domingo, 24 de noviembre de 2019

Fiesta de Cristo Rey

La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.

Oración

¡Oh Jesús! Te reconozco por Rey Universal
Todo cuanto ha sido hecho Tú lo has creado
Ejerce sobre mí todos tus derechos
Renuevo las promesas de mi bautismo, 
renunciado a Satanás, a sus seducciones y a sus obras; 
y prometo vivir como buen cristiano
Muy especialmente me comprometo a procurar, según mis medios, 
el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia
Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras 
para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza
y para que así se establezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.

Santa Germana Cousin

Nació en 1579, en la aldea de Pibrac, cerca de Toulouse, en el seno de una familia de pastores. Con sólo dos años perdió a su madre. Su madrastra, que era la mujer de su hermano mayor (según otros autores era la segunda o la tercera mujer de su padre), la trató muy mal mandándola al campo a pastorear ovejas en el bosque de Bouconne, y por la noche dormía en el corral o debajo de la escalera con una escasa comida. Era escrofulosa y de complexión débil, y tenía impedida la mano derecha. En su oficio de pastora de ovejas llegó a un alto grado de santidad. Desheredada del mundo, su herencia fue Dios, en la oración y ante el sagrario. 

Sus horas transcurrieron haciendo el bien a todos y sin temor a burlas. Se la tuvo separada de la familia para evitar contagios, y dormía aparte en un hueco de la escalera cerca de los establos, comiendo las sobras de la comida. Una sirvienta de la casa, la instruyó en los rudimentos de la fe cristiana, al mismo tiempo que velaba por ella. 

El cura de Pibrac le confió labores de catequista en la que puso la misma dulzura y paciencia con que soportaba los malos tratos, que ofrecía como reparación de los sacrilegios cometidos por los protestantes. Murió sin que nadie se diera cuenta en la soledad de su establo, a los 22 años, acostada en su yacija bajo la escalera; fue después de su muerte cuando todos la echaron en falta, un 15 de junio de 1601.

Cuarenta años después se halló su cuerpo incorrupto y muchos testimonios de  milagros que se realizaron por su intercesión. Su tumba es lugar de peregrinación y de realización de muchos milagros.

Esta circunstancia y los milagros que se le atribuyeron, fueron las razones por las que se pidió un reconocimiento oficial de su culto. Sin embargo, debido a la Revolución Francesa y otros obstáculos, se postergaron su beatificación y su canonización hasta el pontificado de Pío IX (29 de junio de 1867).

jueves, 21 de noviembre de 2019

Venerable María Teresa Cucchiari

María Teresa Cucchiari, nació en Roma el 10 de octubre de 1734, en la casa que sus padres tenían en Piazza Barberini. Junto a sus amigas Anna Reina y Mariana frecuentaba la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, cercana a su casa, de los trinitarios descalzos españoles, y allí entra a formar parte de la Orden Tercera Trinitaria en 1756. Un día, mientras rezaba el rosario en la iglesia, escuchando el rezo del oficio divino de los religiosos, recibió una inspiración que cambió el rumbo de su vida: decide dedicarse a la obra de la redención, especialmente liberando de la ignorancia a los niños y jóvenes en la región de los Abruzos. 

Siguió la Regla de las Trinitarias Descalzas, que adaptó a las necesidades del apostolado de la enseñanza. El 8 de septiembre de 1762 tomó el hábito y el 10 de octubre de 1772 hizo su Profesión Solemne, siempre alentada y acompañada por los trinitarios de San Carlino.

Abrió su primera escuela en Avezzano, otras se fueron abriendo también en la zona. Las Hermanas de la Santísima Trinidad vivían en gran pobreza y espíritu de sacrificio. El 10 de junio de 1801 murió con fama de santidad.

Devoción al Santo Rostro de Jesús

La hermana María de San Pedro religiosa carmelita de Tours, Francia. Nació el 04 de octubre de 1816. Es conocida como la que inició la Devoción al Santo Rostro de Jesús, que hoy es una de las devociones católicas aprobadas por la Iglesia, y por la oración de la "Flecha de Oro".

De 1844 a 1847, la Hermana María informó haber recibido visiones de Jesús y la Virgen.

En 1844 tuvo una visión en la que Nuestro Señor le dijo: "¡Aquellos que contemplarán las heridas de Mi Rostro aquí en la tierra, la verán resplandeciente de gloria en el Cielo!"

Una vida breve e intensa, de treinta y un años, la de la Hermana María  de San Pedro, vivió en el amor de Dios y de la Virgen y en la propagación de la devoción al Santísimo Rostro de Jesús.

Su alma, en el Carmelo, se fortaleció con las más bellas virtudes de la fe. Ella se mortificó y se hizo muy sensible a las ofensas cometidas contra el Señor en Francia, a merced del ateísmo. Un día, mientras oraba, escuchó el lamento de Jesús pidiendo  reparación.

Solía ​​hacer el "Vía Crucis" besando la tierra en cada estación. Una vez, absorto en la oración, escuchó la voz del Señor: "Busco a algunas Veronicas que  honren Mi Divino Rostro que tiene pocos adoradores. Mi Nombre es blasfemado en todas partes. ¡La Blasfemia es el pecado del diablo ... es una flecha envenenada que continuamente duele en Mi Corazón!" 

Sugirió una flecha dorada con la cual lastimar Su Corazón delicadamente, sanar sus heridas y hacer fluir torrentes de agradecimiento: 

Que el más santo, más sagrado, más adorable, más incomprensible e inefable Nombre de Dios sea por siempre alabado, bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

Jesús le hizo comprender que los malvados estaban renovando constantemente las blasfemias, los ultrajes, los insultos infligidos en su rostro más augusto.

La hermana María le pidió al confesor que hablara al respecto con el arzobispo de Tours, el pastor luego vino a Carmelo y tuvo una larga conversación con la humilde religiosa.

"Este maravilloso Rostro es el espejo de las perfecciones contenidas en el Santo Nombre de Dios. También entendí que, como el Sagrado Corazón de Jesús es el Objeto Sensible ofrecido a nuestras adoraciones para representar en Su inmenso amor al Santo Sacramento del Altar : así en la Obra Reparadora, el Santo Rostro de Nuestro Señor es el Objeto sensible que se ofrece a las adoraciones de los miembros para reparar los ultrajes de los blasfemos que ofenden a la Divinidad, de la cual es la Imagen, el Espejo y la Expresión. este Venerable Rostro presentado al Padre Eterno, podemos apaciguar Su ira justa y obtener la conversión de los malvados y blasfemos ".

El rostro de Jesús es el regalo de esos corazones generosos que se sacrifican por Él. Jesús nos lo da en nombre de Su Divino Padre y por medio de María Su Madre. La Santa Faz es un regalo precioso, con él haremos grandes maravillas:

"Secaremos la Cara a nuestro Divino Maestro: nos convertiremos a nosotros mismos y a los pecadores. Repararemos Su Cara Divina desfigurada por las blasfemias y Él reparará nuestra cara desfigurada por el pecado ".

"¡Oh! ¡Si pudieras ver la belleza de Mi Rostro! Pero tus ojos son demasiado débiles. Es como el sello de la Divinidad que tiene la virtud de imprimir la Imagen de Dios en las almas que lo contemplan ".

La hermana María de San Pedro es la favorita de la Santa Faz, como Margarita  de Alacoque es del Sagrado Corazón.

Solo 9 años vivieron en el recinto sagrado del Carmelo hundido en el amor y las revelaciones del Sagrado Rostro de Jesús, animado por un espíritu que no conoce límites para reparar las continuas ofensas cometidas contra Dios.

La devoción, es muy antigua en la tradición cristiana, se reavivó y comenzó a difundirse desde el Carmelo de Tours en todo el mundo, a través de la palabra, a través de la prensa. Sobre todo a través del amor de las almas que ven los sufrimientos de la Iglesia en el dolor del rostro de Cristo.

La Hermana María de San Pedro entregó su alma el 08 de julio de 1848.

Venerable Hermano Juan Fromental

Nació el 27 de junio de 1895 en Chauvet Servieres, Lozere (Francia).

Su espíritu abierto le hizo elegir la formación misionera, que desarrolló en los centros que los lasallianos tenían con este fin. En Premia de Mar tuvo la ocasión de conocer y de frecuentar al Hermano Miguel Febres Cordero, llegado después a los altares. Los primeros años de su vida apostólica los pasó en Cuba, en las escuelas de Sancti Spiritus, La Habana y Güines.

El 10 de enero de 1925 llegó a México D.F., el pais que será su patria de elección. Durante los 27 años que estará en México D.F., será profesor en primaria y en comercio. Pero la obra más importante que él realizará será la fundación de una nueva Congregación religiosa de mujeres Hermanas Guadalupanas De La Salle a la cual dará como fundamento de su espiritualidad el espiritu de fe y de celo típico de los Hermanos y la Regla lasaliana.

La nueva Congregación recibió la aprobación diocesana el 12 de septiembre de 1962 y el 10 abril de 1976 fue reconocida de Derecho Pontificio con la aprobación del Papa Pablo VI. Murió el 5 de diciembre de 1978. Fue declarado Venerable en el año 2013.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Venerable María Crucificada de Jesús


María Costantini nació en la localidad de Corneto, provincia de Viterbo (Italia), en el seno de una familia noble. Abrazó la vida religiosa, entrando en el monasterio benedictino de Santa Lucía en 1733. Allí profesó sus votos en 1734 bajo el nombre de sor María Cándida. Según sus biógrafos, se sintió desilusionada, a causa de la falta de austeridad del monasterio.​

Siguiendo los pasos de su director espiritual, Pablo de la Cruz, fundador de la Congregación de la Pasión, María decidió colaborar con la fundación de la rama femenina del instituto. Así, se retiró de las benedictinas y, el 3 de mayo de 1771, con su nueva profesión dio inicio a las Monjas de la Congregación de la Pasión, más conocidas como monjas pasionistas. Desde entonces la religiosa fue conocida como María Crucificada de Jesús.

María Crucificada murió el 15 de noviembre de 1787. Fue proclamada venerable el 17 de noviembre de 1982, por el papa Juan Pablo II.

Venerable Juan Bautista Delaveyne

Juan Bautista Delaveyne (1653-1719) fue un monje Benedictino, que vivió en una pequeña aldea del centro de Francia, cerca de la ciudad de Nevers, en una época donde la miseria era extrema. Sin embargo, él llevaba una vida mundana y fácil, indiferente a la pobreza que le rodeaba. No obstante, las palabras que le dijo un religioso sobre su vida confortable, -“San Benito no vivía tan bien en Subiaco!”-, provocaron en él una transformación radical. Se convirtió en un hombre a la escucha de toda la miseria humana, a la escucha de la Palabra de Dios. Herido por las condiciones de vida inhumanas del pueblo de Saint Saulge, sintió una gran ternura por ellos. Así, mediante esta experiencia se le concedió conocer el corazón de Dios herido por la miseria del pobre y descubrir así su ternura por ellos. Al recibir esta revelación de la Caridad de Dios: “Dios es nuestro Padre, tiene por nosotros una ternura infinita” J.B.D. sintió en él, la urgencia de manifestarla. Fue así como propuso a algunas jóvenes comprometerse en el seguimiento de Cristo en el servicio de los pobres y asociarse para vivir esta aventura espiritual: “No tengan más asuntos que los de la Caridad, ni otros intereses que los de los desfavorecidos”.

Unas jóvenes respondieron a esta propuesta y se comprometieron a vivir esta “aventura espiritual” y hacerla fructificar. Nace así la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Nevers, que rápidamente se expandió por Francia, luego por el continente europeo, africano, asiático y sudamericano.

Fue declarado venerable en 1991.

Devoción al Escapulario Rojo

En la ciudad de Troyes, Francia, el 26 de julio de 1846 Nuestro Señor se apareció a Sor Apolina Andriveau Hija de la Caridad. Dejemos que sea ella misma quien nos narre esta manifestación:

“Habiéndome subido a la capilla antes de la bendición del Santísimo, me pareció ver a nuestro Señor, que tenía en la mano derecha un escapulario rojo suspendido de dos cintas del mismo color; sobre uno de los extremos se veía la figura del Crucifijo, al pie del cual estaban los instrumentos más dolorosos de la Pasión tales como los azotes, el martillo, la lanza, la túnica de la que había sido revestido su cuerpo ensangrentado. Alrededor del crucifijo se leía esta inscripción: “Santa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, Sálvanos”

“En el otro extremo de las cintas y en la misma clase de tela estaban representados su Sagrado Corazón y el de su Bendita Madre. Una cruz colocada en el centro y poco más arriba, parecía unir los dos corazones; alrededor, ésta inscripción: “Sagrados Corazones de Jesús y María, Protégenos”


“Un Domingo por la tarde estaba yo haciendo el Viacrucis. En la décima tercera estación, me pareció que la Santísima Virgen ponía entre mis brazos el cuerpo sagrado de nuestro Divino Salvador que me decía: “el mundo se pierde, porque no piensa en la Pasión de Jesucristo. Haz cuanto puedas para salvarlo“.

Y continúa la vidente, diciendo:

“Creo que la Pasión de Jesucristo es el medio más eficaz de convertir a los pecadores y de reanimar la fe de los justos. ¿Quién podrá resistir a un Dios expirando por Amor a los hombres? “

La aparición de nuestro Señor con el escapulario en la mano se repitió varias veces; una de ellas en la exaltación de la Santa Cruz en 1847. Allí nuestro Señor le dijo: “los que lleven este escapulario, recibirán todos los Viernes la remisión de todos los pecados y un gran aumento de Fe, Esperanza y Caridad”

Y como la iglesia es muy prudente ante estas apariciones, luego de una cuidadosa investigación, el Beato Papa Pio IX, aprobó la propagación del escapulario de la Pasión el 25 de junio de 1847.

De ninguna manera podemos hablar de Cristo Crucificado quedándonos en el Viernes santo, sin mirarlo desde la luz de la Pascua de Resurrección. No podemos vivir con Jesús sino muriendo con Él, sólo reinaremos con Él si con Él sufrimos.

El escapulario de la Pasión es un instrumento de la Gracia de Dios que nos mueve a la conversión continua, a dejarnos tocar y lavar por la Sangre preciosa de Cristo, que se derramó por todos los pecadores. El color rojo del escapulario de la pasión es evocación de la Sangre derramada por nuestra Salvación y un símbolo de un amor en el que hemos de participar en Jesús Crucificado, Fuente y Modelo de ese amor. No es un amuleto o un talismán de buena suerte sino una visualización de la infinita y constante misericordia de Dios que nos llama a estar siempre con El como discípulos suyos, siguiendo las huellas de su vida, pasión, muerte y resurrección.

El escapulario de la Pasión, nos lleva a honrar el Corazón de Cristo, inseparablemente unido al Corazón de María que es quien nos lo dió, es acudir precisamente a la expresión más profunda de la Misericordia de Dios. El Señor resucitado mostró a sus apóstoles sus manos y su costado, antes de subir al cielo.

¡Oh, Jesús mío, qué poco conocemos tu misericordia!

¡Qué poco pensamos en tus sufrimientos que son los
que nos han adquirido esa misericordia!

Sor Apolina Andriveau, Hija de la Caridad

viernes, 15 de noviembre de 2019

Sor María Martha Chambón y la Devoción de Las Santas Llagas

                 
María Francisca Chambón nació el 6 de Marzo de 1841 en Croix-Rouge una pequeña región cercana a Chambéry, cuando ésta formaba parte del Reino de Saboya con capital, Torino. Hija de pobres campesinos, en una familia compuesta por sus padres y ocho hermanos, de condición humildísima, logró realizar su vida de unión con Cristo, a través de una experiencia de inmensa profundidad y trabajo espiritual.

Era pobre, de escasa inteligencia, de aspecto poco agradable, sin saber leer ni escribir, y sin embargo, sabía el Catecismo a la perfección y era muy piadosa; tal vez por eso es escogida por Jesús para hacerla Su confidente privilegiada y mostrarle los tesoros de Su Amor, porque se había entregado por completo a Él; Sor María Martha como una enamorada vivía continuamente en la presencia de su Esposo: desde pequeña había recibido frecuentes visitas del Niño Jesús que conversaba con ella, la ayudaba, la reemplazaba en sus labores más humildes. Era una sustitución íntima, radical, en la cual su alma se hacía una con Cristo. Cuando era una niñita, la mandaban a pastorear la única cabra que sus padres poseían. Aquellos momentos eran una posibilidad de estar en la presencia de Dios. Siempre sola con el Señor.

Después de la Primera Comunión, el Niño Jesús en persona la acompañaba en los trabajos del campo y pasaba con ella las jornadas cómo hacemos con los compañeros de juegos. Y, era precisamente cómo un juego alegre, aquel permanecer en compañía del Divino Niño, con el trabaría una amistad de niños, sincera y alegre.

A los 18 años entró a la Orden de la Visitación de Santa María (Salesas) porque en el Carmelo no la habían recibido a causa de su débil salud; allí le darían el nombre de María Marta, en honor de las piadosas hermanas que atendían a Nuestro Señor; fueron frecuentes sus íntimos coloquios con San Francisco de Sales, durante los cuales él la animaba a ser fiel a la Regla de la Orden.

En la Visitación fue acogida como conversa, y le fue confiado el encargo del pensionado, destinado a las alumnas que a causa de los sucesos políticos franceses, las monjas se vieron obligadas a abrir, no de buen agrado, para poder continuar como comunidad religiosa, después de la supresión.

El 2 de Agosto de 1864, Sor María Martha sellaría su desposorio con Cristo emitiendo los votos perpetuos; tenía entonces 23 años.

A partir de Mayo de 1866, empezaría a recibir frecuentes comunicaciones celestiales con Nuestro Señor, que le revelaría Su deseo de dar a conocer la Devoción por Sus Santas Llagas. Sin embargo, Sor María Martha permaneció siempre sin relevancia y oculta; sólo los superiores estaban al tanto cuánto sucedía en su alma, mientras toda la comunidad desconocía tantas gracias, y sólo después de su muerte los manuscritos sobre sus experiencias fueron revelados a sus compañeras. Es éste un hecho bellísimo, que sólo una espiritualidad fuerte puede permitir: que un alma viva en dulcísimos coloquios con Su Señor, mientras las demás, las circunstantes, permanecen a oscuras en medio de tanta luz, que se difunde sobre todos y por todas partes.

De aquí en adelante, toda la comunidad se sintió más unida al recibir y transmitir el Mensaje recibido y vivido verdaderamente por la humilde conversa, e hizo propia su misión, la de difundir la Devoción a Las Santas Llagas. 

A semejanza de Santa Margarita María Alacoque, Apóstol del Sagrado Corazón, Sor María Martha no salió del convento, ni siquiera habiendo recibido de Dios un Mensaje importante para la Iglesia entera. 

Durante cuatro años, desde Enero de 1869 hasta Septiembre de 1873, viviría sostenida sólo con la Sagrada Eucaristía: Jesús Sacramentado fue para ella alimento no sólo del espíritu, sino también del cuerpo; cuando sus fuerzas la abandonaban, se confiaba en el Poder de Dios; cuando la debilidad se apoderaba de su físico, ella invocaba el Auxilio de Dios y cuando el demonio la asaltaba, ella se refugiaba en las Santas Llagas del Señor.

Las Llagas del Señor eran su única defensa, la riqueza de su vida, su salvación permanente. Es este el camino del amor: anhelar totalmente el Amado, quererlo, conocerlo, experimentarlo completamente, no aceptar ningún otro fuera de Él, vivir siempre y únicamente en espera del encuentro, sufrir terriblemente por cada retardo. Desesperar de su posible ausencia o distanciamiento. Ni siquiera el enemigo podía abrirse caminos en aquella alma bendita y perfectamente rendida a su único Señor.

Y el Señor mismo reveló a la Hermana María Martha las grandes potencialidades de las Santas Llagas, tanto para los pecadores cómo para la Iglesia y para las Almas del Purgatorio. Se complacía contemplándolas y honrándolas en la siguiente forma: Primero, la llaga de los pies, después el Costado, enseguida la mano izquierda, la mano derecha y por último, la cabeza coronada de espinas. 

El 12 de Junio de 1874 recibiría el don de los Sagrados Estigmas en sus pies. Cristo Nuestro Señor la hacía así partícipe de Su Pasión. Pronto le revelaría:

“Yo concederé todo cuánto se me pida por la invocación de Mis Santas Llagas. Hay que difundir la Devoción”, y ella fiel a la solicitud del Señor por toda la vida tendrá en sus labios la invocación enseñada por Él mismo: “Jesús mío, perdón y misericordia, por los méritos de Tus Santas Llagas”. 

El Señor enseñó a la hermana a valorizar todas las pequeñas cosas cotidianas, los sencillos trabajos domésticos, como atender el refectorio del pensionado o recoger las frambuesas del huerto, todo se convertía en un momento de glorificación a Dios, sea por Su Presencia, sea por la alabanza que ofrecía al Señor. El trabajo, la oración, la meditación, los quehaceres diarios: todo puede ser camino hacia lo eterno.

La Santa Sede concedió pronto a las religiosas de la Visitación 300 días de indulgencia por el rezo del Rosario de las Santas Llagas. El 16 de Enero de 1924 y por indulto de la Sagrada Penitenciaría, estas indulgencias se extendieron a todos los fieles.

Sor María Martha Chambón entró en la Vida el Jueves 21 de Marzo de 1907, a las ocho de la tarde, después de recibir los Santos Sacramentos y el consuelo de su Comunidad.

jueves, 14 de noviembre de 2019

El Escapulario Verde

El Escapulario Verde o el Escapulario del Corazón Inmaculado de María es, como la medalla milagrosa, un regalo de nuestra madre bendita a las hijas de la caridad de San Vicente de Paúl.

El 27 de noviembre de 1839, Justine Bisqueyburu, destinada por la Providencia para dar a conocer esta devoción, entró en el Noviciado de las Hijas de la Caridad, 140 Rue du Bac, París. El 28 de enero de 1840, durante su primer retiro, la joven hermana fue favorecida con una visión celestial. Nuestra Señora se le apareció vestida en un largo traje blanco sobre el cual colgó una capa azul brillante. En sus manos ella sostenía su Corazón, y de la parte superior salían brillantes rayos. La misma aparición fue repetida cuatro o cinco veces durante su noviciado. Esta bondad no aparentaba tener ningún otro propósito que aumentar la tierna devoción de la misma Hermana a María inmaculada.

Vestida con su hábito, el 8 de septiembre de 1840, fecha de la natividad de la Virgen bendita, la hermana Bisqueyburu fue favorecida durante sus rezos con una aparición de la Madre de Dios, que sostenía en su mano derecha su Corazón envuelto en llamas, y en su mano izquierda una clase de escapulario, consistiendo en una tela de paño verde suspendida de una cuerda del mismo color. En un lado había un cuadro de la Virgen bendita como ella se había mostrado en las apariciones; en el otro lado, un Corazón reflejando rayos más brillantes que el sol, y más claro que el cristal. Este corazón perforado con una espada estaba rodeado por una inscripción ovalada, con una cruz en la parte superior. La inscripción decía: "Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestro muerte." Al mismo tiempo una voz interior reveló a la hermana el significado de esta visión. Ella entendía que este nuevo Escapulario, por medio de las Hermanas de la Caridad, contribuiría a la conversión de los que no tienen ninguna fe, y sobretodo, obtener para ellos una feliz muerte, y que debe ser distribuido con confianza. Mientras el escapulario fue distribuido, conversiones maravillosas ocurrieron y algunas curaciones corporales fueron producidas.

El Escapulario no es el emblema de una confraternidad sino simplemente una imagen doble atado a una pieza única de paño y suspendido de una cuerda. La Virgen Bendita declaró a su fiel servidor que no hay fórmula especial de bendición necesaria. Es suficiente que sea bendecido por un sacerdote y usada por la persona para quien fue destinado. Puede ser colocado en la ropa, en la cama, o simplemente en la alcoba. El único rezo que debe recitarse es la inscripción que rodea el corazón en el revés del escapulario: "Corazón Inmaculado de María, ruega ahora por nosotros y en la hora de nuestra muerte." Esto se debe repetir diariamente, si no por el que lo usa, por el que lo da. El Escapulario se puede distribuir por todas partes. Aun cuando bondades maravillosas se le atañen, son proporcionadas a la fe con la cual se da. El Escapulario Verde fue aprobado dos veces por el papa Pío IX, en 1863, y nuevamente en 1870 cuando él dijo: " Escriba a estas buenas Hermanas que las autorizo para hacerlos y para distribuirlos."

Santa María de la Cabeza

María Toribia, conocida como Santa María de la Cabeza, nació en Torrelaguna (España) entre finales del siglo XI e inicios del XII. fue la esposa de San Isidro Labrador y siempre fue atenta y servicial con su esposo. Realizaba las labores del hogar con humildad, paciencia, devoción y austeridad.

Se dice que el único hijo que tuvieron, un día cayó a un pozo muy profundo. Los esposos corrieron y no encontraban forma de rescatar al pequeño. Entonces rezaron arrodillados con tanta fe que las aguas del pozo empezaron a subir y su hijo apareció en la superficie dentro de una canasta, sano y salvo.

María e Isidro vivieron un matrimonio muy unido como si fueran dos en una sola carne, un solo corazón y un alma única. Ambos esposos tenían la única ilusión de llevar una vida pura y fervorosamente dedicada a Dios.

Con ese anhelo decidieron “separarse” después de que ambos criaron a su único hijo. Su esposo se quedó en Madrid y María partió hacia una ermita cerca al río Jarama donde se entregó a profundas meditaciones, hizo obras de caridad y mantuvo el orden y aseo de la capilla.

Unos hombres malintencionados comunicaron a San Isidro que su esposa llevaba una mala vida con los pastores, pero el Santo rechazó estas calumnias. Sin embargo, San Isidro quiso saber de dónde habían sacado esos comentarios y siguió los pasos de Santa María de la Cabeza.

San Isidro entonces vio que su esposa se acercó al río, extendió su mantilla sobre el agua, se subió y, como si ésta fuera una barquilla, pasó a la otra orilla. Este hecho se repitió otros días y el honor de la Santa permaneció intacto ante su esposo.

Al final de su vida Santa María de la Cabeza regresó a Madrid y continuó con la admirable vida santa de antes. Después de que murió San Isidro, ella retornó a Torrelaguna y falleció alrededor del año 1175.

Tras su muerte, el cráneo fue colocado en un relicario en la ermita de la Virgen de ese pueblo. Desde entonces recibe el nombre de Santa María de la Cabeza ya que ha intercedido para obrar muchos milagros, sobre todo los referentes a los males de la cabeza.

Su fiesta se celebra el 9 de septiembre. La imagen que se venera tiene en sus manos una jarra y un cucharón, signos de sus tareas hogareñas y del servicio a los más pobres. Al igual que su esposo, mira al cielo en actitud orante.

San Isidro Labrador

San Isidro Labrador fue un santo labrador mozárabe. Es el patrón de Madrid, la capital de España, y de los agricultores de todo el mundo. Esta es la vida del santo del día 15 de mayo:

San Isidro Labrador nació en Madrid el 4 de abril de 1082. Sus padres, que lo llamaron Isidro en honor a San Isidoro, eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero sin embargo le enseñaron a tener temor de ofender a Dios, a amar la caridad hacia el prójimo y a tener la virtud de orar y asistir a la Santa Misa y la Comunión como buen católico.

En Madrid vivió humildemente con su familia hasta que, ante la inminente invasión árabe, se trasladaron a Torrelaguna, donde nadie lo conocía y donde era muy difícil conseguir tanto empleo como la confianza de gente. El santo sin embargo tenía claro que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: «Yo nunca te abandonaré», por lo cual confió en Dios, y puso todo en sus manos.

En aquella ciudad se casó con Santa María de la Cabeza, en el 1109, y 10 años después regresó a Madrid para trabajar como criado para la familia Vargas, viviendo en la casa que ésta tenía para los mozos de labranza, junto a la parroquia de San Andrés. Allí nació su único hijo, Juan.

San Isidro Labrador se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa en la iglesia de Santa María de la Concepción, hoy Catedral de la Almudena, y a la ermita de Santa María Magdalena, por la que tenía especial devoción. Por la tarde, repetía sus itinerarios marianos. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por «ausentismo» y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde) pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible (quizá un ángel) le guaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.

Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia, porque además de la oración y y el fervor por la Virgen, Isidro se consagró a los pobres, con la ayuda de su mujer, que compartía con él su amor por los más necesitados.

En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El anfitrión le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. San Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró. Así también, una vez hizo brotar un torrente de una roca, para dar agua a su amo sediento. Salvó con sus oraciones a su hijo Juan, que cayó a un pozo, del que fue salvado milagrosamente.

San Isidro murió, el 30 de noviembre de 1172, a los 90 años, todos lo consideraban ya un santo, ya que muchos fueron testigos de sus milagros

Enterrado primero en el cementerio de la parroquia de San Andrés, fue trasladado 43 años después a la Iglesia, ya que la lluvia desenterró su cuerpo incorrupto. Alfonso VIII en 1212 mandó que hicieran un arcón para enterrar su cuerpo. Allí permanece hasta 1619, fecha en que es beatificado por la Santa Sede, con 438 milagros aprobados. Pablo V firma el decreto y se fija su fiesta para el 15 de mayo. Fue canonizado en 1622 por el papa Gregorio XV. En tiempos de Carlos III, su cuerpo se traslada a la Colegiata donde se encuentra hoy.

El 11 de agosto de 1697, Inocencio XII declara a su esposa Beata, y en 1752 es proclamada como Santa María de la Cabeza. San Isidro Labrador, quien es el patrón de Madrid, es el santo del día 15 de mayo.

Venerable P. Félix de Jesús Rougier


El P. Félix nació el 17 de diciembre de 1859 en Francia, sus padres fueron Benedicto Rougier y María Luisa Olanier familia profundamente cristiana, al principio el P. Félix pensaba ser médico, pero después de sentir la llamada de Dios, decidió ser sacerdote.

El 24 de septiembre de 1889, se ordenó Sacerdote después de que, por milagro de San Juan Bosco, se curara de una terrible enfermedad en el brazo derecho que no le permitía ordenarse.

Él pensaba en ir a Oceanía, pero es enviado a Colombia en donde le tocó la guerra de los mil días. Realizó un gran apostolado, ayudó a mucha gente, llegó a ser capellán militar y tuvo una destacada labor en Ibagué, siendo misionero por esas tierras.

Posteriormente, la Sociedad de María a la que él pertenecía le destinó a México, en donde se encontró con la Venerable Mística Concepción Cabrera, quien confesándose le indica al P. Félix su misión en la Iglesia. Dicha misión era fundar los Misioneros del Espíritu Santo entre otras grandes cosas. Esta confesión fue una revelación de Dios al P. Félix.

Tiempo después de este encuentro providencial, parte rumbo a Francia para pedir permiso a su Superiores para fundar la nueva congregación, pero esto se le niega y pasó 10 años de destierro. Fue un dolor terrible, pero su obediencia era permanente.

Después de lo anterior llegó el 25 de diciembre de 1914 y a la edad de 55 años es cuando funda la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, en plena persecución religiosa en México, arriesgándose a que lo mataran se dedico a difundir por todos los medios posibles la Palabra de Dios. Solía repetir "cuando sé que una cosa es de Dios, me gusta hacerla pronto".

Inicialmente no le habían permitido pasar de la Sociedad de María a los Misioneros del Espíritu Santo, fue hasta el 9 de febrero de 1926 que el Papa Pío XI le concede el permiso, hasta no recibir el permiso no efectúo el paso, mostró obediencia en grado heroico.

También fundó tres congregaciones aparte de los Misioneros del Espíritu Santo y estas son: Hijas del Espíritu Santo para promover todas las vocaciones en especial a la vida consagrada, las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo para evangelizar a los indígenas y las Oblatas de Jesús Sacerdote para ayudar en la formación de los sacerdotes.

Trabajó en tiempos difíciles, pero hizo la voluntad de Dios él decía “Eso quieres mi Jesús, eso mismo quiero yo”. Devoto de la Virgen María de la que decía “con María todo, sin ella nada”.

Murió con fama de santidad que se ha extendido por diversos países el 10 de enero de 1938 pasó por dolores terribles y descansó en paz dejando como últimas palabras “caridad, mucha caridad”.

Quienes lo conocieron dan el testimonio de su bondad y lo presentan como un alma llena de santidad, el actualmente es Venerable y se trabaja intensamente por su Beatificación ya se le han atribuido muchos favores, ahora falta un milagro para su beatificación y otro para su canonización.

Sus restos descansan en el Templo Expiatorio Nacional de San Felipe de Jesús, ubicado en la Ciudad de México.

Oración de intercesión del V.P. Félix de Jesús Rougier:

Padre Celestial, concédeme por tu bondad la gracia de………... Que confiadamente te pido por intercesión del Venerable P. Félix de Jesús, Sacerdote. Glorifica en la tierra a tu siervo y haz que a la luz de su vida aumente el número de sacerdotes, religioso/as y laicos transformados en tu Hijo Jesucristo Sacerdote y Víctima, para mayor Gloria de la Trinidad, santidad de la Iglesia y construcción del Reino de Dios. Amén.

Fuente: http://webcatolicodejavier.org/VenerableFelix.html

Venerable Coínta Jáuregui Osés

Cointa nace el 8 de febrero de 1875 en el pequeño pueblo de Falces (Navarra). Sus primeras educadoras fueron su abuela, su madre y las Hijas de la Caridad, que dirigían la única escuela existente en el pueblo. Allí aprendió a leer y escribir, además de la formación cristiana.

Para completar su educación, cumplidos los 14 años, sus padres la llevaron interna al Colegio de la Enseñanza de Tudela. Aunque al principio notó el cambio, ya que pasó de corretear libre por las calles de Falces a estar en el internado, pronto se sintió bien y le tomó gusto a las clases, al estudio, a la formación espiritual, a las religiosas y a sus compañeras. En este ambiente se forjó su vocación religiosa.

Pasados tres años, sus padres la retiraron del internado y regresó al pueblo. Cuando les comunicó su intención de hacerse religiosa, éstos quisieron poner a prueba su propósito y le prohibieron hablar de ello. Dos años después le dieron permiso para ingresar en la Compañía de María y en 1893 entró en el Noviciado de Tudela, donde hizo los primeros votos y vivió sus primeros años como educadora hasta que, en 1899, fue destinada a la fundación del Colegio de Talavera de la Reina (Toledo).

En Talavera, fue prefecta del colegio y procuradora de la comunidad. En estos años, tanto las religiosas como las alumnas, pudieron comprobar sus cualidades y virtudes. Sobresalía su humildad y prudencia, su generosidad y buen trato a las personas, su disponibilidad y oración, su fortaleza y su búsqueda de la verdad y del mayor bien. Pedía a Dios vivir en el día a día: “las delicadezas de la caridad”.

La Comunidad la eligió como superiora en 1915. Pronto obtuvo la confianza y el amor de las religiosas y continuaron eligiéndola durante varios trienios.

Cuando en 1900 tuvo lugar la Beatificación de Juana de Lestonnac, el Papa León XIII, en la audiencia que concedió a las religiosas, les manifestó el deseo de que se realizara la Unión de todas las Casas de la Orden, hasta entonces autónomas, bajo un gobierno centralizado. Este era el deseo de la Fundadora, y así lo había diseñado en el primer Documento entregado al Cardenal de Sourdis para la aprobación del Instituto, pero no fue aceptado.

Esta Unión se hizo realidad en el año 1921, no sin sufrimiento provocado por fidelidades contrapuestas: unas al primer proyecto y otras a la tradición de la Orden. La Comunidad de Talavera fue del grupo de Casas que se resistió a esta unión. Sin embargo, Coínta Jáuregui, con el paso del tiempo y empujada por las circunstancias históricas en las que se encontró poco a poco se fue dando cuenta de las ventajas que ofrecía el gobierno centralizado.

A partir de 1933, se empezaron a vivir momentos de inseguridad política que llegaron al máximo al estallar la guerra civil. El 24 de julio de 1936 las religiosas tuvieron que abandonar el convento. M. Coínta procuró buscarles alojamiento en familias de las alumnas y de las religiosas que se prestaron generosamente a acogerlas. Pronto Talavera fue recuperada por las tropas nacionales pero el colegio fue convertido en hospital. Las religiosas no podían volver a habitarlo. Mientras tanto, Coínta se preocupó de mantenerlas unidas y dedicadas a la educación, primero en un casa y después en un pequeño hotel.

Una de las religiosas que había ido a Badajoz a refugiarse con su familia, recibió la petición de que se fundara un Colegio para las niñas. Coínta se trasladó a Badajoz y vio que era factible la fundación, aunque fuera provisionalmente y permaneció allí durante un tiempo. Por fin, en 1940, pudo reunir de nuevo a la comunidad en Talavera y abrir de nuevo el colegio.

Los duros acontecimientos de la guerra civil española y su incidencia en la vida y misión del monasterio de Talavera de la Reina, le hicieron entender mejor los desafíos del momento histórico que se vivía y le ayudaron a discernir el querer de Dios. Comprendió las bondades de la unión a la que ella se resistía y que la fidelidad al Carisma va más allá de las formas en que se encarna en un momento dado; la riqueza de esos dones que Dios da a la Iglesia, a través de los fundadores y fundadoras, encierra virtualidades siempre nuevas para cada momento de la historia.

Coínta comenzó un diálogo con cada religiosa y posteriormente con la comunidad, planteando la conveniencia de adherirse a la Unión. Fue un tiempo intenso de oración, reflexión y discernimiento. El resultado de la votación de la comunidad fue la no adhesión. M. Coínta aceptó el resultado. Coherente con sus ideas, solicitó un permiso a la Santa Sede y pidió a la M. General la admisión en la Unión. En junio de 1941 fue destinada a la Comunidad de San Sebastián, que la recibió con gozo por la fama de santidad y el prestigio que tenía. A sus 66 años se adaptó rápidamente a la nueva situación.

Desde el primer momento estuvo al servicio de las necesidades de la comunidad y vivía la cotidianidad desde el amor y la entrega en humildad: atendía a la portería, ayudaba a la profesora de párvulos, preparaba a las niñas para la primera comunión, vigilaba estudios… Siempre disponible para lo que hiciera falta.

Murió el 17 de enero de 1954. Inmediatamente la Comunidad de San Sebastián empezó a recibir gran cantidad de escritos y cartas sobre la santidad de su vida, que también había sido reconocida “siempre y en todo buena” mientras vivía.
En 1961 se inició el proceso de Beatificación, que actualmente sigue adelante con la aprobación de los Consultores teólogos de la Congregación de las Causas de los Santos. Sus restos fueron trasladados a la Casa de Tudela el 7 de abril de 2010.

Son muchas las personas que, desde los cuatro continentes, confían en su intercesión y agradecen los favores recibidos. Creemos poder afirmar que la vida de la M. Coínta es transparencia del Dios Amor. Su relación con las personas, su libertad interior para dejarse transformar por las experiencias en las que veía la presencia y acción amorosa del Señor y su valentía para ser coherente con lo que descubría como voluntad suya, marcan su camino de santidad. En la fuerza del amor y de la verdad, encontró el secreto para construir la historia y el fundamento de una educación humanista cristiana, tan necesaria en nuestro mundo.


lunes, 11 de noviembre de 2019

Nuestra Señora de los Pueblos




Señor Jesucristo, Hijo del Padre
Manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra,
Haz que el Espíritu Santo
Habite en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados de la corrupción,
de las calamidades y de la guerra.
Que la Señora de todos los pueblos,
Que un día era María,
Sea nuestra abogada. 

Amén.







domingo, 10 de noviembre de 2019

Beato Bronislao Markiewicz

Bronislao Markiewicz nació el 13 de julio de 1842 en Pruchnik, Polonia, en la actual archidiócesis de Przemyśl de la Iglesia latina, sexto de once hijos de Juan Markiewicz, burgomaestre de la ciudad, y Marianna Gryziecka. Recibío en su familia una sólida formación religiosa. Más tarde, durante sus estudios clásicos en Przemyśl, experimentó una cierta vacilación en la fe debido, en gran parte, al ambiente fuertemente antirreligioso que reinaba en la escuela. Logró, sin embargo, superarla pronto recobrando serenidad y paz interior.

El joven Bronislao, conseguido el diploma de licenciatura y sintiéndose llamado por Dios al sacerdocio, en 1863, entró en el Seminario Mayor de Przemyśl. Al acabar los estudios, fue ordenado sacerdote el 15 de septiembre de 1867. Después de seis años de trabajo pastoral, en calidad de vicario, en la parroquia de Harta y en la Catedral de Przemyśl, con el deseo de prepararse aún más para trabajar con la juventud, estudió durante dos años pedagogía, filosofía e historia en la Universidad de Leópolis y de Cracovia. En 1875 fue nombrado párroco en Gac y en 1877 en Blazowa. En 1882 le fue confiada la enseñanza de teología pastoral en el Seminario Mayor de Przemyśl.

Sintiéndose llamado también a la vida religiosa, en el mes de noviembre de 1885, partió hacia Italia y entró en los Salesianos, donde tuvo la alegría de encontrar a San Juan Bosco, en cuyas manos hizo los votos religiosos el 25 de marzo de 1887.

Como salesiano desarrolló diversos encargos confiados por sus Superiores y trató de realizarlos con dedicación y celo. Debido a la austeridad de vida y a la diversidad del clima, en 1889 P. Bronislao enfermó gravemente de tisis, estando al borde de la muerte. Recuperado de la enfermedad, transcurrió la convalecencia, siempre en Italia, hasta que, el 23 de marzo de 1892, con el permiso de sus Superiores, regresó a Polonia donde asume el encargo de párroco de Miejsce Piastowe, en la diócesis de origen Przemyśl.

Además de la actividad parroquial ordinaria, Padre Bronislao Markiewicz se dedicó, en el espíritu de San Juan Bosco, a la formación de la juventud pobre y huérfana. Para ella abrió en Miejsce Piastowe un Instituto, en el que ofrecía a sus educandos tanto ayuda material como espiritual, preparándolos para la vida con la formación profesional en las escuelas abiertas en el mismo Instituto. En 1897 decide fundar, con tal objetivo, dos nuevas Congregaciones religiosas basadas en la espiritualidad de San Juan Bosco, adaptando sus reglas a lo específico del propio carisma. Recibido nuevamente entre el clero de la diócesis de Przemyśl Padre Markiewicz continuó la actividad de párroco y de director del Instituto (Sociedad) al que puso por nombre Templanza y trabajo (erigido en 1898), tratando de obtener su aprobación como Congregación religiosa, bajo la protección de San Miguel Arcángel, con una rama masculina y otra femenina. La aprobación fue concedida sólo algún año después de su muerte: en 1921 a la rama masculina y en 1928 a la femenina.

Padre Bronislao continuó, siempre con la aprobación y la bendición del Obispo, san José Sebastián Pelczar, su actividad de formador de los jóvenes y de muchachos huérfanos y abandonados, sirviéndose de la ayuda de colaboradores a cuya preparación y formación contribuyó él mismo constantemente. Ya en Miejsce Piastowe había ofrecido casa y formación a centenares de muchachos dándose a ellos enteramente. Deseoso de hacer aún más en su favor, en el mes de agosto de 1903, P. Markiewicz abrió una nueva casa en Pawlikowice, cerca de Cracovia, donde encontraron casa y posibilidades de formación espiritual y profesional más de 400 huérfanos.

La dedicación total a los muchachos, la abnegación heroica de sí mismo, el trabajo enorme por realizar, llegaron a consumir bien pronto las fuerzas de Padre Markiewicz minando su salud, ya muy comprometida por las molestias sufridas en Italia. Todo ello le condujo rápidamente al final de su peregrinación terrena, acaecida el 29 de enero de 1912.

Antes y después de su muerte, fue considerado un hombre fuera de lo común. Creciendo cada vez más la fama de santidad de padre Bronislao, los Superiores de los dos Institutos religiosos de San Miquel Arcángel, fundados por él, pidieron al Obispo de Przemyśl formalizar el proceso de beatificación de su Fundador que tuvo inicio en 1958. Acabado el iter de la Causa, el 2 de julio de 1994, en presencia del Santo Padre Juan Pablo II, fue promulgado el decreto de heroicidad de las virtudes de Padre Bronislao Markiewicz y diez años después, precisamente el 20 de diciembre de 2004, el decreto sobre el milagro obrado por Dios por intercesión de Padre Bronislao. Se abría así el camino para su beatificación. Fue beatificado el 19 de junio de 2005 por el Cardenal Jozef Glemp en representación del Papa Benedicto XVI.

Venerable Paulina Jaricot

Paulina nació el 22 de Julio 1799 en la ciudad de Lyon (Francia), hija de Antonio Jaricot y Juana Lattier, ambos profundamente cristianos. Desde muy niña demostró un gran espíritu religioso. Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser misionero y (quizás por falta de suficiente información) le pintaban las misiones como algo terrorífico donde los misioneros tenían que viajar por los ríos sobre el cuello de terribles cocodrilos y por las selvas en los hombros de feroces tigres. Esto la emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de misionera. Sin embargo sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de alguna manera, y pedía a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminaría años más tarde por medio de una simple lectura hecha por una sirvienta.

De pequeñita aprendió que un gran sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer las propias inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se propuso ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños sacrificios.

Cuando en 1814 el Papa Pío VII quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el pueblo entero salió en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje hacia Roma. Paulina tuvo el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su casa la bendijera y le pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo bellísimo que nunca olvidó.

De joven se hizo amiga de una muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía dedicarse a la coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena de adornos, de coloretes y de joyas (pero nada de esto la satisfacía). Su mamá rezaba por su hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta mundanidad. Y Dios la escuchó.

Un día en una fiesta social resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un golpe durísimo. Quedó muda y con grave peligro de enloquecerse. Entonces la mamá le hizo este ofrecimiento a Dios: "Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio esta muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a mí a la eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la vida".

Dios le aceptó esta petición. Su madre se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el habla, y la salud física y mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo. 

Poco después, un día entró a un templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo pasajeros que son los goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades de la vida. Después del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le aconsejó: "Deje las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a ganarse el cielo con humildad y muchas buenas obras". Desde aquel día ya nunca más Paulina vuelve a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar dinero en lo que solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos son sumamente modestos, hasta el extremo que las antiguas amigas le critican por ello. Ahora en vez de ir a bailes se va a visitar enfermos pobres en los hospitales. Movida por el Espíritu de Dios, abandonó la pudiente vida de lujo y de frivolidad que había llevado hasta entonces, y comenzó a visitar a los pobres, vistiendo como ellos y buscando medios nuevos para ofrecerles una limosna sin que se sintieran humillados, porque, decía que "son ellos los que nos hacen el honor de aceptar nuestro dinero".

Francia acababa de salir de la Revolución jacobina, y con ideas y movimientos anticatólicos. Para contrarrestar esta ruina espiritual y honorar a Dios contra las persistentes blasfemias e improperios despectivos contra Dios y contra la Iglesia, comenzó un movimiento de jóvenes obreras que debían "reparar los insultos al Sagrado Corazón de Jesús olvidado y despreciado". Estas jóvenes llamadas Reparadoras, rezaban al Sagrado Corazón de Jesús y hacían horas de adoración ante el Santísimo Sacramento en expiación de los pecados de sus compatriotas.

Un día, cuando tenía 23 años de edad, llegó Paulina Jaricot de su trabajo, cansada y con deseos de escuchar alguna narración que le distrajera amenamente. Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le contara algo ameno y agradable. La buena mujer le respondió: "si me ayuda a terminar este trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le agradará mucho". La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el oficio la cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones se puso a leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas tierras, en medio de terribles penurias económicas, y con grandes peligros y dificultades, escribían narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les ayudaran con sus oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con éxito su difícil labor misionera.

En ese momento pasó por la mente de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas piadosas y obtener que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas oraciones y algún pequeño sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar después todo esto a los que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Su hermano Philéas, más tarde sacerdote misionero, alentó esta inquietud, proponiéndole la idea de ayudar a las Misiones de América del Norte, primero, y después también las de Asia, confiadas a los cuidados de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París. Y así, Paulina se propuso empezar a llevar a cabo esa mima semana tan bella idea. Comenzaba a gestarse así la Asociación que luego se llamaría de la "Propagación de la Fe" que tendría su fundación oficial el día 3 de mayo de 1822.

Paulina se dirigió a sus Reparadoras y a sus compañeras de trabajo invitándoles a dar un céntimo a la semana a favor de las Misiones. Calculando 10 obreras y que cada una de ellas podía invitar, a su vez, a otras 10 amigas a hacer la misma oferta, se llegaba a la colecta de 100 céntimos a la semana. Estas personas, convertidas en socias de la Asociación, se empeñaban, cada una, a encontrar otras diez personas que ofrecieran semanalmente la misma suma. La Asociación pudo así extenderse velozmente, con millares de personas como miembros, y con una colecta que aumentaba proporcionalmente. En los primeros meses de 1820, cuando Paulina se encontraba al frente de la Asociación, las trabajadoras de Lyón alcanzaron la suma de 1.800 francos a la semana: ¡una suma enorme, considerando que su salario mensual era de pocos francos! Lo que es interesante señalar, es el entusiasmo y la prontitud al sacrificio de las jóvenes trabajadoras, que unían al duro trabajo el compromiso de reparación de las ofensas hechas a Dios y la ayuda a las necesidades de los pobres en patria y, sobre todo, en las Misiones Extranjeras. Pero todavía es más importante subrayar que la actividad de penoso trabajo en una fábrica del siglo XIX, con más de 15 horas de trabajo al día, no quitaba a estas jóvenes el deseo de la oración, y no les suprimía la voluntad de hacer el bien a personas más pobres que ellas mismas.

Su hermano, que se acaba de ordenar de sacerdote, propone la idea de Paulina a otros sacerdotes en París y a muchos les agrada y empiezan a fundar coros de Propagación de la Fe. La idea se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los misioneros se aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la fundadora de este movimiento, pero lo importante era ayudar a extender nuestra santa religión.

La facilidad y la velocidad con la que la Asociación se extendió entre los católicos franceses maduraron en Paulina la convicción de que se necesitaba alguna cosa parecida, pero todavía más útil y enérgica, para despertar y expandir la fe en Francia y en el mundo. Así, pensó en otra cadena de corazones comprometidos en aportar ayudas espirituales a toda la Iglesia, y tuvo la brillante idea de constituir un "Rosario Viviente", siguiendo un método parecido al de la Asociación para la Propagación de la Fe. Su deseo declarado era el de llevar la oración del Rosario, reservada entonces y sobre todo a las instituciones religiosas, a una práctica general. "Lo importante, y lo más difícil, era hacer que la masa aceptase el Rosario", recordaba en una carta posterior. En otra carta al Maestro General de los Dominicos, Paulina declaraba: "Me pareció que había llegado la hora de realizar el proyecto -perseguido desde hacía tiempo- de una Asociación accesible a todos, que permitiera alcanzar la unión de la oración con un modo único, breve y práctico, sin cansar a nadie y que pudiera facilitar, al menos durante algunos minutos, la meditación cotidiana de los misterios de la vida y de la muerte de Jesús".

Para alcanzar este fin, Paulina lanzó su nueva iniciativa con la creación de grupos, no ya de 10, sino de 15 personas, (una sección de 15 miembros dirigidos por una celadora), que correspondían a los 15 Misterios del Santo Rosario, y así, la sección recitaba cada día el Rosario entero. Estos grupos no sólo recitaban diariamente los 15 Misterios del Rosario, sino que se comprometían también a meditarles y a orar por una persona que tuviera una particular necesidad de conversión: Paulina creía en la fuerza del Rosario para la conversión de los pecadores. Tuvo también el ingenio de incluir en el grupo de las 15, a personas buenas, otras, mediocres y también aquellas que no tenían otra cosa que ofrecer sino su buena voluntad… Estaba convencida y afirmaba que con 15 carbones, cuando uno está bien encendido y tres o cuatro lo están a medias, y los otros nada… reuniéndoles, se consigue enseguida una hoguera. Una particularidad del "Rosario Viviente", debida siempre al genio y al celo de Paulina, era que cada asociado se comprometía a entregar cada año una suma de cinco francos para comprar y difundir buenos libros. En una década, la práctica del "Rosario Viviente" se había propagado también a otros continentes, y en Francia, en 1834, contaba con cerca de un millón de asociados. Paulina declaraba en una carta del 1 de mayo de 1840: "En breve estaremos en unión de oraciones con todos los pueblos del universo". Ella misma constataba con alegría que la mayor parte de los miembros de la "Asociación para la Propagación de la Fe" eran también miembros del "Rosario Viviente". Justamente, el Secretario del Comité Central de la Asociación, Dominique Maynis, en una carta a Paulina, escribe: "Lo que usted bien quiso añadir sobre este apoyo que el "Rosario Viviente" prestaría a la Propagación de la Fe indicaba suficientemente que la fundación de ésta no había estado del todo ajena al establecimiento de aquélla… cosa que no hemos podido olvidar". Un Breve Pontificio del Papa Gregorio XVI dio aprobación oficial al movimiento del "Rosario Viviente", que había alcanzado ya los dos millones de miembros, y que Paulina animará y guiará durante 15 años.

Paulina se fue a Roma a contarle al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación de la Fe. El Sumo Pontífice aprobó plenamente tan hermosa idea y se propuso recomendarla a toda la Iglesia Universal. En el año 1826 la Obra se extiende en Europa, inicia sus Annales, que reproducen las cartas de los misioneros, y mantiene estrecha relaciones con la Congregación de Propaganda Fide.

Al volver a Francia fue a confesarse con el más famoso confesor de ese tiempo, el Santo Cura de Ars. El santo le dijo proféticamente: "Sus ideas misioneras son muy buenas, pero Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener más éxito". Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los sufrimientos e incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron enormes.

Al principio recogía ella misma las limosnas para las misiones, pero varios avivados le robaron descaradamente. Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a sacerdotes y laicos especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente.

Paulina, “siempre libre para ir ahí donde las necesidades son más grandes”, siguió con su obra misionera: ella crea las Bibliotecas populares itinerantes en 1826 y la Congregación de las hijas de María en 1831. Queriendo mejorar la condición obrera y permitir una nueva evangelización, ella se compromete algunos años más tarde en un ambicioso proyecto industrial y crea la fábrica Nuestra Señora de los Ángeles.

Después recibió ayudas para fundar obras sociales en favor de los obreros pobres, pero varios negociantes sin escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero. Paulina se dio cuenta de que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía dejar la administración de lo material a manos de expertos que supieran mucho de eso.

En 1862, después de haber perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y hecho sufrir, y contenta porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy extendida murió santamente y satisfecha de haber podido contribuir eficazmente a favor de las misiones católicas. Entregó su vida al amanecer del 9 de enero de 1862 pronunciando estas palabras "¡María! ¡Oh madre mía! ¡Os pertenezco totalmente!"

Veinte años después, en 1882, el Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la Fe a todo el mundo. Y como confirmación de su espíritu misionero y del servicio a la Iglesia Universal, el 3 de mayo de 1922, Pío XI, con el Motu Proprio Romanorum Pontificum, declara "Pontificia" la Obra de la Propagación de la Fe (POPF).

Beato Pedro Francisco Jamet

Pedro Francisco Jamet, nació el 12 de septiembre de 1762 en Fresnes, Francia, sus padres, ricos agricultores, tuvieron ocho hijos, de los que dos fueron sacerdotes y una fue religiosa.

Pedro Francisco Jamet Estudió en el Colegio de Vire y a los 20 años se sintió llamado al sacerdocio, por lo que se matriculó en la renombrada Universidad de Caen, en la que siguió los cinco años de estudio en filosofía y teología.

En 1784 entró en el seminario y 22 de septiembre de 1787 fue ordenado sacerdote, obtuvo el título de licenciado en teología y el título de "Master of Arts", pero no pudo continuar su especialización por el estallido de la Revolución Francesa.

Existía en Caen una comunidad de las Hijas del Buen Pastor, instituto fundado en 1720 por la Madre Anna Leroy, en 1790 el P. Jamet fue nombrado capellán y confesor del Instituto, del que llegó a ser superior religioso en 1819.

En 1798 se negó realizar el juramento impuesto por las autoridades de la Revolución Francesa, por lo que fue detenido y recibió amenazas de muerte. Milagrosamente recuperó la libertad y se dedicó con todos los medios a ayudar a las Hijas del Buen Pastor, celebrando la Misa en secreto, apoyanbdo a los hermanos vacilantes y alentando a los fieles perseguidos.

Después de la Revolución, pudo dedicarse abiertamente a la restauración y al crecimiento de la Congregación del Buen Pastor. Inició la asistencia educativa a los sordomudos, para lo cual realizó estudios específicos sobre su educación, introduciendo nuevos métodos de enseñanza específica.

Durante ocho años, desde 1822 a 1830, fue rector de la Universidad de Caen, logrando entre los docentes y los estudiantes una nueva atmósfera de fe cristiana, posterior a la gran tormenta de la Revolución y la propagación de ideas "ilustradas y racionalistas".

Todo lo hacía para la gloria de Dios, porque interiormente era todo de Dios. A los 83 años, a consecuencia del agotamiento y la edad, Pedro Francisco Jamet murió el 12 de enero de 1845.

Los acontecimientos políticos hicieron, que pese al reconocimiento público de su fama de santidad, el necesario proceso canónico se iniciara recién en 1930, completado con la aprobación del milagro atribuido a su intercesión, el 11 de diciembre de 1985.

El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 10 de mayo de 1987.