El cuarto sábado, 08 de abril de 1536, Antonio Botta regresó al mismo lugar de la aparición.
Un esplendor más grande que el de la primera vez, lo deslumbró, la Santísima Virgen le dice que Dios estaba muy contento por los sacrificios y penitencias que realizaron.
Antes de desaparecer, la Virgen, alzando los ojos al cielo, exclamó tres veces:
“Misericordia, Hijo mío y no justicia”.
El mensaje de la Santísima Virgen, era sin duda de un profundo amor por todos.
Los habitantes de Savona, conmovidos por esta revelación del amor misericordioso de Dios construyeron a María un Santuario en el que se la invoca como “Nuestra Señora de la Misericordia”.
Además los gestos de amor se manifestaron aun más, con la construcción de un hogar para acoger a los pobres y enfermos.
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