Nunzio nació en la localidad italiana de Pescosansonesco (Abruzzos) el 13 de abril de 1817. Su padre falleció en 1820 y su madre en 1823. Durante su infancia padeció las consecuencias de la pobreza, la enfermedad y del maltrato, esto último por cuenta de su tío materno, que le obligó a trabajar como herrero en condiciones inhumanas.
Lejos de lamentarse, el pequeño Nunzio vio en sus sufrimientos la posibilidad de santificarse. Así, cumplió sin protestar las duras tareas que le obligaba a realizar su tío, que, además, le prohibió acudir a la escuela y casi no le daba de comer.
Como resultado de estas difíciles condiciones de vida, Nunzio Sulprizio desarrolló una grave infección en una pierna que, al no tratarse, le causó una minusvalía. Su tío no se apiadó y siguió obligándole a trabajar en las tareas más duras de la herrería e incluso lo maltrató físicamente.
A pesar de ello, Nunzio no guardó rencor hacia su tío. Acudía a Misa siempre que podía y procuraba rezar el Rosario a diario.
La infección de la pierna aumentó y en el hospital no quisieron tratarlo por considerar que su enfermedad era incurable. Al ver que Nunzio no podía seguir trabajando, su tío lo expulsó de casa condenándolo a la mendicidad y a la pobreza extrema.
La situación del joven llegó a oídos de otro tío, un militar de profesión que lo recogió y lo llevó ante el coronel Felice Wochinger, quien se hizo cargo de su tratamiento médico.
Gracias al coronel Wochinger, en 1832 Nunzio, que entonces tenía 15 años, ingresó en el Hospital de Incurables. En este lugar su salud mejoró notablemente, aunque no llegó a recuperarse del todo, y comenzó a prepararse para recibir la Primera Comunión.
Durante los dos años que permaneció en el hospital, con altibajos en su salud, el joven dio muestras de una gran cercanía a Dios: impartía catecismo, preparaba a los pequeños para la confesión y la Primera Comunión y desarrolló una profunda vida interior en la que la santificación del dolor era la piedra angular de su espiritualidad.
Una vez que dejó el hospital, Nunzio se trasladó a casa del coronel Wochinger, que lo trató como a un hijo. A él le transmitió su voluntad de consagrarse a Dios. Sin embargo, la infección de la pierna empeoró y el avance de la gangrena se hizo imparable.
Tras meses de grandes dolores y fiebre alta, Nunzio Sulprizio falleció el 5 de mayo de 1836, a los 19 años de edad, en Nápoles. San Pablo VI lo beatificó en 1963. Canonizado el 14 de octubre de 2018, por el Papa Francisco.
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