sábado, 28 de septiembre de 2024

Beata Ana de Jesús Lobera


Ana de Jesús nace en Medina del Campo, el 25 de noviembre de 1545; hija de hidalgos, Don Diego de Lobera y doña Francisca de Torres. A los pocos meses de nacer, muere su padre y a los nueve años su madre, por lo que ella y su hermano Cristóbal, – que más tarde, entrará con los Jesuitas- quedan bajo la tutela de su abuela materna.

Joven hermosa, inteligente, con una inclinación religiosa bastante fuerte, pronto se verá acosada por su abuela que quiere casarla, por lo que decide irse a Plasencia con su hermano, a casa de su abuela paterna. No tardará en repetirse la misma situación, aunque ahora ya no tiene a donde ir, por lo que desde 1560 a 1570, que es cuando ingresa en el Carmelo, intenta vivir una vida de oración y penitencia, dedicándose a las mujeres enfermas, haciendo limosnas, labores para la Iglesia… en 1561 hizo voto de “entrar en religión”.

Es adoctrinada por los P.P. Jesuitas, especialmente por el P. Pedro Rodríguez, quien al conocer las fundaciones de Santa Teresa, en 1569, pone en contacto a Dña. Ana con la M. Teresa, ingresando el 31 de Julio de 1570 en el Convento de Ávila,

Desde primera hora, Santa Teresa se da cuenta de los dones que posee, convivió con ella los primeros años de su formación carmelitana y hace su Profesión Religiosa el 22 de Octubre de 1571.

Muy pronto le encomendará cargos de mucha responsabilidad. Cuatro años de Maestra de Novicias en Salamanca; Ocho de Priora en Beas; en 1582, junto a San Juan de la Cruz, llevará a cabo la fundación de Granada, en la que permanecerá al frente del priorato hasta 1586, que fundará en Madrid, el Carmelo de Santa Ana, tan ansiado por Sta. Teresa.

Fue aquí, donde trabajó mucho para hacer la primera edición de las obras de Santa Teresa (1588) y tuvo que defender el espíritu de la Santa contra las ideas del P. Doria y su Consulta, siendo esto causa de persecución y castigo, que la llevó a Salamanca en 1594, donde fue elegida Priora en 1596.

En 1604, junto a la beata Ana de San Bartolomé y cuatro carmelitas más, marchan a Francia, conducidas por Pedro Bérulle, y fundan en Paris(1604) y en Pontoise y Gijón (1605).

Algunas diferencias con Bérulle respecto al estilo de vida carmelitana y su deseo de ser dirigida por los Carmelitas Descalzos, hacen que la M. Ana de Jesús, acepte la invitación de los archiduques de Bélgica a ir a Flandes, donde fundó en Bruselas, Lovaina y Mons (1607).

Muere en Bruselas, el 4 de Marzo de 1621 después de grandes sufrimientos físicos y morales.

Su causa de Beatificación se inició inmediatamente después de su muerte. Una vez cumplidos los procesos Ordinarios, la causa fue introducida en Roma el 2 de Mayo de 1878 y el 2 de Mayo de 1885 fueron aprobados sus escritos, sus cartas espirituales, que rebelan su profunda vida interior y su prudencia.

El Papa Francisco aprobó el milagro atribuido a su intercesión y será beatificada el 29 de septiembre de 2024.


domingo, 15 de septiembre de 2024

Beato Moisés Lira Serafin



El P. Moisés Lira Serafín nació en Zacatlán (Puebla, México) el 16 de septiembre de 1893. Creció en una familia cristiana, sencilla, humilde, de buenas costumbres, pero su infancia pronto se vio empañada por la muerte de su madre en 1898. Su padre, maestro en escuelas parroquiales, se vio obligado a trasladarse a diversos lugares, hasta que se casó por segunda vez en 1908, confiándolo a la custodia de un sacerdote.

En ese periodo comenzaron a aparecer los primeros signos de su vocación a la vida sacerdotal; comenzó a asistir al Seminario Palafoxiano de Puebla y decidió seguir su vocación religiosa. En 1914 aceptó la invitación del padre Félix de Jesús, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo, congregación de la que fue el primer novicio, el llamado “Primogénito”.

El 4 de febrero de 1917 profesó sus votos. Fue ordenado sacerdote el 14 de mayo de 1922, y el día de Navidad de ese año emitió sus votos perpetuos. Un mes después, acuñó una frase que guiaría su itinerario de santificación: “Es necesario ser muy pequeño para ser un gran santo”.

Fue maestro del noviciado, atendía a los enfermos, especialmente como confesor, durante la epidemia de viruela negra de 1923. En 1925, en la Ciudad de México, continuó aumentando su pasión por el culto a la Eucaristía y al sacramento de la reconciliación, dirigido también a los presos.

En 1926 a causa de la persecución religiosa, celebraba la Eucaristía en los hogares y llevaba la Comunión a los enfermos.

Se trasladó a Roma, donde asistió a cursos de teología dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana. Su época en la “Ciudad Eterna”, sin embargo, no fue pacífica desde el punto de vista espiritual, debido a factores externos que provocaron en él una fuerte crisis y pusieron a prueba su vocación religiosa.

Hizo voto de abandono en manos de Dios, con la firme intención de renovarlo cada año el Jueves Santo. Este fue el inicio del proceso de su infancia espiritual ante Dios Padre como un pequeño niño en Cristo, abandonado en sus manos.

En 1928 regresó a México, donde continuó con mayor entusiasmo y generosidad su misión como guía de almas, ejerciendo excelentemente su carisma como director espiritual y desempeñando una misión oculta en el ministerio del confesionario.

En 1934 fundó la Obra de Caridad y Apostolado Social, también conocida como Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, como apóstoles de la bondad. La caridad del padre Moisés se dirigía a todos: pobres, ricos, ancianos, jóvenes y niños; de hecho, se implicó particularmente en la pastoral de los acólitos y las religiosas. Sus favoritos eran los enfermos, especialmente los sacerdotes, a quienes visitaba con frecuencia llevándoles una palabra de esperanza. Su caridad llena de alegría infundió alma y coraje.

Fue amante del silencio y de la contemplación, además de su profundo amor a Dios, que se tradujo en una vida religiosa ejemplar. Tenía una devoción filial a la Virgen María y era un hombre de oración intensa.

En el ejercicio de su ministerio su pureza fue cándida, ingenua como la de un niño. Siguiendo el ejemplo de María, se puede presentar como modelo de paternidad/maternidad espiritual; instrumento del perdón de Dios para sus hijos; sanador de sus heridas; ayudante en sus necesidades materiales; apoyo en el discernimiento de la voluntad de Dios en las diferentes circunstancias de la vida; compañero de viaje hasta llegar a la meta: la unión con Dios.

El ritmo de su vida transcurrió en el cumplimiento diario del deber, con un gran sentido de fraternidad comunitaria. Destacó por su obediencia y alegría, por su humildad y sencillez.Vivió todos los acontecimientos, incluso los dolorosos de la persecución, la incomprensión y la enfermedad, en soledad y alegría sobrenatural, a la luz de la fe.

Su salud se deterioraba y, tras complicaciones cerebrales, llegó al final de su vida. Murió en la Ciudad de México el 25 de junio de 1950. Fue declarado Venerable el 27 de marzo de 2013 por el Papa Francisco. Beatificado el 14 de septiembre de 2024 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Ciudad de México.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Divina Infantita

La veneración a la Imagen de la "Divina Infantita", nacio en la ciudad de México, en el convento de San José de Gracia, comunidad de monjas Concepcionistas o de la Orden de la Inmaculada Concepción que, aunque no pertenecen a las ordenes franciscanas, fue fundada por una Franciscana Santa Beatriz de Silva en 1484.

Esta devoción se originó por Sor Magdalena de San José (concepcionistas) el 6 de enero de 1840, en los siguientes links de esta Página Web donde se describe la historia.

Ahora bien, la Divina Infanta o Niña Virgen, tiene su origen en la Fiesta de la Natividad de la Virgen María, según la Tradición Apostólica. 

Oración 

Oh! Santísima Virgen Niña, que viniendo al mundo consolaste la tierra que en Ti saludó la aurora de la Redención por los prodigios de gracia que derramaste entre nosotros, escucha piadosa mis súplicas.
En las penas que me afligen y especialmente en la necesidad que en este momento me oprime, toda mi esperanza está en Ti, ¡oh dulce Virgencita! Muéstrame pues que el tesoro de gracias que dispensas es inagotable, porque ilimitado es tu poder sobre el Corazón paternal de Dios.
Escucha ¡oh Virgen Niña! mi ardiente súplica y alabaré eternamente la bondad de tu Corazón.

Rezar tres Avemarías y una Salve.