Dominguito nació en la ciudad de Zaragoza, capital del Reino de Aragón, en el año 1243. Fue hijo de los infanzones Sancho del Val, notario de la ciudad, e Isabel Sancho, su mujer. Desde pequeño, Dominguito fue infante del coro y monaguillo de la Seo de Zaragoza, a donde iba cada día a ayudar en la liturgia, aprender cantos y rezar. Entre los demás niños y compañeros de la catedral, Dominguito tenía fama de gran devoción y piedad personal.
Durante la edad media, la península ibérica estaba aún en proceso de reconquista, y dentro de sus fronteras vivían personas de distintas razas y religiones. En esa mezcla de culturas, era común encontrar grandes supersticiones y creencias alejadas de la Verdad y la Fe. Hasta la creación del Tribunal de la Inquisición, no había un órgano formal que guiara a los fieles en el discernimiento de la Verdad, y aún así, lo que pertenecía a las demás religiones quedaba fuera de la jurisdicción de la Inquisición, y éstas también estaban invadidas y deformadas por supersticiones y creencias fuera del ámbito estricto de sus creencias.
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Las palabras del rey Alfonso X el Sabio
Entre estas supersticiones se recoge una surgida dentro de la comunidad judía acerca de la necesidad del derramamiento de sangre de cristianos para acabar con la “opresión” a la que se sentían sujetos. Surgieron entonces, numerosos crímenes a lo ancho de la cristiandad que le fueron atribuidos a rituales perpetuados por judíos. Algunas de las víctimas de estos crímenes fueron reconocidas como mártires por la Iglesia, siendo canonizados en distintos siglos, alcanzando una gran devoción en distintos países. Hoy en día, numerosos escritores sionistas atribuyen estas crónicas medievales al antisemitismo, sin embargo, la extensión de estos casos por toda la edad media cristiana, hace improbable ese argumento.
En el caso de Dominguito del Val, el crimen al que fue sujeto causó una gran indignación en su comunidad, y la naturaleza de estas prácticas era ya muy común. El mismo rey Alfonso X el Sabio escribió en las Siete partidas: «Y porque oímos decir que, en algunos lugares, los judíos hicieron y hacen el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, hurtando los niños y poniéndolos en la cruz, o haciendo imágenes de cera y crucificándolas cuando no pueden conseguir niños.»
La desaparición de Dominguito
El 31 de agosto de 1250, Dominguito desapareció a los siete años de edad, causando un gran revuelo en su familia y en toda la ciudad. A los siete meses de aquel hecho, unos hombres dijeron ver un fuego fatuo en la orilla del Ebro, que es una lumbre que sale repentinamente debido a los gases desprendidos de materias descompuestas. Los hombres avisaron a las autoridades, quienes excavaron y encontraron el cuerpo de un niño, de la edad y complexión de Dominguito. El cuerpo se encontró con agujeros provocados por clavos en las palmas de las manos y en los pies, el costado abierto, y decapitado. Inmediatamente se relacionó este hecho a crímenes cometidos de manera similar, vinculado a rituales de superstición judía medieval.
Dominguito fue canonizado como mártir y su devoción se extendió por toda España. Años más tarde, otros casos parecidos surgieron en la península, como aquél del Santo Niño de la Guardia. En Zaragoza, Santo Dominguito del Val sigue siendo muy venerado, siendo considerado patrono de los monaguillos y de los infantes de la escolanía de la ciudad.
Altar en la Iglesia de San Felipe Neri
En la Iglesia de San Felipe Neri, de Sevilla, se construyó un altar en devoción a Santo Dominguito, que hasta el día de hoy lleva la siguiente inscripción: «Fue martirizado por los judíos en el año 1250 en Zaragoza, su patria, a la edad de 7 años. Sus reliquias encontradas milagrosamente se veneran en el templo del Salvador de dicha ciudad, y su culto se extendió, por rescripto de N.S.P. el Papa Pío VII de 9 de julio de 1808. Este altar erigido por sus parientes en el año 1815, trasladado a esta iglesia por un individuo de su familia en diciembre de 1863, es hoy propiedad del Exmo. Sr. Dn. Rafael Merry y del Val, pariente de dicho santo.»
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