María del Tránsito fue siempre muy amiga de Jesús. Ella nació el 15 de agosto de 1821, en una estancia, donde actualmente es Villa Carlos Paz, en la provincia de Córdoba, Argentina.
Sus padres fueron Francisca Sánchez y Felipe Cabanillas. Ella era la tercera de once hermanos.
María del Tránsito era una niña feliz. Le gustaba jugar con sus hermanitos y divertirse con ellos en el campo. También ayudaba a la mamá en las tareas de la casa y en el cuidado de sus hermanos.
Todas las tardecitas, al caer el sol, cuando terminaban las tareas del campo, la familia se reunía para rezar frente a una imagen de la Virgen. Tránsito quería mucho a María, por eso se encargaba de preparar el altar con las mejores flores de su jardín.
Cuando todavía María del Tránsito era pequeña se fue junto a toda su familia a vivir a la ciudad de Río Segundo. Allí se preparó para recibir por primera vez a Jesús en la Eucaristía.
Siendo jovencita comenzó a dar Catequesis. Le encantaba estar con los niños y era muy creativa en sus encuentros catequísticos: hacía muchas dinámicas y juegos, excursiones al río, reparto de golosinas… Todo con sencillez de corazón y con el único objetivo de hacerles conocer a Jesús y experimentar la alegría de su AMOR…
Día a día fue cultivando su corazón misionero, dedicando momentos especiales para encontrarse con Jesús en la oración, en la participación de la Misa y compartiendo su amor con los pobres y enfermos.
Un día, rezando frente a una imagen del Niño Dios, sintió en su corazón que Jesús quería que fuese Religiosa. Y dedicara toda su vida para amar a Dios y servir a los hermanos. Entonces, se fue a algunos lugares donde ya había Hermanas, en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo.
Era feliz, pero su salud no la acompañaba. En realidad, era porque Jesús quería que empezara una nueva obra. Al principio, ella no lo comprendía. Con el tiempo y la ayuda de algunos sacerdotes, fue entendiendo la misión que Jesús le había encomendado: fundar una Casa de Hermanas Franciscanas.
No fue fácil, tuvo que salir con su canastita a pedir por las casas que la ayudaran. Ella respondía siempre con una sonrisa y un ¡Dios se lo pague!, aun cuando no la trataran bien o no le dieran nada.
Finalmente, el día que tanto había esperado en su corazón, llegó. El 8 de diciembre de 1878 funda en Córdoba una nueva Familia de Hermanas, que se dedicarían a la educación de los niños y jóvenes, al cuidado de los enfermos y ancianos. Contándoles a todos que Dios nos ama y quiere que seamos felices.
Ella era una Madre cariñosa y buscaba hacer el bien a todas las personas con las cuales se encontraba. A sus hijas las aconsejaba y cuidaba que no les faltara nada, a la vez que les enseñaba a ser alegres y agradecidas con todo lo que recibían de Dios y las personas.
Luego de una larga enfermedad, confiando en que la Santísima Virgen la llevaría al cielo, se fue para siempre con Jesús el día 25 de agosto de 1885. Pero antes de irse, Madre María del Tránsito nos hizo una promesa: “Desde el cielo les haré mucho bien”.
Por eso te invitamos que te acerques a ella con confianza, para pedirle todo lo que necesites para ser feliz y hacer felices a los demás.
¡Oh! Beatísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te damos gracias por el espíritu de caridad y humildad que otorgaste a la Beata María del Tránsito de Jesús Sacramentado.
¡Oh Buen Jesús! Te rogamos que nos concedas ese mismo amor hacia Tí y al prójimo, y por mediación de tu Madre, la Virgen María, te pedimos confiadamente la gracia de la pronta canonización de nuestra querida Beata que ya participa de tus gozos en el cielo.
Así Sea.
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