Carlos Lwanga y sus compañeros vivían en Uganda, y pertenecían al grupo de cristianos que habían sido evangelizados a finales del siglo XIX.
En los comienzos el rey Mutesa había acogido bien, en 1879, a los misioneros Padres Blancos de Lavigérie, que después tuvieron que retirarse por las intrigas de algunos jefes de las tribus. Después, en 1885, cuando regresaron, llamados por un nuevo rey al mando; Mwanza, se encontraron con que la fe se había transmitido y había muchos católicos. En ese tiempo un canciller había tramado una conjuración contra el rey, pero fue descubierto y por cristianos que ocupaban cargos de responsabilidad. Entonces la situación empeoró para los cristianos, ya que el canciller se alió con los notables y brujos, que pusieron al rey contra los cristianos, y comenzaron a ser perseguidos. José Mukasa Balikuddembe, consejero del rey, fue decapitado el 15 de noviembre de 1885.
No sólo murieron los de altos cargos, había un grupo de criados, liderado por Carlos Lwanga, que defendía fervientemente su fe cristiana, y aunque el rey les dio una oportunidad para salvarse si negaban su fe, todos prefirieron seguir a Cristo hasta la muerte. Y así fue.
Los veintidós mártires de Uganda fueron canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario