A la edad de 18 años, el joven español, Olimpio Fernández Cordero, ingresó al noviciado en el convento de Bujedo (Burgos) para hacerse hermano de La Salle. Tomó el nombre de Hermano Estanislao José en la vida religiosa y los votos no canónicos que son: el cumplimiento de los reglamentos, avanzar en la perfección cristiana y alcanzar el amor puro. Desde el comienzo de su noviciado esta alma escogida de Dios recibió Mensajes del Cielo, la Gracia de la Encarnación Mística, el Don de Impecabilidad, llevar a Jesús Sacramentado en su pecho y profecías sobre el Reinado de los Corazones Eucarísticos de Jesús y María. Murió el 28 de marzo de 1927 a los 24 años.
Hijo querido de la Santísima Virgen, dejó escrito por obediencia: “Al postrarme ante el Corazón de mi Madre para adorar en Él, a su Hijo Sacramentado, una divina Luz me inunda y el Corazón de mi Madre se abre como una puerta, y allí, sin oscuridad ninguna, veo a Jesús Sacramentado y le adoro, y mi alma se transforma, quiere lo más perfecto, y el puro amor de voluntades se acentúa más en mi alma”.
La Madre contentísima me dice: “Hijo, éste es el Tesoro que tienes que revelar al mundo y mostrar a los hombres donde está Jesús y donde quiere ser adorado. Que se venere mi Corazón junto con el Corazón de mi Hijo. Son inseparables. Que se extienda por doquier esta devoción Que se extienda por todas partes la devoción a los CORAZONES EUCARÍSTICOS DE JESÚS Y MARÍA Hijo, ésta es tu misión, dar a conocer la doctrina que se te ha enseñado, y con ella, alimentar a ese Ejército de almas que tienen por fin destruir la Masonería y todo el tinglado satánico, proclamando nuestro REINADO EUCARÍSTICO. Ejército de almas eucarísticas, apóstoles del REINADO EUCARÍSTICO…. Los únicos que podrán convertir al mundo entero”.
Según el maestro de novicios, Estanislao era un alma escogida de Dios que recibía mensajes del cielo. Sus confesores y teólogos reconocieron estos hechos sobrenaturales como actos insignes. Su director espiritual le había ordenado escribir todas las promesas transmitidas por Nuestro Señor.
Promesas para los devotos del Via Crucis
1.- Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Via Crucis.
2.- Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Via Crucis.
3.- Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.
4.- Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al Via Crucis. (Nota: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)
5.- Los que acostumbran rezar el Vía crucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el cielo.
6.- Después de la muerte, si estos devotos llegasen al purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
7.- Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Via Crucis; y mi bendición les acompañará entodas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
8.- A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así podrán reposar tranquilamente en mis brazos.
9.- Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en derramar mi gracia.
10.- Fijaré la mirada de mis ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía Crucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11.- Así como yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
12.- Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.
13.- En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del Vía Crucis
14.- Para estos devotos del Vía Crucis, Mi alma será un escudo de protección que siempre les prestará auxilio cuando recurran a Mí..
“Jesús, María, José, Os amo. Salvad vidas, naciones y almas. Amén.
”
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