Nació el 30 de abril de 1623 en Montigny-sur-Avre en una de las familias nobles más encumbradas y prestigiosas de la Francia pre-revolucionaria, estando solo por debajo de la Casa Real. Desde niño quería ser presbítero y dejó un cierto futuro brillante en el mundo para estudiar colegio jesuita de La Flèche, y ser sacerdote, no sin cierta oposición familiar.
El 1 de mayo de 1647 fue ordenado sacerdote, y en 1649 fue nombrado Archidiácono de la catedral de Evreux. Fue activísimo en la fundación del Seminario para las Misiones Extranjeras de París fundado para la evangelización de los pueblos, principalmente de Asia, recientemente colonizada en parte por los franceses. En 1653 fue nombrado vicario apostólico de Tonchin, Indochina, pero nunca llegó a asumir su cargo. Pensaba no abandonaría Francia cuando en 1658 el papa Alejandro VII le envió como Vicario Apostólico a la Nueva Francia, gran parte de los actuales Canadá y Estados Unidos. Fue consagrado como obispo en la abadía de Saint-Germain-des-Prés.
Desembarcó el 16 de marzo de 1659 y enseguida se puso a trabajar en dos direcciones: fortalecer la vida cristiana de los colonos y evangelizar a los indígenas. Fundó colegios, parroquias, protestó contra la explotación de los nativos, especialmente prohibió la venta de alcohol a los mismos, una situación que era usada por los franceses para engañar y dominar a los indígenas, no acostumbrados a beber. Los franceses les emborrachaban y obtenían pieles y otros objetos a bajo precio, o les robaban. Esto, por supuesto, le trajo persecución por parte de los colonos, pero su prestigio como hombre del rey y de la Iglesia les detuvo de hacerle daño. Además de su labor como sacerdote, eventualmente también fue Gobernador de Nueva Francia en 1663 y lo volvería a ser en 1682.
En 1674 el papa Clemente X creó la diócesis de Quebec y nombró a nuestro santo como su primer obispo. Su actividad apostólica en favor de los locales no cejó por el cargo, sino que aumentó ya que ahora además los sentía como sus propios hijos. En 1675 aprobó la Congregación de Nuestra Señora, fundada por Santa Margarita Bourgeoys (12 de enero), para la evangelización y la educación de los indígenas. Además, tuvo el inestimable apoyo de la gran Madre Santa María de la Encarnación Guyart (30 de abril), que sería su fiel colaboradora. Fundó un Seminario para la formación de los sacerdotes, el cual con el tiempo se convertiría en una prestigiosa Universidad donde se formarían la mayoría de los intelectuales canadienses. Varias veces viajó a Francia para exponer ante el rey las necesidades de los franceses y los nativos, denunciando los males y recabando apoyo de la Iglesia y algunos nobles.
En 1685, agotado de sus andanzas apostólicas, renunció a la labor pastoral y se retiró al Seminario, como un presbítero más, siempre atento a su nuevo obispo. Lleno de méritos y admiración falleció el 6 de mayo de 1708. Fue sepultado en la catedral-basílica Santa María de Quebec. En 1878 sus reliquias fueron trasladadas a la capilla privada del Seminario de Quebec. En 1890 el padre abate Augusto Gosselin escribió su "vita", en la cual dice: "Monseñor Laval era un hombre majestuoso, de modales nobles y dignos; tenía una figura alta; su actitud era seria y real. Todo en su persona inspiraba respeto y daba testimonio de un espíritu desarrollado: un hombre de carácter".
En 1950, iniciado su proceso de canonización, se trasladaron a la capilla exterior del mismo Seminario en 1993, siendo ya una Universidad el seminario, las reliquias del santo fundador "estorbaban" al creciente laicismo de Canadá (que ya vemos adonde la ha llevado) y fueron trasladadas a la catedral de Quebec, donde se veneran.
Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 22 de junio de 1980 y el papa Francisco lo canonizó 3 de abril de 2014.
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