domingo, 27 de abril de 2025

Papa Francisco y la Misericordia

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL

Biblioteca del Palacio Apostólico
Miércoles, 18 de marzo de 2020

Catequesis sobre las bienaventuranzas:

6. Bienaventurados los misericordiosos

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy hablaremos de la quinta bienaventuranza, que dice: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos hallarán misericordia» (Mt 5,7). En esta bienaventuranza hay una particularidad: es la única en la que coinciden la causa y el fruto de la felicidad, la misericordia. Los que ejercen la misericordia encontrarán misericordia, serán “misericordiados”.

Este tema de la reciprocidad del perdón no sólo está presente en esta bienaventuranza, sino que es recurrente en el Evangelio. ¿Y cómo podría ser de otra manera? ¡La misericordia es el corazón mismo de Dios! Jesús dice: «No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados» (Lc 6,37). Siempre la misma reciprocidad. Y la Carta de Santiago afirma que «la misericordia se siente superior al juicio» (2,13).

Pero sobre todo es en el Padrenuestro donde pedimos: «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mt 6,12); y esta petición es la única que se recoge al final: «Porque si vosotros perdonáis a los demás sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mt 6,14-15; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2838).

Hay dos cosas que no se pueden separar: el perdón dado y el perdón recibido. Pero para muchas personas es difícil, no pueden perdonar. Muchas veces el mal recibido es tan grande que ser capaz de perdonar parece como escalar una montaña muy alta: un esfuerzo enorme; y uno piensa: no se puede, esto no se puede. Este hecho de la reciprocidad de la misericordia indica que necesitamos invertir la perspectiva. Solos no podemos, hace falta la gracia de Dios, tenemos que pedirla. Porque si la quinta bienaventuranza promete que se encontrará la misericordia y en el Padrenuestro pedimos el perdón de las deudas, significa que somos esencialmente deudores y necesitamos encontrar misericordia.

Todos somos deudores. Todos. Con Dios, que es tan generoso, y con nuestros hermanos. Toda persona sabe que no es el padre o la madre que debería ser, el esposo o la esposa, el hermano o la hermana que debería ser. Todos estamos “en déficit” en la vida. Y necesitamos misericordia. Sabemos que también nosotros hemos obrado mal, siempre le falta algo al bien que deberíamos haber hecho.

¡Pero precisamente esta pobreza nuestra se convierte en la fuerza para perdonar! Somos deudores, y si, como hemos escuchado al principio, se nos medirá con la medida con la que medimos a los demás (cf. Lc 6,38), entonces nos conviene ensanchar la medida y perdonar las deudas, perdonar. Cada uno debe recordar que necesita perdonar, que necesita perdón y que necesita paciencia; este es el secreto de la misericordia: perdonando se es perdonado. Por eso Dios nos precede y nos perdona primero (cf. Rom 5,8). Recibiendo su perdón, nosotros a nuestra vez nos volvemos capaces de perdonar. Así, nuestra miseria y nuestra falta de justicia se convierten en oportunidades para abrirnos al Reino de los cielos, a una medida más grande, la medida de Dios, que es misericordia.

¿De dónde viene nuestra misericordia? Jesús nos dijo: «Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36).Cuanto más se acepta el amor del Padre, más se ama (cf. CIC, 2842). La misericordia no es una dimensión entre otras, sino el centro de la vida cristiana: no hay cristianismo sin misericordia[1]. Si todo nuestro cristianismo no nos lleva a la misericordia, nos hemos equivocado de camino, porque la misericordia es la única meta verdadera de todo camino espiritual. Es uno de los frutos más bellos de la caridad (CIC, 1829).

Recuerdo que este tema fue el elegido desde el primer Ángelus que tuve que decir como Papa: la misericordia. Y se me quedó grabado, como un mensaje que como Papa debía dar siempre, un mensaje que debe ser cotidiano: la misericordia. Recuerdo que ese día también tuve la actitud algo “desvergonzada” de hacer publicidad a un libro sobre la misericordia, recién publicado por el cardenal Kasper. Y ese día sentí con tanta fuerza que ese es el mensaje que debo dar, como obispo de Roma: misericordia, misericordia, por favor, perdón.

La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felicidad. Vivimos de misericordia y no podemos permitirnos estar sin misericordia: es como el aire que respiramos. Somos demasiado pobres para poner las condiciones, necesitamos perdonar, porque necesitamos ser perdonados. ¡Gracias!

[1] cfr. San Juan Pablo II Enc. Dives in misericordia (30 de noviembre de 1980); BulaMisericordiae Vultus (11 de abril de 2015); Cart. Apostólica Misericordia et misera (20 de noviembre de 2016).

Fuente: vatican.va

sábado, 26 de abril de 2025

Sierva de Dios María Dubert


Sor María Dubert nació el 12 de enero de 1728 en Bordeaux, Gironde (Francia). De origen humilde, hija del panadero de su pueblo. Ingreso a los 20 años en la Compañía de. María Nuestra Señora.

Pertenece a un grupo de 35 mártires, que ofrecieron su vida al Señor, durante la revolución Francesa entre los meses de junio y julio de 1794.

Luego de salvar el cuerpo de su santa fundadora Juana de Lestonnac y esconderlo para que no fuera profanado. Fueron desterradas de su convento. La madre María Dubert se abandonó a la Providencia, buscando refugio en el monasterio del Buen Pastor, donde acogían a las jóvenes alejadas de Dios. Fueron descubiertos y los enviaron a la prisión de las huérfanas.

Fueron condenados a morir en la guillotina el 04 de julio de 1794. María Dubert iba de rodillas, abstraída, ofreciendo al Padre el prolongarse de su agonía. Le  presentaron un crucifijo:
“-Anda, ¡bésale!”.
Ella abrió sus ojos, alegrándose de ser testigo de Cristo, en aquel momento supremo, ante el pueblo que las iba siguiendo. Inclinó la cabeza, y cuando ya sus labios iban a encontrarse con los de Jesucristo, el verdugo, con cruel risotada, le volvió la cruz del revés.

Las lágrimas nublaron el azul de sus dulces ojos. Besó el revés de la cruz y dijo a su verdugo con mansedumbre:
“-De cualquier manera que me lo presentes, siempre será Jesús, mi Salvador”.

¡Qué maravillosa confesión final! Todo un programa de vida que legaba como testamento a sus hermanas de la Compañía.

La diócesis de Bordeaux instruyó abrir el proceso entre los años 1925 a 1931
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martes, 22 de abril de 2025

Papa Francisco

Con nosotros, peregrino de esperanza, guía y compañero de camino hacia la gran meta a la que estamos llamados, el Cielo, el 21 de abril del Año Santo 2025, a las 7.35 horas, mientras la luz de la Pascua iluminaba el segundo día de la Octava, el Lunes de Pascua, el amado Pastor de la Iglesia Francisco pasó de este mundo al Padre. Toda la Comunidad cristiana, especialmente los pobres, alabaron a Dios por el don de su servicio prestado con valentía y fidelidad al Evangelio y a la Esposa mística de Cristo.

Francisco fue el 266º Papa. Su recuerdo permanece en el corazón de la Iglesia y de toda la humanidad.

Jorge Mario Bergoglio, elegido Papa el 13 de marzo de 2013, nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses: su padre Mario era contable, empleado en los ferrocarriles, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba del hogar y de la educación de sus cinco hijos. Tras graduarse como técnico químico, eligió el camino del sacerdocio, ingresando inicialmente en el seminario diocesano y, el 11 de marzo de 1958, en el noviciado de la Compañía de Jesús.

Realizó sus estudios humanísticos en Chile y regresó a Argentina en 1963, donde se licenció en Filosofía en el Colegio San José de San Miguel. Fue profesor de literatura y psicología en los colegios de la Inmaculada de Santa Fe y del Salvador de Buenos Aires. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969 por el arzobispo Ramón José Castellano, e hizo su profesión perpetua en los jesuitas el 22 de abril de 1973.

Tras ejercer como maestro de novicios en Villa Barilari de San Miguel, profesor en la Facultad de Teología, consultor de la Provincia de la Compañía de Jesús y rector del Colegio, fue nombrado provincial jesuita de Argentina el 31 de julio de 1973.

Después de 1986, pasó unos años en Alemania para completar su tesis doctoral y, una vez de vuelta en Argentina, el cardenal Antonio Quarracino lo quiso como su estrecho colaborador.

El 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. Eligió como lema episcopal “Miserando atque eligendo” y en su escudo de armas insertó el cristograma IHS, símbolo de la Compañía de Jesús. El 3 de junio de 1997 fue promovido a arzobispo coadjutor de Buenos Aires y, a la muerte del cardenal Quarracino, le sucedió el 28 de febrero de 1998 como arzobispo, primado de Argentina, ordinario para los fieles de rito oriental residentes en el país y gran canciller de la Universidad Católica.

Juan Pablo II le creó cardenal en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, con el título de San Roberto Belarmino. En octubre siguiente fue Relator General Adjunto en la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

Era un pastor sencillo y muy querido en su arquidiócesis, que viajaba por todas partes, incluso en metro y autobús. Vivía en un apartamento y se preparaba la cena, porque se sentía uno más del pueblo.

Fue elegido Papa por los cardenales reunidos en Cónclave tras la renuncia de Benedicto XVI el 13 de marzo de 2013 y tomó el nombre de Francisco, porque siguiendo el ejemplo del santo de Asís quería ocuparse ante todo de los más pobres del mundo. Desde la logia de las bendiciones se presentó con estas palabras: “Hermanos y hermanas, ¡buenas tardes! Y ahora, comencemos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros”. Y, tras inclinar la cabeza, dijo: “Les pido que recen al Señor para que me bendiga: la oración del pueblo, que pide la bendición para su Obispo”. El 19 de marzo, solemnidad de San José, comenzó oficialmente su ministerio petrino.

Siempre atento a los más pobres y a los descartados por la sociedad, Francisco eligió vivir en la Domus Sanctae Marthae nada más ser elegido, porque no podía prescindir del contacto con la gente, y desde el primer Jueves Santo quiso celebrar la Misa in Cena Domini fuera del Vaticano, yendo cada vez a las cárceles, a los centros para discapacitados o drogadictos. Exhorta los sacerdotes que estuvieran siempre dispuestos a administrar el sacramento de la misericordia, que tuvieran el valor de salir de las sacristías para ir en busca de la oveja perdida, y que mantuvieran abiertas las puertas de la iglesia para acoger a todos aquellos deseosos de un encuentro con el Rostro de Dios Padre.

Ejerció su ministerio petrino con incansable dedicación al diálogo con los musulmanes y con representantes de otras religiones, convocándoles en ocasiones a reuniones de oración y firmando Declaraciones Conjuntas a favor de la concordia entre miembros de distintas confesiones, como el Documento sobre la Fraternidad Humana firmado el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi con el líder suní al-Tayyeb. Su amor por los últimos, los ancianos y los pequeños le llevó a poner en marcha las Jornadas Mundiales de los Pobres, los Abuelos y los Niños. También instituyó el domingo de la Palabra de Dios.

Más que ninguno de sus predecesores, amplió el Colegio Cardenalicio, convocando diez consistorios en los que creó 163 cardenales, entre ellos 133 electores y 30 no electores, procedentes de 73 naciones, 23 de las cuales no habían tenido nunca un cardenal. Convocó cinco Asambleas del Sínodo de los Obispos, tres Asambleas Generales ordinarias, dedicadas a la familia, los jóvenes y la sinodalidad, una extraordinaria de nuevo sobre la familia, y una especial para la Región Panamazónica.

Una y otra vez, su voz se alzó en defensa de los inocentes. Ante la propagación de la pandemia del Covid-19, la tarde del 27 de marzo de 2020 quiso rezar a solas en la plaza de San Pedro, cuya columnata abrazaba simbólicamente Roma y el mundo, por la humanidad asustada y herida por la enfermedad desconocida. Los últimos años de su pontificado han estado marcados por numerosos llamamientos en favor de la paz, contra la Tercera Guerra Mundial en pedazos en diversos países, especialmente en Ucrania, así como en Palestina, Israel, Líbano y Myanmar.

Tras un ingreso hospitalario el 4 de julio de 2021, que duró diez días, para una intervención quirúrgica en el Policlínico Agostino Gemelli, Francisco volvió a ingresar en el mismo hospital el 14 de febrero de 2025 para una estancia de 38 días, debido a una neumonía bilateral. Regresó al Vaticano y pasó las últimas semanas de su vida en la Casa Santa Marta, dedicándose hasta el final y con la misma pasión a su ministerio petrino, aunque todavía no totalmente recuperado. El domingo de Pascua, 20 de abril de 2025, se asomó por última vez a la logia de la basílica de San Pedro para impartir la solemne bendición Urbi et Orbi.

El magisterio doctrinal del Papa Francisco ha sido muy rico. Testigo de un estilo sobrio y humilde, fundado en la apertura a la obra misionera, la valentía apostólica y la misericordia, atento a evitar el peligro de la autorreferencialidad y la mundanidad espiritual en la Iglesia, el Pontífice propuso su programa apostólico en la exhortación Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013). Los principales documentos incluyen cuatro encíclicas: Lumen fidei (29 de junio de 2013) que aborda el tema de la fe en Dios, Laudato si’ (24 de mayo de 2015) que toca el problema de la ecología y la responsabilidad de la humanidad en la crisis climática, Fratelli tutti (3 de octubre de 2020) sobre la fraternidad humana y la amistad social, Dilexit nos (24 de octubre de 2024) sobre la devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús.

Francisco realizó 47 viajes internacionales y visitó a 66 países. Él lo definía así: "Se llama viaje apostólico porque no es un viaje de turismo, es un viaje para llevar la Palabra del Señor, para dar a conocer al Señor, y también para conocer las almas de los pueblos".

Promulgó 7 Exhortaciones Apostólicas, 39 Constituciones Apostólicas, numerosas Cartas Apostólicas, la mayoría de ellas en forma de Motu Proprio, 2 Bulas para la Indicción de Años Santos, además de las Catequesis propuestas en las Audiencias Generales y las alocuciones pronunciadas en diversas partes del mundo. Tras instituir los Secretariados para la Comunicación y para la Economía, y los Dicasterios para los Laicos, la Familia y la Vida y para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, reformó la Curia Romana con la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (19 de marzo de 2022). Modificó el proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial en el CCEO y el CIC (M.P. Mitis et misericors Iesus y Mitis Iudex Dominus Iesus) y endureció la legislación sobre delitos cometidos por representantes del clero contra menores o personas vulnerables (M.P. Vos estis lux mundi).

Francisco ha dejado a todos un admirable testimonio de humanidad, de vida santa y de paternidad universal.

sábado, 19 de abril de 2025

¡Cristo ha resucitado!



Jesús resucitado,
que diste paz a los apóstoles,
reunidos en oración, diciéndoles:
“La paz esté con ustedes”,
concédenos el don de la paz.

Defiéndenos del mal
y de todas las formas de violencia
que agitan a nuestra sociedad,
para que tengamos una vida digna,
humana y fraterna.

Oh Jesús,
que moriste y resucitaste por amor,
aleja de nuestras familias y de la sociedad
todas las formas de desesperación y desánimo,
para que vivamos como personas resucitadas
y seamos portadores de tu paz.
¡Amėn!

viernes, 18 de abril de 2025

Oración a la Virgen Dolorosa


Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.

María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".

¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

domingo, 13 de abril de 2025

Hermana María Rosa Viau Vallon


Nació en Cavaillon, cerca de Aviñón (Francia) el 07 de Octubre de 1747, hija de Josep Viau y Cecilia Vallon, una familia de hortelanos. Era la última de 7 hermanos. Sus padres profundamente cristianos participaban en la santa misa y por las noches todos los días rezaban el Santo Rosario.

El padre se hizo protestante, sin embargo, su esposa lo hizo volver al catolicismo, lo que provocó que dejaron de comprar sus hortalizas y tuvo que buscar otros oficios para poder mantener a su familia. Rosalía desde muy pequeña manifestó su devoción en la Eucaristía y participaba con gran devoción de la Santa Misa. A los 14 años, imitando a Santa Rosalía de Palermo quiso retirarse a una vida eremita.

Una visión de la Santisima Virgen le hizo comprender que su vocación estaba en la Compañía de María Nuestra Señora, instituto de enseñanza femenina fundado en el s. XVII por santa Juana Lestonnac. Ingresó en 1769 y profesó en 1771. Dejó el nombre de Rosalía y tomó el de María Rosa del Sagrado Corazón de Jesús.

Su vida de maestra fue seguramente un ejemplo de amor por las niñas y jóvenes, sin embargo, pocos registros se encuentran porque la Revolución Francesa, la obligó a dejar su convento y partir hacia a España totalmente indocumentada. Fue un camino lleno de penurias y dolor. Veintisiete días caminó por los Pirineos, llegando a Cataluña, luego viajó hacia Barcelona donde ya había un grupo de refugiados. El obispo de Barcelona, Eustaquio de Azara, la envió al convento de Nuestra Señora de la Misericordia. Al llegar lo primero que pidió era estar junto al Santísimo Sacramento. Al día siguiente comulgó y pidió estar entre las enfermas de la casa.

Silenciosa, afable y servicial, es como la reconocen, añora la enseñanza a la que se dedicaba en su instituto original, pero apoya en la educación de las hijas que le encomiendan algunas familias.

En 1808, los franceses invaden España. Se refugian en Mallorca muchos curas y frailes de Cataluña, el propio obispo de Barcelona. La venerable María Rosa Viau no huye de Barcelona hasta el año 1810 antes de embarcarse visita a la patrona de Barcelona, Santa Eulalia y le encomienda navegación hacia Mallorca.

Desembarca en Palma el 12 de octubre de 1810, sola. Al entrar en Ciudad ve la Puerta del Muelle coronada con la imagen de la Inmaculada. Le canta el Ave Maris Stella.

Solicitó al obispo de Barcelona que le encontrara un convento donde llevar su vida religiosa. Pero todos los monasterios de Palma estaban completos de monjas forasteras refugiadas en Mallorca. Le encontró sitio en la casa de mujeres de Nuestra Señora de La Piedad. Allí se dedicó a acompañar a las mujeres que se habían alejado de Dios.

La venerada María Rosa muere el 11 de febrero de 1832, a los 84 años. Frente a su cuerpo pasaron multitudes que la llamaban la «santa forastera de la Piedad». Su causa de Santidad fue abierta en 1980, por ciento”su fama de santidad”.

Domingo de Ramos


El Domingo de Ramos marca el comienzo de la Semana Santa, un período de reflexión y espiritualidad para millones de personas en todo el mundo.

Esta jornada conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, un acontecimiento en el que la población le recibió con ramos de olivo y aclamaciones como el Hijo de Dios.

Jesús entró en Jerusalén montado sobre un burro, mientras una multitud de personas lo aclamaba con ramos de palma y olivo, gritando: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!”.

Oración del Domingo de Ramos


En este Domingo de Ramos tan singular,
Señor Jesús, desde el silencio en mi casa,
te aclamo hoy, como aquel día te aclamó el pueblo de Jerusalén,
cuando entrabas en la ciudad montado en un burrito.
Levanto mis manos a ti, con humildad,
no tengo palmas ni palmones,
pero sí mi corazón sediento de ti y de tu poder,
y algunos esfuerzos, sacrificios y esperanzas,
en estos días de dificultad, míos y de otras personas,
que te ofrezco con confianza.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Hosanna en el cielo!
¡Viva Jesús, rey de reyes!
Bendícenos, protégenos del mal,
sé tú por siempre nuestro rey.
Amén
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