San Isidro Labrador fue un santo labrador mozárabe. Es el patrón de Madrid, la capital de España, y de los agricultores de todo el mundo. Esta es la vida del santo del día 15 de mayo:
San Isidro Labrador nació en Madrid el 4 de abril de 1082. Sus padres, que lo llamaron Isidro en honor a San Isidoro, eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero sin embargo le enseñaron a tener temor de ofender a Dios, a amar la caridad hacia el prójimo y a tener la virtud de orar y asistir a la Santa Misa y la Comunión como buen católico.
En Madrid vivió humildemente con su familia hasta que, ante la inminente invasión árabe, se trasladaron a Torrelaguna, donde nadie lo conocía y donde era muy difícil conseguir tanto empleo como la confianza de gente. El santo sin embargo tenía claro que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: «Yo nunca te abandonaré», por lo cual confió en Dios, y puso todo en sus manos.
En aquella ciudad se casó con Santa María de la Cabeza, en el 1109, y 10 años después regresó a Madrid para trabajar como criado para la familia Vargas, viviendo en la casa que ésta tenía para los mozos de labranza, junto a la parroquia de San Andrés. Allí nació su único hijo, Juan.
San Isidro Labrador se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa en la iglesia de Santa María de la Concepción, hoy Catedral de la Almudena, y a la ermita de Santa María Magdalena, por la que tenía especial devoción. Por la tarde, repetía sus itinerarios marianos. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por «ausentismo» y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde) pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible (quizá un ángel) le guaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.
Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia, porque además de la oración y y el fervor por la Virgen, Isidro se consagró a los pobres, con la ayuda de su mujer, que compartía con él su amor por los más necesitados.
En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El anfitrión le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. San Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró. Así también, una vez hizo brotar un torrente de una roca, para dar agua a su amo sediento. Salvó con sus oraciones a su hijo Juan, que cayó a un pozo, del que fue salvado milagrosamente.
San Isidro murió, el 30 de noviembre de 1172, a los 90 años, todos lo consideraban ya un santo, ya que muchos fueron testigos de sus milagros
Enterrado primero en el cementerio de la parroquia de San Andrés, fue trasladado 43 años después a la Iglesia, ya que la lluvia desenterró su cuerpo incorrupto. Alfonso VIII en 1212 mandó que hicieran un arcón para enterrar su cuerpo. Allí permanece hasta 1619, fecha en que es beatificado por la Santa Sede, con 438 milagros aprobados. Pablo V firma el decreto y se fija su fiesta para el 15 de mayo. Fue canonizado en 1622 por el papa Gregorio XV. En tiempos de Carlos III, su cuerpo se traslada a la Colegiata donde se encuentra hoy.
El 11 de agosto de 1697, Inocencio XII declara a su esposa Beata, y en 1752 es proclamada como Santa María de la Cabeza. San Isidro Labrador, quien es el patrón de Madrid, es el santo del día 15 de mayo.
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