Eladio Mozas Santamera nació en Miedes de Atienza (Guadalajara) en 1837. Huérfano de padre desde los tres meses, vivió con su madre y con un tío sacerdote hasta la muerte de éste.
En 1845 se trasladó a Sigüenza, donde su madre contrajo segundas nupcias. A los once años, comenzó sus estudios en el Seminario conciliar de San Bartolomé de Sigüenza (Guadalajara) como alumno externo. En 1852 solicitó plaza de “maitinante”, siendo la nota del examen “sobresaliente en leer y traducir latín”. Con la concesión de la plaza, contrajo la obligación de asistir al coro en los días señalados y de colaborar con los canónigos en el rezo y canto del oficio divino. El 18 de febrero de 1853 recibió la tonsura clerical. En 1857 murió su madre de un cáncer. En 1860 continuó estudios de Teología en Madrid, completando las asignaturas que le faltaban para conseguir el título de bachiller en Artes. Se licenció en Teología en 1861 y en diciembre de 1862 obtuvo el doctorado de Teología en la Universidad Central de Madrid. Se ordenó sacerdote en abril de 1865 incardinándose en la diócesis de Plasencia (Cáceres), donde desarrolló una intensa vida sacerdotal. Las misiones populares en los pueblos fueron su primera tarea apostólica. El 27 de julio de 1866 tomó posesión de la parroquia de San Nicolás el Real, donde ejerció durante quince años de párroco.
Pasó además en ese mismo año de 1866 a impartir docencia como profesor del seminario. Realizó también una labor de dirección espiritual en el confesionario de su parroquia y como director espiritual de las religiosas agustinas recoletas de Serradilla, a quienes dirigió, desde 1871 hasta 1892, 549 cartas de alto contenido teológico, ascético y místico, y de gran belleza literaria.
En 1876 viajó a Roma en una de las peregrinaciones españolas logrando audiencia privada con Pío IX, exponiéndole al Papa la fundación de un instituto en que la suma gloria de la Santísima Trinidad fuese su fin último. El Papa le animó a comenzar. Eladio quería regenerar la sociedad mediante la vivencia de las actitudes de la familia de Nazaret en la familia, la escuela y el taller. Quiso llevar esto a cabo primeramente con varones, sacerdotes con regla y constituciones propias sin votos públicos y con amplitud para desempeñar toda clase de ministerios, pero no llegó a cuajar el proyecto, aunque esta idea fue seguida por varios sacerdotes en vida de Eladio.
En 1877 expuso el nuevo carisma del instituto a Margarita Delgado, una antigua dirigida, joven que tuvo que abandonar el noviciado de las agustinas recoletas de Serradilla por una extraña enfermedad. Margarita acogió el proyecto con entusiasmo. El padre Eladio empezó a crear, con esta joven y otras que se le unieron, escuelas de catequesis y oración en las que se imitaba la vida de Jesús, María y José. La gestación de la nueva institución fue larga y difícil. En mayo de 1879 el padre Eladio misionó en Don Benito y en junio de ese mismo año de 1879, el primer grupo de jóvenes que formó la congregación josefino-trinitaria se trasladó a la casa situada en Buen Suceso, n.º 2, en Plasencia (Cáceres). En mayo de 1881 ganó en oposición la vacante como canónigo penitenciario de la Catedral de Plasencia. En 1885 las jóvenes josefinas se encargaron del cuidado de los enfermos de cólera en Plasencia. El 18 de febrero de 1886, tras la aprobación diocesana de la Congregación y de sus Constituciones, las catorce primeras josefinas vistieron el hábito.
A los expertos a quienes encomendó el obispo Pedro Casas y Souto el estudio y conocimiento minucioso de la nueva Institución les pareció que debía aprobarse porque “[...] el objeto y fin de la referida asociación ha de contribuir muy provechosamente a moralizar e impedir la completa relajación de las clases artesana, trabajadora y proletaria”. En diciembre de 1888 fundó la comunidad de Hervás, en Cáceres, y en 1895 la comunidad de Ceclavín, también en Cáceres.
En enero de 1896 comenzaron los síntomas de una enfermedad, que fueron agravándose en los meses siguientes, y que ya no superaría. En agosto de 1896 el padre Eladio fue nombrado presidente de la Comisión Diocesana para el Congreso Eucarístico de Lugo. El 8 de febrero de 1897 celebró por última vez la santa misa, realizando el 2 de marzo la última visita a la comunidad de hermanas josefinas trinitarias, reunidas las de Plasencia, Hervás y Ceclavín, para aconsejarlas y despedirlas. Murió el 18 de marzo de 1897.
En 1917 se trasladaron sus restos mortales, del cementerio de Santa Teresa, de Plasencia, a la capilla de la Casa Madre del Instituto por él fundado. El 26 de noviembre de 1994 se clausuró el proceso diocesano del siervo de Dios en la Catedral de Plasencia, y el 3 de febrero de 1995 la Congregación para las causa de los santos otorgó el rescripto de validez canónica a las actas del proceso diocesano. Fue declarado venerable, por el Papa Francisco, el 28 de febrero de 2013.
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