domingo, 31 de mayo de 2015

La Visitación de María a su prima Santa Isabel


Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! 

Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.

Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.

Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos los que la necesitan.

Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre.

Donde está María, allí está Cristo (1)

Fiesta de la Visitación de la Virgen, 31 de mayo del 2001

SS Juan Pablo II

miércoles, 27 de mayo de 2015

Feliz Cumple Santa Madre Rossello!

A mi Santa predilecta, en la Fiesta de su Nacimiento. en Albisola Marina, 
(Savona - Italia) 
Hace ya 204 años. 
¡Santa Madre Rossello, bendice desde el cielo, a todos los que trabajan en y para la Misericordia! Gracias por acompañar mis pasos y los de muchos que viven tu carisma. Gracias por hacer de mi tu lápiz y de otros que como tú han amado con un corazón grande.
 ¡Feliz Cumple Madre Rossello!





A pocos kilometros de Savona, sobre una ligera elevación de la costa, surge le pueblo de Albisola Marina. Cuenta aproximadamente con dos mil habitantes, en su casi totalidad dedicados a la alfarería de de vajilla y mayólicas, para la cual se presta especialmente la naturaleza del suelo. Estos productos son llevados para la venta a diversas partes de Italia y al extranjero.

En los comienzos del siglo XIX encontramos entre los alfareros albisolenses a Bartolomé Rossello, hombre de recta conciencia, trabajador asiduo, que gozó en los primeros tiempos discreto bienestar; después habiéndole ido mal en los negocios y aumentado la familia, se agotaron sus recursos, pero gracias a su esforzado trabajo y a una inteligente economía, encontró los medios de vida para si y para los suyos.

Habitaba una casa que no era ni señoril ni misera, situada al lado occidental del pueblo. Construcción severa de tres pisos, cuya altura descollaba entre las demás y permitía gozar de la encantadora vista del mar.

En la planta baja, destinada a la industria, estaba el taller donde fabricaba la vajilla, el horno que servia para cocerla y el deposito que usaban para conservarla.

Este era el pequeño reino de Bartolomé Rossello. A su lado, la esposa fiel, María Dedone, mujer de animo viril y de gran corazón, cuya vida es una tácita e ininterrumpida inmolación del deber, le ayuda en las pequeñas obligaciones de su ejercicio; y todos los sábados, llenando una cesta con las nuevas y sonoras vajillas, se le coloca sobre la cabeza para llevarlas a los clientes de Savona. Durante el camino, de más de una hora, descansa de trecho en trecho, y ... va rezando el Rosario.

Si con esta continua actividad, los dos cónyuges lograban proveer de pan a su numerosa familia, mejor sabían alimentarla espiritualmente mediante una sana educación y cristianos ejemplos. Era una verdadera familia patriarcal, donde imperaba la oración y las practicas piadosas. En los días festivos cesaba todo el trabajo; la familia completa asistía a las funciones parroquiales y al anochecer, el padre solía preguntar a sus hijos acerca de lo aprendido del Evangelio y Catecismo. Todos los días, después del toque de oración, se reunían para el rezo del Rosario.

Bartolomé Rossello y María Dedone tuvieron nueve hijos. Dos murieron en tierna edad. La cuarta entre los hijos y primera de las cuatro hermanas, fue nuestra SANTA.


Nació el 27 de mayo de 1811. El mismo día de su nacimiento fue bautizada, porque la piadosa madre no quería demorar en hacer cristianos a sus hijos. Le fueron impuestos los nombres de JERÓNIMA BENITA, pero su para familia era simplemente Benita, porque para los padres les sonaba a bendición.
¿Habrá sido esto, presagio de que la niña sería una bendición para ellos, para la Iglesia, para la Patria y para todo el mundo?

Vida y Virtudes de Santa Maria Josefa Rossello, Monseñor Luis Traverso. 1959

viernes, 22 de mayo de 2015

María Auxiliadora

Desde los comienzos de la era cristiana, en varias situaciones el pueblo creyente le ha dado a la Santísima Virgen el nombre de María Auxiliadora, pero fue instituida como fiesta oficial de la Iglesia por el papa Pío VII.

Había sucedido en el siglo XVI que en el pueblo católico europeo se confió a María para ganar la batalla de Lepanto contra los mahometanos que estaban arrasando con el catolicismo. Mientras la batalla se llevaba a cabo, el papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario, y efectivamente, a pesar de que eran menores en número la batalla fue un éxito. En agradecimiento de tan espléndida victoria san Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros.

En el siglo IX el emperador Napoleón se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el papa Pío VII. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa a la Virgen, prometiéndole que si lo libraba de esa prisión le dedicaría un nuevo día de fiesta en la Iglesia. Y así sucedió, el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

Más adelante, en 1868, en Turín, Italia, el sacerdote Juan Bosco (hoy santo) consagró la Basílica de María Auxiliadora, que había sido pedida al sacerdote por la misma Virgen María, que en una aparición le dijo que se la invocara con el título de Auxiliadora. Desde ese día, gracias a san Juan Bosco, esta advocación se propagó por todo el mundo hasta hacerse muy popular.


martes, 19 de mayo de 2015

Fiesta de Pentecostés


“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo”.


                                                                                                                  Hechos de los Apóstoles 2, 1-5


Pentecostés (“cincuenta días” en griego) se celebra 50 días después de la Pascua. Ese día, el Señor envía el Espíritu Santo sobre los apóstoles. Reavivados por esta “fuerza” que Jesús les había prometido antes de la Ascensión, se vuelven valientes testimonios de Cristo. Este episodio, relatado en los Hechos de los Apóstoles (Hch, 2) marca el nacimiento de la Iglesia universal y misionera.

Este día de Pentecostés, los apóstoles junto a María Santísima, están reunidos en el Cenáculo de Jerusalén. Con un ruido ensordecedor, lenguas de fuego se posan de repente sobre cada uno de ellos y todos se llenan del Espíritu Santo. Se ponen a hablar en otras lenguas y a dar testimonio públicamente de la resurrección de Cristo.


Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.


miércoles, 13 de mayo de 2015

Nuestra Señora de Fátima

Mientras Europa vivía la Primera Guerra Mundial, el 13 de mayo de 1917, la Santísima Virgen María se apareció en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: a Lucía Dos Santos, de 10 años, y a sus primos Francisco y Jacinta Marto, de 9 y 6 años respectivamente.
Sucedió que al mediodía los tres niños vieron cómo se encendía un relámpago de la nada y una señora bellísima se apareció. Los exhortó a la oración, especialmente del rosario, con el fin de apresurar el final de la guerra y para la conversión de los pecadores del mundo entero.
La señora se apareció otras cinco veces ese año, y los tres pastorcitos regresaron cada 13 al lugar de la aparición, una localidad llamada Cova de Iria, para hablar con la bella señora, mientras una multitud de fieles, cada vez mayor, los acompañaba al lugar.
Las autoridades civiles y religiosas intervinieron interrogando a los tres niños y encerrándolos en la cárcel para asustarlos y obligarlos a decir la verdad. Pero eso no detuvo el flujo de los peregrinos, y por ello fueron liberados.
En el mes de octubre del mismo año, durante su última aparición, la señora se reveló como la Virgen del Rosario, recomendando la oración y la penitencia.
Las apariciones fueron acompañadas de fenómenos meteorológicos, tales como, la danza del sol, que fueron atestiguados por miles de fieles.
En el tiempo en que sucedieron las apariciones, la Virgen, según testimonio de los videntes, realizó varias profecías y recomendaciones y entregó a Lucía tres mensajes conocidos como los tres secretos de Fátima.
En 1930 la Iglesia reconoció y autorizó el culto a la Virgen de Fátima.

sábado, 9 de mayo de 2015

Bicentenario de la Coronación de Nuestra Señora de la Misericordia


Coronación de 
Nuestra Señora de la Misericordia



El Papa Pío VII, deseoso de cumplir su promesa de agradecer a la Santa Madre, a quien se había encomendado, su liberación luego de tres años de duro cautiverio en Savona y dos en Fontanieblau, en poder de Napoleón. Coronó solemnemente a la Virgen el 10 de mayo de 1815, en una emotiva y multitudinaria ceremonia.
Al año siguiente, el Sumo Pontífice Pío VII, en plena y pacífica posesión de los Estados de la Iglesia, mandó acuñar una medalla conmemorativa del hecho. En el anverso se representó la imagen de Nuestra Señora de la Misericordia, a cuyos pies estaba arrodillado el Papa, en ademán de ofrecerle la corona, y con la inscripción latina que, traducida, dice: “Coronación solemne de la imagen de la Madre de Dios, en Savona”. En el reverso, la efigie de Pío VII, con su nombre y fecha.

El regocijo del pueblo savonés en aquel 10 de mayo, es imposible describirlo. No menos difícil sería querer referir el derroche de flores, adornos, luces, riqueza en ornamentos y en decoración, no sólo en el Santuario sino en toda la “ciudad de María”, como se gloría en llamarse la afortunada Savona.
  

En el Bicentenario de la Coronación de Nuestra Señora de la Misericordia, repitamos  junto a la Santa Madre Rossello, fiel hija de María y a quien a su instituto le confió su protección digamos: " Oh María, no nos abandones; enséñanos a conocer a Jesús, a servirlo y a amarlo de todo corazón... Oh Madre de Misericordia, míranos con tus piadosos ojos, y nuestra salvación será segura: y no los apartes jamás de nosotros, hasta que nos veas contigo en el Paraíso".


Oración


Santísima Virgen de la Misericordia,
Admítenos en tu presencia amorosa,
Acógenos bajo tu manto maternal;
No nos deseches,
Pues venimos con corazón arrepentido,
Anhelando conversión y perdón,
Bondadosísima Señora,
Perdón y compasión,
El pecado ha ofuscado
Muchas veces en tus hijos
La luz de la razón
Y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús,
Pero Tú eres madre y serás también intercesora,
Danos gracia, misericordiosísima Señora,
Para ofrecerte siempre, en adelante,
Mucho amor y mucha gracia.
Así sea.

jueves, 7 de mayo de 2015

Nuestra Señora de la Estrella, Reina y Madre de las Escuelas Cristianas


El culto y devoción a la Santísima Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de la Estrella, tiene su origen en el año 1060, en Montebourg, pequeña población de Normandía, Francia, siendo el protagonista el monje Rogerio, quien habiéndose quedado dormido en la playa y al despertarse se vio solo y desconsolado y, lleno de fe y conformidad con la voluntad de Dios, puso su pena en sus manos, pidiendo en sus oraciones le orientara en su apostolado.

En respuesta a sus oraciones tuvo una revelación donde se le ordenaba que, en el lugar donde viera caer una estrella del cielo, estableciera su morada y construyera ahí una capilla a la Santísima Virgen María.

Sin perder tiempo y, ayudado por la caridad y fe de la gente de la población, inició pobremente los trabajos de una capilla que, a través del tiempo llegó a ser un gran santuario, adjunto a la Abadía, fundada por el monje Rogerio, cuyos monjes se multiplicaron y fue centro de numerosas peregrinaciones, que dieron a esta Iglesia y a la imagen de la Santísima Virgen, ahí venerada, el nombre de Nuestra Señora de la Estrella.

En el curso de los siglos Normandía se ve asediada por guerras que destruyen la Iglesia y la Abadía, pasando por etapas de abandono y destrucción así como también de resurgimiento y nueva destrucción, hasta que en 1844 aún en ruinas es entregada a los Hermanos de las Escuelas Cristinas de la Misericordia, para su reconstrucción y centro de apostolado. Esta congregación, en 1935, a punto de extinguirse, solicita su adhesión a la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fundada por San Juan Bautista De la Salle, cuyas reglas seguían también ellos.

A partir de 1938 la congregación Lasallista recibe a los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la Misericordia y, con esta incorporación el Instituto de San Juan Bautista De La Salle toma a su cargo la Abadía y el Santuario y, desde entonces, vela por la conservación y difusión de la veneración y el culto a Nuestra Señora de la Estrella.

En 1960, noveno centenario de la fundación de la Abadía, se llevó a cabo la solemne coronación pontificia de Nuestra Sra. de la Estrella,  declarándola REINA, MADRE Y PATRONA UNIVERSAL DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS.

Los Hermanos Lasallistas consideran este santuario y la imagen de Nuestra Señora de la Estrella como un tesoro de familia y, es una coincidencia providencial que este hecho tenga relación con el signo oficial del Instituto: la estrella, signo del espíritu de fe que lo anima.






“CONFIEMOS QUE NADA NOS FALTARÁ, DE CUANTO SEA NECESARIO PARA NUESTRA SALVACIÓN, SI PROFESAMOS VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN”. 

San Juan Bautista de la Salle, 151.2



Nuestra Señora de Luján

Nuestra Señora de Luján, es patrona de Argentina, Paraguay y Uruguay. La imagen original es pequeña y sencilla, de solo 38 cm de altura, realizada en arcilla cocida y representa a la Inmaculada Concepción.

El origen de la advocación se remonta a 1630. Antonio Farías Sáa, un hacendado portugués que vivía en Santiago del Estero, quiso erigir en su estancia una capilla en honor de la Virgen. Solicitó a un amigo que le enviara una imagen de la Inmaculada Concepción de María. Para una mejor elección, su amigo le envió dos imágenes. En el mes de mayo de 1630, las imágenes de la Virgen llegaron a Buenos Aires y fueron trasladadas en un carruaje.

Luego de tres días de viaje pararon en la ciudad de Luján para descansar. Al día siguiente estaban dispuestos a continuar pero los bueyes no querían moverse. Después de intentos fallidos, bajaron uno de los cajones y los bueyes iniciaron la marcha sin dificultad. Intrigados por el contenido del cajón, encontraron al abrirlo una imagen pequeña de la Inmaculada Concepción. Los creyentes interpretaron el hecho como providencial, y entregaron la imagen para su custodia a don Rosendo de Oramas. La segunda imagen, que representaba a María con el niño en sus brazos, llegó a destino, y en 1670 se le construyó un santuario donde se la veneró bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación.

El primer santuario dedicado a Nuestra Señora de Luján se inauguró el 8 de diciembre de 1763 y en él hicieron profesión de fe y se encomendaron buena parte de los próceres argentinos durante la época de la emancipación: Manuel Belgrano, José de San Martín, Cornelio Saavedra, Domingo French, entre otros.

Además de rendirle homenaje por su participación en la gesta de la independencia, Belgrano era recordado con especial afecto por haber residido en Luján durante 1814 y haber consagrado trofeos de guerra a la Virgen de la villa. También el coronel Domingo French fue gran devoto de la Virgen de Luján la nombró patrona de su Regimiento Nº 3 de Infantería, y le donó dos de las banderas conquistadas en el segundo sitio de Montevideo.

En 1816 luego de liberar al pueblo chileno y antes de embarcarse para iniciar su campaña al Perú, el general José de San Martín visitó el Santuario de Luján para encomendarse a Nuestra Señora.

En 1930 se cumplieron 300 años de la llegada de la imagen a la Argentina. A principios de ese año, el obispo diocesano de La Plata y de Luján, monseñor Francisco Alberti, solicitó en nombre conjunto de los episcopados argentino, uruguayo y paraguayo al Papa Pío XI, la declaración oficial de la Virgen de Luján como patrona de las tres Repúblicas.

El 8 de setiembre de 1930 el Papa Pío XI nombró a la Virgen de Luján patrona de la Argentina, Uruguay y Paraguay.

En 1944 fue declarada patrona de las rutas argentinas y en 1948 de los Ferrocarriles Argentinos, en cuyas estaciones se multiplicaron las imágenes entronizadas de la Virgen. El 3 de junio de 1946 fue declarada patrona de la Policía Federal Argentina.

En el día de la festividad de Nuestra Señora de Luján, el 8 de mayo, miles de fieles se reúnen en la Basílica de Luján en su honor. Es la fiesta patronal del partido de Luján, razón por la cual se realizan numerosos festejos además de recibirse gran cantidad de peregrinos.