El lugar y los videntes:
En Bélgica, a 120 km. de Bruselas, se encuentra el pueblo de Beauraing que jamás había llamado la atención del mundo antes de los sucesos prodigiosos del año 1932.
En el jardín del pensionado de las hermanas de la Doctrina Cristiana se apareció la Virgen María, más de treinta veces, a cinco niños de la localidad, desde el 29 de noviembre de 1932 hasta el 3 de enero de 1933.
Estos niños pertenecían a dos familias distintas: los Voisin y los Degeimbre. Eran niños semejantes en todo a los del resto del pueblo, ni más juiciosos, ni más piadosos, aunque sí sanos de alma y cuerpo. Con decisión y firmeza declararon unánimemente delante de los jueces más diversos, que una Señora, la santísima Virgen María, se les aparecía y les hablaba.
Descripción de la visión:
Los dos primeros días, la aparición se manifestaba lejos de los niños, quienes la veían ir y venir por el jardín sin decirles nada. Más tarde se aparecerá tan sólo durante el rezo del Rosario, que ellos tomaron la costumbre de recitar mientras esperaban su venida.
Desde el momento que los niños estaban en presencia de su visión, se ponían rápidamente de rodillas todos juntos, mientras que el tono de su oración se elevaba y unificaba de manera que causaba fuerte impresión a los testigos.
La Señora que se deja ver por los niños es de una hermosura tal, que la más joven de los videntes, de nueve años y medio, pasaría la noche soñando con ella después de haberla contemplado y haber llorado de emoción en su presencia.
La aparición representa tener de 18 a 20 años. Su vestido es largo y blanco, de armoniosos pliegues, sin cinturón y atravesado en oblicuo de arriba abajo por un rayo azul celeste. Siempre guarda las manos juntas y los ojos los mantiene fijos en el cielo. De sus brazos cuelga un rosario. Durante las últimas apariciones, al abrir sus brazos para despedirse, se deja ver en el centro de su pecho un corazón de oro envuelto en rayos resplandecientes.
Palabras de la Señora:
Silenciosa por largo tiempo, la Señora comenzó a hablar a los niños en un lenguaje que ellos pudieran comprender, y les ruega "que sean siempre obedientes".
El día 21 de diciembre de 1932, declaró: "Yo soy la Virgen Inmaculada"; y el día 23, respondiendo a la pregunta de por qué venía, la Virgen contestó: "Para que se venga aquí en peregrinación". También pidió que se hiciese oración: "Rezad, rezad mucho. Orad siempre" y dijo a los que niños que deseaba una capilla.
Finalmente, el 2 de enero siguiente, anuncia la Virgen: "Mañana diré una cosa a cada uno en particular". A los tres más jóvenes, la Virgen les confió un secreto que nunca ha sido revelado. También le dijo a Andrea: "Yo soy la Madre de Dios, la Reina de los Cielos. Orad siempre". Y a Gilverta Voisin le confía la gran promesa para los que acuden en peregrinación a Beauraing: "Yo convertiré a los pecadores. Adiós".
Las últimas palabras fueron confiadas a Fernanda: "¿Amas a mi Hijo? ¿Me amas a mí? Entonces sacrifícate por mí".
Los niños transmiten las palabras oídas de parte de la visión, pero al principio eran recogidas con gran incredulidad, incluso por sus propios familiares. Sus padres se enfadaban y los castigaban ante la obstinación mantenida de que veían a la Virgen en el espino del jardín del pensionado.
Pocos años después de las apariciones estalló la Segunda Guerra Mundial. Hitler invadió a Bélgica. El Santuario de la Virgen en Beauraing se convirtió en un foco de esperanza cristiana para los belgas. En aquellas difíciles circunstancias los fieles recordaron que la Virgen les había enseñado que el amor a Jesús y a ella exige sacrificio.
Aprobación de Beauraing:
Pero la persistencia de los niños en sus afirmaciones, incluso a despecho de verdaderas persecuciones; su sencillez, su desinterés absoluto; al mismo tiempo que la hermosura del mensaje, junto con los testimonios de numerosas conversiones y de curaciones sorprendentes, todo esto transformó poco a poco el escepticismo de los primeros días, por una fe grandiosa y justificada en las apariciones.
Tal como había solicitado la misma Virgen, se suceden las peregrinaciones con espíritu de sacrificio y oración, mientras se manifiesta la acción de la gracia sobre las almas. Y estos favores espirituales y materiales derramados por la Madre celestial, dieron lugar a que en el año 1943 se permitiese dar culto y honrar a María bajo la advocación de Nuestra Señora de Beauraing.
Desde entonces, una multitud cada vez más numerosa, acude al santuario que se construyó en conmemoración de estos hechos. Y al cumplirse los veinticinco años de las apariciones se reunieron los cinco videntes, todos ellos casados y con familia, para dirigir personalmente el rezo del santo Rosario ante la imagen de la Virgen del Corazón de Oro.
Las apariciones han sido aprobadas por la Santa Sede. Cada año unas 200,000 personas visitan el santuario. El mensaje de la Virgen no era solo para los videntes, sino para todos sus hijos. Medítalo. Vívelo. Responde al clamor de Nuestra Madre.
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