Pianello Lario es un pequeño pueblo a orillas del lago de Como, al norte de Italia. Rosa y Alejandro Bosatta están felices porque ese día, 27 de mayo de 1858, su décima primera hija acaba de nacer. Inmediatamente la llevan a la pila bautismal donde recibe el nombre de Dina. Cuando Dina tiene tres años, su padre, un pequeño comerciante de sedas, muere y su madre tiene que hacerse cargo de su numerosa prole. Marcelina, una de las hijas mayores se hace cargo de la pequeña Dina, quien crecerá admirando a su hermana mayor por ser tan buena y cariñosa con ella. Marcelina decide llevar a su hermanita a un colegio de religiosas Canosianas que estaba cercano a su pueblo. Allí la menor de los Bosatta estudiará y trabajará al mismo tiempo, pues la familia es pobre y no tienen como solventar su educación.
Dina estudia con entusiasmo y las religiosas descubren su gran corazón, su espíritu de sacrificio y su deseo de consagrarse a Dios. Cuando tienen la edad suficiente, entra a esta comunidad, pero por su carácter reservado e introvertido es considerada no apta para esta vocación y las religiosas la envían de regreso con su familia. La joven Dina sufre mucho por lo que parece un fracaso, más el Señor tiene otro Plan para ella. Su hermana Marcelina la acoge y la consuela, como lo hiciera tantas veces en la infancia.
El Párroco de Pianello, don Carlos Coppini, ha reunido un grupo de chicas, entre las que está Marcelina, para que le ayuden con las obras de la Parroquia. El grupo se llama La Pía Unión de las Hijas de María y está bajo el patronazgo de Santa Angela de Merici. Estas chicas se dedican a dar catequesis, visitar enfermos y a otras obras de caridad. Marcelina, tratando de levantar el ánimo a su hermana y conociendo su buen corazón, le propone integrarse a este grupo. Luego de algunas dudas, Dina lo hace. Al poco tiempo inauguran un hospicio para niños y niñas abandonadas. En el hospicio hay mucha actividad, y la joven Dina prefiere siempre un ritmo más tranquilo y un espacio donde pueda dedicarse sobretodo a la vida espiritual. Con no poca tensión interior, se va integrando cada vez más a este tipo de vida a la que llega a amar con pasión.
El 27 de octubre de 1878, cuando tiene veinte años, emite su profesión en esta pequeña comunidad parroquial y toma el nombre religioso de Clara. A los tres años fallece el buen párroco de Pianello y la comunidad queda un poco desconcertada por la ausencia de su guía espiritual. La Providencia no las abandonó y envió San Luis Guanella, quien hacía tiempo tenía en el corazón el deseo de fundar una Congregación. Cual será la sorpresa y gratitud con Dios del P. Luis, cuando al llegar a su nueva parroquia, encuentra a este grupo de mujeres que anhelaban consagrarse a Dios.
La ahora Madre Clara, se gradúa de maestra elemental y además de enseñar a los niños del hospicio, el P. Luis le encarga formar a las primeras novicias de las Hijas de Santa María de la Providencia. Clara ha crecido mucho espiritualmente gracias al acompañamiento y consejo de San Luis, quién la envía a fundar una nueva casa a la ciudad de Como. La otrora tímida jovencita, despliega en su nueva misión una inusitada energía y en poco tiempo los habitantes de Como se benefician de las obras apostólicas y caritativas de esta nueva comunidad. A los 26 años Clara enferma gravemente y es llevada a Pianello con la esperanza de que el aire de su pueblo natal mejore su salud, pero el Señor la quería ya en su Reino y la llama a su presencia el 20 de abril de 1887. Solo tenía 29 años y era el primer fruto de santidad de las Hijas de Santa María de la Providencia. El 21 de abril de 1991 fue beatificada por Juan Pablo II.
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