de oído le obligan a abandonar la escuela y trabaja en la huerta de la casa de formación de San José de Cambrils, en Tarragona.

En julio del 1936, al acudir junto a sus familiares en Enviny, se detiene en Mollerussa cuando explota la guerra civil. Reconocido como Hermano, es arrestado y encarcelado. En diciembre es transferido a Tarragona y enviado en una nave prisión con otros varios religiosos.

El 15 de enero de 1937, sufre un proceso sumario. Aunque podría recuperar la libertad declarando no ser más que un simple hortelano, insiste en su calidad de religioso y así firma su suerte. El 18 de enero, es conducido hacia el cementerio situado en una colina llamada Monte de la Oliva para ser fusilado.

Sus últimas palabras a los asesinos fueron: “Amigos, morir por Cristo es vivir”. Cuando por dos veces las balas no dan en el blanco, los milicianos dejan caer los fusiles y escapan. Su jefe, gritando vulgares insultos, dispara a quemarropa cinco golpes de pistola y la víctima cae a sus pies.

Beatificado el 29 de abril de 1990 y  Canonizado el 21 de noviembre de 1999 por S.S. Juan Pablo II, junto con los Hnos. Mártires de Turón.