Adela de Batz de Trenquelléon nació en el castillo de Trenquelléon, junto a Feugarolles (Lot-et-Garonne. Sur de Francia) el 10 de junio de 1789 al inicio de la Revolución Francesa, y murió el 10 de enero de 1828 en Agen, municipio francés, situado en el departamento de Lot y Garona, en la región de Aquitania.
Sus padres, Carlos y María Úrsula, pertenecientes a la nobleza, sufrieron la confiscación de sus bienes y vivieron el exilio en España y Portugal. Durante su estancia en San Sebastián, Adela recibió la primera comunión en la iglesia de Santa María.
Dotada de una fina sensibilidad espiritual y de cercanía a los necesitados, Adela, al regresar a Francia, quedó impactada por los efectos de la Revolución: el abandono y la descristianización, sobre todo de la juventud y las gentes del campo. Su deseo de dar a conocer a Jesucristo le llevó a formar con un grupo de amigas, la “Pequeña Asociación”, con la finalidad de ayudarse a vivir la fe en comunidad y extenderla en su ambiente.
En 1808 Adela se puso en contacto con el Padre Chaminade y al conocer la semejanza entre la “Pequeña Asociación” que ella animaba y la Congregación de Burdeos que él dirigía, no dudó en unirse a la misma. Las diversas experiencias de apostolado en el campo, el servicio y entrega a los pobres, la pequeña escuela para los hijos de los campesinos, junto a una intensa vida interior, provocaron en Adela el sueño de un “querido proyecto”: vivir una vida religiosa en comunidad dedicada a remediar la miseria física y moral del ambiente rural de Agen.
En 1816 Adela, en colaboración con el Padre Chaminade, fundó la Congregación de las Hijas de María Inmaculada. Las religiosas abrieron su primera escuela para niños pobres, ofrecían promoción y catequesis a las mujeres sencillas del campo y lo hacen en su dialecto. El estilo “educador “que Adela transmitió a sus hermanas es el de la escucha de la Palabra, la sencillez, la suave firmeza, la disponibilidad, la discreción, el entusiasmo por la misión. No podía ser de otro modo teniendo a María como modelo.
La misión de las Religiosas Marianistas, hoy como ayer, es anunciar la Buena Noticia de Jesús, darlo a conocer como lo hizo María. Este fue el gran legado de Adela y del Padre Chaminade: haciendo Alianza con ella, testimoniar a través de la vida comunitaria un estilo mariano de educar en la fe en diversos contextos.
Actualmente las Religiosas Marianistas están presentes en 14 países del mundo. Realizan su misión en colegios, parroquias, casas de oración y de convivencias, centros de salud y comunidades de inserción.
Se espera confirmar la fecha de su pronta beatificación.
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