María Lorenza Longo fue una excelente esposa, madre y monja. Nació en Lérida en el 1463, de familia noble, se casó muy joven con Ioannes Llonc.
Se dedicó mucho a su familia y su hogar. Tenía siempre tan presentes los valores cristianos, que era casi imposible que no reinase la paz, en un ambiente donde no solo había armonía de corazones sino también comodidad económica.
Pero un día esa paz y felicidad fue interrumpida en un modo inesperado. Una de las sirvientas de casa que no toleraba los tantos reproches de su “patrona”, debido a que muchas veces no se comportaba correctamente, decidió ahogar su resentimiento envenenado a Lorenza colocando veneno en su taza.
Un viaje a Loreto
La pobre dama sintió de inmediato dolores atroces y convulsiones, los médicos consiguieron salvarle la vida, pero lamentablemente quedó paralizada, necesitando muchos cuidados.
En el otoño de 1506, su marido fue invitado a Nápoles por Fernando el católico para que lo asistiera en algunas tareas.
María estaba indecisa sobre acompañar a su esposo, debido a su estado. Al final decidió acompañarlo con toda la familia. Solo 3 años después tuvo que enfrentar otro gran dolor: la pérdida de su marido.
Motivada por misteriosos presentimientos, María decidió visitar la Casa de Loreto. Allí delante de la Virgen escuchó con devoción la misa.
La lectura del Evangelio aquel día era la del paralítico. Cuando el sacerdote pronunció las palabras: “levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”, Maria Longo sintió de una mano que pasaba por sus piernas.
Sintió una necesidad irresistible de levantarse, moverse, caminar para actuar como una persona sana y como no lo había hecho en muchos años.
Luego se abandonó a un grito muy intenso, agradeciendo a Dios y a la Virgen por la misericordia que en ella se ejercía.
Allí mismo en Loreto decidió vestir el hábito de la tercera orden franciscana para expresar su firme intención de una vida de mayor intensidad espiritual de una manera aún más tangible.
Volviendo a Nápoles, se dedicó inmediatamente a las obras de caridad, sobre todo a asistir a los enfermos del hospital San Nicola.
Entregada a los necesitados
En 1519, bajo la inspiración del notario genovés Ettore Vernazza, construyó el Hospital de Santa Maria del Popolo, conocido como hospital de “los incurables”.
Prestaba asistencia a los pobres enfermos afectados por el llamado “mal Francés” o lue venérea, que eran abandonados a su propio dolor desfigurados y mutilados como leprosos.
En la primera década del 1500, la prostitución había aumentado de manera muy sensible en Nápoles y esto provocaba un alto grado de indecencia en la sociedad.
Madre Lorenza decidió también dedicarse a ellas, construyendo una casa para prostitutas arrepentidas junto al complejo hospitalario: el “Monasterio de las Arrepentidas”. Esto fue en el 1526.
Pero su gran corazón abierto a la caridad no tenía fin. En 1530 recibe a los frailes capuchinos y construye para ellos el convento de Sant’Eframo Vecchio. En 1533 recibe a san Cayetano, quien se convierte en su director espiritual.
En 1535 funda bajo la guía de san Cayetano una orden con el nombre de «Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco según la regla de Santa Clara».
El 10 de diciembre de 1538, el papa Pablo III confirma la erección de la nueva hermandad de mujeres bajo el gobierno de santa Clara «observata strictissime».
La cantidad de monjas que debían pertenecer a la orden fue de 33, por lo que el monasterio siempre se ha llamado «de las 33 «.
María muere en el año 1542. Su reforma capuchina femenina se expandió por toda Italia, España y Francia hasta llegar al nuevo mundo, con fundaciones en Centro y Sudamérica.
Será Beatificada el 09 de octubre de 2021.
Que hermosos dibujos llenos de mucha fé.
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