El 18 de julio de 1842 nació en San Isidro CAMILA ROLON; hija de Eusebio Rolón y de María Gutiérrez. Desde su más tierna edad se distinguieron en ella los perfiles de su vocación: el amor a Dios y el servicio a los hermanos más necesitados.
Recibió de su maestra las armas elementales del aprendizaje escolar y el catecismo de la Doctrina Cristiana, que le gustaba enseñar a sus hermanos menores y a los niños pobres.
Años más tarde la humilde familia Rolón se radicó en Buenos Aires.
Ya en su juventud se dedicaba a las obras de caridad, a la enseñanza del catecismo parroquial y a la atención de los enfermos. Contando con veinticinco años de edad en 1867, conoció los estragos del cólera que pusieron a prueba su temple de samaritana; sin temor al contagio visitaba y atendía a los enfermos más olvidados.
Tres años más tarde apareció la fiebre amarilla. Si en epidemia del cólera había admirado a los que la conocían por su caridad extraordinaria, en la oportunidad de la fiebre amarilla, su abnegación no tuvo límites; el peligro del contagio no la apartaba del lecho de los enfermos, confortándolos y ayudándolos en momentos tan críticos.
Su gran vocación era consagrarse a Dios y así ingresó en el Monasterio de las Carmelitas el 21 de abril de 1875. Los rigores de la vida conventual quebrantaron su salud, obligándola a renunciar a su generoso designio.
En julio de 1877 un joven sacerdote, Saturnino Azurmendi, amigo de la familia Rolón es designado en la Parroquia de Capilla del Señor. Convaleciente de su enfermedad Camila se traslada a esta localidad acompañada de una tía abuela con la noble esperanza de beneficiarse con los aires del campo y ayudar al joven párroco. Aquí fue magnífica su obra apostólica y social; visitaba las familias para conocer sus necesidades y acercarlas a la misa dominical; impulsó la catequesis, abrió un taller de costuras para las madres; ayudó a los niños necesitados, y se inició así en su apostolado social.
Estando en Capilla maduró su convicción de fundar una congregación religiosa que se dedicara especialmente al cuidado y la enseñanza de los niños pobres y al cuidado de los enfermos.
Luego de largos y penosos trámites, esta mujer con poca salud, sin dinero pero con fe, devoción a San José y vocación social logra fundar la congregación “Hermanas Pobres Bonaerenses de San José”. Con conducta férrea y corazón de oro, en 1880, comienza su obra con la fundación en Mercedes del Asilo de Niños Pobres San José. Desde ese momento las fundaciones y atención de instituciones que le confiaban se multiplicaron: el Asilo – Hospital de Bragado, los Asilos de 25 de Mayo y Baradero, el Hospital de Chacabuco, el Hospital de Concordia, el Hospital de Santiago del Estero, el Asilo de Ancianos de Azul, Colegio – Asilo de Bragado, Hospital de Azul, Asilo Maternal de Trinidad, Asilo de Ancianos de Mendoza, Casa para los Niños Pobres de La Plata, Asilo de San Miguel, Hospital de La Rioja, Asilo de Río Cuarto, Tucumán y Carhué, Asilo de Huérfanos de Policía de La Plata. Debemos agregar que la Asociación de Damas Irlandesas pidió a la Madre Camila hacerse cargo del Colegio Internado de Capilla del Señor para niños huérfanos irlandeses; el 10 de abril de 1893, la Madre Camila y sus hermanas tomaron posesión del mismo. Bien pronto el Colegio Fahy de San José contó con gran número de alumnos, internos y externos. Pero cuatro años después debido al deterioro del edificio fue clausurado para ser restaurado. En este período la Madre y su congregación fueron requeridas para otras fundaciones y entregaron el mismo a la Asociación que se lo confió.
Como podemos apreciar la Madre Camila de San José Rolón con una salud quebrantada que se fue acrecentando a lo largo de su vida, soportando su propio dolor, estuvo siempre cerca de los que más sufren física y espiritualmente.
Falleció el 16 de febrero de 1913.
En estos momentos su causa en Roma está en proceso de beatificación; redoblemos la súplica confiada para que el Señor obre un milagro por su intercesión.
Fuente: Srta. María Flor Angel Longarella
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