Gerardo Poblete, sacerdote salesiano en el colegio de Iquique; nacido en Santiago en 1942, vivió en Chuquicamata. Tuvo dificultades en el ambiente militarizado del colegio de Iquique. Bajo un pretexto fue detenido por una patrulla de carabineros y sometido a torturas. Murió en una comisaría el 21 de octubre de 1973.
Antonio Llidó, sacerdote valenciano, nacido el 29 de abril de 1936. Llegó a Chile en 1969. El obispo de Valparaíso, Emilio Tagle, le asignó la vicaría de la parroquia de Quillota como campo de pastoral. Se vinculó con los más pobres y marginados. Estuvo entre los sacerdotes de Cristianos por el Socialismo y terminó por inscribirse entre los partidarios del MIR. Con esto rompió relaciones con el obispo, pero se mantuvo en Quillota en el trabajo pastoral y educacional durante los 1.000 días del gobierno de la Unidad Popular. Pese a las amenazas que le significaba el golpe militar, no quiso abandonar Chile. Se quedó en la clandestinidad, vinculado al MIR. En octubre de 1974, fue bárbaramente torturado y hecho desaparecer.
Miguel Woodward, un anglo-chileno nacido en Viña del Mar el 25 de enero de 1932. Estudió en Inglaterra pero volvió para integrarse al seminario y fue sacerdote en los cerros de Valparaíso. Consagrado a los más pobres, no se entendió con su obispo, Emilio Tagle. Fue detenido por la Armada, el 22 de septiembre de 1973, y torturado. No resistió y falleció en el buque-escuela Esmeralda. Su cuerpo no fue reclamado por la Iglesia. Desapareció.
Juan Alsina nació en Gerona, España, el 28 de abril de 1942. Llegó a Chile en 1965 y ejerció su ministerio en San Antonio. Allí se hizo sacerdote-obrero, asumiendo trabajos en el hospital. Fue trasladado a Santiago donde fue nombrado jefe del personal en el Hospital San Juan de Dios. En los días siguientes al golpe acudió como siempre a su trabajo. Allí, el 19 de septiembre de 1973, fue detenido por una patrulla militar, juzgado sumariamente y fusilado en el puente Bulnes.
André Jarlan, sacerdote francés, llegó a Chile en la década de 1980 para secundar a Pierre Dubois en su parroquia de la población La Victoria. Se incorporó al estilo luchador y comprometido de Pierre, sobre todo fue gran amigo de la juventud. En un día de protesta, cuando leía y rezaba en su pieza, una bala de Carabineros lo impactó, matándolo al instante. El pueblo transportó su féretro en hombros hasta la Catedral, para celebrar allí sus exequias. El cardenal Fresno lo acogió impresionado por las circunstancias de su muerte.