San Roque fue un peregrino. Se celebra su día el 16 de agosto. Es uno de los tres patrones de los peregrinos, de los contagiados por epidemias (especialmente la peste y el cólera), de los enfermeros, de los falsamente acusados, inválidos, cirujanos…
San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, vendió todas sus posesiones. Luego repartió el dinero entre los pobres y se fue como un peregrino hacia Roma a visitar santuarios. Como pobre.
En ese tiempo estalló la peste de tifo y las personas se morían en masa. Roque se dedicó entonces a atender a los más necesitados y a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: «Ahí va el santo».
Curó a muchos con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchos otros, ayudó a que murieran en paz. El mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a estar cerca por temor al contagio.
Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.
Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.
Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier. Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas.
San Roque murió como un santo el día 15 de agosto del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima. Al prepararlo para meterlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeño. Se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad.
Todas las personas de Montpellier acudieron a su funeral, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros por su intercesión.
Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas. Y con su perro al lado, ofreciéndole el pan. Es el santo del día 16 de agosto.
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