domingo, 26 de enero de 2020

Madre María de San Agustín Fernández

Josefa ("Pepita") Fernández Concha nació el 15 de Marzo de 1835 en Santiago de Chile.

Sus padres fueron Pedro Fernández Recio y Rosa de Santiago Concha. Recibió una esmerada educación.

Pepita se desempeñó como secretaria de su padre, abogado, y como secretaria misionera de su madre, en los sectores indigentes de Santiago.

De sus hermanos: Rafael, fue sacerdote y obispo, (escritor de teología espiritual); su hermana menor, Rosa, tomó en el Buen Pastor, el nombre de María de la Inmaculada Concepción; su hermana Rosario, fundó el colegio Rosa de Santiago Concha y pronunció los votos en el Buen Pastor antes de morir.

Don Pedro, su padre, una vez que enviudó, fue ordenado sacerdote. Su familia es digna de recordarse: ella, sus hermanos y hermanas dieron su vida y fortunas al Buen Pastor de Chile.

Josefa tiene 27 años y está en lucha interna. Tiene novio pero percibe dentro de sí, una fuerte llamada a servir a Dios en la vida religiosa: juntos hacen un profundo discernimiento sobre el rumbo que han de tomar, y después de un retiro espiritual deciden: ella, ser religiosa del Buen Pastor y él, ser sacerdote. -

Josefa ingresa al noviciado de Santiago en 1862, y en 1863 pronuncia sus Votos Perpetuos y recibe el nombre de "María de San Agustín". Ese mismo año, es nombrada superiora interina de la Comunidad.


Cuando la Madre General María de Santa Eufrasia Pelletier, la manda llamar a Angers, quiere conocerla personalmente y también a su hermana novicia Rosa.

De este encuentro surgió una amistad profunda. La Madre pidió a la joven superiora que todo el tiempo que permaneciera en Angers, fuera a conversar con ella, junto a su lecho de enferma. Ambas se conocieron a fondo, se identificaron en los mismos anhelos: vivir en Dios y para Dios.

- Una vez muerta la madre María de Santa Eufrasia Pelletier, la Hermana María de San Agustín, junto con la Hermana Teresa Letocart, se encargó de introducir su proceso de beatificación.

También tradujo del francés al español de La Vida de la Venerable Madre Pelletier, de Carlos Portais. Fue ayudada por su hermana Inmaculada Concepción, con quien aprovechaba los largos viajes para hacer traducciones.


En Chile se produce un gran auge en las vocaciones, como también peticiones, para fundar nuevas Casas del Buen Pastor, en Chile, Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay. En todas partes la Hermana María de San Agustín dejaba la impronta de su iniciativa, de su seguimiento de Jesús Buen Pastor y de su infatigable búsqueda de recursos y capacidad de entrega.- La Hermana María de San Agustín tiene a su haber 35 fundaciones, todas ellas plenas de heroísmo, e iniciadas muchas veces sin más capital que la Providencia Divina y la implacable pobreza del barrio que las esperaba. Se instalaba personalmente en sus comunidades y compartía las carencias y múltiples incomodidades de los principios.

Entre la Hermana María de San Agustín y el Niño Dios hubo una linda intimidad. ¿Qué significó este precioso Niño en su vida? Se dice que la pequeña figura del Niño Dios le hablaba. Para comprender el verdadero significado es preciso subir más alto y penetrar el sentido de la frase grabada en la lápida sobre su tumba: "Fue favorecida con el trato familiar con el Niño Divino". En un delicado y pequeño maletín, la sonriente imagencita sobrellevaba, alegre y festiva, todos los viajes. En todo estaba el Niño Divino: participando, orientando. Paulatinamente fue internándose en esa intimidad coloquial con su Dios, que ella concretizaba para los demás, en la pequeña y delicada imagen, que llevaba siempre consigo. Lo que la gente admiraba con verdadero suspenso, era su disponibilidad, su irrestricta y solícita entrega de servicio.

Todas las personas que conocían a la Hermana María de San Agustín, quedaban subyugadas por su admirable personalidad, su carácter firme, su celo misionero, y su gran fortaleza. Sacerdotes, laicos y laicas de diversas situaciones sociales, desde los más pobres hasta Presidentes de Chile, el Emperador de Brasil, ministros, obispos, sintieron su cercanía y la presencia de Dios en ella. La veían como una gran mujer y una gran santa. Fue Provincial y Visitadora de las casas del cono Sur de Latinoamérica. La obra misional y social impulsada por Hermana  María de San Agustín Fernández Concha en cárceles de mujeres, en hogares para niñas, sordomudas, jóvenes, adolescentes y adultas y escuelas para niñas de barrios, fue inmensa.

Madre María de San Agustín, llegó lúcida hasta el final de sus días. Murió el 13 de enero de 1928. Se despidió con una palabra: ¡Perdón! Actualmente, se encuentra a nivel Diocesano en proceso de beatificación.

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