San Miguel Garicoïts, nació en Ibarre, el 15 de abril de 1797, al pie de los Pirineos en el país vasco francés, hijo de una familia de humildes pastores de ovejas.
A causa de la precaria situación familiar, San Miguel Garicoits tuvo escasos estudios, pero con la ayuda del párroco de su pueblo pudo realizar su vocación. En 1819 ingresó al seminario de Dax, y fue ordenado sacerdote en 1823.
Su falta de preparación la compensó con una rígida disciplina de estudio autodidacta. Sus avances fueron tales, que a partir de 1825 comenzó a enseñar filosofía y teología en el seminario mayor de Bétharram, al norte de Francia.
San Miguel Garicoits tiene que hacer frente a un clero impreparado y desorientado, consecuencia de los largos años de la Revolución francesa y de sus sangrientas secuelas. Entonces decide revertir la situación fundando un instituto de sacerdotes preparados que pudieran ser enviados a colaborar en parroquias, colegios y seminarios para ayudar a curar las heridas de tantos años de anticlericalismo.
Fue así como nació en 1835 el Instituto de los Padres del Sagrado Corazón de Jesús, mejor conocidos como Padres de Bétharram, el cual dirigiría hasta su muerte. Sus principales encomiendas fueron la re-evangelización de la población rural y la educación de la juventud.
Su obra fue fructificando paulatinamente, y San Miguel Garicoits fue rodeándose de un aura de santidad. Fue de los primeros hombres de la Iglesia en constatar las apariciones de la Virgen en Lourdes.
En 1853 le acometió una parálisis parcial; a pesar de que al principio se recuperó, la enfermedad lo mantuvo en el lecho durante nueve dolorosos años, hasta que finalmente entregó su alma al Creador, el 14 de mayo de 1863. San Miguel Garicoits fue canonizado por el papa Pío XII en 1947.
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