Nació en Cavaillon, cerca de Aviñón (Francia) el 07 de Octubre de 1747, hija de Josep Viau y Cecilia Vallon, una familia de hortelanos. Era la última de 7 hermanos. Sus padres profundamente cristianos participaban en la santa misa y por las noches todos los días rezaban el Santo Rosario.
El padre se hizo protestante, sin embargo, su esposa lo hizo volver al catolicismo, lo que provocó que dejaron de comprar sus hortalizas y tuvo que buscar otros oficios para poder mantener a su familia. Rosalía desde muy pequeña manifestó su devoción en la Eucaristía y participaba con gran devoción de la Santa Misa. A los 14 años, imitando a Santa Rosalía de Palermo quiso retirarse a una vida eremita.
Una visión de la Santisima Virgen le hizo comprender que su vocación estaba en la Compañía de María Nuestra Señora, instituto de enseñanza femenina fundado en el s. XVII por santa Juana Lestonnac. Ingresó en 1769 y profesó en 1771. Dejó el nombre de Rosalía y tomó el de María Rosa del Sagrado Corazón de Jesús.
Su vida de maestra fue seguramente un ejemplo de amor por las niñas y jóvenes, sin embargo, pocos registros se encuentran porque la Revolución Francesa, la obligó a dejar su convento y partir hacia a España totalmente indocumentada. Fue un camino lleno de penurias y dolor. Veintisiete días caminó por los Pirineos, llegando a Cataluña, luego viajó hacia Barcelona donde ya había un grupo de refugiados. El obispo de Barcelona, Eustaquio de Azara, la envió al convento de Nuestra Señora de la Misericordia. Al llegar lo primero que pidió era estar junto al Santísimo Sacramento. Al día siguiente comulgó y pidió estar entre las enfermas de la casa.
Silenciosa, afable y servicial, es como la reconocen, añora la enseñanza a la que se dedicaba en su instituto original, pero apoya en la educación de las hijas que le encomiendan algunas familias.
En 1808, los franceses invaden España. Se refugian en Mallorca muchos curas y frailes de Cataluña, el propio obispo de Barcelona. La venerable María Rosa Viau no huye de Barcelona hasta el año 1810 antes de embarcarse visita a la patrona de Barcelona, Santa Eulalia y le encomienda navegación hacia Mallorca.
Desembarca en Palma el 12 de octubre de 1810, sola. Al entrar en Ciudad ve la Puerta del Muelle coronada con la imagen de la Inmaculada. Le canta el Ave Maris Stella.
Solicitó al obispo de Barcelona que le encontrara un convento donde llevar su vida religiosa. Pero todos los monasterios de Palma estaban completos de monjas forasteras refugiadas en Mallorca. Le encontró sitio en la casa de mujeres de Nuestra Señora de La Piedad. Allí se dedicó a acompañar a las mujeres que se habían alejado de Dios.
La venerada María Rosa muere el 11 de febrero de 1832, a los 84 años. Frente a su cuerpo pasaron multitudes que la llamaban la «santa forastera de la Piedad». Su causa de Santidad fue abierta en 1980, por ciento”su fama de santidad”.
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