viernes, 21 de mayo de 2021

San José y Santa María Eufrasia Pelletier


Santa María Eufrasia tenía una gran devoción  a San José, esta  crecía cada día y se manifestaba por una ilimitada confianza. 
Desde 1861 todos los miércoles después de la Eucaristía recitaba esta oración compuesta por una de las Hermanas misionera: “Me dirijo a Vos Oh San José, como mi poderoso protector ante Dios, y patrono de este Instituto: pongo en Vos toda mi confianza y os suplico que me protejáis durante mi vida y a la hora de la muerte. Obtenedme el espíritu interior y las virtudes de la Santa Infancia, la castidad, obediencia y pobreza que os hicieron digno de ser Esposo de María y padre alimentante de Jesús. Obtenednos vocaciones capaces de glorificar a Dios, y no consintáis que tengamos otras. Extended vuestra protección a todos los que os aman y que, a nosotras, nos hacen bien. Oh santo Patriarca, a vos me consagro para siempre.”


En agosto de 1861, mientras hacía construir el monumento al Jefe de la Sagrada Familia pedía a sus hijas escribirle súplicas y a colocarlas dentro del pedestal, con profunda fe, lo nombra como ecónomo de la Casa y Superior General del Instituto.

El 23 de septiembre de 1861, dijo a la Comunidad: “Estando hoy en el locutorio tuve una idea, la de servir todos los días una porción de comida a San José y será para el primer pobre que se presente en la puerta. Desde entonces San José tuvo almuerzo y comida en el refectorio de las Hermanas profesas, y postres, en el de las novicias.

No tardó en recibir recompensa de ese acto de confianza, que debía atraer tantas bendiciones. Ante las dificultades económicas decía: “Seguramente San José pagará hoy la comida”. En el acto en que la Hermana despensera servía la comida a San José, la llamaban al locutorio, para traerle el dinero que necesitaban para pagar a los proveedores.


Un día de septiembre de 1857 la comunidad tenía una gran deuda. Llena de confianza en la poderosa intercesión del Jefe de la Sagrada Familia,  hizo celebrar nueve Misas y pidió una novena. Al día siguiente, por la mañana, una pobre mujer de setenta años le entregó la cantidad suficiente para poder pagar sus deudas. 

La Santa Madre Pelletier en sus cartas les decía: "San José les concede todo lo que le piden: el trabajo llega de todos lados, para las Penitentes y las Niñas". (Carta 1686.a Monseñor LEBOUCHER.3 Marzo 1860).

"San José nos protege siempre admirablemente; el Padre Chaignon nos ha predicado muy bien el día de su fiesta".( Carta 1689.a Monseñor LEBOUCHER. 21 Marzo1860).




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