María Josefa, tal y como fue bautizada, provenía de una humilde familia de jornaleros originarios de El Siscar. Nació en la Vereda del Molino un 30 de septiembre de 1893, y vivió en una pequeña casa levantada con barro que sería destruida en una de las catastróficas avenidas del río Segura.
Sus padres, José Antonio Alhama Palma y Mª del Carmen Valera Buitrago, no pudieron darle a la pequeña educación ni formación cultural, pues no tenían los medios para hacerlo. En una tierra pobre, el analfabetismo era la regla general del ambiente a finales del siglo XIX y principios del XX.
Siendo la mayor de nueve hermanos, Mª Josefa entró muy joven a servir en casa de un adinerado comerciante de Santomera, José Fernández, más conocido como Pepe Ireno. Durante esos años, Madre Esperanza aprendería las primeras letras gracias al interés de los hijos de Pepe. Carmen, Santiago y Maravillas Fernández Serna se preocuparon por enseñar a la futura monja a leer y escribir, y este acto desinteresado del que tanto aprendió siempre sería recordado y agradecido por Madre Esperanza.
A la edad de 22 años Mª Josefa decide ingresar como religiosa de clausura en 'Las Hijas del Calvario' de Villena, siendo la más joven del convento. Las siete religiosas a las que acompañaba superaban los sesenta años.
Poco después, en 1921, por orden del Obispo de Cartagena, y debido a cuestiones de supervivencia, las Hijas del Calvario se fundiría con la Congregación Religiosa de las Misiones Claretianas, hoy llamadas Hijas de la Enseñanza de María Inmaculada. Sería en esos años cuando Madre Esperanza comenzó a cultivar su formación humana y espiritual.
Madre Esperanza fue enviada años más tarde al convento de Vélez Rubio, dedicándose a la enseñanza de niños. Al transcurrir un año de este nuevo destino fue trasladada, esta vez a Madrid, donde residió con los Padres Claretianos, congregación de la que también sería separada más tarde.
El motivo de estos continuos traslados era la incertidumbre de la Santa Iglesia ante Madre Esperanza como consecuencia de los hechos observados en su persona. Se decía que se habían notado en ella algunas 'cosas sobrenaturales', tratando de determinar si estos hechos provenían de Dios o sólo eran 'engaños o fantasías'. Ante esta tesitura se pone a la Madre Esperanza bajo observación del Santo Oficio, pero pronto se decide dar el voto de confianza a una persona que había demostrado su dedicación a Dios y su buena voluntad.
En la Navidad de 1930 Madre Esperanza fundó la Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso en Madrid. Al poco tiempo se expandieron por diversos puntos de la geografía española conventos de esta congregación que acogían a pobres y niños.
Con el estallido de la contienda civil española y los prolegómenos de la II Guerra Mundial, la santomerana viaja a Roma en 1936, entregándose al cuidado de los heridos afectados por los bombardeos y de las víctimas de la guerra.
Fue en estos momentos cuando se ocupó de proporcionar alimentos a aquellos que entonces nada tenían. Durante esos difíciles años no sólo estará dedicada a estos avatares, sino que también procede a nuevas fundaciones de conventos en territorio italiano.
La fundación de una nueva Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso en la ciudad italiana de Collevalenza el 15 de agosto de 1951 fue un punto clave en la trayectoria biográfica de Madre Esperanza. Fue en esta ciudad, perteneciente a la diócesis de Todi, donde Madre Eperanza se establece definitivamente.
Desde allí la devoción del Amor Misericordioso conocerá un rápido desarrollo y expansión por Italia, al igual que años atrás lo había conseguido por distintas partes de España. Con objeto de difundir el concepto de la gran amabilidad de Dios y de su ilimitado Amor para con los hombres, realizó en Collevalenza (Italia) el Santuario del Amor Misericordioso, donde Madre Esperanza consumará su vida dedicada íntegramente a la ayuda a los más necesitados. Atendió a los peregrinos que se acercaban hasta el santuario, escuchándolos y dándoles consejo y consuelo. Se llega a decir de Madre Esperanza que 'su corazón vivía en el cielo pero sus pies estaban en la tierra'.
Su vida estuvo señalada por diversas enfermedades de las que solía sanar, muchas veces bajo el asombro de los médicos que la curaban. Sólo la enfermedad que la acechó en los últimos días de su vida acabó con la la labor de Madre Esperanza en la tierra, a la edad de 90 años. Falleció el 8 de febrero de 1983 en Collevalenza, un pueblecito del Municipio de Todi en Roma. Sus restos mortales descansan en la cripta del Santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza.
Fue beatificada la mañana del 31 de mayo de 2014.
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