La Beata María Berenice nació en Salamina (Caldas- Colombia) el 14 de agosto de 1898, sus padres fueron quienes, con el rezo del santo rosario y el amor a la Eucaristía, le inculcaron una sólida devoción a la Virgen María. Su crecimiento humano fue armonioso, se destacó por sus numerosas cualidades, mostrando una sensibilidad muy grande por las personas más necesitadas.
Fue bautizada con el nombre de María Ana Julia y desde muy temprana edad aprendió a orar, a contemplar a Dios en la naturaleza; esto, fue despertando en ella la empatía con el prójimo y un
carisma que la llevó a identificar la problemática de su época y tomar acción para ayudar a solucionarla. Su entrega y devoción le brindaron el deseo de llevar un estilo de vida contemplativo.
Con el anhelo de responder al llamado del Señor, al terminar sus estudios ingresó a la orden de las hermanas Dominicas de la Presentación, deseando, sobre todo, cumplir la Voluntad de Dios y ser santa.
Su vida fue marcada por un trabajo incansable en la búsqueda de mejores condiciones para las personas humildes, sencillas y marginadas de la sociedad. La experiencia de su trabajo humanitario, sumada a su devoción, la llevó a fundar, por intermedio del Corazón de Jesús, una Comunidad integrada por jóvenes sencillas; la Beata Berenice solía expresar que en esta juventud de condición humilde había miles de vocaciones, tesoros ocultos, que se perdían debido a que no podían ser recibidas en ninguna congregación existente en la época.
Tras superar todas las dificultades que se le presentaron, en 1943 logró fundar la Congregación religiosa de las Hermanitas de la Anunciación en Medellín, Colombia.
Contó con el apoyo de la Iglesia para materializar la conformación, que luego de un arduo trabajo y miles de adversidades, logró salir adelante.
En su vida religiosa, la Beata María Berenice, fundó otras obras: las Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús y de Maria, el 15 agosto de 1957, recibiendo solicitudes de jóvenes afroamericanas, en su mayoría procedentes de las costas colombianas, población que para la época era marginada política y socialmente. El 8 de diciembre de 1965, el Señor le puso delante un nuevo proyecto destinado a un grupo de jóvenes que le pidieron ayuda para responder a las necesidades concretas de la sociedad de aquel momento, fundando así a los Misioneros de la Anunciación.
Su constante preocupación fue la de ayudar a los excluidos de la sociedad y responder a las necesidades concretas de su tiempo. El fervor misionero de evangelización la movió a extender la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación más allá de los mares, con el deseo de que las religiosas llevasen el mensaje de Jesús hasta los confines de la tierra. Hoy la Congregación hace presencia en 15 países.
La Beata María Berenice vivió con gran fidelidad y alegría su consagración al Señor, buscó identificarse con Cristo, dirigirse al suplicio de la cruz y acoger la muerte con un amor más fuerte y más grande. Su vida fue marcada por el lema “LA VOLUNTAD DE DIOS”. Tras una larga enfermedad, se preparó para subir al Calvario consumiéndose como hostia de amor y reparación. Murió en Medellín, Colombia, el 25 de julio de 1993.
Al enterarse de su muerte, muchas personas pidieron su intervención para que el Señor les alcanzara por su medio algunos favores; entre ellos, un niño que sufría de una grave enfermedad que los médicos catalogaron como pandisautonomía, la cual es entendida como la afectación del sistema simpático, parasimpático, digestivo, y urinario. Recibió la oración de la Beata Marìa Berenice, oró con fe y confianza y alcanzó la curación, por mediación de la Beata ante Dios. Después de 8 años de enfermedad, en los que vivió desahuciado por la ciencia y reducido a una silla de ruedas, pudo volver a caminar. El niño y su familia le atribuyen el milagro a la intercesión de la Beata María Berenice.
En virtud de la fama de santidad, desde el 23 de mayo de 2002 hasta el 23 octubre de 2003, en la Curia eclesiástica de Medellín, se realizó la Consulta Diocesana de investigación sobre su vida y virtudes, cuya validez jurídica fue reconocida por la Congregación para la causa de los santos, con el decreto del 26 de agosto de 2005.
Los Padres Cardenales y los Obispos en la Sesión Ordinaria del 15 enero 2019, reconocieron que la Sierva de Dios ejercitó de modo heroico las virtudes teologales y cardinales, recibiendo el título de Venerable emitido el 12 de febrero de 2019 por el papa Francisco. El 13 de octubre el Papa Francisco firmó el decreto del milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Berenice Duque Hencker y la declara Beata el 29 de octubre de 2022.
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