Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores, nació en Quito (Ecuador) el 31 de octubre de 1618, era Hija del capitán español Jerónimo de Paredes y Flores y de la noble Mariana Jaramillo. Antes de cumplir los siete años se quedó huérfana y pasó a encargarse de su educación una de sus hermanas. Pronto empezó a cultivar una intensa piedad y mortificación y, bajo la dirección del jesuita Juan Camacho, hizo voto de virginidad perpetua. Sin ingresar en ninguna Orden religiosa se consagró a la oración y a la penitencia en su propia casa. Su afán apostólico y de caridad hacia los demás le llevaron a intentar ejercer de misionera entre los indios mainas y a asistir a los enfermos y desgraciados.
El 6 de noviembre de 1639 ingresó en la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco de Asís.
Se la llama "La Azucena de Quito" porque en una enfermedad le hicieron una sangría y esta fue echada a una maceta de la que nació una Azucena. Con esa flor es pintada en los cuadros.
En 1645 hubo en Quito un gran terremoto, que causó muchas muertes por una terrible epidemia, que tenía aterrorizada a la ciudad. Un Padre Jesuita dijo en un sermón: "Dios mío: Yo te ofrezco mi vida para que se acaben los terremotos". Pero Mariana exclamó: "No, Señor. La vida de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas. En cambio yo no soy necesaria... te ofrezco mi vida para que cesen esos terremotos" La gente se admiró de esto, y aquella misma mañana ella empezó a sentirse muy enferma, y murió el 26 de Mayo de 1645. Dios le tomó la palabra y ya no se repitieron los terremotos y no murió más gente por ese mal. Por eso el Congreso del Ecuador le dio en 1946 el título de "Heroína de la Patria".
Fue beatificada por el Papa Pío IX el 20 de noviembre de 1853 y canonizada por Pío XII, el 4 de junio de 1950. Su festividad se conmemora el 26 de Mayo.
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