María Magdalena Postel nació el 28 de noviembre de 1756 en Barfleur, Normandía; fue la mayor de siete hijos de Juan y Teresa Levallois. Esta familia de campesinos acomodados y estimados por el pueblo, fue para ella la escuela de buenas acciones y de piedad. A los nueve años hizo la primera Comunión y emitió el voto de castidad. Al poco tiempo quedó huérfana de padre y madre.
Estudió en la abadía de Valognes. Años después abrió en su región una escuela gratuita para niñas, para formarlas y que fueran mujeres y madres capaces de dirigir hogares donde fuera agradable vivir. Pero entonces estalló la Revolución Francesa. Las órdenes religiosas fueron suprimidas, los sacerdotes que se negaron a hacer el juramento fueron desterrados, y las iglesias cerradas.
El Obispo, en 1791, para no dejar al pueblo sin sacramentos, autorizó a María Magdalena guardar en su casa la Eucaristía, distribuir la comunión y celebrar otros ritos. Con gran devoción hizo esto la comprometida laica durante diez años, y se ganó que la llamaran “la virgen sacerdote”. Fue en esta etapa cuando trabajó intensamente en el campo religioso, caritativo y educativo; se salvó milagrosamente de diversas persecuciones. Y el Señor, la favoreció con carismas especiales.
Magdalena se hizo Terciaria Franciscana el 13 de febrero de 1798. No cambió mucho su estilo de vida, pues ya era ascético; sin embargo, de San Francisco de Asís aprendió la generosidad en el amor a Dios y a los hermanos y el fervor en la oración, que la llevaron a emprender nuevas iniciativas en el apostolado.
El 8 de septiembre de 1807, junto con cuatro hermanas y, con la aprobación del Obispo, inauguró en Cherbourg el Instituto de Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia. Para éste, redactó una regla muy austera, inspirada en las de los Hermanos de La Salle, cuya misión era la enseñanza gratuita a las niñas.
La nueva Congregación pasó por momentos difíciles a causa de falta de recursos económicos y estuvo a punto de desaparecer. María Magdalena no se desalentó y siguió a delante y creó una escuela en Tamerville, que se convirtió en una de las más avanzadas en el campo pedagógico, hasta el punto de eliminar los castigos y promover el uso de la racionalidad en el trato con las alumnas.
Además de someterse para ser directora, tras el Concordato de 1816, tuvo que buscar una casa madre para su Congregación, para la que adquirió, la abadía de Saint-Sauveur-le-Vicomte, cerca de Coutances, donde vivieron en la más extrema pobreza. Gobernó su Institución hasta una edad muy avanzada con criterios tan espirituales que llegó a fundar 37 casas, desplegando una gran actividad a pesar del asma que sufría. A partir de 1837, el abate Delamare fue nombrado su superior mayor, la comunidad se consolidó y les hizo adoptar las constituciones de san Juan Bautista de La Salle. María Magdalena había dicho: "Una religiosa maestra debe salvar al menos mil almas durante su carrera: un tercio entre los alumnos y los otros dos tercios, mediante la influencia de los alumnos en sus padres".
Magdalena enfermó gravemente a principios de julio de 1846. Fue el día 16 cuando entregó su alma a Dios, con una sonrisa en el rostro; tenía 90 años de edad.
A su muerte, había construido más de 37 conventos e iglesias, fundado muchos otros, sin más recursos que su valentía y dinamismo. El Instituto contaba con 250 hermanas y veinte postulantes. En su tumba se produjeron numerosos milagros.
El Papa Pío X la beatificó el 17 de mayo de 1908. S.S Pío XI la canonizó el 24 de mayo de 1926.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario