María del Refugio, nació el 21 de septiembre de 1866 en San Miguel de Allende, Guanajuato, México. A los veinte años su padre la desposó con Ángel Cancino. Su esposo y su primogénito murieron prematuramente; quedándole una hija que educó con deseos de superación e ideales de santidad. En 1895 ingresó a la Tercera Orden Franciscana. En 1910 fundó el Instituto Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, encauzado a formar almas Eucarístico-Marianas e impartir la educación, la mejor forma de ayudar al prójimo. Su actitud siempre fue alegre y optimista frente a las adversidades, supo entender el compromiso cristiano compartiendo con los demás lo que uno es, tiene y significa, socorrió a la niñez, a los pobres y perseguidos. Luego de vida fecunda entregó su alma a Dios el 24 de Abril de 1937. Fue declarada venerable el 16 de julio de 2015. Se espera un milagro para su pronta beatificación.
domingo, 26 de julio de 2015
Santa Ana y San Joaquín
El protoevangelio de Santiago cuenta que los vecinos de Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos. Entonces, el santo se retiró cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana (cuyo nombre significa Gracia) "se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones". Un ángel se le apareció y le dijo: "Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo". A su debido tiempo nació María, quien sería la Madre de Dios. Esta narración se parece mucho a la de la concepción y el nacimiento de Samuel, cuya madre se llamaba también Ana ( I Reyes, I ). Los primeros Padres de la Iglesia oriental veían en ello un paralelismo. En realidad, se puede hablar de paralelismo entre la narración de la concepción de Samuel y la de Juan Bautista, pero en el caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente de una imitación.
La mejor prueba de la antiguedad al culto a Santa Ana en Constantinopla es que, a mediados del siglo VI, el emperador Justiniano le dedicó un santuario. En Santa María la Antigua hay dos frescos que representan a Santa Ana y datan del siglo VIII. En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana; por él concedía la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de occidente en 1584.
martes, 14 de julio de 2015
Nuestra Señora del Carmen, Reina y Patrona de Chile
En Palestina (Israel) existe un monte muy lindo, cerca del mar mediterráneo, llamado Monte Carmelo. En este lugar, hace muchos años, un grupo de religiosos que tenían un especial amor a la Virgen María formaron una comunidad con el nombre de los Carmelitas.
El 16 de julio de 1251, se apareció la Virgen María a San Simón Stock, a quien le un gran regalo, el Escapulario y diciéndole que quien lo use, se irá al paraíso junto a ella.
La Virgen María del Carmen, nos quiere tanto que ella hace promesas a quienes usen el escapulario. Ella desde el cielo, nos protegerá en todo momento.
¿Cómo llega a nuestro país, esta devoción a Nuestra Señora del Carmen?
Los primeros registros cuentan que fueron los conquistadores españoles y otro importante antecedente fue la creación de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen en 1678, que hasta el día de hoy sigue vigente.
En el año 1550, Fray Antonio Rondón, un religioso mercedario, conociendo la historia de la princesa Inca convertida al cristianismo, funda la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de la Tirana, en el norte de nuestro país.
Un hecho muy curioso ocurre en 1786, una estampita de la Virgen del Carmen vuela por las calles de Santiago, llegando a un terreno, al otro lado del río Mapocho, donde después se edifica una Iglesia en su honor.
La devoción a Nuestra Señora del Carmen, fue creciendo entre los chilenos. Nuestros Padres de la Patria: José Miguel Carrera y Bernardo O´Higgins, en 1811 confían en Dios y la Virgen del Carmen, la libertad de nuestro país de los españoles.
Después de la Reconquista Española, O´Higgins partió a Mendoza, Argentina. Junto al General argentino José de San Martín nombran a la Virgen del Carmen, Patrona del Ejército Libertador, poniendo bajo su protección la libertad de Chile y Perú.
En Maipú, el 05 de abril de 1818, donde se logró la victoria contra los españoles. José de San Martín y Bernardo O´Higgins, prometen construir un Santuario en Honor a la Virgen del Carmen y la proclama Patrona del Ejército Chileno.
Sin duda el gran amor del pueblo chileno, por la Virgen del Carmen, fue lo que motivó a la Iglesia para declararla como Patrona de Chile, en 1923. Tres años después en una gran celebración, presidida por un representante del Papa Pio XI, Nuestra Señora del Carmen fue coronada como “Reina y Patrona de Chile”.
En el año 1987 Su Santidad Juan Pablo II, coronó la imagen de la Virgen del Carmen como Reina y Patrona de Chile, en el Templo Votivo de Maipú. “¡Virgen del Carmen de Maipú, Reina y Patrona del pueblo chileno… que bajo tu protección maternal, Chile sea una familia unida… en la paz y en el amor de Cristo” JPII
En Maipú y en todas partes de Chile, la Santísima Virgen María del Carmen protege nuestros hogares, escuelas y oficinas; nuestras fabricas, estadios y rutas; el campo, las pampas, las minas y el mar. Nuestra Señora del Carmen es, para los chilenos: “la estrella de Chile, que en la bandera preside nuestros días y en las noches sabiamente alumbra el camino.
domingo, 12 de julio de 2015
Sor Josefa Ranzani
Hace muchos años, en un
pueblo llamado Pogliano
cerca de Milán, en Italia,
nació el 04 de octubre de 1829,
María Francisca Josefa Ranzani.
Sus padres, profundamente
cristianos acompañaron a sus hijos en la fe, haciéndoles
amar a Dios y al prójimo,
especialmente a los
más necesitados.
Josefa desde muy joven
manifestó ser muy inteligente y
emprendedora, además de una
buena cristiana.
Poco a poco, fue creciendo en
su corazón el deseo de
consagrarse a Dios en la vida
religiosa. En este camino, no estaba
sola, era acompañada
espiritualmente por un buen
sacerdote llamado Cesar Maggioni,
quien fue su consejero y guía durante
toda su vida.
Motivada por el deseo de ser ayudar
a los niños y niñas, estudió para
maestra de primaria, se destacó
por su gran formación académica.
Josefa al recibirse de maestra fue
enviada a la escuela de Parabiago
en Milán.
Los niños y niñas iban felices a la
escuela, siempre la maestra Josefa
los sorprendía con algo nuevo.
Un día llego a sus manos un
libro escrito por un gran
misionero en África, que
rescataba a niños y niñas que
eran vendidos como esclavos
en El Cairo, después de esta
lectura, Josefa estaba
convencida que Dios la
llamaba a consagrarse a El,
como misionera y así ayudar
estos pobres niños.
El 13 de enero de 1864,
sería un inolvidable para Josefa,
conoce personalmente a los sacerdotes
misioneros Nicolás Olivieri y Blas Verri,
junto a su colaboradora Magdalena
Bisio, se dedicaban a rescatar a los
niños africanos de la esclavitud.
Josefa expone sus deseos al Padre
Olvieri de consagrarse a Dios como
Misionera en África. Los sacerdotes
invitan a Josefa a participar en esta
linda obra del rescate de las morenitas.
¡Dios tenia preparado otro camino
para Josefa!
Viaja a Marsella, Francia, donde se
encuentra la Sede de la Obra.
Josefa comienza su misión entre las
morenitas, ella las educará para que
puedan ser acogidas en algún lugar
de Europa.
Mientras que los Sacerdotes y
Magdalena viajan a rescatar más
morenitas.
Un triste acontecimiento sucedió
para esta gran Obra, muere el
Padre Nicolás Olivieri, y continua la
misión el Padre Blas Verri.
El Padre Blas Verri tenía una
gran aliada en la obra del rescate
de las morenitas, y ella era la
Madre Rossello.
Cuando Josefa Ranzani, conoció a
la Madre Rossello, Superiora
General de las Hijas de Nuestra
Señora de la Misericordia, quedó
impactada por el amor y dulzura
que transmitía, especialmente
con las morenitas, que era una
madre de gran corazón.
La Madre Rossello junto con sus
hermanas recibían a las
morenitas que no aceptaban en
otras partes, especialmente a las
enfermas.
Fue muy significativo este encuentro
para Josefa.
La Madre Rossello le pone su mano en
la espalda y le dice: “Josefa, cuando
no tengas más fuerzas, Yo te acepto
con mucho gusto, entre nosotras”.
Josefa le revela a la Santa Madre su
deseo de ser religiosa y ella le responde:
"Contigo haré excepción a la Regla
y te recibiré aunque tengas 60 años".
Feliz con este ofrecimiento de la
Madre Rossello, continua al servicio de
las morenitas.
Al tiempo después vuelve Josefa a Savona,
pero ahora decidida a pedirle a
la Madre Rossello, que la admita en el
Instituto de las Hijas de Nuestra
Señora de la Misericordia.
La Madre Rossello feliz le responde:
“Tu haces obras de Misericordia y
nosotras también”.
Con la aprobación del Obispo de
Savona. Josefa Ranzani, se consagra a
Dios, el 28 de julio de 1876. Desde ahora
pertenecía al Instituto de la Madre
Rossello y podía continuar en la Obra
del Rescate de las morenitas.
Tristes acontecimientos suceden al
tiempo después, En 1880, entrega su
alma a Dios la Santa Madre Rossello y
en 1884, muere el Padre Blas Verri.
Sor Josefa junto con las morenitas lo
acompañan en sus últimos momentos.
La Obra del Rescate de las Morenitas,
terminaba, sin embargo, ella se
preocupa de las niñas hasta el final.
Josefa no estaba sola, tenia una
familia religiosa que la esperaba con
los brazos abiertos, a esta hermana
que había trabajado más de veinte
años en la bella misión de rescatar a
las cautivas negritas.
La Madre Sabina, la sucesora de la
Madre Rossello, la recibe en la Casa
Madre, diciéndole:
“Serviremos juntas al Señor”.
Sor Josefa Ranzani, es enviada a la
Casa de las Arrepentidas, la última
obra de la Madre Rossello, que
acogía a las jóvenes, que se habían
alejado de Dios, y luego como Superiora
de la Casa Sagrada Familia, una
comunidad formada por las
Hermanas ancianas y enfermas. .
Finalmente Dios llamó a Sor Josefa
Ranzani junto a Él, el día 12 de julio
de 1898.
En el cielo la esperaba la Santa Madre
Rossello, aquella que le concedió
realizar su sueño de consagrarse a
Dios.
El testimonio de Josefa Ranzani,
dio vida a un nuevo componente
en la Familia de la Santa Madre
Rossello, las Asociadas Laicas en el
Apostolado de la Misericordia,
ALAM.
Son mujeres solteras o casadas que
se comprometen a vivir el Espíritu
de Misericordia, siendo testimonios
de Fe y Amor en el mundo de hoy.
Librito Josefa Ranzani, la primera ALAM, HDM - Delegación Perú - Bolivia, 2014
viernes, 10 de julio de 2015
Santa Teresa de Los Andes
Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. En la pila bautismal fue llamada Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar. Familiarmente se la conocía, y todavía se la conoce hoy, con el nombre de Juanita. Su niñez se desarrolló normalmente en el seno familiar: sus padres, don Miguel Fernández y Lucía Solar; sus tres hermanos y dos hermanas; el abuelo materno, tíos, tías y primos. La familia gozaba de muy buena posición económica y conservaba fielmente la fe cristiana, viviéndola con sinceridad y constancia.
Juana recibió su formación escolar en el colegio de las monjas francesas del Sagrado Corazón. Entre la vida estudiantil y la vida familiar se desarrolló su corta e intensa historia. A los catorce años de edad, inspirada por Dios, decidió consagrarse a Él como religiosa, como carmelita descalza. Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 kms. de Santiago. El 14 de octubre de ese mismo año vistió el hábito de carmelita, iniciando así su noviciado con el nombre de Teresa de Jesús. Sabía desde mucho antes que moriría joven. Más aún, el Señor se lo había revelado, pues ella misma lo comunicó a su confesor un mes antes de su partida.
Asumió esa realidad con alegría, serenidad y confianza. Segura de que continuaría en la eternidad su misión de hacer conocer y amar a Dios. Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920. Había recibido con sumo fervor los santos sacramentos y el 7 de abril había hecho la profesión religiosa en artículo de muerte. Aún le faltaban 3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como novicia carmelita descalza.
Esa es toda la trayectoria externa de esta joven santiaguina. Desconcierta, y crece en nosotros el gran interrogante: ¿y qué hizo? Para tal pregunta hay una respuesta igualmente desconcertante: Vivir, creer, amar. Cuando los discípulos preguntaron a Jesús qué debían hacer para vivir según Dios quiere, El respondió: "La obra de Dios es que creáis en quien El ha enviado" (Jn. 6, 28-29). Por lo tanto, para conocer el valor de la vida de Juanita, es necesario mirar hacia dentro, donde está el Reino de Dios.
Ella despertó a la vida de la gracia siendo todavía muy niñita. Asegura que a los seis años atraída por Dios empezó a volcar su afectividad totalmente en El. "Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para sí" (Diario, n. 3, p. 26). Juanita poseyó una enorme capacidad de amar y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia. Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz. Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a Él con radicalidad. Su naturaleza era totalmente contraria a la exigencia evangélica: orgullosa, egoísta, terca, con todos los defectos que esto supone. Como nos sucede a todos. Pero lo que ella hizo fue librar batalla encarnizada contra todo impulso que no naciera del amor. A los 10 años era una persona nueva. La motivación inmediata fue el Sacramento de la Eucaristía que iba a recibir. Comprendiendo que nada menos que Dios iba a morar dentro de ella, trabajó en adquirir todas las virtudes que la harían menos indigna de esta gracia, consiguiendo en poquísimo tiempo transformar su carácter por completo.
En la celebración de este sacramento recibió de Dios gracias místicas de locuciones interiores que luego se mantuvieron a lo largo de su vida. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en amistad, en vida de oración. Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita y que su meta debía ser la santidad. Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto grado de unión con Dios.
Su vida monacal desde el 7 de mayo de 1919 hasta su muerte fue el último peldaño de su ascensión a la cumbre de la santidad. Sólo once meses fueron suficientes para consumar su vida totalmente cristificada. Muy pronto la comunidad descubrió en ella un paso de Dios por su historia. En el estilo de vida carmelitano-teresiano, la joven encontró plenamente el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella quería dar a la Iglesia de Cristo. Era el estilo de vida que, a su modo, había vivido entre los suyos, y para el cual había nacido. La Orden de la Virgen María del Monte Carmelo colmó los deseos de Juanita al comprobar que la Madre de Dios, a quien amó desde niña, la había traído a formar parte de ella.
Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo II, el día 3 de abril de 1987. Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la luz y el camino recto hacia Dios. Fue canonizda por el mismo Papa el 21 de marzo de 1993, en la Basílica Vaticana.
jueves, 9 de julio de 2015
Santa Hildegarda de Bingen
Santa Hidelgarda nació en 1098 en Bermesheim. Fue educada por Jutta von Spontheim, que vivía en la abadía de Disidoberg en Rheinpfalz donde dirigía la comunidad femenina local. Tras la muerte de Jutta en 1136, Hildegarda tomó las riendas de la abadía y diez años después traslada la comunidad a Rupertsberg, cerca de Bingen. En este lugar, Hildegarda trabajó durante treinta años. A pesar de los problemas de salud, realiza muchos viajes a altos representantes eclesiales y políticos. Testimonió la Palabra del Señor y fue promotora de la fe cristiana. La abadesa fue muy respetado por el Papa y los obispos, reyes y príncipes, pero, ante todo, fue una persona referente para el pueblo y una de las personas más estimadas de la Iglesia del siglo XII.
Ya desde joven, Hildegarda tubo visiones que aumentaron con el paso de los años. Escribió estas experiencias en innumerables documentos -con la ayuda de un “secretario”, porque no dominaba muy bien el latín. Sus escritos son considerados como las primeras obras místicas alemanas. Los documentos de Hildegarda sobre la salud, las ciencias naturales, el cosmos, cuestiones éticas y de teología son un patrimonio importante de la cultura medieval.
El 17 de septiembre de 1179 Hildegarda fallece en Rupertsberg, donde fue sepultada. Las reliquias se trasladaron al convento de Eibingen en Ruedesheim, un convento que había fundado en 1148. El 10 de mayo de 2012 el Santo Padre inscribió a Hildegarda de Bingen en el Calendario General de la Iglesia y extendió su culto litúrgico a toda la Iglesia Universal.
viernes, 3 de julio de 2015
Beato Juan Nepomuceno Zegri y Moreno
Nació en Granada, el 11 de octubre de 1831, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, Don Antonio Zegrí Martín y Dña Josefa Moreno Escudero, le dieron una esmerada educación. Forjaron su rica personalidad en los valores humano/evangélicos; valores que le otorgaron una elegancia natural y una capacidad de relación entrañable y cercana para con todos.
Dios Padre, por su Espíritu, le regaló la vocación sacerdotal para servir a los seres humanos el Evangelio de la caridad redentora. Después de cursar sus estudios se ordena sacerdote en la catedral de Granada el día 2 de junio de 1855.
Impactado por los problemas sociales y por las necesidades de los más desfavorecidos, se sintió llamado, también, a fundar una Congregación religiosa para liberar a los seres humanos de sus esclavitudes. La funda bajo la protección e inspiración de María de la Merced, la peregrina humilde de la gratuidad de Dios, en Málaga, el 16 de marzo de 1878.
Hijo fiel de la Iglesia, y bajo el signo de la obediencia de la fe, como entrega de una vida, muere un 17 de marzo de 1905 en la ciudad de Málaga, sólo y abandonado, como él había decidido morir; a ejemplo del Crucificando, fijos los ojos en el autor y consumador de nuestra fe.
El sueño más acariciado por él, que fue también el carisma que recibió como don, para bien de la Iglesia y de la comunidad humana, fue:
"Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos"
Vivió e hizo suyas todas las virtudes cristianas de manera heroica, sobre todo la fe, la esperanza y la caridad y todas aquellas virtudes humanas que dan elegancia a la caridad y la hacen entrañable en las relaciones: humildad, afabilidad, dulzura , ternura, misericordia, bondad, mansedumbre, paciencia, generosidad, gratuidad y benevolencia.
La Iglesia reconoció sus virtudes heroicas proclamándolo Venerable el día 21 de diciembre del año 2001 y Beatificándolo el 9 de octubre de 2003.
Fuente: http://www.ordenmerced.org/index.php/es/santoral/item/188-beato-juan-nepomuceno-zegri-y-moreno
Venerable María Teresa González-Quevedo
“Madre mía, que quien me mire, te vea”.
María Teresa González-Quevedo Nació en Madrid el 12 de abril de 1930. Su familia vive en la capital de España, y ofrece sus hijos una buena educación cristiana.
María Teresa (para muchos, simplemente Teresita) desarrolla una personalidad inquieta, entusiasta y atrevida. Le gusta el tenis y otros deportes. Es alegre, llena de amor por la vida y menos amor por los libros. Cuando tiene 10 años, escribe, con poca ortografía pero con mucha ilusión, esta frase: “He decidido ser santa”.
Su vida empieza a madurar. Hace unos ejercicios espirituales que marcan el rumbo de sus decisiones, sin que pierda nada de su alegría y entusiasmo de siempre. Ingresa a la Congregación mariana y escribe la frase que es el título de este artículo. Un día de mayo, sale de su corazón una súplica especial: “¡Madre mía, dame vocación religiosa!” Luego se asusta de lo que acaba de pedir. A una amiga le confiesa: “¡Mira que si la Virgen me la da de verdad!...”
Dios le susurra que la quiere para Él. Cuando Teresita vuelve a hablar de la vocación con una amiga, ésta le dice: yo quiero viajar y divertirme mientras sea joven, y ya cuando sea anciana entraré en un Convento para asegurarme el cielo. Teresita responde con decisión: “¡Qué tacaña y egoísta! ¡Cómo que te crees que Jesús te va a admitir ya achacosa, cuando hayas ofrecido lo mejor de tu vida al mundo! Jesús tiene mejor gusto, y quiere como ofrenda la juventud con sus alegrías y sus ilusiones”.
En 1947 Teresita tiene 17 años, y una belleza física muy particular. Los chicos se sienten atraídos por ella, pero notan algo especial que les obliga a respetarla, a tratarla como a alguien que viaja por horizontes más lejanos. Ella lleva en su corazón un propósito firme: seré religiosa. Sueña en las misiones, sueña en China. Su alma añora otros mundos, desea llevar a Cristo a rincones donde no conocen al Maestro.
Habla con su director espiritual, habla con una tía suya, religiosa, para pedir consejo. Reza. Hay que dar la noticia en casa. ¿Cómo decir a papá que tiene vocación? Decide dar la noticia el 7 de enero de 1948. Su padre quiere poner a prueba a su hija: quiere saber si es consciente de lo que dice, si ve que es compatible su carácter alegre con los sacrificios que tendrá que practicar.
Teresita está decidida y dispuesta a aceptarlo todo con tal de decir que sí a Dios. Incluso propone la fecha en la que quiere entrar al Noviciado de las Carmelitas de la Caridad: el 23 de febrero de ese mismo año 1948.
La familia y los amigos muestran su sorpresa. Una chica tan guapa... Hay quien no comprende, hay quien apoya, hay quien calla. Sus padres dan el permiso y dejan vía libre a la acción de Dios. Su hija les ha pedido algo bueno, y no quieren ser ellos un obstáculo para un camino de entrega.
Llega el 23 de febrero. El día anterior había sido claro, sereno. Teresita hubiese querido entrar al Noviciado con el regalo de la nieve, pero parece un sueño imposible. Por la noche, sin embargo, la nieve empieza a caer. Teresa llega a las puertas de su nueva familia mientras la ciudad de Madrid se viste de gala y los petirrojos pueden saltar sobre la capa blanca de la nieve...
Empieza su vida de postulante y novicia. Muchas amigas van a verla, se sienten cautivadas por su alegría, por sus certezas. Descubren que el darse a Dios no es sinónimo de tristeza o de fracaso. Entrevén que quien es generoso con la vocación también puede ser profundamente feliz.
¿Qué quiere Dios de Teresita? Ella desea alcanzar la meta de la santidad de la mano de la Virgen. Escucha y espera. Dios, en mayo de 1949, empieza a revelar sus planes: una extraña fiebre da la alarma, indica que algo no va bien. Después de los análisis, se descubre que la novicia sufre una pleuresía aguda.
En su diario escribe: “Durante la Comunión tenía tantas ganas de entregarme completamente a Jesús para demostrarle cuánto quería amarlo, que me ofrecí como víctima para que hiciera de mí lo que quisiera”. Siente una llamada profunda a confiar, a ponerse en manos de Dios. Dirá a alguna compañera: “Para ser santa el primer paso es la confianza, y después abandonarse en manos de la Virgen, para que Dios haga lo que quiera...”
Prevé que morirá antes de la fecha en la que se declare el dogma de la Asunción de la Virgen. En enero de 1950, Teresita sufre un fuerte dolor de cabeza. Llaman a su padre, que era médico, y diagnostica meningitis tuberculosa: no hay nada que hacer... El mismo Sr. González-Quevedo quiere hacer entender a su hija que está muy mal, que quizá su vida termine muy pronto. Con sorpresa de todos, la novicia reacciona con una especial alegría: sabe que pronto será recibida en el cielo por una Madre que la quiere mucho...
La Maestra de novicias ve a Teresita demasiado segura de ir al cielo. Un día le pregunta: “Pero, si tú no has ganado el Cielo, ¿cómo vas a conseguirlo tan pronto?” La novicia responde con naturalidad: “¡¡Claro que no me lo he ganado!! Pero me lo regalan; ya sabes tú lo del Buen Ladrón. Si Jesús y María, a quienes nunca separo, me lo quieren regalar, ellos son muy dueños”.
El Jueves Santo de ese año sufre un brusco empeoramiento. Todo su cuerpo tiembla, pero sigue musitando en los labios algunas invocaciones marianas. Poco a poco se va apagando, pero todavía puede decir con decisión: “¡Jesús, te amo por los que no te aman!... ¡Madre mía! ¡mil veces morir antes que ofenderte!”
Llega la agonía. Teresita puede repetir algunas oraciones. Al final, da un fuerte grito: “¡Madre mía, ven a recibirme... y llévame contigo al Cielo!” Después, más serena, dice: “Por los que... no te aman...”
Pocos minutos después, deja esta tierra. Es el 8 de abril del Año Santo de 1950.
Lo que ha pasado después de su partida no lo sabemos. Teresita brilló un poco en esta tierra. Con su sonrisa, con su generosidad, con su deseo de ser misionera. Dios llega también hoy a muchos corazones a través de testimonios como el suyo. La Virgen, a la que ella tanto quería, nos enseña que es posible amar también en los momentos de dolor, cuando la enfermedad destruye una vida que parecía prometer tanto, y que, en realidad, ha dado tanto en tan poco tiempo.
María Teresa González-Quevedo Nació en Madrid el 12 de abril de 1930. Su familia vive en la capital de España, y ofrece sus hijos una buena educación cristiana.
María Teresa (para muchos, simplemente Teresita) desarrolla una personalidad inquieta, entusiasta y atrevida. Le gusta el tenis y otros deportes. Es alegre, llena de amor por la vida y menos amor por los libros. Cuando tiene 10 años, escribe, con poca ortografía pero con mucha ilusión, esta frase: “He decidido ser santa”.
Su vida empieza a madurar. Hace unos ejercicios espirituales que marcan el rumbo de sus decisiones, sin que pierda nada de su alegría y entusiasmo de siempre. Ingresa a la Congregación mariana y escribe la frase que es el título de este artículo. Un día de mayo, sale de su corazón una súplica especial: “¡Madre mía, dame vocación religiosa!” Luego se asusta de lo que acaba de pedir. A una amiga le confiesa: “¡Mira que si la Virgen me la da de verdad!...”
Dios le susurra que la quiere para Él. Cuando Teresita vuelve a hablar de la vocación con una amiga, ésta le dice: yo quiero viajar y divertirme mientras sea joven, y ya cuando sea anciana entraré en un Convento para asegurarme el cielo. Teresita responde con decisión: “¡Qué tacaña y egoísta! ¡Cómo que te crees que Jesús te va a admitir ya achacosa, cuando hayas ofrecido lo mejor de tu vida al mundo! Jesús tiene mejor gusto, y quiere como ofrenda la juventud con sus alegrías y sus ilusiones”.
En 1947 Teresita tiene 17 años, y una belleza física muy particular. Los chicos se sienten atraídos por ella, pero notan algo especial que les obliga a respetarla, a tratarla como a alguien que viaja por horizontes más lejanos. Ella lleva en su corazón un propósito firme: seré religiosa. Sueña en las misiones, sueña en China. Su alma añora otros mundos, desea llevar a Cristo a rincones donde no conocen al Maestro.
Habla con su director espiritual, habla con una tía suya, religiosa, para pedir consejo. Reza. Hay que dar la noticia en casa. ¿Cómo decir a papá que tiene vocación? Decide dar la noticia el 7 de enero de 1948. Su padre quiere poner a prueba a su hija: quiere saber si es consciente de lo que dice, si ve que es compatible su carácter alegre con los sacrificios que tendrá que practicar.
Teresita está decidida y dispuesta a aceptarlo todo con tal de decir que sí a Dios. Incluso propone la fecha en la que quiere entrar al Noviciado de las Carmelitas de la Caridad: el 23 de febrero de ese mismo año 1948.
La familia y los amigos muestran su sorpresa. Una chica tan guapa... Hay quien no comprende, hay quien apoya, hay quien calla. Sus padres dan el permiso y dejan vía libre a la acción de Dios. Su hija les ha pedido algo bueno, y no quieren ser ellos un obstáculo para un camino de entrega.
Llega el 23 de febrero. El día anterior había sido claro, sereno. Teresita hubiese querido entrar al Noviciado con el regalo de la nieve, pero parece un sueño imposible. Por la noche, sin embargo, la nieve empieza a caer. Teresa llega a las puertas de su nueva familia mientras la ciudad de Madrid se viste de gala y los petirrojos pueden saltar sobre la capa blanca de la nieve...
Empieza su vida de postulante y novicia. Muchas amigas van a verla, se sienten cautivadas por su alegría, por sus certezas. Descubren que el darse a Dios no es sinónimo de tristeza o de fracaso. Entrevén que quien es generoso con la vocación también puede ser profundamente feliz.
¿Qué quiere Dios de Teresita? Ella desea alcanzar la meta de la santidad de la mano de la Virgen. Escucha y espera. Dios, en mayo de 1949, empieza a revelar sus planes: una extraña fiebre da la alarma, indica que algo no va bien. Después de los análisis, se descubre que la novicia sufre una pleuresía aguda.
En su diario escribe: “Durante la Comunión tenía tantas ganas de entregarme completamente a Jesús para demostrarle cuánto quería amarlo, que me ofrecí como víctima para que hiciera de mí lo que quisiera”. Siente una llamada profunda a confiar, a ponerse en manos de Dios. Dirá a alguna compañera: “Para ser santa el primer paso es la confianza, y después abandonarse en manos de la Virgen, para que Dios haga lo que quiera...”
Prevé que morirá antes de la fecha en la que se declare el dogma de la Asunción de la Virgen. En enero de 1950, Teresita sufre un fuerte dolor de cabeza. Llaman a su padre, que era médico, y diagnostica meningitis tuberculosa: no hay nada que hacer... El mismo Sr. González-Quevedo quiere hacer entender a su hija que está muy mal, que quizá su vida termine muy pronto. Con sorpresa de todos, la novicia reacciona con una especial alegría: sabe que pronto será recibida en el cielo por una Madre que la quiere mucho...
La Maestra de novicias ve a Teresita demasiado segura de ir al cielo. Un día le pregunta: “Pero, si tú no has ganado el Cielo, ¿cómo vas a conseguirlo tan pronto?” La novicia responde con naturalidad: “¡¡Claro que no me lo he ganado!! Pero me lo regalan; ya sabes tú lo del Buen Ladrón. Si Jesús y María, a quienes nunca separo, me lo quieren regalar, ellos son muy dueños”.
El Jueves Santo de ese año sufre un brusco empeoramiento. Todo su cuerpo tiembla, pero sigue musitando en los labios algunas invocaciones marianas. Poco a poco se va apagando, pero todavía puede decir con decisión: “¡Jesús, te amo por los que no te aman!... ¡Madre mía! ¡mil veces morir antes que ofenderte!”
Llega la agonía. Teresita puede repetir algunas oraciones. Al final, da un fuerte grito: “¡Madre mía, ven a recibirme... y llévame contigo al Cielo!” Después, más serena, dice: “Por los que... no te aman...”
Pocos minutos después, deja esta tierra. Es el 8 de abril del Año Santo de 1950.
Lo que ha pasado después de su partida no lo sabemos. Teresita brilló un poco en esta tierra. Con su sonrisa, con su generosidad, con su deseo de ser misionera. Dios llega también hoy a muchos corazones a través de testimonios como el suyo. La Virgen, a la que ella tanto quería, nos enseña que es posible amar también en los momentos de dolor, cuando la enfermedad destruye una vida que parecía prometer tanto, y que, en realidad, ha dado tanto en tan poco tiempo.
Fue proclamada venerable por San Juan Pablo II el 9 de junio de 1983.
jueves, 2 de julio de 2015
Santoral Franciscano Julio
Beata María Ana Mogas y Fontcuberta
Beata María Ana Mogas y Fontcuberta, nació en Corrá de Vall (Barcelona), el 13 de enero de 1827. Fundadora de la Congregación de Religiosas Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. Con otras dos, dirigidas por el P. José Tous Soler, inicia su vida religiosa en Ripoll (Gerona), en el año 1850. En ese mismo año es nombrada superiora por el grupo fundacional del naciente Instituto, dedicado a la educación de las niñas, preferentemente pobres y a la atención de los enfermos. Murió en Fuencarral (Madrid), el 3 de julio de 1886. Fue beatificada por Juan Pablo II el día 6 de octubre de 1996. Su fiesta se celebra el 03 de julio.
Santa Verónica Giuliani
Nació en 1660 en Mercatello (Marcas). A los diecisiete años ingresó en el monasterio de la Orden Clarisa Capuchina en Cittá di Castello, donde fue maestra de novicias y abadesa. Mediante la austeridad de vida y alta contemplación, se afanó por asemejarse a Cristo crucificado, de quien recibió los sagrados estigmas y otras señales de su pasión. Puso por escrito su experiencia espiritual, en forma de diario, tesoro de sabiduría que ha suscitado un movimiento en pro de su doctorado. Llena de virtudes y gracias místicas, falleció en 1727.
La canonizó Gregorio XVI en 1839. Su fiesta se celebra 9 de julio.
Beata María de Jesús Crucificado Petkovic
Nació el 10 de diciembre de 1892, en Blato, en la isla de Korkula (Croacia). Desde muy joven al ver el sufrimiento, el hambre y la penuria de la gente, decidió esforzarse por los pobres. En 1906, se asoció a las Hijas de María, de la que llegó a ser presidenta. Leyendo las palabras del "Joven rico" sintió la vocación religiosa. Formó parte de la Tercera Orden Secular de San Francisco. Impulsada por un vivo deseo de ayudar a los necesitados, y siguiendo las orientaciones del obispo de Dubrovnik, en 1919 fundó la Congregación Franciscana Hijas de la Misericordia, para "la educación e instrucción de la juventud femenina". La madre Petkovic estuvo siempre entregada a los pobres, marginados y despreciados, porque reconocía en ellos el rostro de Jesús doliente. Su vida se puede resumir en dos palabras: "Oración y apostolado". La fama de santidad, de la que gozó durante su vida, se confirmó también después de su muerte acaecida en Roma, el 9 de julio de 1966. Fue beatificada en Croacia el 6 de junio de 2003. Su fiesta se celebra el 9 de julio.
San Francisco Solano
Nació el 10 de marzo de 1549 en Montilla, Córdoba, España. Vistió el hábito franciscano. Ordenado de sacerdote, se entregó de lleno a la predicación, con gran fruto. El celo ardiente de la salvación de las almas lo llevó a Sudamérica. En Lima (Perú) y en Tucumán (Argentina) trabajó incansable, sobre todo en favor de los nativos. A muchos de ellos convirtió a la fe, los inició en la civilización y los defendió de los opresores. Agotado por largas fatigas y penitencias, muere en Lima en 1610. Lo canonizó Benedicto XIII. Su fiesta se celebra el 14 de julio.
San Buenaventura
(Giovanni Fidanza; Bagnorea, actual Italia, 1221-Lyon, Francia, 1274) Teólogo franciscano Ingresó en la orden franciscana y se trasladó a París para completar los estudios teológicos en La Sorbona. Poco después, daba lecciones a los frailes menores. Adquirió pronto prestigio y respeto dentro de la orden, que utilizó para defender a los clérigos mendicantes en su conflicto con los seculares. En 1257 fue elegido general de los franciscanos y desde esta posición intentó calmar las corrientes contrarias que iban surgiendo en la orden. Con su texto Vida de San Francisco de Asís fijo la tradición del santo. Escribió diversas obras teológicas en las que queda reflejado su misticismo, entre las que destaca su obra maestra, Itinerarium mentis in Deum (1259). Nombrado cardenal por Gregorio X y canonizado en el año 1482 por Sixto IV, el papa Sixto V le otorgó el título de doctor de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 15 de julio.
San Lorenzo de Brindis
San Lorenzo, sacerdote capuchino, nació en Brindis en 1559 y murió en Lisboa en 1619. Ingresó en la Orden de Menores capuchinos. Enseñó teología a sus hermanos y ocupó diversos cargos y oficios. Predicador infatigable y elocuente, recorrió toda Europa. Escribió numerosas obras exponiendo la fe. Se distinguió por la fervorosa celebración de la misa y por su filial devoción a la Virgen. En su vida de piedad destacó su fervorosa celebración de la misa y su filial devoción a la Virgen. Juan XXIII le dio el título de "Doctor Apostólico". Su fiesta se celebra el 21 de julio.
Beato Modestino de Jesús y María.
Beato Modestino de Jesús y María. Nació en Frattamaggiore, provincia de Nápoles, en la diócesis de Aversa, el 5 de septiembre de 1802. Sacerdote profeso de la Orden de Hermanos Menores Alcantarinos, siempre fue hombre de vida humilde y piadosa. Gran devoto de la Virgen, destacó en el ministerio sacerdotal por su celo en la predicación y en la celebración del sacramento de la reconciliación, así como por su entrega al servicio de los pobres y enfermos de amplios sectores populares. Murió el 24 de julio de 1854, afectado por el cólera, contraído cuando asistía a las víctimas de esa epidemia. Fue beatificado por Juan Pablo II el 29 de enero de 1995. Su fiesta se celebra el 24 de julio.
Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción Muttathupadathu
Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción Muttathupadathu. Nació en 1910 en Arpukara, en Kerala, India. Fue bautizada como Ana, en el entorno del rito católico siro-malabar de India al que pertenecía su familia. Al quedar huérfana a tierna edad, fue educada por una tía y por su abuela. Concluyó sus estudios elementales y medios, pero la vocación religiosa era muy fuerte en ella, de modo que ingresó al monasterio de las Franciscanas Clarisas Malabares de Bharananganam en 1928. Sufrió en silencio el deterioro de su salud, procurando siempre evitar ser una carga para sus hermanas. Finalmente, un tumor que se le había extendido por todo el cuerpo le produjo una muerte pausada, dolorosa y violenta, a los 36 años de edad, en el convento de Bharananganam. Es la primera santa de India. Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción Muttathupadathu fue canonizada por S.S. el papa Benedicto XVI en 2008. Su fiesta se celebra el 28 de julio.
miércoles, 1 de julio de 2015
Nuestra Señora del Huerto
Hacia el año 1500 un horrible contagio invadió la Ciudad de Chiávari (Italia). Turquina Guercio, librada milagrosamente de la peste, hizo pintar en el muro de un huerto, propiedad suya, la imagen de María con el Niño Jesús en brazos en acto de bendecir al pueblo, impulsado por la mano derecha de la Madre Inmaculada.
La cesación del azote y los milagros obrados por medio de la Imagen, manifestaron que ésta había sido divina inspiración. Pero habiéndose destinado aquel lugar a sepultura de las víctimas del contagio, la Imagen quedó alli oculta, olvidada y hasta profanada por largos años. No permitió Dios, sin embargo, que del todo se extinguiera su memoria en el pueblo, pues no faltaban almas sencillas y piadosas que recurrían a la olvidada Imagen del Huerto en sus más apremiantes necesidades.
Dios, por su parte, quería glorificarla, y durante la noche, a modo de misteriosas procesiones, los Espíritus angélicos hacían la corte a su Reina Soberana. En 1609, la Santísima Virgen en persona dignóse aparecer a Gerónima Turrio, sanándole instantáneamente a un hijo; y el 2 de Julio de 1610, el joven Sabastián Descalzo vió, en celestial visión, a María Santísima pasearse por los aires y detenerse ante la ventanilla donde estaba pintada la Imagen.
A estas noticias acuden los pueblos y se multiplican los prodigios; y los Chiavareses levantaron un Santuario y eligieron por Patrona a Nuestra Señora del Huerto.
En 1829 San Antonio María Gianelli fundó el religioso Instituto de las Hermanas de Caridad, Hijas de María del Huerto, que se extendió por varios puntos de Italia, por las Repúblicas Uruguaya y Argentina, Brasil, Chile y Tierra Santa, en el lugar simbólico llamado Hortus Conclusus o jardines de Salomón. Numerosas Asociaciones, y en especial la benemérita Archicofradía del Huerto, se honran con este dulce título, con el cual todos debemos invocar a María Santísma para experimentar los benéficos efectos de su proteccíon.
A Nuestra Señora del Huerto
Acordaos, oh piadosísima Virgen y dulcísima Madre, María del Huerto,
que jamás se ha oído decir que ninguno de cuantos
han acudido a vuestro amparo, implorando vuestra protección y reclamado vuestro auxilio haya quedado sin consuelo. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh María Santísima del Huerto, gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro humildemente en presencia de vuestra Imagen por cuyo medio tanto deseáis favorecernos.
No despreciéis mis súplicas, oh dulcísima Madre mía, antes bien oídlas
y acogedlas favorablemente. Amén.