jueves, 28 de febrero de 2019

Beata Celestina Donati

Nació el 26 de Octubre de 1848 en Florencia, Italia.

Mariana Donati desde jovencita había consagrado su corazón a Dios y al servicio de la Iglesia. En Florencia encontró al P Celestino Zini, escolapio, Provincial de Toscana, que fue su director espiritual y le ayudó a orientar su vida. A los 40 años, imbuida de espíritu calasancio, inició definitivamente su obra que se llamaría Congregación de las Hijas Pobres de San José de Calasanz, dedicada a atender a niños abandonados y de familias desestructuradas para educarlos “con corazón de madre”.

Al fundar la nueva Congregación en 1889, Mariana tomó el nombre de Celestina de la Madre de Dios; sus compañeras comenzaron a llamarla afectuosamente «madrina» y así siguen nombrándola hoy las Calasancianas cuando hablan de su Fundadora. En el mismo año León XIII consagró personalmente como obispo al Padre Zini en la Basílica de San Pedro, nombrándole arzobispo de Siena. Cuando murió a los tres años, otros escolapios apoyaron la naciente Congregación: Mario Ricci, Giovanni Giovanozzi, Alfonso ML´ Mistrangelo...

Monseñor Zini dirigió numerosos escritos a las religiosas calasancianas. Después de su muerte, Madre Celestina los estructuró y completó preparando un precioso libro que se titula «Manuale Calasanziano» y que es como un amplio comentario espiritual de las primeras Constituciones. En dicho libro la Madre Fundadora describe así el carisma de su Instituto: «Las Hijas Pobres de San José de Calasanz, reunidas a la sombra del Tabernáculo, unidas entre sí con el vínculo sagrado de la caridad, teniendo un solo corazón y una sola alma, consideran como un deber sagrado edificar a quienquiera se les acerque, santificarse personalmente y dedicarse con celo a la educación de las niñas necesitadas que el Señor les confíe, uniendo a las riquezas de la contemplación las de una santa entrega».

Celestina fue una verdadera alma contemplativa entregada a hacer el bien a los pequeños, como Jesús. Escribió un libro de meditaciones sobre la Pasión del Señor, recientemente reeditado, y escribió páginas de gran riqueza espiritual en el «Manual» citado, en otro libro para sus religiosas titulado «Devote pratiche giornaliere» y en numerosas cartas. Ella instauró en 1900, en la iglesia de la casa madre de Florencia, la Adoración Eucarística cotidiana como forma de oración continua calasancia para sus religiosas y niñas. Un siglo después continúa diariamente esta plegaria a Jesús eucarístico, expuesto en el altar mayor, en cuyos laterales están enterrados respectivamente Madre Celestina y Monseñor Zini.

El 18 de Marzo de 1925 fué acogida santamente en el seno de Nuestro Señor.

Beatificada el 30 de Marzo de 2008 por su Santidad Benedicto XVI.

Venerable Madre Tecla Merlo

Tecla Merlo nació en Castagnito (Cuneo, Piamonte) el 20 de febrero de 1894, segunda de los cuatro hijos de Héctor y Vincenza Rolando.

El 27 de junio de 1915 encuentra por primera vez a don Santiago Alberione en Alba, en la iglesia de los Santos Cosme y Damián y sigue su invitación de quedar en la ciudad para dar inició a su “aventura” de futura Hija de San Pablo.

El 22 de julio de 1922 pronuncia la profesión religiosa privada y recibe el nombre de Tecla; don Alberione la nombra Superiora general del naciente Instituto.

En marzo de 1936 inicia el primero de una largas serie de viajes en las distintas partes del mundo, para encontrarse con sus Hijas y confirmarlas en el camino de la vocación paulina.

El 28 de junio de 1961, en la fiesta de la Santísima Trinidad, ofrece la vida para que todas las Hijas de San Pablo sean santas. Murió en Albano (Roma) en la clínica Regina Apostolorum el 5 de febrero de 1964.

El 22 de enero de 1991 fue proclamada venerable.


Oración por la Beatificación por la beatificación de la Venerable Sor Tecla Merlo


Santísima Trinidad, te doy gracias por los singulares dones de luz,
gracia y virtud que concediste a la venerable Tecla Merlo,
y por haberla elegido y constituido madre sabia
y guía segura de las Hijas de San Pablo.
Por su intercesión, concédeme vivir sus grandes amores:
Jesús Maestro, la Eucaristía, la Iglesia, la humanidad y el Evangelio,
anunciado a todos con los instrumentos de comunicación social,
hasta el sacrifico total.
Señor, si está dentro de los designios de tu sabiduría divina,
glorifica a esta Servidora fiel, para gozo de la Iglesia,
y para bien de la humanidad, y por su intercesión,
concédeme lo que te pido... Amen.

Gloria al Padre...

Venerable Madre Esperanza González Puig

Nació en Lleida, el 19 de mayo de 1823, en el seno de una familia acomodada. Su padre era empleado del Ayuntamiento, donde vivía la familia. De los seis hijos del matrimonio sobrevivieron dos: Francisco, personaje ilustre de la ciudad, y Esperanza, la más pequeña.

Creció Esperanza en un ambiente cristiano y rodeada del cariño de los suyos. El padre murió cuando ella tenía doce años, y cuando había cumplido los diecisiete, falleció la madre. Esperanza queda sola, su hermano estudiaba Derecho en la Universidad de Cervera, queda bajo la tutela de Margarita, la sirvienta, y de la Virgen María, a quien escoge como Madre.

Desde niña sintió especial inclinación por la vida contemplativa; dedicaba amplio tiempo a la oración refugiándose en la soledad y el silencio, pero no era menos vivo en ella el deseo de trabajar en el mundo por el Reino de Cristo. Esta aparente contradicción llevaba inquietud a su espíritu e incertidumbre en el camino a seguir, quería entregarse totalmente al Señor y no sabía cómo. Deseaba el recogimiento y comenzó a llevar vida de religiosa en el propio hogar, su corazón lo necesitaba. Gran admiradora de Sta. Teresa de Jesús, le atraían las Carmelitas Descalzas, pero su carácter inquieto no se avenía con la vida de solo contemplación, Dios la tenía destinada para otra misión.
La respuesta le llegó el 19 de septiembre de 1851, momento en que tuvo la experiencia fundante, Dios le manifestó su voluntad a través de la imagen de Cristo atado a la columna y rodeado de un grupo de mujeres por las que Jesús sufría, porque andaban por caminos equivocados. Ante esta imagen, Dios le hace entender que quiere que funde un Instituto para aliviar su dolor y colaborar con Él en la redención-liberación de esas mujeres. En otro momento, es el Corazón de María quien le confirma la voluntad de su Hijo.

No fue ésta la primera experiencia mística, ni tampoco la última, pero sí el punto de partida para fundar el Instituto en el que entregaría su vida al Señor, dedicándose al cuidado integral de la mujer marginada. Cuando veía jóvenes desamparadas, las miraba como a hijas propias, nos cuenta ella misma. Trataba de devolverlas la libertad y la dignidad perdida, y se preocupaba de ofrecerles los recursos necesarios para que pudieran desenvolverse en la vida.

Tuvo que superar muchas dificultades. Unas personales, no podía creer que hubiera sido escogida para esta obra y que fuese ésta la voluntad de Dios, ¿no será todo una ilusión?, pensaba. Otras provenían de fuera, el nuevo Obispo, antes de dar la aprobación por escrito, le propuso unirse al Instituto de las Adoratrices, recién fundadas.
Su gran amor a Dios y el deseo de recuperar a la mujer marginada, la sostuvo y movió en medio de las contrariedades. También contó con el apoyo de personas de gran virtud, que intuyeron desde el origen que era Obra de Dios.

Su hermano, ya de vuelta a casa, tras escuchar la llamada de Dios y realizar sus estudios eclesiásticos, se ordena sacerdote y se convierte en el más firme puntal del Proyecto de su hermana. La casa paterna, con su huerto contiguo, que había heredado, la cedió a Esperanza, pasando a ser la cuna y hogar del nuevo Instituto.
El 19 de junio de 1862, Esperanza González y otras tres jóvenes, después de un mes de Ejercicios Espirituales, iniciaron vida de comunidad, comenzaban así a caminar las Esclavas del Inmaculado Corazón de María, y se proponían la propia santificación, rogar por la Iglesia y ejercitarse en la acogida, en el amor redentor hacia la mujer marginada.

Muchas son las virtudes que practicó Madre Esperanza: Vivió en alto grado la humildad, la obediencia, la mortificación y la caridad heroica, “amar o morir”, decía. El amor filial al Corazón de María fue tomando fuerza a lo largo de su vida, y bajo su protección puso el Instituto.

Fue extraordinario en ella el don de la oración, durante la cual, a veces, era favorecida con gracias especiales. Una de ellas es la que recibió el día 27 de agosto de 1851, estando en la Iglesia de las Carmelitas Descalzas, un serafín transverberó su corazón abriéndole una profunda herida en el costado izquierdo y agujereándole las cinco piezas que en ese momento llevaba sobrepuestas. (La Congregación conservó en un relicario dichas piezas agujereadas, hasta la guerra civil española de 1936, momento en que desapareció).

Proyectaba la Madre un viaje a Roma, para pedir al Santo Padre la aprobación de la Congregación, pero no pudo llevarlo a cabo, porque el cólera morbo había empezado a hacer estragos en la península.

La primera quincena de julio de 1885 llegó a la ciudad de Lleida la temible enfermedad, y el día 24 escribe a sus hijas de Figueras:
“Tal vez no nos escribamos más, si es que me toca en suerte, ya pueden rogar al Señor implorando su misericordia. Yo estoy tranquila y conformada para pasar todo lo que nuestro Señor quiera… Tengan valor y no se amedrenten, que no sucederá sino lo que Dios quiera. Seamos muy buenas, muy observantes y llenas de caridad, que venga lo que el Señor disponga”.

La mañana del día 3 de agosto, aparecen en ella los primeros síntomas de la enfermedad, sufre un violento cólico y una fuerte hemorragia que le obliga a guardar cama. Ya no se levantará más, la enfermedad sigue su curso rápido. El día 5, a las nueve de la mañana le administran el Sacramento de la Unción, y desde entonces apenas aparta los ojos de una imagen de talla de nuestra Señora de la Esperanza que tiene al pie de la cama. Las horas transcurren graves y lentas. Y a las cuatro de la tarde, víctima del cólera morbo, Madre Esperanza entrega su alma a Dios rodeada de sus hijas y de cuantos la querían. Tenía 62 años.

No pudo ver la aprobación pontificia del Instituto, pero presenció cómo la Congregación había arraigado y extendido sus ramas hacia Figueres (Girona), Jaca (Huesca) y Mahón (Baleares).

Con fecha 12 de abril de 2005, los teólogos se pronunciaron con un voto positivo unánime, sobre la Heroicidad de sus Virtudes, y el día 28 de abril del año 2006, fue declarada Venerable por el papa Benedicto XVI.

domingo, 24 de febrero de 2019

Beata María Ludovica De Angelis








Una de las primeros dibujos realizados en honor a la Beata María Ludovica, y compartido en la página oficial: http://sormarialudovica.com/

martes, 19 de febrero de 2019

San José Cafasso

Este humilde sacerdote fue quizás el más grande amigo y benefactor de San Juan Bosco y, de muchos seminaristas pobres más, uno de los mejores formadores de sacerdotes del siglo XIX. Nació en 1811 en el mismo pueblo donde nació San Juan Bosco. Una hermana suya fue la mamá de otro santo: San José Alamano, fundador de la comunidad de los Padres de la Consolata. Desde niño sobresalió por su gran inclinación a la piedad y a repartir ayudas a los pobres. En el año 1827, siendo Caffaso seminarista se encontró por primera vez con Juan Bosco. Cafasso era de familia acomodada del pueblo y Bosco provenía de una familia humilde y absolutamente pobre.

Tras ordenarse como sacerdote, a la edad de 21 años, el santo viajó a Turín, a perfeccionar sus estudios en el instituto "El Convictorio". Sus habilidades estudiantiles fueron premiadas al ser nombrado como profesor de la institución académica, y luego como rector por doce años. San José Cafasso formó más de cien sacerdotes en Turín, y entre sus alumnos tuvo varios santos.

En Turín, que era la capital del reino de Saboya, las cárceles estaban llenas de terribles criminales, abandonados por todos. Sin embargo, San José Cafasso decidió evangelizar ese lugar, y con infinita paciencia y amabilidad se fue ganando los presos uno por uno, los hacía confesarse y empezar una vida santa. Además, el santo acompañó hasta la horca a más de 68 condenados a muerte, y aunque habían sido terribles criminales, ni uno sólo murió sin confesarse y arrepentirse.

La primera cualidad que todos notaban en este santo era "el don de consejo", cualidad que el Espíritu Santo le había dado para saber aconsejar lo que más le convenía a cada uno. Otra gran cualidad que lo hizo muy popular fue su calma y su serenidad. Algo encorvado (desde joven) y pequeño de estatura, pero en el rostro siempre una sonrisa amable. Su voz sonora, y encantadora, y de su conversación irradiaba una alegría contagiosa.

Falleció un sábado 23 de junio de 1860, a la edad de sólo 49 años. Su oración fúnebre la hizo su discípulo preferido: San Juan Bosco. Antes de morir escribió esta estrofa: "No será muerte sino un dulce sueño para ti, alma mía, si al morir te asiste Jesús, y te recibe la Virgen María". Fue canonizado por el Papa Pío XII en 1947.

Beata María de la Providencia Smet

Nació en Loos-Lez-Lille en Francia, en el seno de una familia que disfrutaba de un relativo bienestar. Se llamaba Eugenia Smet. A los once años ingresó en el convento del Sagrado Corazón de su ciudad natal, donde permaneció hasta los dieciocho, y allí nació su permanente afán por ayudar a las almas del purgatorio.  Al regresar a su hogar,  parte de ayudar a los necesitados de su pueblo, decidió, aconsejada por san Juan Bautista María Vianney, fundar un Instituto religioso llamado Instituto de las Auxiliadoras de las almas del Purgatorio, cuyo fin era ayudar, con la oración, a las almas del Purgatorio.
Marchó a París en 1853,  y muchas dificultades le salieron al paso, sobre todo de las autoridades religiosas locales. Eugenia María no se arredró y escribió al papa, quien le mandó su bendición. Con ello, el arzobispo de Cambrai y el obispo de Belley patrocinaron su obra; Eugenia María se convirtió en superiora de un grupo de jóvenes acordes con su proyecto.
El 1º de julio de 1857 cada una de las congregantes tomó un nuevo nombre; el de Eugenia María fue cambiado por María de la Providencia, en la que nunca dejó de confiar; pues su frase preferida era "Es necesario ayudar bien a la Providencia". Como carecían de capellán, el superior de la Compañía de Jesús les envió al padre Basuiau, quien las dirigió espiritualmente. En 1858, en un acto presidido por el arzobispo de París, profesaron las primeras veintiocho novicias. A partir de ese momento, el número de postulantes fue creciendo.
En 1863, la madre María, como superiora general, realizó su primera fundación en la ciudad de Nantes. Tres años después el padre Basuiau partió hacia China. El vicario apostólico de Kiang-Nan solicitó en 1867 la fundación de una casa en China. En octubre de ese año partieron para dicho lugar las primeras hermanas, y posteriormente las siguieron otras. De distintos países llegaron pedidos de nuevas fundaciones. El 26 de agosto de 1867 la madre María de la Providencia recibía la confirmación de la congregación que le enviaba el sumo pontífice.
La infinita paciencia con la que soportó varios sufrimientos provocados por un cáncer, demostraron claramente la grandeza de su personalidad. No por eso cejó en su actividad. Tuvo todavía fuerzas para organizar un nuevo convento en Bruselas, pero sus energías disminuían. La guerra franco-prusiana de 1870 aumentó sus congojas. Pudo sacar a sus novicias de París, antes que los alemanes la sitiaran, y enviarlas a Nantes y a Bruselas.
Entretanto, el cáncer continuaba su desarrollo inexorable, sin dejar a la víctima más que la fuerza necesaria para sufrir. Pocos días después del armisticio de 1871 murió y, su rostro crispado por el dolor, recuperó su atractiva expresión de serenidad. La Congregación de Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio, mantuvo el ritmo de su desarrollo después de la muerte de la madre María de la Providencia. Su beatificación fue declarada por Pío XII en 1957.

Venerable Madre María Güell y Puig

En Valls, ciudad que se extiende en el amplio campo de Tarragona y que es eminentemente histórica, nace MARÍA GÜELL Y PUIG, el 24 de junio de 1848.

Sus padres, Francisco Güell y Antonia Puig, conservan en su hogar las cualidades propias de una familia profundamente cristiana: amor a Dios, unión familiar y trabajo. Sencillos campesinos, pero auténticos cristianos, siendo sus costumbres irreprochables la mejor base para la piedad de María Güell.

¡Dichosos los niños y niñas a quienes el señor otorga unos padres profundamente cristianos!. Tal dicha cupo a María Güell, Dios se sirvió primeramente de sus padres para educarla en una auténtica vida cristiana.

Momentos después de su nacimiento recibe la gracia del Bautismo, presteza con que Dios quiere purificar su alma.

El sacramento de la Confirmación, que dispone al cristiano para colaborar en el apostolado de la Iglesia y le fortalece para mantenerlo firme enla fe, lo recibe pocos meses después de su nacimiento.

Apenas llegó a la edad del discernimiento, se acercó a recibir lel sacramento de la Penitencia y luego fue admitida a la Eucaristía, dada la precocidad de su piedad.

Había escuchado la Palabra de Dios en la instrucción catequética que recibía en la escuela de San Roque de Valls. Amaba mucho a la Virgen. Ella misma propagaba el amor a la Madre de dios cuando fervorosamente rezaba el Rosario y el Ángelus en el taller de modistería y estimulaba a las compañeras para visitar a la Virgen de la Candela, patrona de Valls.

Pasan los años y siente el deseo de consagrarse al Señor. Dios le marca por fin la trayectoria: Religiosa de la Caridad. El Hospital de Cervera (Lleida)-España-, diócesis de Solsona, fue la comunidad religiosa dedicada a la caridad, en la que entró el día 24 de abril de 1872.

En 1884 la Madre María Güell es nombrada superiora, cargo que desempeñó sin interrupción hasta el año 1899.

Durante todos estos años y pasando por recias pruebas, animada por la acción del Espíritu Santo, concibe un proyecto de más largo alcance: transformar su comunidad en un Instituto religioso que pudiera abarcar ampliamente el ejercicio de la caridad más allá de los límites de aquel Hospital. Sus anhelos de caridad generosa y universal van tomando cuerpo con la luz y fuerza del Espíritu, hasta convertirse en la obra del Instituto que ella por fin logra fundar el 14 de septiembre de 1899.

El 14 de junio de 1921, tras una breve pero dolorosa enfermedad, la Madre María Güell i Puig entrega su alma a Dios con una gran paz y “contenta de haber consagrado su vida a Dios y a la caridad” y con el gozo de ver su obra en crecimiento.

Su santidad de vida, muy patente a los que la conocieron, hizo que en 1952 y tras recibir algunas personas gracias especiales por su intercesión, se abre el proceso para la Causa de la Madre María Güell. El 6 de abril de 1998 el Papa Juan Pablo II la proclamó Venerable.

Si bien la obra comenzó con el cuidado de los enfermos tanto en hospitales como en la vela a domicilio, el carisma que legó a sus hijas las Misioneras Hijas del Corazón de María incluye todo tipo de ministerios en los que se practique la caridad con sencillez y humildad: “El Carisma del Instituto, heredado de la Madre Fundadora y reconocido por la Iglesia, es el seguimiento de Cristo por el camino de los consejos evangélicos, viviendo el Evangelio en el ejercicio de la caridad con sencillez y humildad a la luz y ejemplo de la Virgen María tan sencilla y humilde de Corazón”.

Hermano Pedro Marcer Cuscó


Nació en Aviñonet (Cataluña-España) el 1º de octubre de 1854. Profesó en la Congregación Claretiana el 16 de julio de 1879, y al año siguiente fue destinado a Chile, llegando a Santiago el 1º de junio de 1880. 

Casi toda su vida ejerció el oficio de portero en el Convento del Corazón de María distinguiéndose por sus grandes virtudes. Fue humildísimo y amantísimo de la pobreza y de la mortificación. En la Portería fue un verdadero Misionero que salvó innumerables almas. Vivió abrazado en el amor de Dios, decía: “Ojalá tuviese la dicha de dar mi sangre por amor a mi Dios”. Y dirigiéndose al Corazón Inmaculado de María expresaba los mismos deseos del martirio: “Ojalá pudiese dar la vida por amor a Vos y por defender a nuestra santa y muy amada congregación”. 

Falleció en Santiago de Chile a la edad de 73 años. En 1963 su causa fue introducida.


lunes, 18 de febrero de 2019

Beata Eugenia Joubert

Nació en Yssingeaux (Le Puy), Francia, el 11 de febrero de 1876. Su vida infantil transcurre en su hogar, donde sus padres le procuran educación civil y formación religiosa. En 1895 Eugenia definió su vocación religiosa; ingreso con las Hermanas de la Sagrada Familia del Sagrado Corazón; curso el noviciado en Saint Denis y profeso en 1897. Se dedico con apasionada entrega al apostolado y a la enseñanza del catecismo. Por su exitosa labor evangelizadora, se le invito a colaborar en Francia, Bélgica y Roma. En 1902 enfermó gravemente, por lo que se le trasladó a Roma, donde residió hasta recuperar su salud. En 1904 regreso a Lieja, Bélgica, recayó y permaneció en cama varias semanas hasta que expiró. Su cuerpo reposa en la casa central de su congregación. San Juan Pablo II la beatificó en 1994.

Venerable Mama Margarita

Margarita Occhiena nació el 10 de abril de 1788 en Capriglio (Asti) y recibió el bautismo, el mismo día, en la iglesia parroquial.

Vivió en su casa hasta unirse en matrimonio con Francisco Bosco. Más tarde, se trasladó a vivir a Becchi. Después de la muerte prematura de su marido, Margarita, a sus 29 años, tuvo que sacar adelante a su familia, ella sola, en un tiempo de hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco y de su hijo Antonio, a la vez que educaba a sus propios hijos, José y Juan.

Mujer fuerte, de ideas claras. Decidida en sus opciones, observaba un estilo de vida sencillo y hasta severo. Se mostraba, sin embargo, amable y razonable en cuanto se refería a la educación cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos de temperamento muy diferente sin mortificar jamás al ninguno de ellos ni intentar igualarlos a los tres.

Más de una vez se vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que mandar fuera de casa al más pequeño a fin de preservar la paz en casa y ofrecerle la posibilidad de estudiar); con gran fe, sabiduría y valentía, miraba de comprender la inclinación de cada hijo, ayudándoles a crecer en generosidad y en espíritu emprendedor.

Con un cariño especial acompañó a su hijo Juan en su camino hacia el sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando abandonó su casita del Colle y le siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados de Turín (1848). Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios del Trabajo Salesiano. Ella fue la primera y principal cooperadora de Don Bosco y, con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo. Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la "cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos santos, como Domingo Savio y el P. Miguel Rua.

Era analfabeta pero estaba llena de aquella sabiduría que viene de lo alto, ayudando,de este modo, a tantos niños de la calle, hijos de nadie. Para ella Dios era lo primero, así consumió su vida en el servicio de Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio.

Murió a los 68 años de edad, en Turín, un 25 de noviembre. Una multitud de muchachos que lloraban por ella como por una madre, acompañó sus restos al cementerio.

Mamá Margarita fue declarada venerable por el papa Benedicto XVI por medio de un decreto publicado por la Congregación para las Causas de los Santos el 15 de noviembre de 2006. La familia salesiana recuerda a mamá Margarita cada 25 de noviembre.

viernes, 15 de febrero de 2019

San Francesco Spinelli

Francesco Spinelli nació en Milán (Italia) el 14 de abril de 1853. Desde pequeño se interesó por los niños y organizó espectáculos gratuitos de marionetas. Sus padres lo autorizaron para que visitara a los pobres y enfermos, a quien les llevó apoyo moral y económico.

Invitado por un tío sacerdote se fue a estudiar a Bergamo y decidió ingresar al seminario para ordenarse el 17 de octubre de 1875.

Antes de culminar el año, tuvo una visión en la Basílica Santa María la Mayor. Se arrodilló, lloró, oró y soñó “con un enjambre de vírgenes que adorarían el Santísimo Sacramento a perpetuidad".

El P. Spinelli comenzó su apostolado en la educación de los más pobres y en paralelo fue profesor del seminario, guía espiritual y consejero de varias comunidades femeninas de religiosas.

En 1882 conoció a Caterina Comensoli, que deseaba convertirse en religiosa de alguna congregación que se dedicara a la Adoración Eucarística.

Ese año logró fundar, junto con Caterina Comensoli, el Instituto de las Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacramento.

Hacia 1888 cientos de jóvenes eran atraídos por el carisma de la adoración y el servicio. Las hermanas dedican día y noche a la Adoración Eucarística y de esta forma, inspirar su servicio hacia los hermanos pobres y sufrientes en los que se “revela el rostro de Cristo”. También las escuelas, oratorios, sanatorios y ancianos solitarios fueron motivo de trabajo apostólico de la institución.

Sin embargo, la crisis financiera, el ambiente hostil y la falta de compromiso de algunos sacerdotes para con la obra, hicieron que el P. Spinelli fuera obligado a abandonar el instituto y la Diócesis de Bergamo.

Entonces fue recibido por Mons. Geremia Bonomelli, Obispo de la Diócesis de Cremona. Desde la comunidad de Rivolta d'Adda el P. Spinelli continuó liderando el instituto de adoradores, los que al momento de su muerte llegaron a ser 68 comunidades.

Rodeado de una gran reputación de santidad, murió el 6 de febrero de 1913 y fue enterrado en la iglesia de las Hermanas Adoratrices en Rivolta d'Adda.

En la actualidad el instituto tiene alrededor de 250 comunidades en Italia, Congo, Senegal, Camerún, Colombia y Argentina. En esos lugares se dedican a la atención de personas con VIH, huérfanos, drogodependientes, privados de libertad, entre otros.

El P. Spinelli fue declarado beato por San Juan Pablo II el 21 de junio de 1992, en el Santuario Mariano de Caravaggio.

P. Spinelli fue canonizado por el Papa Francisco en el 2018, gracias al milagro obrado en un recién nacido de la República Democrática del Congo.

Santa Gertrudis Comensoli

Nació en Bienno, Val Camónica (Brescia) Italia, el 18 de enero de 1847. El mismo día sus padres, Carlo y Anna Maria Milesi, llevaron a la fuente bautismal a su niña, la quinta de diez hijos, a la que le dieron el nombre de Caterina.

En su infancia Caterina conoció las alegrías de la inocencia y las despreocupaciones de la edad. Frecuentemente el Señor le hacía sentir el deseo de unirse a El más íntimamente y la pequeña era transportada a menudo por una fuerte necesidad de recogerse en la oración y en la meditación. A quien le preguntaba, ¿qué haces?, ella respondía : « Pienso ».

Hacia los siete años, no resistiendo ya al urgente llamado de Jesús, una mañana muy temprano, envuelta en el amplio chal negro de su madre, fue a la Iglesia de S. María, y estando de pie en la balaustrada, recibió a escondidas su Primera Comunión. La pequeña gustó anticipadamente momentos de cielo y juró eterno amor a Jesús.

Al crecer Caterina se hizo cada vez más seria y más recogida, absorbida por el solo pensamiento de Jesús presente en la Eucaristía. Y se dio cuenta de que el Maestro queda largos días abandonado.

Con el pasar de los años se volvió un apóstol de la Eucaristía. Quería llevar a Jesús Sacramentado sobre una alta montaña para que todos lo vieran y lo adoraran.

Instituyó entre sus mejores compañeras la Guardia de Honor, y elaboró el programa de su vida : « Jesús, amarte y hacerte amado ». Pues, su ideal es Jesús.

Atraída hacia una vida más perfecta, dejó la familia y entró en el Instituto de Hijas de la Caridad, fundado por Santa Bartolomea Capitanio, en Lovere (Brescia).

Caterina hizo entender las mejores esperanzas sobre su persona, pero las admirables y misteriosas vías de la Providencia eran distintas: la Postulante, enferma, debió dejar el Instituto.

Regresó a su familia y encontró cambiadas las condiciones económicas, por esto abandonó el pueblo natal y entró en calidad de sirvienta, no casualmente, en la casa del Párroco de Chiari, el Padre Juan Bautista Rota, el cual, un año más tarde, fue elevado a la sede episcopal de Lodi. Así Caterina fue a servir en la casa de la condesa Fè-Vitali. Fueron encuentros y experiencias preciosas para la joven.

En la Navidad del 1876 reforzó su unión con Jesús y escribió de su puño y letra un comprometido método de vida, al que permanecerá siempre fiel.

En la fiesta del Corpus Christi del 1878, con el permiso de su confesor, hizo perpetuo el voto de virginidad, el mismo que había hecho el día de su Primera Comunión a escondidas.

Caterina, sin descuidar sus deberes de sirvienta, se dedicó a la educación de los niños de S. Gervasio (Bérgamo) y los guío por la vía de la honradez y de las virtudes religiosas y sociales.

Con la mortificación, la oración asidua, una intensa vida interior y el ejercicio de las obras de misericordia Caterina se preparó a acoger la voluntad del Señor.

Libre de los vínculos familiares, después de la muerte de sus padres, Caterina trató de concretizar su ideal eucarístico. Abrió su corazón a Mons. Speranza, entonces Obispo de Bérgamo el cual se encontraba en Bienno como huésped de los condes Fè-Vitali, y le contó el proyecto de fundar una Congregación. El Prelado la animó y le aseguró que ésta es la voluntad de Dios.

En el 1880 encontrándose en Roma con sus patrones logró hablar con el Papa León XIII del proyecto de fundar un Instituto religioso dedicado a la Adoración. El Papa lo modificó sugiriéndole de unir a la Adoración la educación a las jóvenes obreras. Sostenida por el nuevo Obispo de Bérgamo, Mons. Güindani y por su “Padre y Superior”, el sacerdote Francesco Spinelli, el 15 de diciembre de 1882, Caterina con otras dos jóvenes hizo la primera hora de adoración.

Así empezó la obra de las Hermanas Sacramentinas de Bérgamo.

Mas tarde, el 15 de diciembre de 1884, Caterina hizo la vestición religiosa y tomó el nombre de Sor Gertrudis del Santísimo Sacramento. La nueva Congregación se reveló obra de Dios. Y como todas las obras de Dios tuvo que atravesar el vendaval de las adversidades, que puso a dura prueba el pequeño árbol. Este sin embargo ha echado ya profundas raíces en el terreno fecundo de la oración, de la mortificación y de la humildad. No importa que Sor Gertrudis con las Hermanas debieran, siguiendo el consejo del mismo Obispo de Bérgamo, abandonar el primer nido y refugiarse en Lodi.

El Obispo de Lodi, Mons. Rota, acogió paternamente a aquellas hijas confiadas por el Obispo de Bérgamo. Con gesto magnánimo les donó una casa en Lavagna di Comazzo, que llegó a ser provisionalmente la Casa Madre del Instituto.

Superadas las pruebas, el 8 de septiembre de 1891, Mons. Rota, con decreto especial, erigió canónicamente el Instituto. El 28 de marzo de 1892 la Madre Gertrudis regresó a Bérgamo, cuna de la Congregación, a la cual dio un impulso decisivo y vital.

¡La obra de Dios está cumplida! La Fundadora ha dado todas las garantías de continuidad para la adoración pública perpetua a Jesús Sacramentado; ha transmitido a sus hermanas su precioso patrimonio espiritual: espíritu de oración, de sacrificio, de mortificación, de obediencia, de humildad, de caridad, sobre todo, hacia los pobres. Ya podía ir al encuentro del Esposo. El 18 de febrero de 1903, a medio día, inclinando la cabeza hacia la iglesia de la Adoración, Madre Gertrudis empezó la adoración eterna. La noticia de su muerte se difundió por toda la región. Cuántos la conocieron, especialmente los pobres y humildes, tan queridos por ella, unánimemente la declararon santa.

El 9 de agosto de 1926 el venerado cadáver fue transportado del cementerio a la Casa Madre, donde descansa en una capilla apropiada, contigua a la iglesia de la Adoración.

La Iglesia, escuchando el deseo de muchísima gente, el 18 de febrero de 1928 abrió el proceso diocesano sobre la santidad de su vida, de sus virtudes y milagros que concluyó positivamente en 1939.

En el mismo año durante el pontificado de Pío XII, se abrió el Proceso Apostólico. El 26 de abril de 1961, en presencia del Santo Padre Juan XXIII, tuvo lugar la Congregación General, después de la cual se dio lectura del Decreto sobre la heroicidad de las virtudes practicadas por Madre Gertrudis Comensoli.

De inmediato y por voluntad de Dios, fue declarada “Venerable”.

El 1 de octubre de 1989 Juan Pablo II la proclamó Beata.

El 26 de abril de 2009, Benedicto XVI la escribió en el libro de los Santos.

Santa Rosalina de Villenueve

Virgen y monja de la Orden de la Cartuja que debido a sus magníficas virtudes fue nombrada priora del convento de Celle-Roubaud, en Fréjus, ciudad de la Provenza, en Francia, distinguiéndose además durante toda su vida por su abnegación y por su austeridad en la comida, el sueño y el ayuno. 

Nació en Château d´Arcs en Provenza (Francia) el 27 de enero del año 1263, dentro de la nobilísima familia provenzal de los Villeneuve. Sus padres, el barón Arnaldo des Arcs y de Trans, y su madre Sibilla de Sabran, le procuraron una educación cristiana. 

Si bien la santidad puede ser evidente en las personas a cualquier edad, pues la Providencia es quien dispone, en Rosalina fue verdaderamente precoz. Los biógrafos, amantes de lo maravilloso, relatan que Rosalina no sólo comparte el nombre con Santa Rosa de Viterbo, sino también un prodigio... floral. Narran que, mientras llevaba a escondidas pan para dar a los pobres, fue sorprendida por su padre quien le preguntó qué cosa escondía; ella respondió que eran flores, y cuando abrió su delantal, efectivamente, apareció un ramo de rosas. Un prodigio similar es narrado también en la vida de la santa de Viterbo. 

Muy joven Rosalina -a sus 15 años de edad-, despreciando los bienes del mundo se consagró a Dios en la Orden de la Cartuja, en Bertaud, en la diócesis de Gap, Francia. Pocos años después, debido a su especial dedicación, fortaleza y piedad, fue electa priora de la cartuja de Celle-Roubad, en el Fréjus, también en territorio francés. Su hermano Hélion de Villeneuve fue un gran benefactor de este monasterio, donde a sus expensas hizo construir una iglesia consagrada por el obispo de Digne, Elzeario. 

Rosalina, tras una vida de intensa oración y disciplina en la que el Señor le concedió el don de varias visiones y experiencias místicas, murió el 17 de enero de 1329. Fue sepultada en el cementerio común de dicho monasterio, pero como fuera tanta la fama de su santidad cinco años más tarde su cuerpo fue transferido a la iglesia que hiciera construir su hermano. 

Sobre su sepulcro se verificaron numerosos milagros. Posteriormente sus reliquias fueron trasladadas en varias ocasiones, reposando actualmente en una capilla a ella dedicada en Celle-Roubad. Sus ojos, particularmente brillantes, se conservan en un relicario, y es debido a este prodigio que se la invoca contra las enfermedades de los ojos. Asimismo, en una última traslación efectuada en 1904 para evitar que su cuerpo sufriera mayor descomposición debido a las larvas presentes ya en el viejo relicario, los médicos que participaron pudieron ver las venas, músculos, tendones, intestinos, el pericardio y casi todo el cerebro intactos. Algunas de estas reliquias fueron entregadas a la Gran Cartuja para ser distribuidas, conservadas y veneradas entre los monasterios de la Orden.
Su culto fue confirmado por el Papa Pío IX en 1851.

Beato Nicolás Barré

Nicolás Barré nace en Amiens (Francia), el 21 de octubre de 1621 en el seno de una familia acomodada. No por ello crece ignorante y despreocupado de la situación precaria que se vive a su alrededor. Percibe el horrible rumor y consecuencias de la guerra, sus estragos, sus incertidumbres, miedos y zozobras. Toda esta inseguridad, miseria y dolor quedarán impresos en su ser y tendrán su influencia en el desarrollo de toda su vida y espiritualidad. . 

Desde los diez años hasta los diecinueve, cursa sus estudios con resultados brillantes en el colegio de San Nicolás, dirigido por los Jesuitas. Antes de terminar sus estudios confió a sus padres el deseo que anidaba en su corazón de entregarse totalmente al Señor en la Vida Religiosa. Sus padres renuncian a todas las ilusiones que se habían forjado sobre su primogénito y único varón, al que veían dotado de excelentes cualidades intelectuales y con un carácter agradable y atractivo. Si Dios le llama por este camino, ellos aceptan cristianamente la determinación de su hijo y, cuando llegue el momento, le ayudarán y ofrecerán su apoyo para que lo pueda realizar. Por aquella época, Amiens alberga veinte conventos de religiosos. De todos ellos Nicolás escoge el de los Mínimos, precisamente el más pobre y desconocido de todos.

Nicolás quiere pertenecer totalmente a Dios, y le parece que puede realizarlo mejor por el camino marcado por Francisco de Paula: la plegaria, la ascesis y la caridad. Nicolás ha sabido discernir acertadamente la voluntad de Dios en su persona y sufre al ver a tantos niños y jóvenes morir o malvivir acosados por el hambre y la ignorancia tanto a nivel humano como religioso En 1659, cuando Nicolás cuenta ya 38 años, es enviado a Rouen. Allí vuelve a constatar la miseria e ignorancia que reina, el abandono de niños y jóvenes que pululan por las calles. Reza y medita sobre esta situación en la que los ve sumergidos, sin posibilidad de salir por ellos mismos y se pregunta una y mil veces ¿qué es lo que puedo hacer? ¿qué es lo que debo hacer? Le supone una presión tremenda . Nicolás, cada día que pasa, reflexiona más sobre este asunto y va entrando en contacto con otras personas que se hacen éstas o parecidas preguntas. Bajo su iniciativa, un grupo de chicas jóvenes de Rouen y sus alrededores, se consagraron totalmente a la formación humana y cristiana de las niñas, jóvenes y mujeres que la pobreza y la miseria habían dejado sin recursos. Serían las primeras Hermanas. Dedicadas a esta labor se multiplicaron prodigiosamente y de todos los rincones de Francia solicitaban su presencia. Ellas por su parte vivían en total abandono a la Divina Providencia, atareadas en la labor educativa y en la formación humana y religiosa. Fue consejero de San Juan Bautista de La Salle a quien pidió que renunciara a sus bienes y viviera pobre con los maestros de la escuela.

Nicolás Barré muere en París el 31 de mayo de 1686, rodeado de su comunidad, en el convento de los Mínimos de la Plaza Real. Fue maestro de teología y célebre director de almas. Fundó por toda Francia las Escuelas Cristianas y de Caridad, así como a las Hermanas del Niño Jesús. 

Nicolás Barré fue beatificado por SS. Juan Pablo II en Roma el 7 de marzo de 1999.

Santa Clelia Barbieri

Clelia nació en Le Budrie, diócesis de Bolonia (Italia), el 13 de febrero de 1847, del piadoso matrimonio formado por José Barbieri y Jacinta Nanetti. Sus familiares se ganaban el pan con el trabajo de sus manos; la suma estrechez en que vivían era causa frecuente de enfermedades. Cuando Clelia tenía poco más de ocho años, su padre murió víctima de cólera.

Siendo muy pequeña, aprendió que su madre no sólo a coser e hilar, sino, por encima de todo, a amar a Dios y a vivir cristianamente. Con frecuencia le oían decir a su madre: “Háblame de Dios” o “¿qué debo hacer para ser santa?”. Acudía a menudo a la iglesia para rezar y estudiaba con ahínco el catecismo. Era de temperamento humilde y dulce y de gran entereza de ánimo. Cuando tejía a sueldo ponía todo su empeño en hacer bien el trabajo y, si su madre le apremiaba para que fuera más deprisa, respondía: “Madre, este trabajo nos lo pagan, por eso debemos hacerlo lo mejor posible”.

Nutría su espíritu con piadosas lecturas, en especial con la Práctica del amor a Jesucristo de san Alfonso María de Ligorio y la Filotea de José Riva. Tuvo como director espiritual a don Cayetano Guidi, párroco de Le Budrie, quien con sus sabios consejos le ayudó a progresa en el amor a Dios y en el camino de perfección cristiana.

Impulsada por aquel celoso sacerdote y movida por su generosidad, concibió el deseo de dedicarse por entero con otras jóvenes del lugar, se entregó con gran empeño a servir a los pobres y a enseñar el catecismo a los niños. Los domingos, después de haber asistido a la celebración de las Vísperas, solía reunirse con tres compañeras para hablar de Dios. Poco a poco aquellas jóvenes concibieron el proyecto de hacer vida en común “Somos tan pobres –acostumbraba a decir Clelia- que en ningún instituto religioso nos admitirán. Decidámonos, pues, a hacer vida en común y a dedicarnos únicamente a Dios y al prójimo”.

Y así, el día 1 de mayo de 1864, las cuatro jóvenes, confiando solamente en Dios, se juntaron con una humilde morrada, llamada “la casa del maestro”, que dio lugar al Ritiro delle Budrie, que con razón es considerado como la cuna de la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa. Su misión principal era atender a las niñas huérfanas o abandonadas por sus padres, a las que educaban cristianamente y las preparaban al ejercicio de una profesión.

Poco después, mientras practicaban unos ejercicios espirituales, Clelia redactó una regla de vida comunitaria, basada completamente en la oración, el sacrificio, el trabajo y la caridad. Las hermanas eligieron como patronos de su pequeña comunidad a la Virgen de los Dolores, cuyo culto los Siervos de María habían promovido en la diócesis de Bolonia, y a san Francisco de Paula, el más humilde de los humildes siervos de Dios, cuya ayuda imploraban sobre todo en los momentos difíciles.

Al frente del grupo el párroco Cayetano Guidi puso a Clelia, a la que Dios enriqueció con especiales carismas, como atestiguan el único escrito autógrafo que de ella poseemos: la carta a Jesús, mi dulce esposo.

Entretanto, a medida que Clelia avanzaba animosamente por el camino de la santidad, aparecieron en su frágil cuerpo los primeros síntomas de la tuberculosis. Estuvo postrada en cama durante siete meses, al cabo de los cuales, concretamente el 13 de julio de 1870, dijo: “!Ánimo! Yo me voy al cielo, pero estaré siempre con vosotras y nunca os dejaré”. Después de estas palabras, que fueron las últimas, murió en el Señor. En el primer aniversario de su muerte, como si quisiera cumplir su promesa, habiéndose reunido las hermanas en su habitación para orar, se oyó, en respuesta a sus plegarias, una vez que todas ellas identificaron como la de Clelia.

Del pequeño grupo congregado en Le Budrie nació la familia religiosa de las Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa. El papa Juan Pablo II canonizó a Clelia el 9 de abril de 1989. Su cuerpo se venera en el oratorio de la primera casa de la Congregación.

San Francisco de Paula

Francisco nació en Paula, región de Calabria (Italia) en el año 1416. Hijo de Jaime Martolilla y Viena de Fuscaldo. Dado que ambos eran ya de edad avanzada, atribuyeron el nacimiento de su primogénito a la intercesión de San Francisco, y por ello le dieron el nombre del Santo de Asís y prometieron revestirlo del hábito votivo de los Franciscanos.

A los trece años vistió el hábito franciscano, pero dos años más tarde desapareció. Después de algunos años lo descubrió un cazador en un refugio en las ásperas montañas cerca de Cosenza.

La fama de su santidad y de sus milagros atrajo a un buen número de jóvenes deseosos de seguir su ejemplo, con los cuales fundó la Orden de los Mínimos o Ermitaños de san Francisco de Asís.

Los invitó a la penitencia, reduciendo su alimentación durante los 365 días del año a pan, pescado, agua y verduras.

Pero las duras penitencias no acortaron su vida, pues vivió hasta la edad de 91 años. Murió un viernes santo, el 2 de abril de 1507, mientras se encontraba en Francia, en Plessis-les-Tours.


Fue canonizado por el Papa León X en 1519, a los doce años de su muerte, y aún hoy se le propone no sólo como modelo de penitencia, sino también -como dijo Pablo VI el 27 de mayo de 1977- como modelo de valentía para denunciar “las malversaciones de los poderosos”.

Una vez el pobre fraile, flaco y agotado por los ayunos, iba de Cosenza a Reggio Calabria y de aquí necesitaba pasar el estrecho de Mesma, pues se dirigía a Sicilia. Como ninguno de los barqueros quiso llevarlo, el santo extendió su manto y sobre él navegó por el mar hasta Mesina. El prodigio le ganó la reputación de taumaturgo y el título de patrono de los marineros. La vida de este austero santo, que vivió entre honores siquiera sin darse cuenta, está llena de milagros. Su fama superó los confines de Italia y llegó hasta Francia, a donde Luis XI quiso que el Papa lo enviara para que lo curara de una grave enfermedad.

El humilde fraile, avisado por un enviado pontificio, emprendió el viaje a Francia. Cuando llegó a París no le restituyó al rey la salud que pedía, pero sí le dio la del alma: lo reconcilió con Dios y lo convenció a aceptar su Santísima voluntad. Antes de morir, Luis XI lo nombró director espiritual del hijo y sucesor Carlos III.

Venerable Sor Isabel de Jesús Lete Landa

Regina Lete Landa (Sor Isabel de Jesús), nació en Osintxu - Bergara- el 7 de septiembre de 1913. Huérfana de padre desde muy niña y con su madre enferma, pasó algunos años de su infancia en Azpeitia con unos tíos, luego volvió a Osintxu y más tarde pasó a Placencia de las Armas, donde vivía su hermano con otros tíos. Allí conoció a las Hermanas Mercedarias de la Caridad, que se encontraban en esta localidad, y aquí fue consolidándose su vocación religiosa.

Ingresó en el noviciado de Zumarraga el 7 de junio de 1929, con 16 años, y el 2 de enero de 1931 celebraba su profesión religiosa, adentrándose de lleno en la vida de la Congregación.

A los pocos días recibía el primer destino, se trataba del sanatorio antituberculoso de Tablada (Madrid), donde permaneció hasta el 15 de Octubre de 1935, fecha en que fue trasladada al Hospital de San Pedro en Madrid. Allí permaneció poco tiempo pues al comenzar la guerra civil se procedió al desalojo de las casas religiosas, ya que corrían gran peligro. La persecución religiosa que se originó en esta época, obligó a las hermanas a dispersarse por varias casas. Se vieron en la necesidad de vestir de seglar y seguir un ritmo de vida que no levantara sospechas. A Sor Isabel Lete la enviaron a casa de un dentista conocido por las hermanas, allí se encargó de cuidar a los niños. Puesta en contacto con el Refugio Vasco, pudo salir de allí con otras 16 hermanas y el 26 de Octubre de 1937 llegaban con gran emoción al noviciado de Zumarraga.

El 15 de Noviembre se incorporaba a su nueva comunidad en el sanatorio antituberculoso de Eibar. Tras una dolorosa enfermedad, murió en Eibar el 13 de Octubre de 1941. Tenía 28 años. Sus restos mortales se hallan enterrados en la Iglesia de las Hermanas Mercedarias de Zumarraga.

Con esta declaración oficial que hace la Iglesia, nos propone a Sor Isabel Lete Landa, Mercedaria de la Caridad, joven hija de nuestra tierra, como modelo de vida cristiana y religiosa.

Fue declarada Venerable el 26 de junio de 2006.


Oración 

Señor, Dios uno y trino:

- Que otorgaste a tu sierva Isabel, arder en amor eucarístico y mariano, concédenos vivir a impulsos de esos mismos ideales

- Que otorgaste a tu sierva Isabel, ser y hacer Iglesia, cumpliendo su misión conforme al carisma mercedario, concédenos no sólo llamarnos, sino ser de verdad hijos de la Iglesia, según nuestra propia vocación

- Que otorgaste a tu Sierva Isabel un corazón bondadoso para pasar por este mundo haciendo bien a la humanidad, concédenos la gracia de …… si ha de ser para mayor gloria y su exaltación ante la Iglesia.

(tres glorias)"

Nuestra Señora de Laus

Benedicta Rencurel nació en Saint-Etienne Snood en una familia modesta. Fue contemporánea de Luis XIV, siento tiempos difíciles por las tensiones políticas, sociales y religiosas.

Después de la muerte de su padre en 1654, se vio obligada a trabajar como pastora. Antes de empezar a ir a las montañas con sus rebaños, le pidió un rosario a su madre. Benedicta no sabía leer ni escribir, oraba todo el día hasta convertirse en una verdadera contemplativa. Era una muchacha simple y llena de vida, siempre cerca de la gente de su pueblo y no dudó en dar su comida a los niños pobres. 


1664: comienzo de una larga relación

1664: después de escuchar un sermón del sacerdote del pueblo, la joven siente un fuerte deseo de conocer a la Madre de la Misericordia. Poco después, San Mauricio se le aparece y le dice que se cumplió su deseo: al día siguiente, una "bella dama" empezó a aparecérsele diariamente durante cuatro meses. La "bella dama" la va preparando para su futura misión, brindándole una educación intensiva que transforma su conducta y su vida espiritual.

El 29 de agosto de aquel año, la bella dama revela su identidad: "Yo soy la Virgen María, la Madre de mi Hijo amado." A finales de septiembre, después de un mes de ausencia, María aparece de nuevo, en otro lugar, por el otro lado del valle y allí la Virgen le pide ir a Laus. 


Un valle elegido como refugio para todos

Al día siguiente, Benedicta fue a la aldea de Laus y encontró la Capilla del Buen Encuentro con un rico perfume, tal como le había anunciado la Madre Celestial. En el interior del templo, de pie en el altar, María revela su proyecto: "Mi Hijo me dijo que este lugar será bueno para la conversión de los pecadores".

La Virgen le pide construir un templo y una casa para los sacerdotes, para que puedan recibir y confesar peregrinos. En consecuencia, la iglesia fue construida entre 1666 y 1669. El día de su bendición, Benedicta se convirtió en miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo, de ahí el título de "Hermana Benedicta", que será entregado. 


Benedicta, testigo de la misericordia para los 54 años de apariciones

Desde la primavera de 1665, los peregrinos acuden a Laus. Serán aproximadamente 130.000 en 18 meses. Allí, Benedicta atiende a los peregrinos y los llena de su Ministerio del Interior, la oración y la penitencia. 

Las curaciones y las conversiones son muy numerosas. Durante 54 años, la Virgen María continúa apareciendo para apoyarla en su ministerio y continuar su educación. 

Además de las apariciones marianas, Benedicta también ve ángeles, varios santos y experiencias místicas conocidas como la visión del paraíso. Entre 1669 y 1684, ella es recompensada cinco veces la visión de Cristo crucificado en la cruz. También padeció ataques espirituales y físicas del mismo diablo.

Agotada por las luchas y dedicación, ella murió "feliz" 28 de diciembre 1718, rodeado de sacerdotes del santuario. 


Santuario

El Santuario de Nuestra Señora de Laus es un meca espiritual católica situada en los Alpes del Sur. El origen de las apariciones de la Virgen María a una pastora, Benedicta Rencurel , entre 1664 y 1718.

Abierto a todos, da la bienvenida a las personas que quieren tener un momento de oración y sanación. El cuidado espiritual es proporcionada por los sacerdotes de la diócesis de Gap y Embrun, las Hermanas Benedictinas del Sagrado Corazón de Montmartre y un equipo de laicos.

Más de 170.000 visitantes franceses y extranjeros acuden cada año singles "Laus" o en grupos, familias, jóvenes . Está rodeado de naturaleza a 900 metros de altitud, el pueblo de Notre-Dame du Laus es accesible en coche todos los días del año.


El reconocimiento oficial de las apariciones

Aunque las peregrinaciones fueron autorizadas en septiembre de 1665 el arzobispo de Embrun, las apariciones marianas nunca habían sido reconocidos oficialmente por la Iglesia. Recién en 2005, bajo la instrucción de la beatificación de Benedcta, se hace esta observación.

El día 16 de junio 2005, el obispo Jean-Michel di Falco escribió a la Congregación para la Doctrina de la Fe para conocer los pasos a seguir para el reconocimiento del carácter sobrenatural de las apariciones de Laus. La respuesta, de fecha 22 de noviembre de 2005, establece las normas para juzgar el carácter sobrenatural de las apariciones y se trata de establecer tres comités: teológicas, históricas y científicas.

El obispo de Gap y Embrun promulgó el decreto que reconoce 04 de mayo 2008, durante una misa en la capilla en la presencia del Nuncio Apostólico en Francia (el arzobispo Fortunato Baldelli) de varios cardenales y muchos obispos.

Acontecimiento clave en la historia del santuario, el decreto formaliza un reconocimiento implícito desde el momento de la Benedicta. Nuestra Señora de Laus se lleva a cabo entre los grandes lugares de apariciones reconocidas por la Iglesia. La originalidad de los fenómenos que han tenido lugar es su vida: 54 años ...

La cobertura mediática de este evento también tiene un impacto muy importante en la reputación del santuario.