lunes, 29 de febrero de 2016

Beatos Mártires Orionistas



Ricardo Gil Barcelón, nacido en Manzanera (Teruel), el 27 de octubre de 1873, se había ordenado sacerdote en Manila en 1904, tras dejar el ejército. En 1910 conoció a San Luis Orione y se incorporó a la congregación. En 1930 Don Orione lo envió a Valencia, para comenzar su obra en España.Fue respetado al comienzo de la guerra, porque se ocupaba de los más pobres. Dos veces fueron a su casa los milicianos para eliminarlo, pero se interpuso la gente del vecindario diciendo: “¡Es bueno, ayuda a los pobres, nuestros hijos comen porque está Él!”. Pero la tercera vez, el 3 de agosto de 1936, según la documentación del proceso, lo arrestaron.

Antonio Isidoro Arrué Peiró, aspirante de la congregación, había nacido en Calatayud (Zaragoza) el 4 de abril de 1908, y no estaba en la casa cuando se produjo el arresto, pero vio el camión en el que habían hecho subir al padre Gil. No lo dudó un momento: corrió a su encuentro y quiso a toda costa permanecer con él.

Al día siguiente fusilaron al Padre Gil. Sus últimas palabras fueron “¡Viva Cristo Rey!”. Antonio -según el relato de un guardia- al ver caer al padre se arrojó a su lado para sostenerlo. Los guardias lo asesinaron fracturándole el cráneo con la culata de un fusil.

El 20 de octubre de 2013 en Tarragona, España, fueron beatificados 522 mártires de la persecución religiosa realizada en ese país entre 1936 y 1939. Entre ellos se encontraban también los Orionitas Padre Ricardo Gil Barcelon y el postulante Antonio Arrué Peiró.


Beato Francisco Drzewiecki

Presbítero polaco de la Obra Don Orione que entregó su vida en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

El padre Francisco fue beatificado el 13 de junio de 1999 junto a otros 107 mártires polacos.

Al momento de su muerte, Francisco tenía 34 años y seis de profesión religiosa. Conoció a San Luis Orione en Italia, donde terminó su formación y trabajó pastoralmente en el Pequeño Cottolengo de Génova. En 1939 regresó a su Polonia natal para ayudar en la parroquia y el Cottolengo de Woclawek. Sin dudas fue un llamado del Señor.

Allí lo sorprende el estallido de la guerra. Cuando el ejército alemán invade Polonia, el P. Francisco -junto a monjas orionitas- acoge a la población perseguida en las instalaciones del cottolengo.

Poco tiempo después es hecho prisionero junto a otros sacerdotes y seminaristas y conducido al campo de concentración de Dachau, donde realizaban trabajos forzosos 2500 eclesiásticos.

Una carta fechada el 13 de septiembre de 1942 y firmada por un oficial del servicio de inteligencia nazi daba cuenta de la muerte del P. Francisco.

Un compañero suyo, José Kubicki, también religiosos orionita y sobreviviente al encierro en Dachau, recuerda el último encuentro que tuvo con Francisco: "El padre Drzewiecki me dijo: ´¡Adiós, José! Partimos. No te pongas triste. Nosotros hoy, tú mañana...´ Y con gran calma pudo agregar: ´Nos vamos, pero ofrecemos como polacos nuestra vida por Dios, por la Iglesia y por la Patria´. Y no regresó nunca más".



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