Manuel Barbal Cosan nació el 2 de enero de 1898 en Enviny, pueblecito al pie de los Pirineos, en el norte de España. Conocido por su carácter serio, no tiene más que 12 años cuando, con la bendición de sus padres, trabajadores valientes y piadosos, entra en el seminario de la diócesis de Urgel. Pero pronto mostró problemas de oído y se le aconsejó volver a su familia.
Convencido que Dios lo llama, se siente feliz al saber, en el 1917, que el Instituto de los Hermanos lo acepta en el noviciado de Irún, cercano a la frontera con Francia. Después de dieciséis años de desempeñar diversas tareas, sus crecientes problemas de oído le obligan a abandonar la escuela y trabaja en la huerta de la casa de formación de San José de Cambrils, en Tarragona.
En julio del 1936, al acudir junto a sus familiares en Enviny, se detiene en Mollerussa cuando explota la guerra civil. Reconocido como Hermano, es arrestado y encarcelado. En diciembre es transferido a Tarragona y enviado en una nave prisión con otros varios religiosos.
El 15 de enero de 1937, sufre un proceso sumario. Aunque podría recuperar la libertad declarando no ser más que un simple hortelano, insiste en su calidad de religioso y así firma su suerte. El 18 de enero, es conducido hacia el cementerio situado en una colina llamada Monte de la Oliva para ser fusilado.
Sus últimas palabras a los asesinos fueron: “Amigos, morir por Cristo es vivir”. Cuando por dos veces las balas no dan en el blanco, los milicianos dejan caer los fusiles y escapan. Su jefe, gritando vulgares insultos, dispara a quemarropa cinco golpes de pistola y la víctima cae a sus pies.
Beatificado el 29 de abril de 1990 y Canonizado el 21 de noviembre de 1999 por S.S. Juan Pablo II, junto con los Hnos. Mártires de Turón.
que interesante
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