"Mis queridas Hermanas, permitidme recomendaros el cuidado de los pobres en nuestras casas, como igualmente los de afuera. Preocupaos por ellos… No tengáis miedo de hacerlo. Ayudadlos… Y os aseguro de que no os arrepentiréis. Nunca digáis que ello no os concierne, ni dejéis que otros se encarguen. Hermanas, todo aquello que concierne a los pobres siempre es asunto nuestro…"
Últimas palabras de Madre Joseph
Esther Pariseau nace el 16 de abril de 1823, en Saint-Elzéar, Quebec, Canadá, la tercera de doce hijos de la pareja de campesinos Joseph y Françoise Pariseau. Educan a su hija siguiendo la costumbre rural de la época, según la cual, las necesidades diarias requieren que tenga excelente habilidad para las tareas domésticas. El señor Pariseau fabrica carretas; la joven Esther pasa mucho tiempo con él en su taller, donde adquiere sus habilidades en carpintería y diseño. A los diecisiete años, es enviada como interna para estudiar.
En 1843, Esther tiene veinte años cuando se entera que monseñor Ignace Bourget, obispo de Montreal, ha fundado una nueva comunidad religiosa femenina: las Hijas de la Caridad, Siervas de los Pobres, también conocidas como las Hermanas de la Providencia. Una idea brota y al final del mismo año, Joseph Pariseau presenta su hija a Emilia Tavernier-Gamelin, superiora de la Congregación, diciéndole: «Señora, le traigo a mi hija. Sabe hacer de todo, (…) puede leer, escribir y sacar cuentas correctamente. Puede cocinar, coser e hilar, y hace bien todos los quehaceres domésticos. Señora, ella ha aprendido carpintería conmigo y puede manejar las herramientas tan bien como yo. Algún día, ella podrá ser una buena superiora. »
Como novicia, se capacita como enfermera en la farmacia y en la enfermería de las hermanas. También ayuda a la tesorera. Esther profesa sus votos el 21 de julio de 1845 y recibe el nombre religioso hermana Joseph. Empieza como directora de las pensionistas ancianas, luego pasa a ser responsable de las finanzas de la Comunidad. Al final de la década del 1840, también es encargada de la atención a las hermanas que padecen de tifus. Este es el ministerio que la lleva a estar junto a la cama de Madre Gamelin quien padece de cólera, durante la agonía de ésta en 1851. Después de la muerte de la fundadora, hermana Joseph demuestra ser un elemento muy valioso durante los años difíciles que siguen. En 1852, es nombrada asistente de la nueva superiora de la Congregación, Madre Caron.
En 1856, después de un primer intento fallido, las Hermanas de la Providencia han aceptado una vez más enviar algunas hermanas para ayudar a los pioneros del noroeste de Estados Unidos. Hermana Joseph es elegida para liderar al grupo. Monseñor Bourget dedica la misión al Sagrado Corazón de Jesús y da un nuevo nombre a hermana Joseph: en adelante es conocida bajo el nombre de hermana Joseph del Sagrado Corazón. Guía a su grupo de cuatro hermanas hasta Fort Vancouver, en el territorio de Washington, adonde llegan el 8 de diciembre después de un mes de viaje difícil.
Aunque a su llegada las hermanas ni siquiera tengan lugar para dormir, rápidamente establecen obras y construyen edificios para cobijarse, tales como una escuela, que será conocida como Providence Academy, y el primer hospital permanente en el noroeste de los Estados Unidos, que será el St. Joseph Hospital. Acogen a huérfanos y a enfermos mentales. A Madre Joseph le encanta la presencia de los niños; le gusta orar con ellos, compartir cenas de panqueques y dulces y enseñarles la vida familiar, la religión y el trabajo.
Para garantizar la sostenibilidad de las obras, Madre Joseph apoya y consigue su incorporación. Ella sabe que el reconocimiento civil puede asegurar su estabilidad, además de colocar a las hermanas bajo la protección de la ley. Luego, para financiar las obras, ella y sus compañeras no dudan en emprender excursiones de recaudación de fondos, ir a caballo o en barco a los campamentos mineros para recolectar limosnas.
Después de diez años de servicio como superiora de las misiones del Oeste, Madre Joseph fue nombrada tesorera, con la responsabilidad de construir todos los edificios de las hermanas en esa región. La Congregación cubre entonces un territorio considerablemente más grande que durante los primeros años de la misión. Madre Joseph pasa los veinticinco años siguientes viajando por toda la región para fundar nuevas obras, colegios y hospitales, además de mendigar para financiarlas. Aunque de naturaleza activa, los contemporáneos de Madre Joseph la recuerdan como una mujer profundamente espiritual: «… ya que desde mi entrada en la vida religiosa, suelo parar a rezar cuando paso por delante de la capilla, y ruego a nuestro Señor esconderme en su Divino Corazón y enviar un rayo de luz al mío. Me ha dado más que un rayo; Él me ha dado una llama[1]…» Se entrega al Sagrado Corazón y toda su vida trabajará para difundir la devoción y confianza en la Divina Providencia.
Tratada contra el cáncer de mama en 1899, Madre Joseph del Sagrado Corazón continúa su trabajo hasta que las metástasis alcanzan el cerebro; fallece el 19 de enero de 1902, a los 79 años de edad, después de 57 años de vida religiosa.
La contribución de Madre Joseph en educación, salud y servicios sociales es todavía reconocida hoy, más de un siglo después de su fallecimiento. El Estado de Washington la hizo una de sus dos representantes en el National Statuary Hall en la ciudad de Washington, D.C. Su cumpleaños, el 16 de abril, es día feriado en el Estado de Washington. La Corporación que fundó en 1859 ha sido reconocida como una primicia en el estado; la red de salud que creó sigue, en su mayoría, en servicio hoy.
fuente:https://providenceintl.org/es/peticion-de-busqueda/tres-grandes-mujeres-providencia/madre-joseph-del-sagrado-corazon/
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