miércoles, 30 de octubre de 2019

San Norberto

San Norberto, nacido en Alemania, estaba emparentado con el emperador. Era culto y brillante. De joven fue dado a los deleites del mundo. Se afanaba por el buen vestir y por alagar a las damas con sus poesías.

Su conversión, ocurrió a raíz de una tormenta que le sorprendió cuando viajaba a Westfalia, poco antes de cumplir los treinta años. Cayó un rayo a los pies de su caballo y Norberto fue tirado al suelo. Quedó inconsciente por una hora y al despertar decidió dejar atrás la vanidad de su vida pasada. Se retiró a un monasterio para hacer penitencia y repartió todas sus riquezas entre los pobres.

Fue ordenado sacerdote y recibió del Papa la misión de ir a evangelizar. Recorrió para ello el norte de Francia descalzo y sin dinero. En muchas partes lo rechazaron y hasta en ocasiones tuvo que marcharse para evitar la violencia.

Asistió al concilio de Rheims y se le encomendó que fundara un monasterio, lo cual hizo en el Valle de Prémontré. Es por eso que los miembros de la orden que el fundó se llaman los Premonstratenses. Tuvo éxito y la orden se extendió por toda Europa.

Tuvo que dejar el monacato al ser nombrado arzobispo de Magdeburgo. Como obispo supo gobernar sin ser ni blando ni transigente. Trataron de varias veces de matarlo. Murió sin embargo de muerte natural, en 1134.

Venerable Ana María Fiorelli Lapini

Ana María nació en Florencia, quinta de 11 hijos, el 27 de mayo de 1809, hija del barbero José Fiorelli y de Rosalinda Pecorai. No habiendo podido ingresar en una comunidad religiosa porque su pobreza no le permitía reunir la dote necesaria, el 18 de febrero de 1833 se unió en matrimonio con Juan Lapini, amigo de familia y compañero de infancia. La unión no fue feliz, y Ana tuvo que sufrir por la vida disoluta del hombre, holgazán, jugador, frecuentador de cantinas y blasfemo.

Cuando Juan, después de haberse convertido, murió en 1842, ella, que tenía 35 años, se retiró a un modesto barrio fuera de la puerta de San Miniato para vivir en pobreza. El 17 de mayo de 1850, en la “Fantina”, una villa que le dieron los Scolopi, junto con otras seis compañeras, delante del altar y de un fraile franciscano de Monte alle Croci, se descalzó, cambió los vestidos seculares, se hizo cortar la larga cabellera y tomó el hábito franciscano, con el nombre de Sor Ana de las Sagradas Llagas. Nacía así el Instituto de las “Pobres Hijas de las Sagradas Llagas (Estigmas) de San Francisco de Asís”, llamadas Estigmatinas, para la educación de la juventud. La Congregación, aprobada por la Santa Sede en forma provisional el 25 de julio de 1855 y en forma definitiva el 19 de septiembre de 1888, se extendió rápidamente. Sor Ana hizo su profesión religiosa solemne en 1855 y cinco años después, el 15 de abril de 1860, murió en el retiro mayor del Instituto llamado de Santa María della Neve en el Pórtico de Florencia, donde recibió sepultura.

La vida de la Venerable Ana María Fiorelli Lapini estuvo llena de numerosas experiencias: de joven temerosa de Dios, prometida, esposa desdichada que ofreció la vida matrimonial como ofrenda por la conversión de su esposo, luego viuda piadosa consagrada a Dios en la Orden franciscana Seglar, finalmente fundadora de un Instituto Franciscano Regular. Una mujer fuerte, una madre que supo engendrar espiritualmente muchas hijas para la Iglesia. Decidida a dedicarse a Dios y al prójimo, no fue aceptada en ningún instituto, porque no tenía la dote. Se empeña entonces en fundar uno donde no sea necesaria la dote, poniendo inmediatamente las bases franciscanas para una nueva familia religiosa. Comienza en la pobreza, en la espiritualidad franciscana: pidiendo limosna para hacer el bien a los demás, en el empeño de oración y de trabajo, con ideas claras: “Sin amor por el prójimo, no es posible hacerse la ilusión de amar a Dios”.

En 2003 se promulgó el decreto de reconocimiento de las virtudes heroicas de la venerable.

martes, 29 de octubre de 2019

Venerable Padre Eladio Mozas

Eladio Mozas Santamera nació en Miedes de Atienza (Guadalajara) en 1837. Huérfano de padre desde los tres meses, vivió con su madre y con un tío sacerdote hasta la muerte de éste.

En 1845 se trasladó a Sigüenza, donde su madre contrajo segundas nupcias. A los once años, comenzó sus estudios en el Seminario conciliar de San Bartolomé de Sigüenza (Guadalajara) como alumno externo. En 1852 solicitó plaza de “maitinante”, siendo la nota del examen “sobresaliente en leer y traducir latín”. Con la concesión de la plaza, contrajo la obligación de asistir al coro en los días señalados y de colaborar con los canónigos en el rezo y canto del oficio divino. El 18 de febrero de 1853 recibió la tonsura clerical. En 1857 murió su madre de un cáncer. En 1860 continuó estudios de Teología en Madrid, completando las asignaturas que le faltaban para conseguir el título de bachiller en Artes. Se licenció en Teología en 1861 y en diciembre de 1862 obtuvo el doctorado de Teología en la Universidad Central de Madrid. Se ordenó sacerdote en abril de 1865 incardinándose en la diócesis de Plasencia (Cáceres), donde desarrolló una intensa vida sacerdotal. Las misiones populares en los pueblos fueron su primera tarea apostólica. El 27 de julio de 1866 tomó posesión de la parroquia de San Nicolás el Real, donde ejerció durante quince años de párroco.

Pasó además en ese mismo año de 1866 a impartir docencia como profesor del seminario. Realizó también una labor de dirección espiritual en el confesionario de su parroquia y como director espiritual de las religiosas agustinas recoletas de Serradilla, a quienes dirigió, desde 1871 hasta 1892, 549 cartas de alto contenido teológico, ascético y místico, y de gran belleza literaria.

En 1876 viajó a Roma en una de las peregrinaciones españolas logrando audiencia privada con Pío IX, exponiéndole al Papa la fundación de un instituto en que la suma gloria de la Santísima Trinidad fuese su fin último. El Papa le animó a comenzar. Eladio quería regenerar la sociedad mediante la vivencia de las actitudes de la familia de Nazaret en la familia, la escuela y el taller. Quiso llevar esto a cabo primeramente con varones, sacerdotes con regla y constituciones propias sin votos públicos y con amplitud para desempeñar toda clase de ministerios, pero no llegó a cuajar el proyecto, aunque esta idea fue seguida por varios sacerdotes en vida de Eladio.

En 1877 expuso el nuevo carisma del instituto a Margarita Delgado, una antigua dirigida, joven que tuvo que abandonar el noviciado de las agustinas recoletas de Serradilla por una extraña enfermedad. Margarita acogió el proyecto con entusiasmo. El padre Eladio empezó a crear, con esta joven y otras que se le unieron, escuelas de catequesis y oración en las que se imitaba la vida de Jesús, María y José. La gestación de la nueva institución fue larga y difícil. En mayo de 1879 el padre Eladio misionó en Don Benito y en junio de ese mismo año de 1879, el primer grupo de jóvenes que formó la congregación josefino-trinitaria se trasladó a la casa situada en Buen Suceso, n.º 2, en Plasencia (Cáceres). En mayo de 1881 ganó en oposición la vacante como canónigo penitenciario de la Catedral de Plasencia. En 1885 las jóvenes josefinas se encargaron del cuidado de los enfermos de cólera en Plasencia. El 18 de febrero de 1886, tras la aprobación diocesana de la Congregación y de sus Constituciones, las catorce primeras josefinas vistieron el hábito.

A los expertos a quienes encomendó el obispo Pedro Casas y Souto el estudio y conocimiento minucioso de la nueva Institución les pareció que debía aprobarse porque “[...] el objeto y fin de la referida asociación ha de contribuir muy provechosamente a moralizar e impedir la completa relajación de las clases artesana, trabajadora y proletaria”. En diciembre de 1888 fundó la comunidad de Hervás, en Cáceres, y en 1895 la comunidad de Ceclavín, también en Cáceres.

En enero de 1896 comenzaron los síntomas de una enfermedad, que fueron agravándose en los meses siguientes, y que ya no superaría. En agosto de 1896 el padre Eladio fue nombrado presidente de la Comisión Diocesana para el Congreso Eucarístico de Lugo. El 8 de febrero de 1897 celebró por última vez la santa misa, realizando el 2 de marzo la última visita a la comunidad de hermanas josefinas trinitarias, reunidas las de Plasencia, Hervás y Ceclavín, para aconsejarlas y despedirlas. Murió el 18 de marzo de 1897.

En 1917 se trasladaron sus restos mortales, del cementerio de Santa Teresa, de Plasencia, a la capilla de la Casa Madre del Instituto por él fundado. El 26 de noviembre de 1994 se clausuró el proceso diocesano del siervo de Dios en la Catedral de Plasencia, y el 3 de febrero de 1995 la Congregación para las causa de los santos otorgó el rescripto de validez canónica a las actas del proceso diocesano. Fue declarado venerable, por el Papa Francisco, el 28 de febrero de 2013.

Madre María Teresa de Jesús Rodón

Teresa Rondón Asencio (Enriqueta) nació en Barcelona el 26 de febrero de 1863.Los primeros años de vida de Enriqueta transcurrieron en medio del sufrimiento de la orfandad. No fue reconocida por su propia madre, su padre también siguió de cerca los avatares de su hija, pero tampoco hizo pública su paternidad.

Sin embargo, Dios iba cuidando a Enriqueta y la iba dirigiendo por el camino de la fe. A los 14 años, la joven encontró refugio en un internado. Allí de bajo la protección de la virgen del Buen Consejo, busco la ayuda de Dios se encontró con El, confió en El y dejo invadir por su gracia. En el internado, Enriqueta hallo la paz que tanto anhelaba y necesitaba, y aprendió a analizar la vida desde los valores del Evangelio. Inspiraba en la sencillez de la espiritualidad franciscana, comenzó a soñar con una Congregación que mitigara la marginación en la que se encontraban muchas niñas, especialmente las hijas de mujeres privadas de su libertad por uno u otro motivo.

Dios fue guiando los pasos de Enriqueta y la condujo ante el ilustre obispo de Astorga, don Vicente Alonso Salgado, quien aprobó su proyecto y la acogió en su diócesis. Su sueño paso a la realidad fundar la “Congregación de las Franciscanas de Nuestra Señora del Buen Consejo “, bajo el amparo de la Virgen María, Madre del Buen Consejo, y siguiendo los pasos de San Francisco de Asís, desde ese momento se empezó a llamar Teresa.

A pesar de su infancia y adolescencia carentes del amor, de cercanía, de calor de hogar, Dios forjó en Teresa Rondón una personalidad capaz de superar a todos los problemas sin traumas, y le enseño a mirar el futuro por encima de las miserias humanas en que había vivido. Acompañada de otros jóvenes, comenzó a vivir como grupo carismático el 14 de febrero de 1896 en Astorga (León).

Las jóvenes se entregaron a las necesidades del prójimo, mitigando cualquier sufrimiento; pero, a la vez, mantuvieron siempre encendida la llama del cuidado y la educación de las niñas más pobres, procurando evitar que la injusticia y el egoísmo las lleve a una marginación sin retorno.

Teresa recibió por sus ideales: porque el amor de Dios y el servicio a los hombres fuesen una realidad

En sus hijas. Pero el señor quiso llevárselas de los trabajos de la vida al descanso de la vida eterna el 28 de diciembre de 1903, a los 41 años de edad. Sus restos reposan en Pozuelo de Alarcón, Madrid.

En su paso por este mundo, la madre Teresa Rondón derramo muchas bendiciones y sembró vida a su

alrededor. Por ello, desde 1992 está en marcha un proceso para su beatificación. Ahora nos toca seguir sus huellas, para lograr ser lo que Dios quiere que seamos.

Venerable Padre Saturnino López Novoa

Saturnino nace en Sigüenza (Guadalajara) el 29 de noviembre de 1830. Fue el primogénito del matrimonio formado por Julián López Muñoz e Ildefonsa Novoa Bueno; tuvo dos hermanos, Silverio y Justa, que falleció a los pocos días de nacer.

No había cumplido todavía Saturnino los 5 años de edad cuando queda huérfano de madre; con todo, guardará de ella un recuerdo imborrable durante toda su vida.

Es la tía Manuela, hermana de la abuela materna de Saturnino y madre del futuro obispo de Huesca, Basilio Gil y Bueno, quien hará el oficio de madre con Saturnino e influirá poderosamente en su futuro:“Siempre he tenido por uno de los más señalados favores recibidos de Dios el haberme proporcionado para recibir mi crianza y educación a una persona tan virtuosa”. Así fue, la ausencia de su madre fue paliada por la ternura de la anciana tía y la bondad del tío Basilio, que propiciaron al niño un crecimiento psicológico armonioso y la maduración temprana de un carácter alegre, equilibrado, reflexivo y amante del orden.

La Providencia se sirve de la tía Manuela para que, desde su infancia, Saturnino descubra la orientación que caracterizará su sacerdocio como un ministerio de caridad. Así escribirá refiriéndose a su tía: "Le debo los sentimientos de caridad para con los pobres… Con ella daba la limosna de pan todos los viernes a cuantos pobres iban a recibirla, y yo era su confidente para el reparto de otras clases de limosna...”

A los 12 años inicia su andadura en el seminario de Sigüenza. En el año escolar 1851-1852 cursa Saturnino el séptimo curso de teología, con lo que finalizaba los estudios eclesiásticos. Tenía 21 años, pero no podía recibir la ordenación sacerdotal hasta los 24. Mientras que alcanzaba la edad establecida para ordenarse fue nombrado subdirector o celador del seminario. Este cargo frecuentemente se confiaba a un seminarista con la carrera terminada y en espera de las órdenes, para lo que se tenían en cuenta las cualidades y la trayectoria del elegido. Fue además nombrado catedrático de segundo de latinidad.

Está a punto de abrirse una nueva etapa en la vida de Saturnino. El 22 de mayo de 1853 su tío Basilio fue nombrado deán de la catedral de Barbastro, cuyo seminario diocesano, deteriorado en su parte material, tenía suspendidas sus actividades desde 1836. Para que gestionase su reapertura, el anciano obispo Fort y Puig comisionó a don Basilio, y el 1 de octubre de 1854 el seminario de santo Tomás de Aquino abría de nuevo sus puertas. Como no era fácil encontrar un equipo de superiores y profesores, don Basilio sugirió al Obispo llamar a su sobrino, que comenzaba a destacar en la diócesis de Sigüenza. Así, Saturnino se trasladó a Barbastro aquel otoño, para ser vicerrector del seminario y catedrático de filosofía.

Viviendo en el seminario, se consagra a la formación de los seminaristas y comienza los estudios de Derecho Canónico, que prosigue en el siguiente año escolar. Pero lo más importante para él es que en este curso recibe el presbiterado.

El 22 de septiembre de 1954, fue ordenado sacerdote. A primeros de octubre celebró su primera misa en el Santuario de Nª Sª del Pueyo, distante unos kilómetros de Barbastro.

A partir de este momento su vida queda ligada para siempre al Alto Aragón. Al lado de su tío don Basilio, como secretario particular durante el tiempo en que aquél fue vicario capitular y gobernador eclesiástico de Barbastro; cuando don Basilio ocupe la sede del obispado de Huesca seguirá a su lado como capellán, secretario particular, y también como Secretario de Cámara del Obispado. En junio de 1864 fue nombrado Canónigo Chantre de la Catedral de Huesca.

Con su tío viajó a Roma, para asistir al concilio Vaticano I, como secretario y teólogo consultor y en la ciudad eterna D. Basilio entrega su alma a Dios.

Si Saturnino, siempre fue consciente de que el sacerdocio es un don para el servicio del pueblo de Dios, ahora, libre de los asuntos administrativos de la diócesis, se dedicó con más empeño al confesonario y a la predicación. 

El amor de Cristo le urgía interiormente. Sacerdote humilde y piadoso, laborioso y caritativo, modelo de sacerdotes seculares, supo entrever los signos de los tiempos en la sociedad española del siglo XIX. No se contentó con lamentar los males de la época, entre los que se destaca la pobreza, sino que supo actuar de forma organizada.

Fue pionero de muchas obras sociales y apostólicas: la fundación de la casa para estudiantes pobres, la creación de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Huesca como lo había hecho en Barbastro..., pero su obra más conocida y en la que vuelca toda la generosidad de un sacerdocio vivido en plenitud, es la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, “su sueño dorado”, en cuya fundación contó con la inapreciable colaboración de santa Teresa Jornet, que supo valorar como el más rico don que el Señor hizo a su obra.

Falleció el 12 de marzo de 1905 en Huesca. El día siguiente a su muerte sus hermanitas, el cabildo, numerosos sacerdotes y laicos amigos y una legión de personas humildes socorridas por él acompañan su cadáver hasta el cementerio de Huesca, donde recibe sepultura y donde permanecerá hasta mayo de 1912, en que es trasladado a la cripta de la iglesia de la Casa madre de las hermanitas en Valencia, como era su deseo y donde se encuentra en la actualidad, recibiendo a numerosos devotos que se encomiendan a su intercesión.

Venerable Madre Paula de Jesús Gil Cano

Paula Gil Cano nace en Vera provincia de Almería en España, el 2 de febrero de 1849 y debido a la pobreza y problemas familiares, muy niña fue ingresada en la Casa de Misericordia de Cartagena (Murcia).

Aquí, su bondad, su dulzura, su responsabilidad era bien conocida de sus educadoras, de sus compañeras y de las pequeñas que estaban a su cuidado. Y aquí su corazón se fue enriqueciendo con la práctica de la caridad, de la sencillez y de la humildad.

Como todas las jóvenes de su edad, estaba en búsqueda; aspiraba a encontrar su camino en la vida. Cada día rezaba: Muéstrame, Señor, el camino de tu voluntad. Y pedía a la Virgen que le ayudara a descubrir lo que Dios quería de ella.

La trágica riada del Segura que inundó la capital murciana en 1879, vino a ser la respuesta a su interrogante sintiéndose llamada para prestar ayuda a las niñas que, a causa de ella, habían quedado sin padres y sin hogar.

Paula se ofreció gustosa no sólo a ser madre de los huérfanos y desamparados, sino también de los pobres, de los enfermos, de los ancianos que están solos y marginados.

Esta era su vocación. Había encontrado el camino de su realización personal y por tanto la verdadera felicidad. Porque sólo es feliz el que hace felices a los demás.

Paula no tenía nada, ni dinero, ni poder, ni influencia, ni excepcionales dotes personales, pero tenía mucha confianza y amor a la Virgen Inmaculada y un gran corazón.

• Un corazón maternal para las niñas huérfanas, a quienes procuraba alimento, vestido, calzado, educación y cariño.
• Un corazón que acogía a los pobres, a los ancianos, a los transeúntes.
• Que visitaba y servía a los enfermos, a los encarcelados. Y que enterraba a los muertos.
• Un corazón que oraba por todos.

Madre Paula vivía así el Evangelio de la caridad para con los pequeños y pobres; el evangelio del sufrimiento y del dolor porque quien no toma su cruz y me sigue no puedes ser discípulo mío. Vivió el evangelio del perdón derramado en quienes le hicieron sufrir y el evangelio del amor a todos.

Para dar continuidad a este carisma de amor y entrega a los más necesitados, fundó la congregación de Hermanas Franciscanas de la Purísima Concepción que el Papa León XIII aprobó en 1901, pasando a ser de Derecho Pontificio.

Madre Paula murió santamente el 18 de enero de 1913.

El 14 de octubre de 1995 se abrió el Proceso Diocesano de su Canonización en Murcia y se clausuró el 11 de octubre de 1997 para continuarlo en Roma.

Aquí, tras el minucioso estudio de la Positio, los Padres Cardenales y Obispos en la sesión Ordinaria del 20 de junio de 2017, presidida por el Cardenal Ángel Amato, han reconocido que la Sierva de Dios Paula de Jesús Gil Cano ha ejercitado en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y anexas.

Así lo publica el Decreto firmado por el Santo Padre Francisco, por el que Madre Paula ha sido declarada VENERABLE.

Beato Timoteo Giaccardo

Nació en Narzole (Italia) el 13 de junio de 1896. Fue bautizado el mismo día, recibiendo los nombres de José y Domingo. Después de encontrarse con el beato P. Santiago Alberione, siendo aún muy joven, ingresó en el seminario de Alba.

Sensible a las nuevas necesidades de los tiempos, y abierto a los nuevos medios de evangelización, en 1917, con el consentimiento de su obispo, pasó a la naciente Sociedad de San Pablo, como formador de los primeros jóvenes. Se le llamó «señor Maestro», querido, escuchado, seguido y venerado dentro del instituto y fuera de él. Fue el primer sacerdote y el primer vicario general de la Familia Paulina. Por su gran amor al Papa, en enero de 1926 fue enviado a Roma para abrir allí la primera casa filial de la Congregación.

En 1936 volvió a Alba como superior de la casa madre. Fidelísimo colaborador del Fundador, se prodigó sin descanso en favor de las congregaciones paulinas, a las que él llevó en sus brazos al nacer, orientándolas hacia una profunda vida interior y a sus respectivas modernas formas de apostolado. Su vida es un ejemplo actual de cómo es posible conciliar la más profunda vida espiritual con la más intensa vida apostólica.

Ofreció su vida para que se reconociera en la Iglesia la congregación paulina de la Pías Discípulas del Divino Maestro. El Señor aceptó su ofrenda. Murió el 24 de enero de 1948, víspera de la fiesta de la conversión de san Pablo. Sus restos mortales descansan en Roma, en la cripta del santuario dedicado a María, Reina de los Apóstoles, junto a la casa por él fundada. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 22 de octubre de 1989.

Beata María del Pilar Izquierdo

María del Pilar Izquierdo Albero, tercera de cinco hermanos, nació en Zaragoza (España) el 27 de julio de 1906. Sus padres, un matrimonio humilde y pobre de bienes materiales, pero rico en virtudes, inculcaron a la niña el espíritu de piedad, el amor a los pobres y una tierna devoción a la Virgen del Pilar. El 5 de agosto, fiesta de Santa María de las Nieves, llevaron a la pila del bautismo a María Pilar. Más tarde diría ella que ese era el día más grande de su vida, porque en él se hizo hija de la Iglesia.

Desde muy niña brilló en ella un amor exquisito a Dios y a los pobres. Se privaba a veces de su merienda y de sus cosas para ayudar a quien consideraba más necesitado que ella. Como nunca fue a la escuela, no sabía escribir ni casi leer, por eso se consideraría «una tontica» que no sabía más que «sufrir y amar, amar y sufrir».

Pronto provó en propia carne las punzadas del dolor y comprendió el valor redentor del sufrimiento. A la edad de 12 años fue víctima de una enfermedad misteriosa, que ningún médico supo diagnosticar. Después de cuatro años vividos por motivos de salud en Alfamén (Zaragoza), regresó a Zaragoza, donde comenzó a trabajar en una fábrica de calzado, siendo muy querida de todos, por su sencillez, su natural simpatía, su bondad y laboriosidad. Pero, el Señor quería llevarla por otros derroteros y la fue adentrando en el misterio de la Cruz. Y tanto amó María Pilar el sufrimiento que solía decir: «Encuentro en este sufrir un amor tan grande hacia nuestro Jesús, que muero y no muero... porque ese amor es el que me hace vivir».

En 1926, mientras volvía del trabajo, se fracturó la pelvis al caer del tranvía y, en 1929, quedó parapléjica y ciega a causa de multitud de quistes, teniendo que recorrer una vía dolorosa de más de doce años entre los hospitales de Zaragoza y la pobre buhardilla de la calle Cerdán, 24. Esta buhardilla se convirtió, no obstante, en una escuela de espiritualidad y en un remanso de luz, de paz y alegría para cuantos la visitaban, especialmente durante los tres años de la guerra civil española. Allí se oraba, se fomentaba la amistad evangélica y las almas discernían la vocación a la que Dios las llamaba.

En 1936 comienza Mª Pilar a hablar de la «Obra de Jesús» que habría de aparecer en la Iglesia y que tendría como finalidad «Reproducir la vida activa del Señor en la tierra mediante las obras de misericordia». El 8 de diciembre de 1939, fiesta de la Inmaculada, de la cual era devotísima, María Pilar se curó milagrosamente de su parálisis que la había tenido prostrada durante más de 10 años en el lecho. Desaparecieron también los quistes y recobró instantáneamente la vista. Inmediatamente puso en marcha la Obra, trasladándose, junto con varias jóvenes, a Madrid, donde ya había sido aprobada la Fundación con el nombre de «Misioneras de Jesús y María». Pronto se interpusieron los juicios humanos a los planes de Diosy le prohibieron ejercer cualquier apostolado, hasta que en 1942 el Sr. Obispo de Madrid erigió canónicamente la Obra como «Pía Unión de Misioneras de Jesús, María y José». 

Pasados dos años de fecundo apostolado entre los pobres, niños y enfermos de los suburbios, Dios la quiso llevar de nuevo por el camino de la Cruz. Se le reprodujeron los quistes del vientre y, a la enfermedad, se unieron los sufrimientos morales con los que Dios suele purificar a las almas que quiere llevar hasta la cima de la perfección. Calumnias, intrigas, incomprensiones desacreditaron su Obra y alejaron de la misma a varias jóvenes que le habían sido siempre fieles. Llegaron hasta tal punto las cosas que María Pilar, aconsejada por el confesor, en noviembre de 1944 tuvo que retirarse de su propia Obra. La siguieron nueve de sus Hijas.

El 9 de diciembre viajó a San Sebastián, último tramo de la subida al Calvario. Durante el viaje, en una noche gélida y por caminos cubiertos de nieve, se fracturó una piena en un accidente de coche. Un tumor maligno que se manifestó casi contemporáneamente, la hirió de muerte, pero no logró apagar la luz de su fe ni su firme convicción de que la Obra volvería a resurgir. Postrada en el lecho del dolor, abandonada de las criaturas, pudo saborear mejor el cáliz, mientras alentaba a sus Hijas diciéndoles: «Siento dejaros porque os amo mucho, pero desde el cielo os seré más útil. Volveré a la tierra para estar con los que sufren, con los pobres, los enfermos. Cuando más solas estéis más cerca estaré de vosotras».

Murió en San Sebastián, a los 39 años, el 27 de agosto de 1945, ofreciendo su vida por las Hijas que se le habían separado, a quienes recordaba con dolor y con cariño: «Las amo tanto, -decía- que no las puedo olvidar; aunque me pegaran y me arrastraran, quisiera tenerlas aquí. No quiero acordarme del mal que me hacen sino del bien que me hicieron. Bien sabe nuestro amado Jesús que más, mucho más de lo que me hacen sufrir quiero que les dé de cielo».

Sus Hijas, confiadas en las palabras de la Madre, permanecieron unidas bajo la dirección del Padre Daniel Díez García, que la había ayudado y asistido durante los últimos años de su vida. En 1947 llegaron a Logroño y, en mayo de 1948, el Sr. Obispo D. Fidel García Martínez las aprobó canónicamente como Pía Unión bajo el nombre de «Obra Misionera de Jesús y María». En 1961 fueron aprobadas como Congregación de Derecho Diocesano y, en 1981, fueron declaradas de Derecho Pontificio. La Congregación cuenta en la actualidad con 220 religiosas, repartidas en 22 casas por diversos puntos de España, Colombia, Ecuador, Venezuela, Italia y Mozambique.

La fama de santidad de la Venerable Mª Pilar Izquierdo se acrecentó de tal forma que, el Sr. Obispo de Calahorra, La Calzada-Logroño, Mons. Francisco Álvarez Martínez, vio oportuno iniciar la Causa de Beatificación y Canonización. El Proceso diocesano se realizó de 1983 a 1988.

El 18 de diciembre del 2000, S. S. el Papa Juan Pablo II declaró la heroicidad de las virtudes y el 7 de julio del 2001 aprobó el milagro atribuido a su intercesión. Fue beatificada el 04 de noviembre del 2001.

Beato Eustaquio Kugler

Hombre sencillo, linear a la hora de hacer el bien, a pesar del peso de su responsabilidad de Superior Provincial, obró en circunstancias especialmente difíciles como las que determinó el III Reich, fue sometido a interrogatorios extenuantes, se desmayó incluso durante uno de estos, El Beato Eustaquio demostró siempre, de forma clara y convincente, que la santidad es el deber de todo cristiano y de todo religioso que cumple su mandato con fidelidad y generosidad al Evangelio y a los hermanos.

Su nombre de pila era José. El Hermano Kugler, (1867 - 1946) ingresó a los 26 años a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, luego de haber entrado en contacto con esta comunidad durante la construcción de un hospital en Reichenbach (Alemania). Fue por 20 años Superior local, y de 1925 hasta su muerte en 1946, Superior Provincial de la Provincia de Baviera.

Como muchas otras órdenes religiosas y la misma Iglesia, los hermanos de San Juan de Dios fueron acechados por los nazis. También lo eran los mismos enfermos que ellos atendían. Muchos fueron deportados ya que los nazis los consideraban un tumor para la sociedad, pero el Hermano Kugler puso todo su empeño por salvarlos de la cámara de gas.

El 17 de agosto de 1943 hubo un gran bombardeo sobre Ratisbona. Los alrededores del hospital fueron destruidos. En cambio, este centro de salud quedó intacto. Podemos decir que aquí hay un santo, que nos ha salvado de la guerra y de las bombas, decía un pastor evangélico. Cuenta el padre Lizaso que un día Hitler pasó frente al hospital. Todos corrieron a asomarse a las ventanas para verlo. El hermano Kugler en cambio, no quiso mirarlo y decía a sus hermanos nuestro Fuhrer vive ahí, señalándoles el sagrario.

Soportó más de 30 interrogatorios de la Gestapo. Fue tal su impresión que durante uno de estos cayó desmayado. Además de no delatar a ningún hermano, ni a otras personas, mantuvo gran silencio en su comunidad sobre los interrogatorios y trato recibido. Ni se quejó ni insultó a los policías testimonia Lizaso.

Hubo hermanos que abandonaron la orden, deslumbrados por las ideologías nazis. Esto golpeó profundamente a al Hermano Eustaquio. Pero guardando la calma, se refería a los nazis diciendo: Esos árboles no crecerán hasta el cielo. No era una persona de oficiales estudios teológicos, pero sí de una espiritualidad ascética profunda, una innegable vivencia mística por su vida interior y profundidad de fe, que acompañaba a sus actos en auténtica respuesta de amor a Dios.

Los terribles sufrimientos y el dolor lancinante provocado por su enfermedad y soportados con paciencia y aceptando la voluntad de Dios, marcaron sus últimas, interminables semanas de vida. Con el anhelo de volver a su patria y como fervoroso devoto de la Virgen María y de San Juan de Dios, el Beato Eustaquio Kugler, devolvió su bella alma a Dios a los 79 años de edad y con 50 años de Profesión Religiosa detrás de sí.

El 19 de octubre de 1904 escribía: “Pertenezco por completo a Dios. Debo esforzarme continuamente por descubrir su voluntad y por realizarla plenamente. Si no lo hago, nunca podré ser feliz”. Su beatificación tuvo lugar el 4 de octubre de 2009 en Ratisbona.

Venerable Madre María Josefa Recio

Mª JOSEFA RECIO, nació el día 19 de marzo de 1846 en Granada (España). Fue bautizada el 21 del mismo mes en la parroquia de los Santos Mártires Justo y Pastor. Huérfana de padre a los diez años, pronto aprendió el arte de coser con tal pericia que a los dieciséis años trabajaba ya por su propia cuenta y responsabilidad, siendo una buena ayuda en la economía domestica. De espíritu sencillo, abierto y noble, se granjeó la confianza de algunas familias granadinas, económicamente fuertes, llegando a ser su “limosnera” en favor de otras familias necesitadas.

El 3 de febrero de 1864 contrajo matrimonio con Antonio Fernández Amador, en la misma parroquia de los santos Justo y Pastor, con quien convivió por espacio de 15 años sin haber tenido descendencia. La condición de casada de Mª Josefa no fue obstáculo para entablar estrecha amistad, humana y espiritual, con Mª Angustias Giménez Vera, que sentía inquietudes vocacionales. Parecían dos “almas gemelas” compartiendo trabajo, oraciones, aspiraciones.

Ambas jóvenes granadinas sintieron la llamada de Dios a entregar su vida a la causa de los pobres y enfermos. Dios tenía sus planes sobre ellas. Antonio murió y Josefa quedo libre de todo compromiso humano, libre pare volar y poder abrazar la vida consagrada, en unión de su amiga y confidente. En el soñar y peregrinar ilusionado de estas dos “almas gemelas”, apareció Benito Menni, que había llegado de Italia a España a restaurar la Orden Hospitalaria de S. Juan de Dios. En Granada, después de diversas peripecias, le abrieron sus corazones, le expusieron sus anhelos de fundar una congregación, se pusieron bajo su guía espiritual y Dios hizo lo demás.

Desde Ciempozuelos el P. Menni les hizo la siguiente invitación: “podéis venir si queréis”. Y las dos fueron allá, tras una huída nocturna, el 21 de junio de 1880. El P. Menni las esperaba en la estación de Ciempozuelos (Madrid), donde ya les tenía preparada una casita, en la que podrían cultivar el “germen” vocacional-fundacional. 

Más adelante, se instalaron en la “casa de las granadas”, la que será “casa madre” de la congregación, a la que fueron llegando hasta diez jóvenes dispuestas a «ROGAR, TRABAJAR, PADECER, SUFRIR, AMAR A DIOS Y CALLAR», (llamada 1ª Regla de la Congregación), a iniciar el Noviciado de la que será la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Esto acaeció el 31 de mayo de 1881. Como un granito de mostaza, la fundación estaba en marcha. 

Las cualidades de Mª Josefa movieron a Benito Menni a designarla primera superiora de la Congregación. Alejada de cualquier protagonismo, la humildad y el amor a Dios y al prójimo - hecho servicio en el necesitado - llenaron su existencia. Siempre destacó por su bondad y acogida a las hermanas y enfermas. 

Murió el 30 de octubre de 1883, en Ciempozuelos, a consecuencia de una peritonitis traumática desencadenada por los fuertes golpes ocasionados por una enferma mental en crisis. No dejó escritos propios, pero su legado espiritual quedó condensado en su Testamento Espiritual: “ Yo deseo y pido a Dios que en esta santa comunidad reine siempre la caridad. Querría que donde estuvieran reunidas dos o tres Hijas de Nuestra Señora que pareciese haber un coro de ángeles por lo mucho que se amasen entre sí. …Tened con las pobrecitas enfermas mucha caridad, sirviéndolas con amor y con las más repugnantes se esmeren más, considerando que representan a Nuestro Señor Jesucristo” (RMA , pág. 240), y en el ejemplo de su vida que permanece vivo en la Congregación. El 21 de junio de 1991 se inició el proceso de canonización. El día 8 de febrero de 2011, es reconocida, por una Comisión de Teólogos, en Roma, la heroicidad en la vivencia de las virtudes teologales. Su proceso de canonización sigue adelante... camino de la Santidad.

San Juan Grande Román

Juan Grande Román nació en Carmona, Sevilla, España, el día 6 de marzo de 1546 y fue bautizado a los pocos días en la parroquia de San Pedro. Fueron sus padres Cristóbal Grande e Isabel Román, matrimonio cristiano.

Su padre, artesano de oficio, falleció cuando Juan tenía 11 años. Juan recibió una esmerada educación cristiana en el seno familiar y desde los siete años como “niño de coro” en la misma parroquia de San Pedro donde había sido bautizado. Completó su formación humana y profesional en Sevilla aprendiendo el oficio de pañero o tejedor de telas. A los 17 años volvió a la ciudad natal donde trabajó como autónomo, de vendedor de telas, pero por poco tiempo, pues el mismo oficio le hizo entrar en una profunda crisis espiritual.

Abandonó su familia y ciudad y se retiró a una Ermita de santa Olalla, Marchena. Se dedicó a la oración, buscando con ansia cuál era la voluntad de Dios sobre su vida. De este retiro y reflexión tomó varias decisiones, la principal fue consagrarse a Dios por entero en castidad y pobreza, en el servicio a los pobres, enfermos y desvalidos.

En 1565 se fue a Jerez de la Frontera y allí se entregó totalmente a Dios en los pobres y enfermos. Dejó su ropa de seglar y se vistió un hábito de jerga y adoptó el sobrenombre de “Juan Pecador”, con el que será siempre conocido.

Inició una nueva experiencia atendiendo a unos ancianos pobres que llevó a su habitación: les cuidaba en sus necesidades y pedía limosna para ellos; así comprendió que su nueva vocación era el servicio a los pobres y necesitados.

En 1566, Juan Pecador, por consejo de un padre franciscano se dedicó, iniciando su nueva vida, a atender a los pobres de la “cárcel Real” y a algunos enfermos convalecientes que acogía. Tuvo una aparición de Cristo todo ensangrentado que le impresionó tanto y marcó su alma de buen samaritano, le pidió que lo sirviera en los enfermos y en los más necesitados. En una sala aneja a la capilla de la Virgen de los Remedios, en un hospitalito con ocho camas, los acogía y los atendía con verdadero amor misericordioso, ornamento de la más genuina caridad cristiana. Para ayudarles, atenderles y socorrerlos, pedía limosna por la ciudad, siendo un heraldo de la caridad, impregnando a la ciudad por su pobreza y humildad.

En la iglesia de los PP. Franciscanos se recogía para hacer su oración. Poco a poco aumentaban las necesidades a quien ayudar y determinó ampliar el local; ello le ocasionó disgustos con los cofrades de la Hermandad de la Virgen de los Remedios, y se lo impidieron. Era el año 1567. Mientras tanto consiguió un nuevo local junto a la iglesia de San Sebastián (o Letrán) que le dejó dos enfermerías del Hospital de San Sebastián y allí pudo organizar su hospital en mejores condiciones, recogiendo enfermos. De todos modos el seguía con la idea de crear y fundar un hospital nuevo, con calidad en la asistencia y medicinas, con nuevos criterios y conceptos en la forma de los cuidados de enfermería, atendiendo a los enfermos y pobres con una mentalidad nueva.

Llega a un acuerdo el 11 de mayo de 1572, con la Hermandad de Letrán que le cedió unos terrenos, parte de su camposanto, para que pudiera edificar a sus expensas un nuevo hospital , que se llamaría de Nuestra Señora de la Candelaria y dirigirlo por si mismo mientras viviera, quedando la construcción a la muerte de Juan, a disposición de la Hermandad.

Comienza trabajando en solitario, pero viendo su ejemplo pronto le llegarían refuerzos para ayudarle en tan humanitaria labor asistencial. Firmó el acuerdo con la Hermandad y comenzó de lleno a construir el hospital, poco a poco fueron surgiendo las enfermerías, la cocina, las dispensa, los patios y demás espacios y complementos del área del hospital. Viendo tantos pobres en su alrededor y en la ciudad lo dedicó a los más necesitados, a los convalecientes, a los incurables, lleno su corazón de la caridad de Cristo, su hospital estaba siempre abierto día y noche para todos los que lo necesitaran y a los que no los recibían en otros hospitales de la ciudad por, ser incurables, él gustoso los recibía para evitar el espectáculo del abandono de los mismos, que morían por las calles o aparecían muertos en los soportales.

El Hospital de Ntra. Sra. de la Candelaria se mantenía con una pequeña renta y en su mayoría de limosna.

La Fraternidad Hospitalaria fundada por San Juan de Dios, ya había calado y trascendido por toda España. La caridad y hospitalidad que prodigan sus Hermanos y continuadores en Granada y otros centros que ya han fundado es valorada y respetada en Madrid, Lucena, Córdoba. Recientemente ha sido aprobada el 5 de septiembre de 1571 por San Pío V, por Bula papal, como verdadera Religión, lo que le da carácter jurídico de Congregación religiosa. Pueden fundar otros hospitales y extenderse por todo el mundo.

Para San Juan Grande la vida entregada totalmente a Dios y al servicio de los enfermos era ya la razón de ser de su existencia. Conoció la obra fundada por Juan de Dios en Granada y continuada por sus discípulos, la visitó y se unió a ella con su Hospital en 1574, acogiéndose a las Reglas y aplicando su Hospital y forma de vida como lo hacia Juan de Dios. De su entrega ejemplar y testimonio se derivó que se fueran uniendo varios compañeros, y en consecuencia también el que pudiera con el tiempo ir ampliando su campo de acción de caridad asistencial en otras ciudades.

San Juan Grande tiene parte activa e importante en la reducción de Hospitales. El cardenal Arzobispo de Sevilla le encarga de que llevase a efecto esta tarea en la ciudad de Jerez. Suponía esta reducción la desaparición de algunos y la permanencia unos pocos, los cuales abarcaran todas las necesidades hospitalarias del lugar. Se buscaba una mayor eficacia hospitalaria; pero la medida al mismo tiempo lesionaba otros intereses de no pocos, apegados a los hospitales no tanto para servir a los enfermos, cuanto como medio de beneficios personales y familiares. Por eso mismo no habían de faltar resistencias, críticas y entorpecimientos. No le faltaron los sinsabores y disgustos y así se logró la reducción el 11 de febrero de 1593. Con ello se consiguió constituir y organizar en Jerez los tres hospitales. Esto exigió a Juan Pecador la ampliación de su Hospital, en camas, servicios y personal y así poder atender a cuantas necesidades se podían presentar.

Juan Grande siguiendo los “Estatutos de Juan de Dios” ejercía en el Hospital como Superior de la Comunidad religiosa y como Maestro de Novicios de los que querían seguir la misma vocación. Era el Hº. Mayor, administrador y responsable máximo del mismo, velando para que todo fuera hecho con orden, eficacia y caridad, compartiendo con los hermanos otras responsabilidades, e incluso tenía en el hospital un mayordomo, médicos, enfermeros y sirvientes.

Su vida era pobre y austera y de total dedicación a Dios y a los enfermos pobres. Dios era el centro de su vida, dedicando todo el tiempo disponible a la oración y contemplación, sobresaliendo por su grande devoción a la Eucaristía.

Junto a la vida interior de San Juan Grande, que vivía con especial intensidad, se dedicó en cuerpo y alma a la tarea externa de buscar, cuidar y servir a los pobres y enfermos, a recorrer calles y pueblos buscando limosnas y a multiplicarse en multitud de obras de misericordia. Su labor asistencial se extendía además a los soldados enfermos, a las mujeres prostitutas, e incluso a los niños enfermos y pobres, como catequista. Toda su vida exterior de trabajo estaba fundamentada en su vida de fe y de oración y era la clave de su espiritualidad; vivía dedicado plenamente a su comunidad y al hospital.

En 1600 se presentó en Jerez una epidemia de peste durante la cual San Juan Grande se prodigó con todas sus fuerzas y generosidad, quedando contagiado. Cayó enfermo

el 26 de mayo y murió el sábado 3 de Junio de 1600 en su celda del Hospital de Nuestra Señora de la Candelaria, en Jerez de la Frontera.

Pronto comenzaron las señales de veneración en su primitiva y humilde tumba, que fue en aumento día a día. Comenzada la causa de Beatificación y siguiendo un largo proceso, fue beatificado por Pío IX el domingo 13 de noviembre de 1853 y canonizado por Juan Pablo II el 2 de Junio de 1996. Fue proclamado Patrón de la Diócesis de Jerez en 1980.

sábado, 26 de octubre de 2019

Venerable Madre Elena Bettini

Elena Bettini, es la última de cinco hermanos, nace en Roma el 06 de enero de 1814. Frecuentó la escuela de las maestras Pía Filippine. La primera biografía que se conoce de ella la muestra dócil, muy obediente a sus padres, preocupada y atenta de sus estudios. Se sabe que superada la adolescencia comenzó a enseñar la Doctrina Cristiana en la Parroquia Santa María del Llanto.

El período histórico en que le correspondió vivir se caracterizó por la existencia de grandes y graves problemas sociales, la pobreza era fuente de ignorancia y sobre todo de miseria moral. Elena Bettini, es una figura que logró una particular inserción en la situación social de la época y su obra reviste pleno significado en la actualidad. La educación en la formación humana y religiosa de los más necesitados fundada en la confianza de la Divina providencia, fue su máxima ferviente sostenedora.

No obstante lo anterior, este tiempo para Italia fue, un siglo particularmente fecundo en fundaciones religiosas, sobre todo femeninas. Elena Bettini pertenece a este grupo de almas sensibles.

La vida de Elena Bettini, a los dieciocho años tiene un giro decisivo; cuando se dirigía a la Iglesia San Marco como era de costumbre, impedida por un fuerte temporal se cobijó en el templo más cercano a ella, la parroquia San Carlo ai Catinari, donde se acercó al confesionario, encontrando en esa ocasión al Párroco Tommaso Manini, Barnabita. Éste capta el alma sensible de Elena y con el tiempo le propondrá la Fundación de la Congregación de la Hijas de la Divina Providencia, cuya finalidad se orientará a la educación de la niñez desvalida de aquellos tiempos, concretizándose bajo el pontificado de Pío IX. En el transcurso del tiempo la congregación se extendió en Italia de Norte a Sur.

El libro de las crónicas de la Hijas de la Divina Providencia dice: “En la mañana del 21 de Diciembre de 1894 a las 01:15 hrs. pasaba a mejor vida la Reverenda Madre Fundadora Madre Elena Bettini, de 81 años no cumplidos; 60 de los cuales en su totalidad dedicados a la educación de los niños pobres. Sus hijas acongojadas, son fortalecidas por las virtudes y ejemplos de la Madre, que vivirá siempre en sus mentes y corazones”.

Fue declarada Venerable el 15 de diciembre de 1994.

Oración

Oh Señor, que en tu vida terrena has exhortado
a tener una ilimitada confianza
en la Divina Providencia del Padre y
a ofrecer nuestra vida al servicio de los
hermanos para testimoniar y realizar tu
Reino de amor, te pedimos que glorifiques
a la Venerable Madre Elena Bettini,
que a consagrado su vida a estos ideales.
Por su intercesión, concédenos la gracia que
confiadamente te pedimos...

Gloria al Padre...

Madre Elena Bettini, Ruega por nosotros



jueves, 24 de octubre de 2019

Monseñor Fulton John Sheen

Fulton John Sheen nació el 8 de mayo de 1895 en El Paso, Illinois, fue criado y educado en la fe Católica Romana. En 1919 fue ordenado sacerdote de la Diócesis de Peoria.

Pronto se convirtió en un teólogo de renombre y fue ganador el Premio Internacional Cardenal Mercier de Filosofía en 1923. Antes de ser nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Nueva York en 1951, ejerció como profesor de teología y filosofía y como párroco.

Ocupó el cargo de obispo auxiliar hasta 1966, cuando fue nombrado obispo de Rochester y hasta 1969, que fue designado arzobispo de la Sede Titular de Newport, Gales.

Durante 20 años dirigió el programa de radio nocturno The Catholic Hour (La Hora Católica) antes de pasar a la televisión y presentar Life Is Worth Living (La vida vale la pena) durante seis años.

El último programa presentado por Mons. Fulton fue The Fulton Sheen Program (El programa de Fulton Sheen), de 1961 a 1968.

Su labor en la esfera televisiva le hizo ganar dos veces el Premio Emmy a la “Personalidad Más Sobresaliente de la Televisión”.

En 1979 el arzobispo Fulton J. Sheen tuvo un encuentro con el papa San Juan Pablo II en la catedral de San Patricio de Nueva York. El pontífice le dijo: “Has escrito y hablado bien del Señor Jesús. Eres un hijo leal de la Iglesia”. Tras este último reconocimiento, Mons. Sheen falleció el 9 de diciembre de 1979. Será proximamente declarado beato, luego de la aprobación de un milagro atribuido a su intercesión.

Madre Angélica

Rita Antoinette Francis Rizzo–nombre que le dieron sus padres a la Madre Angélica– nació el 20 de abril de 1923 en la ciudad de Canton, estado de Ohio (Estados Unidos). Su vida estuvo marcada por muchas pruebas, como el divorcio de sus padres cuando tenía seis años y la situación de pobreza que enfrentó junto a su madre.

Cuando era adolescente se curó de un severo dolor estomacal luego de rezar una novena a Santa Teresa de Lisieux. “Ese fue el día que me di cuenta del amor de Dios por mí y comencé a tener sed de Él”, dijo la Madre Angélica.

El 15 de agosto de 1944, a la edad de 21 años, entró a las Clarisas Pobres de la Adoración Perpetua en Cleveland, estado de Ohio, y tomó el nombre de Hermana María Angélica de la Anunciación.

En la década de 1950 tuvo un accidente que le provocó una lesión en la espalda. Dos años después los médicos le dijeron que podía perder la movilidad de las piernas. La Madre Angélica le prometió a Dios que si la sanaba, construiría un monasterio en el sur de Estados Unidos.

La religiosa fue sanada y el 3 de febrero de 1961, Roma le dio permiso para fundar el Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles en Irondale, Alabama. En ese tiempo la población católica de la región era solo del 2%.

Con los años, la Madre Angélica se hizo conocida como una carismática evangelizadora. Pero en 1978, tras conocer que la estación secular en la que trabajaba planeaba emitir un programa que sintió blasfemo, renunció y decidió comenzar su propia estación.

El 15 de agosto de 1981 la Madre Angélica lanzó EWTN desde la cochera de la casa de las religiosas, con aproximadamente 20 empleados.

Hoy, EWTN transmite una programación de 24 horas al día a más de 310 millones de hogares en más de 140 países, y cuenta con alrededor de 400 trabajadores.

Funda en 1987, la Congregación Misioneros Franciscanos de la Palabra Eterna.

Además, EWTN actualmente maneja un catálogo de artículos religiosos y publica el National Catholic Register y ACI Prensa, entre otras empresas editoriales.


Su Santidad Benedicto XVI le otorga el premio Pro Ecclesia et Pontifice. Es el máximo reconocimiento que el Papa otorga a los laicos y a los religiosos para agradecerles su labor. Octubre de 2009.

Madre Angélica entregó su alma al Creador el 27 de mazo de 2016, a los 92 años en Hanceville, Alabama, Estados Unidos. 

Francisco Tito Yupanqui

Nació probablemente entre 1540 y 1550 en lo que se llamaba Khota Kawana (Mirador del Lago), Bolivia, fue hijo de Tola y Francisco Tito Yupanqui y provenía de una familia ya conversa al catolicismo que sin embargo conservaba muchas de las creencias aymaras. La región era considerada el lugar central de la vida religiosa andina, en el eje que iba desde el lago hasta el Cusco, por ello las congregaciones de misioneros se empeñaron en evangelizar a sus habitantes como prioridad. Primero fue la Orden de Santo Domingo de 1539 a 1574, luego continuaron los del clero secular, en 1589 la de San Agustín, más tarde la de San Francisco (1894) y los jesuitas en 1576 erigieron su centro de doctrinas en el poblado ribereño de Juli.

Bajo la influencia de los padres dominicos, el joven Tito Yupanqui creció espiritualmente admirando las obras de arte religioso europeo. En ese entonces, la región estaba dividida entre los Urinsayas, que apoyaban que el patrono de la población fuera San Sebastián y los Aransayas, que querían que sea entronizada la Virgen de la Candelaria, de los cuales Francisco Tito Yupanqui formaba parte.

Cuenta la leyenda que una noche, una bella mujer que cargaba entre sus brazos a un niño de meses apareció en el cuarto del indígena y que así el supo que era el destinado a hacer la imagen.

El rostro de la Virgen aparecida se clavó en la mente del hombre, quien a partir de entonces comenzó con sus ensayos hasta crear una figura en arcilla de una vara de alto, bastante tosca. Antonio de Almeida, párroco de la capilla local, la hizo colocar en el altar junto a las magníficas figuras llegadas desde Europa. Al poco tiempo el padre Antonio Montoro se hizo cargo de la congregación y ordenó que se retirara la tosca figura y que se la guardara en un rincón de la sacristía. Tito Yupanqui, avergonzado, se la llevó pero prometió seguir intentando hasta lograr una figura que fuera digna no sólo de acompañar a las otras, sino de ser la principal en el altar mayor. Decidió partir a Potosí para aprender las técnicas necesarias, ya que la población prefería que fuera un originario del lugar quien hiciera la imagen en lugar de traerla desde fuera.

El proceso de beatificación de Francisco Tito Yupanqui, indígena aymara escultor de la Virgen de la Candelaria de Copacabana, comenzó oficialmente el 21 de mayo 2011 en la basílica de Nuestra Señora de Copacabana, situada a orillas del lago Titicaca, a 158 kilómetros de La Paz.

Madre Elmina Paz de Gallo

Elmina Paz de Gallo nació en la ciudad de Tucumán, el 10 de Septiembre de 1833, hija de Manuel Paz y Dorotea Terán. Contrajo matrimonio a la edad de 24 años, con Napoleón Gallo, hombre de fuerte militancia política, nacido en la provincia de Santiago del Estero, ciudad en la que vivieron durante siete años. Fruto de este matrimonio, fue su hija María Jesús, quien murió a los tres años de edad.

Acompañó a su esposo en las vicisitudes de la inestable vida política de la segunda mitad del siglo XIX. Napoleón Gallo, murió el 1 de Junio de 1886, a la edad de sesenta y siete años, luego de una larga y penosa enfermedad.

Elmina se caracterizó por un profundo sentido de solidaridad, su casa estaba abierta a todo pobre, se preocupaba por todo abandonado de la sociedad, mendigos, enfermos, ancianos, huérfanos. Se comprometió en numerosas asociaciones caritativas, espacios en donde asumió un gran protagonismo.

El verano de 1886-87 encontró a Tucumán en una crisis sanitaria provocada por una epidemia del cólera que afectó a toda la población, especialmente a los sectores populares y rurales. La magnitud del flagelo superó las posibilidades de control del Estado provincial. La Iglesia local y diversas asociaciones se abocaron a la tarea de asistencia en favor de los damnificados, sin que se pudiera resolver el problema de atención de las víctimas pequeñas.

La urgencia por solucionar el vacío institucional y encontrar un lugar adecuado para atender a los huérfanos, motivó al fraile dominico Ángel María Boisdron, a que solicitara ayuda para los niños, a Elmina Paz de Gallo, quien a pesar de su reciente viudez no dudó en disponer de sus bienes, transformar su vivienda para acoger a los necesitados y aún más, asumir personalmente el cuidado de los huérfanos.

Cuando Elmina Paz dio inicio a su obra, transformó su vivienda en asilo el 28 de diciembre de 1886, respondió mucho más de lo esperado. “No sólo con mi dinero sino con mi vida toda ayudaré a estos niños huérfanos… Mi casa será la de ellos…”, fueron las palabras que dirigió a Fr. Ángel María Boisdron, expresando el deseo más profundo de su corazón.


Elmina murió en Tucumán el 2 de noviembre de 1911 y fue reconocida como una santa por entregar su vida para salvar a muchos.

San Bartolomé de los Mártires

Nació en Lisboa (Portugal) el 3 de mayo de 1514. Fue bautizado en la Iglesia de los Mártires, de ahí su nombre. Su familia era adinerada y generosa con los pobres.

Nació con una seña particular: tenía una cruz bien delineada en el exterior de su mano derecha, con una flor de lis en cada punta.

Cursó estudios elementales y después gramática y latín; en tanto, la predicación de los padres dominicos inspiraron su vocación al sacerdocio. Ingresó en dicha orden (1528), donde practicó la penitencia y la mortificación que le caracterizaron.

Después de su ordenación sacerdotal continuó estudios en Batalha. En 1551 asistió con su provincial al Capítulo General en Salamanca (España), donde recibió el doctorado en sagrada teología. Desempeñó el cargo de prior en el convento de Benfica (Lisboa) y años después, por obediencia, fue obispo en Braga (1559).

Su celo pastoral infundió en la feligresía el amor a Dios, por medio de la oración y la contemplación; asimismo, corrigió con firmeza, las costumbres incorrectas del clero y del pueblo. Participó en el concilio de Trento (1561) y, al regresar a Braga, convocó el IV concilio provincial (1564) para dar a conocer los decretos de Trento.

Renunció al arzobispado (1581) e hizo vida de retiro en el convento de Viana do Gástelo (Portugal) hasta su muerte acaecida el 16 de julio de 1590. Fue sepultado en este lugar, donde en 1609 colocaron sus reliquias en un mausoleo.

San Juan Pablo II lo beatificó el 4 de noviembre de 2001. Fue canonizado por el Papa Francisco en el año 2019.

Santa Inés de Montepulciano

Inés de Montepulciano nace en Gracciano Vecchio cerca de Montepulciano el año 1268, de la rica familia Segni.

Había nacido para ser esposa de Cristo. Ya en su misma cuna manifestó el cielo la elección divina con que había sido señalada: en el aposento donde nació aparecieron luminarias milagrosamente encendidas. A los nueve años se retiró al monasterio de Montepulciano para servir con mayor libertad a Dios. Y fue tanto su progreso en el cumplimiento de la santa Regla, en las observancias monásticas y en el ejercicio de todas las virtudes, de tal manera brilló su prudencia sobrenatural, que a la edad de quince años fue elegida Priora de un monasterio en Procena (Viterbo) que ella misma había promovido. Su humildad, que le hacía considerarse incapaz para desempeñar tal oficio, le hizo renunciar al cargo. Pero intervino el Sumo Pontífice y tuvo que aceptarlo.

Pasados veintidós años regresa a Montepulciano, llamada por sus ciudadanos para presidir un nuevo monasterio fundado por ella en 1306 y que puso bajo la Regla de San Agustín, y después de algunos años, "plena y totalmente" bajo la dirección de los dominicos, deseosa de caminar en la perfección bajo la regla de Santo Domingo.

Al fin, adornada de todas las virtudes y llena de méritos, voló a las bodas eternas el 20 de abril del año 1317. Fue canonizada por Benedicto XIII el 10 de diciembre de 1726.

Beato Elías del Socorro Nieves

El mártir agustino Elías del Socorro Nieves, nació en Yuriria (Guanajato, México), el año 1882. En 1904 ingresó en el seminario agustiniano de Yuriria. Ordenado sacerdote en 1916, desempeñó su primera actividad pastoral en distintas localidades del Bajío, hasta que en 1921 fue nombrado Vicario parroquial de La Cañada de Caracheo. Un lugar donde el P. Elías compartió con sus fieles pobreza, fe y trabajo.

A finales de 1926, el gobierno publicó una drástica disposición impidiendo cualquier actividad religiosa que no estuviese controlada por la autoridad civil. Surgió así una efectiva persecución de la Iglesia que obligó al P. Nieves a refugiarse en una cueva de un cerro próximo para prestar desde allí asistencia religiosa a sus parroquianos. Permaneció oculto durante algo más de un año, hasta que declaró su condición de sacerdote en un interrogatorio y fue encarcelado junto a dos rancheros que le acompañaban. Dio su vida por confesar a Jesucristo el 10 de marzo de 1928, cuando contaba cuarenta y cinco años de edad.

Primero fueron asesinados los dos rancheros y, a continuación, el P. Elías del Socorro Nieves. Fue beatificado por Juan Pablo II el 12 de octubre de 1997.“La vida y el martirio del padre Nieves, que no quiso abandonar a sus fieles a pesar del riesgo que corría – comentó el Papa en la ceremonia de beatificación –, son por sí mismas una invitación a renovar la fe en Dios que todo lo puede.Afrontó la muerte con entereza, bendiciendo a sus verdugos y dando testimonio de su fe en Cristo”.

Sus restos se veneran en la iglesia parroquial de La Cañada, en el municipio de Cortazar (Guanajuato), en México.

Madre Georgina FebresCordero

Georgina Josefa del Carmen Febres Cordero Troconis, nació el 16 de noviembre de 1861 en Mérida. Sus padres, el Dr. Foción Febres y Doña Georgina Troconis, le brindaron un hogar lleno de la fe católica, donde reinaba el amor que la impulso a buscar la voluntad De Dios en su vida. El 19 de diciembre del año 1861, nació a la vida Cristiana, en la fuente bautismal de la Capilla del Carmen. 

El 02 de diciembre de 1870, recibió el sacramento de la comunión.

Georgina, desde muy corta edad, era dada a entregarse por entero al servicio de Dios, y como no solo vivía a profundidad sus devociones religiosas, sino que tambien motivaba a su entorno familiar y comunitario a participar activamente con ella. 

Su padre falleció el 23 de octubre de 1873, cuando Georgina contaba con tan solo 12 años, convirtiéndose no solo en heredera de su nombre, sino de llenar el vacío dejado de su madre en lo que se refiere al desempeño de los cuidados domésticos y en la primera educación de sus hermanos más pequeños. 

El 13 de junio de 1830, ingresó al convento de Santa Clara, a los 29 años de edad. 

En el año de 1892 Georgina toma el Santo Hábito de religiosa en la comunidad de las hermanas de la Caridad de Santa Ana el 8 de septiembre, a su vez se aproximan acontecimientos políticos que influirán en el quehacer general de la ciudad de Mérida.

En 1898 inició un viaje a la Grita, estado Táchira, pero no le gustó y luego de dos años regresó a Mérida y el 5 de julio de 1900, inició la dirección del hospital San Juan De Dios, encargado por la hermana superiora, Dolores Enseñat. 

El 20 de febrero de 1903, la ahora, Madre Georgina dio la profesión perpetuamente Monseñor Antonio Ramón Silva, y al día siguiente 21 de febrero se realizó la elección canónica de la Congregación. 

En 1904, junto a otras hermanas emprende un viaje de seis días a la ciudad de San Cristóbal, haciéndose cargo del asilo de huérfanos y luego del Hospital Padre Justo. 

Para 1924 se inicia y culmina el proceso de afiliación a la congregación de los Dominicos de Santo Domingo de Guzmán, portando el habito negro y blanco y pasaría a llamarse Congregación de Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima.
Murió el 28 de junio de 1925, y sus restos reposan en el hospicio San Juan De Dios, cuna de la congregación, Mérida, Venezuela. Fundadora de la congregación de Hermanas Dominicanas de Santa Rosa de Lima en 1990, después de haber integrado la de las Hermanas de Santa Ana. 

Dejó como principio a todos sus hijos que se auxilien como niños y hombres y mujeres del mañana, que cuiden su aseo y sus pertenencias, que los mayores cuiden de los menores, y lo más importante que conservaran el santo Temor de Dios y así hacer el bien cuantas veces puedan.

El 28 de junio de 2005, 80 años después de su muerte, se inicio en la arquidiócesis merideña su proceso de beatificación.

Beato Bartolomé Díaz Laurel

Nació en la ciudad de los Reyes y Puerto de Acapulco, en el Barrio del Pozo de la Nación, aproximadamente en 1599.

En la primitiva Iglesia de Acapulco recibió los sacramentos de la iniciación cristiana.
Fue hermano lego de los Descalzos franciscanos de la Provincia de San Diego de México.

En el Convento de Nuestra Señora de Guía en Acapulco, surgió su vocación religiosa.
Ingresa para su formación al Noviciado del Convento de San Buenaventura, en Valladolid (hoy Morelia, Michoacán) donde recibió el hábito por vez primera el 13 de mayo de 1615 y por segunda ocasión el 17 de octubre de 1616; profesó como Hermano Lego el 18 de octubre de 1617.

No mucho después se ofreció para las misiones, marchando a Filipinas en 1619. Establecido en el convento de su Orden en Manila, se dedicó al estudio del japonés y a la práctica de la medicina y la enfermería. El convento tenía anexo un hospital en el que se daba acogida a los marineros y comerciantes japoneses que arribaban enfermos a la ciudad. Allí practicó la lengua japonesa y la enfermería, llegando a ser un notable profesional.

En 1623 llegó la hora de su ida al Japón, siendo asignado como compañero y ayudante del P. Francisco de Santa María. Se le ha llamado guía y vanguardia del P. Francisco, porque era Bartolomé quien programaba los viajes y actividades, y porque junto con el hermano Antonio de San Francisco estudiaba cuáles eran los sitios más seguros para conducir allí al sacerdote sin peligro. Se adelantaba él muchas veces a aquellos lugares, y llevaba personalmente sobre sus hombros el fardo con los ornamentos y enseres del culto divino.

Él y fray Antonio se encargaban también de las primeras lecciones de catecismo a los catecúmenos, quedando para el sacerdote la preparación más inmediata. Estos cursos de catequesis eran breves porque breves tenían que ser las estancias de los misioneros, pero suplía el fervor lo que el tiempo no daba de sí. Igualmente preparaban a los niños y a los demás cristianos a la recepción fructífera de los sacramentos. Atendía también a domicilio a los enfermos cristianos, y, cuando era llamado, también a los paganos, corriendo por caridad un grave peligro. Consta el amor que ponía fray Bartolomé en la preparación de los niños a la primera comunión.

Murió quemado vivo a fuego lento el 17 de agosto de 1627 en la colina de Nishizaka, en Nagasaki, Japón. Sufrió el martirio en grupo junto con él otros 14, entre laicos y un presbítero, dominicos y franciscanos. Bajo el poder del cruel y sanguinario Daifusama, Shogun del Japón, quien desató una cruenta persecución contra la fe católica. Los nombres de sus compañeros son: Francisco de Santa María (presbítero), y Antonio de San Francisco (religioso), los dos miembros de la Orden de los Hermanos Menores; Gaspar Vaz y María, esposos; Magdalena Kiyota, viuda; Cayo Jiyemon, Francisca, Francisco Kurobioye, Luis Matsuo Soyemon, Martín Gómez, Tomás Wo Jinyemon, Lucas Kiyemon y Miguel Kizayemon.

Fue Beatificado por el Papa Pío IX junto con 204 mártires del Japón, encabezados por el dominico Alfonso Navarrete, el 7 de julio de 1867 en la Patriarcal Basílica de San Pedro en Roma.