viernes, 21 de julio de 2017

Santa Rosa de Pelequén


La historia de la devoción a Santa Rosa de Lima en Pelequén ha estado presente por más de 130 años en el lugar. La imagen llegó en 1840 y siempre ha sido reconocida como milagrosa por quienes la recibieron. Es una imagen pequeña de madera vestida con los colores blanco y negro del hábito de la Orden de los Dominicos y así la vemos actualmente en el Santuario.

Con el correr de los años, el primer obispo diocesano monseñor Rafael Lira Infante, en vista del crecimiento de la devoción gestionó la compra de una imagen más grande en España. Llegó entonces una hermosa estatua de la Santa de madera policromada, de un metro y medio de alto, con el Niño Jesús en sus brazos y que expuesta para la devoción de los fieles – según cuenta la tradición- no fue aceptada, porque no correspondía a la “santita” conocida y que no tenía al Niño en sus brazos.

Para la fiesta, los peregrinos reclamaron reiteradamente al Obispo, “Vox populi vox Dei”, quien finalmente accedió a reponer la imagen en el nicho central, donde sigue siendo venerada; la imagen nueva, confundida muchas veces con la Virgen María, “porque tiene la guagua en sus brazos” estuvo largo tiempo en un retablo en el baptisterio, para el terremoto del 2010 sufrió algunos daños, siendo restaurada en la galería de la casa. En cambio, la única imagen que quedó intacta después del 27F, fue la original que el “cholito” trajo de la sierra peruana y que tanto admiran los fieles devotos.

Así con sus altos y bajos, la piedad popular, como una verdadera “espiritualidad popular” contribuye a la transmisión de la fe y de los valores cristianos también en nuestra diócesis y de lo cual tenemos que agradecer a Dios, que a través de medios sencillos se reconozca una especial presencia del Señor y un modelo a seguir como fiel discípula.


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