Catalina Isabel McAuley nación en Dublín, Irlanda, en 1778. Desde que era una niña pequeña, Catalina vio a sus padres vivir su fe católica a través del servicio a los pobres. Al morir sus padres, Catalina vivió con familiares protestantes quienes querían que ella se hiciera miembro de su iglesia. Catalina se mantuvo fiel a su fe católica.
Cuando Catalina tenía 25 años, fue invitada a vivir como dama de compañía de una pareja rica jubilada. Su fe y cuidado amoroso hacia ellos y hacia los necesitados del vecindario fue un gran ejemplo para ellos, por eso los dos se hicieron católicos antes de morir. Dejaron su fortuna en herencia a Catalina.
Esta herencia le dio a Catalina el dinero necesario para establecer un hogar para servir a los necesitados. Catalina compró una propiedad y se construyó una casa grande. Se llamaba el “Casa de la Merced” y abrió en 1827. Incluía una iglesia, una escuela, un área de trabajo para entrenar a los residentes para trabajar, y dormitorios para los pobres y cualquier mujer que desear unirse a Catalina en su ministerio.
Catalina no deseó formar una orden religiosa. Las monjas en Irlanda en esos días pasaban la mayor parte del tiempo enclaustradas y lejos de la gente a la cual Catalina estaba dispuesta a ayudar. Catalina sabía que para servir realmente a los pobres y necesitados, ella debía estar entre ellos para así poder ver la realidad de la lucha que enfrentaban a diario.
El arzobispo de Dublín convenció a Catalina de que formar una orden religiosa le ayudaría a servir mejor al pueblo. Catalina accedió, y ella y dos amigas comenzaron a prepararse para hacerse monjas. Cuando hicieron sus votos de pobreza, castidad y obediencia, se les fue permitido incluir un voto de servicio a los pobres, enfermos y analfabetas. La congregación de Catalina, Las Hermanas de la Misericordia, nació en 1831. Las monjas usaban ropa común y se conocían en Irlanda como las “monjas caminantes” pues siempre pasan tanto tiempo en la comunidad ayudando a la gente.
Catalina murió en 1841. Hoy hay más de 12,000 Hermanas de la Misericordia por todo el mundo. Ellas manejan 200 centros de salud, 19 universidades, 58 escuelas y prestan otros servicios de asistencia a persona de cada edad.
El Papa Juan Pablo II declaró a Sor Catalina McAuley “Venerable” en 1990. Este es el primer paso en el camino a la santidad. Catalina siempre dijo que “la prueba del amor son los hechos”. Al igual que Catalina McAuley, podemos dejar que nuestros bondadosos y atentos hechos sean prueba de nuestro amor por Jesús y por los demás.
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