María Victoria nació en Génova en 1562, séptima de nueve hijos de Jerónimo y Bárbara Veneroso. Como creció en un ambiente de amor y de piedad bastante austero, probablemente quiso entrar en la vida religiosa, pero cuando los padres le encontraron un pretendiente en la persona de Angel Strata, se unió a él en matrimonio a los 17 años. Pronto llegaron los hijos. Cuando Ángel murió, sólo ocho años y ocho meses después del matrimonio, cinco muchachitos se agarraban a las faldas de la joven madre y un sexto nacería un mes después.
A pesar de sus hijos, María Victoria se sintió sola y abandonada y pasó por una tremenda crisis, durante la cual pidió varias veces la muerte: una experiencia humana que después le ayudaría a comprender y a ayudar mejor a las jóvenes desorientadas por alguna amarga prueba. Pasada la crisis, hizo tres votos: de castidad, de no llevar nunca joyas ni vestidos de seda, y de no participar en fiestas mundanas.
Después de que las hijas e hijos entraron en la vida religiosa, ella se unió a un grupo de amigas para fundar la Orden de las Anunciación de la Santísima Virgen María, en el monasterio preparado para ellas en el Castillo de Génova de Esteban Centurione, el esposo de Vicentina, que también se hizo religioso y sacerdote. Por su hábito las religiosas fueron llamadas celestes.
La Regla, redactada por el jesuita Bernardino Zanoni, padre espiritual de María Victoria, estimulaba a las religiosas a una íntima devoción hacia la Santísima Virgen de la Anunciación, y establecía una intensa vida de piedad, de pobreza genuina y una rigurosa clausura. Fundadora y superiora, María Victoria pasó los últimos cinco años como simple religiosa, dando ejemplo de humildad y obediencia.
Murió el 15 de diciembre de 1617, y fue beatificada por León XII en 1828.
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