“Pidan ardientemente al Corazón de Jesús, les permita practicar la caridad que El, enseñó con el ejemplo y la palabra” SMJR
"Encomendémonos al Corazón de Jesús; penetremos en sus pensamientos y aprendamos sus lecciones de humildad, de paciencia, de mansedumbre, de caridad; para modelar nuestros corazones según este divino Ejemplo" SMJR.
SUPLICA
AL SAGRADO CORAZÓN
Recuerda, ¡oh Sagrado
Corazón de Jesús! Todo lo que hiciste por salvar a estas almas, que a Ti se
ofrecen y consagran.
Por la suma bondad y
la excelsa amabilidad de tu dulce y Sagrado Corazón, acuérdate de las gracias
que prometiste en favor de quienes de El sean devotos. Sí, por tu inmenso amor
y por los méritos de tantos sufrimientos padecidos por nosotros; concédenos:
1.
Las
gracias necesarias para nuestro estado.
2.
La paz en
nuestras familias.
3.
Consuelo
en nuestras aflicciones.
4.
Ser
nuestro refugio seguro en la vida y, en especial, en la muerte.
5.
Abundantes
bendiciones sobre todas nuestras empresas.
6.
Que los
pecadores encuentren en tu Corazón la fuente y el océano de la Misericordia.
7.
Que las
almas tibias se enfervoricen.
8.
Que las
fervorosas alcancen rápidamente gran perfección.
9.
Bendecir,
según tu promesa, nuestras Casas, donde tu Imagen es
expuesta y honrada.
10. Conceder a los Sacerdotes el don de conmover
los corazones más
endurecidos.
11. Escribir nuestros nombres en tu Corazón, del
cual propagaremos la devoción.
12. Si fuese según la Voluntad de tu Divino
Corazón: la gracia de que estén mejor las enfermas, que no mueran tantas; para
que en todo se haga, no nuestra voluntad, sino la tuya.
13. Enviar a nuestro Instituto miembros inspirados
por el espíritu del mismo, y según tu Corazón.
14. Ya que eres un abismo de riqueza; enviarme, si
es de tu agrado, lo necesario para vestir y mantener a mis pobres hijas y
saldar las deudas; siempre, según tu voluntad.
15. Como la mayor gracia: la de morir todas en tu
dulcísimo Corazón y, con ésta, la perseverancia final, hasta el último aliento.
Concede estas mismas
gracias, oh amabilísimo Corazón, no sólo a todas nosotras, sino también a
nuestras educandas, a nuestros benefactores - que se preocupan por nuestro
Instituto -, a nuestras pobres asistidas.
¡Oh María, en este
día en que te entregamos el corazón, ofrécelo a tu Jesús por medio de esta
súplica, que hago en nombre de todas!
Sor María Josefa
Rossello, Superiora General de las Hijas de la Misericordia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario