Emilia de Rodat nace en Druelle, pueblo del Aveyron, al sur de Francia, el 6 de septiembre de 1787. Vive gran parte de su infancia y adolescencia con su abuela materna en el Castillo de Ginals, próximo a Villefranche.
El ambiente familiar de elevado nivel cultural y viva herencia cristiana marcará profundamente su vida. Son los años en que su personalidad y su fe van adquiriendo solidez. Desde entonces es notoria su fuerte sensibilidad hacia los pobres.
En ellos descubre, más tarde, la gran revelación de la voluntad de Dios para su vida. Al visitar unas familias en Villefranche, le impresionó la pobreza total en que estaban creciendo sus hijos: sin escuela, sin educación religiosa… ¿Qué va a ser de ellos? Es todo un reto que exige una respuesta: “Seré la educadora de los pobres”.
El 3 de mayo de 1816 abre la primera clase gratuita. Tres amigas colaboran con ella. Enseguida empiezan a llegar niñas. Otras jóvenes se unen a la tarea de las cuatro primeras Hermanas. Así, casi sin darse cuenta, Emilia de Rodat se encuentra fundadora, a su pesar, de una congregación que en 1822 toma el nombre de “Hermanas de la Sagrada Familia”.
Sensible a todas las necesidades, Emilia no se limita a la educación. Funda orfelinatos, visita enfermos, presos, socorre a la infancia abandonada, establece el hogar del “Buen Pastor” para acoger a jóvenes prostitutas, organiza y protege grupos femeninos de Acción Católica. Nada le detiene con tal de aliviar la gran miseria espiritual y material de tiempos tan difíciles. Ella, que no había pensado sino en una congregación de clausura, no duda en enviar a religiosas para formar comunidades y abrir escuelas en un medio obrero y rural.
A su muerte, el 19 de septiembre de 1852, deja una Congregación en pleno despliegue expansivo hasta 1903, en que las leyes francesas anti-congregacionales obligan a las Hermanas a dejar la mayor parte de los colegios. Continúan, sin embargo, al cuidado de los enfermos a domicilio, en hospitales y obras sociales.
Este es el momento en que las Hermanas salen de Francia y comienzan su labor educativa en otros países. “Que nuestra caridad atraviese los mares”, había dicho Santa Emilia. Ella pensaba entonces en el sentido universal de nuestra oración, ¿cómo iba a imaginarse que su mensaje fuese profético?
Actualmente, la Congregación está presente en trece países: Francia, Inglaterra, Irlanda, Italia, Líbano, España, Costa de Marfil, Senegal, Brasil, Bolivia, Egipto, India, Filipinas. Dondequiera que estén y cualquiera que sea su misión, las Religiosas de la Sagrada Familia quieren vivir el espíritu de Nazaret en una vida sencilla, fraterna, orante, entregadas a Dios y al servicio de las personas, particularmente las más rotas y pobres de la sociedad en que viven.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario