Hombre sencillo, linear a la hora de hacer el bien, a pesar del peso de su responsabilidad de Superior Provincial, obró en circunstancias especialmente difíciles como las que determinó el III Reich, fue sometido a interrogatorios extenuantes, se desmayó incluso durante uno de estos, El Beato Eustaquio demostró siempre, de forma clara y convincente, que la santidad es el deber de todo cristiano y de todo religioso que cumple su mandato con fidelidad y generosidad al Evangelio y a los hermanos.
Su nombre de pila era José. El Hermano Kugler, (1867 - 1946) ingresó a los 26 años a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, luego de haber entrado en contacto con esta comunidad durante la construcción de un hospital en Reichenbach (Alemania). Fue por 20 años Superior local, y de 1925 hasta su muerte en 1946, Superior Provincial de la Provincia de Baviera.
Como muchas otras órdenes religiosas y la misma Iglesia, los hermanos de San Juan de Dios fueron acechados por los nazis. También lo eran los mismos enfermos que ellos atendían. Muchos fueron deportados ya que los nazis los consideraban un tumor para la sociedad, pero el Hermano Kugler puso todo su empeño por salvarlos de la cámara de gas.
El 17 de agosto de 1943 hubo un gran bombardeo sobre Ratisbona. Los alrededores del hospital fueron destruidos. En cambio, este centro de salud quedó intacto. Podemos decir que aquí hay un santo, que nos ha salvado de la guerra y de las bombas, decía un pastor evangélico. Cuenta el padre Lizaso que un día Hitler pasó frente al hospital. Todos corrieron a asomarse a las ventanas para verlo. El hermano Kugler en cambio, no quiso mirarlo y decía a sus hermanos nuestro Fuhrer vive ahí, señalándoles el sagrario.
Soportó más de 30 interrogatorios de la Gestapo. Fue tal su impresión que durante uno de estos cayó desmayado. Además de no delatar a ningún hermano, ni a otras personas, mantuvo gran silencio en su comunidad sobre los interrogatorios y trato recibido. Ni se quejó ni insultó a los policías testimonia Lizaso.
Hubo hermanos que abandonaron la orden, deslumbrados por las ideologías nazis. Esto golpeó profundamente a al Hermano Eustaquio. Pero guardando la calma, se refería a los nazis diciendo: Esos árboles no crecerán hasta el cielo. No era una persona de oficiales estudios teológicos, pero sí de una espiritualidad ascética profunda, una innegable vivencia mística por su vida interior y profundidad de fe, que acompañaba a sus actos en auténtica respuesta de amor a Dios.
Los terribles sufrimientos y el dolor lancinante provocado por su enfermedad y soportados con paciencia y aceptando la voluntad de Dios, marcaron sus últimas, interminables semanas de vida. Con el anhelo de volver a su patria y como fervoroso devoto de la Virgen María y de San Juan de Dios, el Beato Eustaquio Kugler, devolvió su bella alma a Dios a los 79 años de edad y con 50 años de Profesión Religiosa detrás de sí.
El 19 de octubre de 1904 escribía: “Pertenezco por completo a Dios. Debo esforzarme continuamente por descubrir su voluntad y por realizarla plenamente. Si no lo hago, nunca podré ser feliz”. Su beatificación tuvo lugar el 4 de octubre de 2009 en Ratisbona.
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