Nació el 17 de noviembre de 1765, en Sancey-le-Grand en la diócesis de Besançon. Pertenecía a una familia de pobres campesinos. Había trabajado de pastora y no gozaba de buena salud. Pronto se quedó huérfana de madre, y tuvo, desde muy joven, que asumir responsabilidades en su familia.
Desde muy joven sintió vocación religiosa para dedicarse a los más pobres, fue catequista de su pueblo con un grupo de muchachas. Su familia no quería que se marchara a la vida religiosa, ya que ella era el alma de la familia, pero a pesar de todo Juana defendió su vocación con valentía.
Ingresó en la Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en 1787 en París, y como religiosa se sentía incapaz de hacer algo interesante, pero lo era por la enorme humildad que desarrolló. Durante la revolución francesa la Congregación fue disgregada, y ella regresó a su pueblo, donde a pesar de las grandes dificultades, curó a los enfermos, abrió una escuela gratuita para niños y ayudó a ejercer su ministerio a los sacerdotes no juramentados que actuaban de forma clandestina.
En 1795, decidió entrar en la comunidad del Retiro cristiano, fundada por el venerable Antonio Receveur. Era una comunidad de “solitarios” que buscaban, fuera de Francia, la posibilidad de una vida religiosa austera e intensamente entregada a la oración. Juana permaneció dos años en ella, viajando por Suiza, Baviera y Austria como enfermera, pero comprendió que esta no era su vocación y se marchó.
En 1797, en Landeron, Suiza, se encontró con dos sacerdotes no juramentados de su tierra, Francisco Bacoffe y Carlos Chaffoy, quienes le aconsejaron que volviera a su patria y retomase su misión de servicio. En 1799 abrió escuelas para niñas y un comedor para los pobres. Con una regla parecida a la de las hijas de la Caridad, fundó una nueva congregación que las llamó "Instituto de las Hermanas de la Caridad".
En Nápoles, primero se le pide que se haga cargo del hospital de Incurables. Abrió también una escuela, una farmacia en el convento que le había sido cedido; ella y sus Hermanas no titubearon en salir para ir a visitar y curar a los pobres y enfermos.
El 23 de julio de 1819, fueron aprobadas sus Constituciones por el Papa Pío VII. La comunidad recibe el nombre de “Hermanas de la Caridad bajo la protección del San Vicente de Paúl”. En agosto de 1823 partió hacia Nápoles, dónde murió el 24 de agosto de 1826.
Fue canonizada en 1934 por SS Pío XI. Su fiesta se celebra el 23 de mayo.
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