jueves, 3 de octubre de 2024

20 años de la beatificación de la Hermana María Ludovica

 




ORACIÓN A SOR MARÍA LUDOVICA

Padre, rico en misericordia, que llamaste y elegiste a la Beata María Ludovica, para ser visible en ella tu amor misericordioso por su total consagración a los pobres y a los niños, en los cuales veía a tu Hijo conforme a sus enseñanzas:
"el que recibe a un niño en mi nombre a Mi me recibe".
Tú le comunicaste la fuerza del Espíritu Santo para que cumpliera su vocación hospitalaria sirviendo con alegría y sin descanso a los enfermos, pobres y necesitados.
Tú la hiciste una mujer fuerte, piadosa y fiel al Evangelio de tu Hijo en el trabajo cotidiano y en la ofrenda de su quehacer humilde y silencioso como María, Madre de Misericordia.
Te pedimos por su intercesión, alivies y sostengas los corazones afligidos por enfermedades físicas, espirituales y morales.
Concédenos también que por su intermedio alcancemos la gracia que hoy te pedimos para gloria de la Trinidad y de la Santa Iglesia. Amén.

Apóstol de la Caridad

La Hna. Ludovica De Angelis nació el 24 de octubre de 1880 en San Gregorio, L´Aquiña, Italia. Ingresó en el Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia de Savona y el 3 de mayo de 1906 hizo sus votos religiosos. En 1907 fue enviada como misionera a la Argentina y destinada al Hospital de Niños de La Plata. Se desempeñó primero en la cocina y en la despensa, luego fue administradora del hospital y Superiora de la comunidad religiosa. Fue rápidamente reconocida y estimada por su sencillez, responsabilidad, espíritu de sacrificio, oración y colaboración con médicos y enfermeras. Se destacó por su amor a Dios y al prójimo.
Sus predilectos, los niños más pobres y desamparados. Incansable en el ejercicio de las obras de misericordia. Murió el 25 de febrero de 1962. El 20 de diciembre de 2001 el Papa Juan Pablo II la declaró Venerable.

En el Archivo de la Curia Arzobispal de La Plata, se encuentran los originales de las gracias recibidas por intercesión de la Sierva de Dios Ludovica de Angelis, de las que fueran enviadas copias autenticadas junto con la Copia Pública, con nota dirigida por el Excelentísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo de La Plata Monseñor Antonio Quarracino a su Eminencia Reverendísima Cardenal Angelo Felici.


EL MILAGRO DE LA BEATIFICACIÓN DE SOR MARIA LUDOVICA DE

La niña Antonella nace en el mes de mayo de 1988, con una anomalía llamada mielomeningocele a nivel de la columna lumbar, por tal motivo debido a las grandes lesiones padecidas es intervenida desde el segundo día de vida en varias oportunidades.

Dentro de sus secuelas presentaba una parálisis en sus miembros inferiores, junto con un grave problema neurológico (vejiga neurogénica hipertónica)

En ese momento el pediatra de cabecera Doctor Rubén Di Renta que era concurrente del Hospital de niños comenta este grave caso con la Hermana Emilia, quien le ofrece las llaves de la Bóveda donde descansaban los restos de Sor María Ludovica para llevar a la niña.

Dicho profesional accede y concurren con la paciente y la madre para pedir la sanación de Antonella. Ese mismo día comienza el milagro cuando la bebé de nueve meses que habían puesto en el suelo, se toma del ataúd de la Superiora Ludovica y se pone de pie por primera vez, quedando éstos atónitos por este suceso.

En el año 1992, quedaba aún por solucionarse el problema más grave y casi sin chances de solución médica, como era su problema urinario, ya que tenía una vejiga muy pequeña y además no orinaba por sí sola, por estos motivos el Doctor Alfredo Bertolotti, médico urólogo del Hospital, decide intervenirla quirúrgicamente para tratar de reparar esta patología y es aquí en el quirófano del Hospital de Niños, en su propia casa donde hace su primer y verdadero milagro.


El 27 de octubre de 1992 se va a realizar el cierre de la vesicostomía y el reimplante ureteral en una vejiga pequeña y de alta presión por lo cual había que ampliar esta vejiga; en el momento de la operación los médicos se encuentran con una vejiga de baja presión lo cual permite reimplantar los uréteres; ampliándose en el post operatorio hasta obtener una capacidad vesical que se triplica a los treinta y ocho días a ciento veinte centímetros cuadrados de agua hasta llegar a cuatrocientos centímetros cuadrados de agua pudiendo orinar por sí sola cosa que nunca había podido hacer por su grave patología.

Cabe destacar que la niña siempre fue encomendada por sus familiares y médico de cabecera a la sierva de Dios María Ludovica.

martes, 1 de octubre de 2024

Vivir de Amor, Santa Teresa del Niño Jesús


Vivir de Amor

"En la última noche, la noche del amor, hablando claramente y sin parábolas, Jesús decía así: «Sí alguno quiere amarme, que guarde mi palabra, que la guarde fielmente.Mi Padre le amará,y vendremos a él, moraremos en él, será para nosotros una morada viva, será nuestro palacio. Pero también queremos que more él en nosotros, lleno de paz, que more en nuestro amor».

¡Vivir de amor quiere decir guardarte a ti, Verbo increado, Palabra de mi Dios! Lo sabes, Jesús mío, yo te amo, me abrasa con su fuego tu Espíritu de amor.
Amándote yo a ti, atraigo al Padre, mi débil corazón se entrega a él sin reserva. ¡Oh augusta Trinidad, eres la prisionera, la santa prisionera de mi amor!
Vivir de amor vivir es de tu vida, glorioso Rey, delicia de los cielos. Por mí vives oculto en una hostia, por ti también, Jesús, vivir quiero escondida. Soledad necesitan los amantes, que hablen sus corazones noche y día. Me hace feliz tan solo tu mirada, ¡vivo de amor!

Vivir de amor no es en la cima del Tabor su tienda plantar el peregrino de la vida.Es subir el Calvario a zaga de las huellas de Jesús y valorar la cruz como un tesoro. En el cielo, mi vida será el gozo, y el dolor será ido para siempre.

Mas aquí en el Carmelo, quiero, en el sufrimiento, ivivir de amor!Vivir de amor es darse sin medida, sin reclamar salario aquí en la tierra. ¡Ah, yo me doy sin cuento, bien segura de que en amor el cálculo no entra! Lo he dado todo al corazón divino, que rebosa ternura. Nada me queda ya. Corro ligera...

Ya mi única riqueza es, y será por siempre, ¡vivir de amor! Vivir de amor es disipar el miedo, aventar el recuerdo de pasadas caídas. De aquellos mis pecados no veo ya la huella, junto al fuego divino se han borrado. ¡Oh dulcísima hoguera, sacratísima llama, en tu centro yo fijo mi mansión.

Y allí, Jesús, yo canto confiada y alegre: ¡vivo de amor! Vivir de amor es navegar sin tregua, en las almas sembrando paz y gozo. ¡Oh mi Piloto amado!, la caridad me urge, pues te veo en las almas, mis hermanas. La caridad me guía, ella es mi estrella, bogo siempre a su luz.

En mi vela yo llevo grabada mi divisa: ivivir de amor! Vivir de amor es mientras Jesús duerme permanecer en calma en medio de la mar aborrascada. No temas, ¡oh Señor!, que te despierte, espero en paz la orilla de los cielos...

Pronto la fe desgarrará su velo y habrá sido mi espera solo un día. La caridad me empuja, ella hinche mi vela, ¡vivo de amor!

Vivir de amor, Maestro amado mío, es pedir que derrames tu luz y tu calordel sacerdote en el alma santa, en su alma elegida. ¡Pueda ser él más puro que un serafín del cielo! Y protege también a tu Iglesia inmortal, cada instante del día a hacerlo te conjuro. Hija suya soy yo, por mi Madre me inmolo, ¡vivo de amor!

Vivir de amor es enjugar tu rostro, es de los pecadores alcanzar el perdón. ¡Oh Dios de amor!, que vuelvan a tu gracia, que bendigan tu nombre eternamente. Hasta el alma me llega la blasfemia, para borrarla digo cada día: ¡oh nombre de mi Dios, te adoro y amo, vivo de amor!

Vivir de amor es imitar, Jesús, la hazaña de María cuando bañó de lágrimas y perfumes preciosostus fatigados y divinos pies, enjugándolos luego con sus largos cabellos. Y alzándose del suelo, con santo atrevimiento, tu cabeza, igualmente, María perfumó. ¡Oh Jesús, el perfume que yo doy a tu rostro es y será mi amor!

«¡Vivir de amor, oh qué locura extraña —me dice el mundo—, cese ya tu canto! ¡No pierdas tus perfumes, no derroches tu vida, aprende a utilizarlos con ganancia!» ¡Jesús, amarte es pérdida fecunda! Tuyos son mis perfumes para siempre. Al salir de este mundo cantar quiero: ¡muero de amor!

¡Morir de amor, dulcísimo martirio, y es el martirio que sufrir quisiera! Acordad, querubines, vuestras liras, siento que mi destierro va a acabar... Llama de amor, consúmeme sin tregua. ¡Oh vida de un momento, muy pesada tu carga se me hace!... ¡Oh divino Jesús!, haz realidad mi sueño: ¡morir de amor! Morir de amor, es ésta mi esperanza cuando vea romperse mis cadenas. Mi Dios será mi recompensa grande, otros bienes no quiero poseer. Quiero ser abrasada por su amor, quiero verle y unirme a él para siempre. Este será mi cielo y mi destino: ¡¡¡VIVIR DE AMOR!!!"

Santa Teresa del Niño Jesús, Doctor de la Iglesia: Obras (poéticas) (26 febrero 1895).



Oración:

O Dios, Tu Espíritu Santo infundió en el corazón de Santa Teresa un ilimitado amor a Tu divino Hijo y la iluminó para comprender y practicar la Ley Suprema del Amor. Concédenos por su intercesión encontrarte a Ti en todas las cosas, acontecimientos y personas. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor, Amén.


De Ateneo Pontificio "Regina Apostolorum"