Beata María Josefina de Jesús Crucificado
Nació en Nápoles, el 18 de febrero de 1894, en el seno de una familia de la nobleza: los marqueses Grimaldi. Desde muy joven sintió la vocación religiosa, y tuvo que vencer las dificultades del afecto por sus familiares y de su precaria salud. Ingreso en el monasterio de Carmelitas Descalzas de Santa María de “Ponti Rossi” en Nápoles, donde se destacó por su espíritu de humildad, de obediencia, pobreza, y caridad para con todos.
Recibió como un don de Dios las enfermedades que le atacaron progresivamente y que la llevaron al borde de la muerte, como una forma grave tuberculosis en la espina dorsal, con dolores en las vértebras que la paralizó completamente. Fue curada milagrosamente por una reliquia de san Francisco Javier. No tardó en extenderse su fama por los carismas particulares que le asistían, como los dones taumatúrgicos, y por la curación milagrosa.
Muchos sacerdote, laicos, nobles y humildes se acercaban a ella para buscar ayuda espiritual. A ella, no le gustaban estas visitas y por obediencia recibía a todos y a todos les consolaba y convertía llenándoles el corazón con una profunda paz.
Su abnegación prosiguió, también cuando llegaron otras enfermedades, obligándola a estar en una silla de ruedas, crucificándose con Jesús por la Iglesia y por las almas. Fue subpriora y priora. Por obediencia y por consejo de su director espiritual, escribió su “Autobiografía” y su “Diario”, así como numerosas cartas y exhortaciones para las religiosas. Murió en Nápoles después de dolorosísimas enfermedades que la dejaron ciega y que ella ofreció, sonriente, como altar de sacrificio por las almas. Fue beatificada el 1 de junio de 2008, por Benedicto XVI.
San José, Padre y Protector de la Orden Carmelita
Esta celebración tiene profundas raíces bíblicas; José es el último patriarca que recibe las comunicaciones del Señor a través de la humilde vía de los sueños (cfr Gn 28, 12-14; Mt 1, 20-24). Él, como el antiguo José, es el hombre justo y fiel (Mt 1, 19) que Dios ha puesto como guardián de su casa. Él conecta a Jesús, rey mesiánico, con la descendencia de David (Mt 1, 1-16; Lc 3, 23-38). Como esposo de María y padre putativo de Jesús guía a la sagrada Familia en la huida y en el regreso de Egipto, y así rehace el camino del Éxodo (Gn 37; 50, 22-26; Mt 2, 13-21).
La fiesta litúrgica del santo patriarca aparece en la Orden Carmelitana en la segunda mitad del siglo XV. El Capítulo General del año 1680 elegía por unanimidad a San José como protector principal de la Orden.
Santa Teresa de Jesús, fue muy devota de este gran santo, ella decía: “Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él. Comencé a hacer devociones de Misas y cosas muy aprobadas de oraciones, y tomé por abogado a san José…; y él hizo, como quien es, que pudiese levantarme y andar y no estar tullida”. Su primer monasterio lo dedicó a su querido Santo.
S.S Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia universal el año 1847 y Juan XXIII introdujo su nombre en el Canon romano.
Oración a San José
Glorioso Patriarca San José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, venid en mi auxilio en estos momentos de angustia y dificultad. Tomad bajo vuestra protección las situaciones tan serias y difíciles que os encomiendo, a fin de que tengan una feliz solución. Mi bienamado Padre, toda mi confianza está puesta en Vos. Que no se diga que Os he invocado en vano y puesto que Vos podéis todo ante Jesús y María, mostradme que vuestra bondad es tan grande como vuestro poder. Amén.
27 de marzo
Beato María Eugenio del Niño Jesús
Enrique (Henri) Grialou nació el 2 de diciembre de 1894, en una modesta familia de Gua, pueblo minero de la región de Aveyron, en Francia. Fue el tercero de cinco hermanos. Su infancia estuvo marcada por la muerte de su padre. Educado en un clima de fe, se siente desde niño atraído por el sacerdocio. Después de su ordenación sacerdotal, el 4 de Febrero de 1922 entra en el noviciado de los carmelitas,. El 10 de Marzo de 1922, el joven sacerdote Enrique Grialou recibe el hábito de la Orden del Carmen, tomando el nombre de fray María Eugenio del Niño Jesús. En este tiempo, entregado al silencio, a la oración, al encuentro con Dios, profundiza en la gracia profética y mariana del Carmelo, haciéndola suya.
Ocupa diversos puestos de responsabilidad al servicio de la Orden: Definidor General (1937-1954), Vicario General (1954-1955), y Provincial del Sur de Francia. Entre sus diferentes escritos, destacamos su obra maestra, Quiero ver a Dios que nos abre a su propia experiencia espiritual.
Llamado por Dios para transmitir su gracia a una familia espiritual, funda en 1932 el Instituto Secular Notre-Dame de Vie, en Venasque (Francia). Este Instituto está formado por laicos consagrados, hombres y mujeres, y sacerdotes, que viven de la espiritualidad del Carmelo e intentan testimoniar de la presencia del Dios Vivo en los ambientes más diversos, en medio del mundo; viviendo y enseñando el camino de la oración contemplativa.
El padre María-Eugenio se va a la casa del Padre el 27 de Marzo de 1967, un lunes de Pascua, día de la fiesta de Notre-Dame de Vie, instituida por él para celebrar la alegría de María al ver a su Hijo resucitado. Desde entonces su obra prolonga su acción. Su carisma continúa vivo entre nosotros a través del libro Quiero ver a Dios, de sus escritos y enseñanzas, del Instituto Secular Notre-Dame de Vie y de todas aquellas personas que en su Orden y en la Iglesia le conocieron.
Fue beatificado en Avignon , Francia, el 19 de noviembre de 2016, durante el Pontificado de S.S Francisco.
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