Nació en Soyheres (Suiza) el 16 de Julio de 1793, es decir, en plena revolución francesa. Gracias a la entereza de un tío suyo que, desafiando el peligro la llevó a una población situada en la frontera de Suiza, el mismo día de su nacimiento recibió la gracia de la adopción divina.
A la edad de cuatro años fue admitida a participar en el Sacrificio Eucarístico, que un tío sacerdote, a causa de la persecución, celebraba clandestinamente. Esta ceremonia, evocadora del tiempo de las catacumbas, impresionó tan vivamente a la niña, que dirá más tarde: “Comprendí que Dios se revelaba a mí y vi lo que era el sacrificio del Salvador; recibí la impresión de una luz que me ha quedado siempre”.
A los doce años fue colocada como alumna en la Visitación de Friburg, donde pasó tres años. Sentía el llamamiento divino, y a los 18 años franqueó las puertas de la Visitación. Bien pronto el enemigo le dio tanto disgusto por las prácticas de la vida religiosa, que se decidió a regresar a su hogar, en donde, en vez del cariño de antaño, se encontró con que los suyos deploraban su inconstancia.
Al cabo de tres años de dura lucha, comprendió definitivamente que Dios la quería Visitandina y regresó al Monasterio el 21 de Noviembre de 1814. Vistió el hábito de la orden el 4 de Junio del año siguiente y un año mas tarde hizo su profesión.
Desde el principio se mostró muy aficionada al Evangelio y a los escritos de los Santos Fundadores de la Visitación. La única ciencia que quería adquirir era la de llegar a ser verdadera hija de San Francisco de Sales. Después de haber cooperado en la restauraci6n del Monasterio de Metz y de haber desempeñado el cargo de Maestra de Novicias, Dios le abrió un campo de acción.
El Monasterio de Troyes, inficionado por el Jansenismo bajo la influencia de su Obispo, había llegado al extremo de que las hermanas no volvieran a acercarse a los Sacramentos, y estuvieron en entredicho por espacio de cuarenta años.
Aunque una Superiora de Annecy, la Madre Manuela de Compeys trató de remediar tan triste situación, los efectos de la revolución aniquilaron su obra. Pasada la revolución, en 1822, unas pocas supervivientes, habían restablecido el Monasterio, pero conscientes de su insuficiencia, pidieron al Monasterio de Fribourg una Superiora.
Para una tarea tan difícil fue designada la hermana María de Sales Chappuis, que sólo contaba treinta y tres años, pero de quien su Superiora aseguraba que sabía leer en el corazón de Dios. Llegó a Troyes el l° de Junio de 1826.
Desde el primer momento las hermanas admiraron su fidelidad en la práctica de todas las virtudes salesianas. Había llegado a sujetarse de tal modo a la Regla que todas podían ver en ella el modelo de una perfecta Visitandina y afirmaban que tenía tantos semblantes cuantos eran los ejercicios señalados por las Constituciones y el Directorio.
Apoyada en Dios triunfaba de todas las dificultades y en poco tiempo aquel Monasterio donde había reinado la rebelión se convirtió en un asilo de almas humildes, pequeñas que se aproximaban a Dios porque habían encontrado el camino de su Corazón. En la casa se respiraba un ambiente sobrenatural y eran frecuentes los prodigios, aun en el terreno de las cosas materiales, durante los largos años de gobierno de la Madre María de Sales, tiene una influencia muy fuerte en los Monasterios de Francia; por inspiración sobrenatural funda con el Padre Louis Brisson, la Congregación de los Oblatos y Oblatas de San Francisco de Sales. En Troyes, es conocida como: “LA BUENA MADRE”.
La Madre María de Sales entrega su alma al creador el 7 de octubre de 1875. Su causa de beatificación se encuentra en proceso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario